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de D. Alonso el VI: se hallan igualmente en los Estados de Navarra y sus anejos en tiempo que los dominó D. Sancho, hijo de D. García. En esta parte hemos de suponer ser necesaria por aquellos tiempos la multitud de semejantes gobiernos, por las guerras contínuas que no solo se movian contra los moros, y ellos igualmente contra los cristianos, sino tambien por las que se verificaban muy á menudo entre los reyes cristianos, celoso cada uno de engrandecer sus dominios. Un documento otorgado en el reino de Navarra, año 1062, hace memoria de lo repartique estaba estónces toda la tierra alta de España entre varios reyes; advirtiendo el notario que la estendió, que reinaba D. Sancho en Castilla, D. Alonso en Leon, dón García en Galicia, D. Sancho García en Nájera y Pamplona, y D. Sancho Ramirez en Aragon y Sobrarve. Todos estos monarcas tenian entre sí parentesco muy próximo, y sin embargo notamos que en los cortos años en que poseyeron con separacion estas coronas, alternaban contínuamente entre ellos la paz y la guerra. ¿Quiénes más unidos en ciertas ocasiones que los tres Sanchos aquí nombrados, y quiénes se hicieron guerras más sangrientas? Por eso vemos á cada punto confusos á los historiadores en señalar los límites de sus dominios, y equivocadas á veces las noticias pertenecientes á unos con las que son propias de otros; de suerte que esta época del siglo XI exige mayor ilustracion de la que hasta ahora se le ha dado en la historia.

Volviendo, pues, á los diversos gobiernos que D. Sancho García, rey de Navarra, habia establecido en sus Estados, hallamos que sólo en la provincia de Nájera ó Rioja habia cuatro en el año 1070; porque en el privilegio de exencion que concedió este rey, con su mujer Doña Plasencia, á un caballero llamado Andrés, sobre todas las tierras que poseia en Nájera y Alesamo, cuya carta real se otorgó en este dia 30 de diciembre ante toda su corte, confirman Iñigo Lopez, que tenia el gobierno de Nájera; Fortun Lopez, el de Puñicastro; Fortun Azenariz, el de Funes; é Iñigo Azenariz, el de Tuvia. A estas noticias, que manifiestan algo de la constitucion civil de España en aquel tiempo, y en el que no han parado la consideracion nuestros historiadores, pueden añadirse las que nos da este mismo documento sobre los empleos palatinos, pues lo confirman tambien García Ibarriz, prepósito en el pa

lacio del rey; Fortun Sangiz, mayordomo; Pedro Garcés, armiguero; Lopez Sangiz, stabulario ó caballerizo; Lopez Moniz, boletario 6 copero; y Sancho Azenariz, pincenario.

Tambien en este dia se solemniza la memoria de la traslacion del cuerpo del apóstol Santiago el Mayor, llamado, segun frase elegante, el hijo del trueno: escribe Ambrosio de Morales, que despues de su maravillosa invencion, sucedida en el año 795 (con lo que están conformes las Tablas ilustradas, si bien otros autores la alargan al año 835, en lo que conviene el Diario histórico al fólio 262), vino á España con el objeto de visitar el santo Sepulcro, desde Francia, en romería, el emperador Carlo-Magno. En esto hay contradiccion, si es cierto que aquel emperador murió el año 814, 21 años despues del feliz hallazgo, si ocurrió éste en el 835. La tradicion más constante es que la invencion del cuerpo del bendito apóstol aconteció en el pontificado de Leon III, quien se cree compuso la homilía y carta que trata de la invencion del cuerpo sante. Leon III subió al sólio pontificio el dia 26 de diciembre del año 795, y falleció en 12 de junio del año 816; luego la invencion no debió ser en el año 835, porque entónces resultaria que Leon III habia escrito la homilía trece años despues de su muerte (cosa imposible en el órden natural).

Gil Gonzalez de Avila afirma, con autoridad de Nicola de la Lira, que el santo apóstol se apareció á Carlo-Magno, mandándole que hiciese guerra á los moros para asegurar de ellos los caminos que traian los peregrinos que venian á visitar su cuerpo, y que el emperador la declaró, quedando desde entonces el camino con el nombre de via francesa, y que el emperador hizo colocar sobre su gloriosa tumba muchas ofrendas y dones. Turpino asegura que el emperador verificó su romería en nombre de Francia y de Alemania. El R. M. Yepes, en medio de su gravedad monástica, escribe que esta peregrinacion es una fábula que confeccionó Turpino, asegurándolo así contra lo que dice el martirologio de Usuardo y las adiciones de Molano. Dícese que Usuardo era contemporáneo de CarloMagno, y que á su devocion y gasto escribió el martirologio.

Prescindiendo de esta cuestion y de la época del suceso, como asimismo de las circunstancias de su traslacion,

referirémos algunos sucesos acaecidos sobre el sepulcro del ínclito santo, segun Tamayo en sus Comentarios, y Alonso Sanchez en su Anasephaleosis, en que se lee: que descubierto el cuerpo del esclarecido patron de España, se vieron luces milagrosas en el aire, y otros prodigios que precedieron al venturoso hallazgo: avisó de este acontecimiento solemne el obispo Teodomiro al casto rey D. Alfonso, que al punto salió de su corte, sita en Oviedo, acompañado de los señores y principales caballeros, y fué á adorar el santo cuerpo con gran fervor y devocion de espíritu, como lo hizo, dándole en su adoracion tres millas de tierra alrededor de su gloriosa tumba, y le mandó fabricar un templo, que por la precision y priesa del tiempo se construyó de barro y piedra, dejando un privilegio de esta donacion, en el cual se dice lo contenido, y en su data no se lee más que la era de ochocientos, porque lo demás está borrado; y dice que fué espedido este privilegio un dia antes de las nonas de setiembre, que corresponde al dia 4 del mismo mes; y como no se lee el año, de aquí nació la equivocacion de contar su invencion en diversos años, escribiendo los autores modernos á su modo.

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Argais dice que puso allí el rey un número de monjes con su abad, y que éstos pertenecian á la órden de San Benito, y que el prelado se llamaba Idefredo; otros autores le contradicen; pero el obispo D. Fr. Prudencio de Sandoval, en la vida que tradujo de San Fructuoso, asegura que á los monjes que allí fueron los sacó el rey del monasterio de San Julian ó San Cebrian de Azora, que fundó el mismo San Fructuoso. Sandoval registró muchos archivos ántes de escribir, y encontró en ellos documentos muy auténticos. Más pormenores pueden verse en la obra titulada Teatro de la iglesia de Santiago, Soledad laureada, tomo III, y admitir lo que su piedad le dicte á cada uno. Parece que, levantado el edificio que sirvió de templo al santo apóstol, se avecindaron en los parajes inmediatos á él muchas gentes devotas que vivian ántes en la comarca, movidas por los prodigios que del glorioso apóstol se referian, construyendo allí varias habitaciones, llegando á formar una poblacion que parece dió principio, segun dicen, á la ciudad que hoy llaman Santiago.

Sin embargo, segun la bula del papa Pascual II, que

despachó el obispo D. Diego Gelmirez, primer metropolitano que fué de esta santa iglesia, su data en 31 de octubre del año 1108, y se conserva en el archivo de la misma, se deduce que ya existia una pequeña poblacion que se denominaba Burgo. De donde tomó orígen Compostela fué por la estrella que cuentan se apareció sobre la urna del santo, señalando con sus rayos y resplandores el sitio ignorado en donde estaba el sepulcro glorioso, tomando su etimología de estrella y campo, que adulterada la palabra se dijo Campo-Stellae, y de aquí con más variacion Compostela.

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En el Paralipomenon de España, que compuso el obispo de Girona D. Juan de Margarit, se halla consignado que, como los antiguos iberos, que adoraban al sol en el cabo de Finis-Terræ, en donde para este fin erigieron un altar, vieron que á su ocaso en aquellos parajes de España nacia el lucero Esper ó Espero, cuya estrella maravillosa parece se dejó ver otra vez en el dia de la traslacion del cuerpo de Santiago, cuyas influencias se tenian por saludables, llamaron á sus campos Compostela, que équivale á saludables, de donde tomaron los campos de Santiago el nombre de Compostela.

El rey D. Alfonso III mandó quitar la tapicería que adornaba el antiguo templo de Santiago, edificándolo de nueva planta desde los cimientos, de piedra sillería con columnas de mármol, cosa poco usada en aquellos tiempos, aunque por la impericia del arte y falta de fondos no quedó con el primor que correspondia á una fábrica tan suntuosa. El príncipe D. Bermudo, hijo de D. Ordoño III, cuando reinó en Galicia, nombró obispo de Compostela al pérfido Pelayo, que despres fué privado del episcopado, sucediéndole el monje Pedro: Mansario, varon de gran virtud y literatura. Entonces el conde D. Ro❤ drigo, que era padre del prelado depuesto, en venganza se convino con Almanzor, virey de Córdoba, y entrando por Galicia con un ejército de moros, llegó á Compostela y derribaron una pared del templo, respetando la tumba donde habia sido trasladado el santo.

Por el año 993, en otra entrada que hicieron los árabes en tierra de Leon, penetraron en Galicia, apoderándose de Compostela. Tampoco pusieron sus manos sobre la tumba del santo; pero en la ciudad hicieron daños de consideracion, llevándose las campanas del templo del

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bendito apóstol para que sirviesen de lámparas en su profana mezquita de Córdoba, las que condujeron á hom→ bros de los cristianos cautivos, para memoria de su triunfo. Empero el jército de los árabes sufrió los efectos terribles de una epidemia que se desarrolló en medio de ellos, siendo pocos los que regresaron á Córdoba.

Dia 31.

Concluyamos el año con una noticia diplomática de que tal vez en su especie no se podrá citar otra semejante en España. Redúcese á un privilegio concedido por el rey D. Alonso V de Aragon, estando en Nápoles, á mosen Borra, su criado y bufon, el cual está sepultado en los cláustros de la catedral de Barcelona, en un nicho labrado en la pared, junto á la puerta que sale á la capilla de Santa Lucía, conservándose sobre el sepulcro cierta figura de bronce que le representa en trage de niño, por haber sido

enano.

Las cláusulas de esta carta real son tales, que si omitiésemos la menor palabra de ellas, sería quitar parte esencial de su aprecio; y así la traducirémos literalmente del latin, en que está escrita y trasladada en el registro de las gracias de aquel rey, que se guarda en el archivo de la misma ciudad. Dice, pues, así:

«SS. D. Alonso, por la gracia de Dios, rey de Aragon y de Sicilia por una y otra parte del Faro, de Valencia, de Jerusalen, de Hungría, de Mayorcas, de Cerdeña, de Cór cega, conde de Barcelona, duque de Arenas y Neopatria, y tambien conde de Rosellon y Cerdaña.

Por cuanto vuestra virtud de vos el magnífico, noble y amado nuestro mossen Borra, caballero, y la jocosa cabaHería y la jocosa sabiduría que tanto agrada á los príncipes, pueblos y hombres, como que es la delicia del género humano, pide que nuestra magestad, de quien sois tan estimado, provea de modo que vuestra salud, esto es, la alegría de los hombres se conserve cuanto sea posible; y principalmente habiendo prometido bajo juramento á lá ciudad, que ni aquí ni en el camino moriríais, sino que regresaríais á ella vivo, queriendo Dios ó no queriendo: aunque es verdad que la vida del hombre se sostiene con la comida y bebida; viendo que os hallais privado, casi del todo, del auxilio de la primera de estas dos cosas,

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