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INFORME

DE LA SOCIEDAD ECONÓMICA

DE MADRID

AL REAL Y SUPREMO CONSEJO
DE CASTILLA

EN EL EXPEDIENTE DE LEY AGRARIA,
36 pak zudia:

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EXTENDIDO

FOR SU INDIVIDUO DE NÚMERO

EL SEÑOR DON GASPAR MELCHOR DE JOVELLANOS,

A NOMBRE DE LA JUNTA ENCARGADA DE SU FORMACION,

Y CON ARREGLO A SUS OPINIONES.

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Aeque pauperibus prodest, locupletibus acques Aeque neglectum pueris, senibusque nocebit.

HORAT. epist. 1. lib. 1.

I

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SEÑOR: la Sociedad patriótica de Madrid, despues de haber reconocido el expediente de Ley Agraria, que V. A. se dignó remitir á su examen, y dedicado la mas madura y diligente meditacion al desempeño de esta honrosa confianza, tiene el honor de elevar su dictamen á la suprema atencion de V. A.

2 Desde su fundacion habia consagrado la Sociedad sus tareas al estudio de la agricultura, que es el primero de los objetos de su instituto; pero considerandola solamente como el arte de cultivar la tierra, hubiera tardado mucho tiempo en subir á la indagacion de sus relaciones políticas, si V. A. no llamase hácia ellas toda su atencion. Convertida despues á tan nuevo y dificil estudio, hubo de proceder en él con gran detenimiento y circunspeccion, para no aventurar el descubrimiento de la verdad en una materia, en que los errores son de tan general y perniciosa influencia. Tal fué la causa de la lentitud, con que ha procedido al establecimiento del dictamen, que hoy somete á la suprema censura de V. A. bien segura de que, en negocio tan grave, será mas aceptable á sus ojos el acierto que la brevedad.

3 Este dictamen, señor, aparecerá ante V. A. con aquel carácter de sencillez y unidad, que distin

A

gue la verdad de las opiniones; porque se apoya en un solo principio, sacado de las leyes primitivas de la naturaleza y de la sociedad, tan general y fecundo, que envuelve en sí todas las consecuencias aplicables á su grande objeto; y al mismo tiempo tan constante, que si por una parte conviene , y se confirma con todos los hechos consignados en el expediente de Ley Agraria, por otra concluye contra todas las falsas inducciones, que se han sacado de ellos.

4 Tantos extravíos de la razon y el zelo, como presentan los informes Y dictámenes , que reune este expediente, no han podido provenir sino de supuestos falsos, que dieron lugar á falsas inducciones, ó de hechos ciertos y constantes, á la verdad, pero juzgados siniestra y equivocadamente. De unos y otros se citarian muchos ejemplos, si la Sociedad. no estuviese tan distante de censurarlos como de seguirlos; y sino creyese, que no se esconderán á la penetracion de V. A. cuando se digne de aplicar á su examen los principios de este informe.

5 Uno de ellos ha llamado mas particularmente la atencion de la Sociedad, porque le miró como fuente de otros muchos errores, y es el suponer, como generalmente se supone, que nuestra agricultura se halla en una extraordinaria decadencia. El mismo zelo de V. A. y sus paternales desvelòs por su mayor prosperidad, se han convertido en prueba de tan falsa suposicion y aunque sea una verdad notoria, que en el presente siglo ha recibido el aumento mas considerable, no por eso se deja de clamar, y ponderar esta decadencia, ni de fundar en ella tantos soñados sistemas de restablecimiento.

6 La Sociedad, señor, mas convencida que nadie de lo mucho que falta á la agricultura española para llegar al grado de prosperidad, á que puede ser levantada, y que es objeto de la solicitud de V. A. lo está tambien de la notoria equivocacion con que se asiente á una decadencia, que á ser cierta, supondria la caida de nuestro cultivo desde un estado próspero y floreciente, á otro de atraso y desaliento. Pero despues de haber recorrido la historia nacional, y buscado en ella el estado progresivo de nuestra agricultura en sus diferentes épocas, puede asegurar á V. A. que en ninguna la ha encontrado tan extendida, ni tan animada como en la presente.

Estado progresivo de la agricultura.

7 Su primera época debe referirse al tiempo de la dominacion romana, que reuniendo los diferentes pueblos de España bajo de una legislacion y un gobierno, y acelerando los progresos de su civilizacion, debió tambien dar grande impulso á su agricultura. Sin embargo, los males que la afligieron por espacio de doscientos años; en que fué teatro de continuas y sangrientas guerras, bastan para probar que hasta la paz de Augusto no pudo gozar el cultivo en España ni estabilidad ni gran fomento.

8 Es cierto que desde aquel punto la agricultura, protegida por las leyes, y perfeccionada por el progreso de las luces, que recibió la nacion con la lengua y costumbres romanas, debió lograr la mayor extension ; y éste, sin duda, fué uno de sus mas gloriosos periodos. Pero en él la inmensa acumulacion

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