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cláusula, su muerte forma la epoca precisa en que comenzó la destruccion de las Indias, en el modo que, si fuere del agrado de V. M., manifestaré yo haciendo verdadera relacion.

RAZON VI.

Lo sexto porque los Españoles son enemigos capitales de los Indios, y siéndolo no se les puede ni debe confiar el ciudado y la conservacion de las personas de estos infelices, su educacion, su enseñanza ni nada relativo á los derechos espirituales, ó temporales de dichos Indios. La enemistad es constante y notoria por muchos principios.

Los Españoles los han calumniado imputándoles gravísimos crimenes que los judíos no han conocido, ó que si algun individuo incurrió en ellos, no se debe traer á consecuencia contra el comun de las naciones Indias

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El primer crimen es el de la sodomía, y puedo yo asegurar que no es verdad en las Islas grandes de Cuba, de San-Juan de Jamaica y Españolas ni en las sesenta Islas de los Lucayos. Esto lo sé por mi mismo. Estoy informado de que tampoco lo hay en el Perú ni en Yucatan. De otras partes de oido hablar algo, pero si fuere cierto, no por eso es remedio el condenar á todos.

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El segundo crimen que les han imputado los Españoles por sus intereses particulares, es el de que los

Indios comen carne humana. Podemos asegurar con cierta propia ciencia que no es así en ninguna de las partes ántes citadas. Si hubiere tal vicio en otras regiones de las Indias no lo aprobaré; pero no por eso dejaré de creer que la acusacion general es una calumnia inventada con malicia para conseguir los fines que su codicia llevaba.

El tercer crimen de que les acusan es el de ser idólatras ; y semejante acusacion es otra nueva malicia bien grande, pues eso no es delito punible por parte de la predicacion del evangelio. Nuestros progenito res fuéron idólatras hasta que los apostoles ó sus sucesores predicáron la religion cristiana; pero para que fueran cristianos nuestros asendientes, no se les esclavizó, ni se les maltrató, no se les robó, ni se les mató porque antes bien fuéron dulces, suaves, y compasivos los anunciadores antiguos del santo evangelio conforme á lo prevenido por nuestro señor Jesu-Cristo que recomendó muchas veces esta moderacion, asegurando que por el bautismo se perdonaban todos los pecados de la vida precedentes al cristianismo, sin que jamas se volviesen á imputar como delitos. Solamente los posteriores pudieran ser tomados en consideracion; mas los Indios que por acaso han caido en poder de quien los trate bien, no acostumbran volver á la idolatría: la experiencia está en favor de ellos. Hemos visto reincidir, pero siem→ pre de resultas de malos tratamientos sufridos antes que la religion cristiana éste radicada en sus corazones.

La cuarta calumnia es decir que los Indios son bestias irracionales indignas de ser llamadas hombres, incapaces de instruccion, y solamente útiles para servir como mulos de carga. Si los acusadores lo creen así puedo llamarlos hereges, y merecen ser quemados como tales. Si no lo creen, son calumniadores perversos que proceden con esta iniquidad por lograr que V. M. permita la esclavitud de los Indios. Los Indios son humildes, dóciles y tímidos; tres cualidades, que reunidas en un hombre constituido bajo la potestad tiránica de los descubridores y conquistadores de las Indias son muy capaces de hacerle pasar plaza de una bestia mui paciente y destituida de talentos; mas observese bien el corto número de Indios libres ó sujetos á un amo racional, y se verá que tienen buen talento excelentes disposiciones para aprender cualquiera ciencia o arte que se les enseñe.

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La quinta prueba de la enemistad de los Españoles contra los Indios, es el empeño que tienen formado desde la muerte de la señora reina doña Ysabel para reducirlos á esclavitud, primero con el nombre de esclavos y la marca del Rey para testimonio público de la infamia; despues con el de encomiendas vitalicias del poseedor y de su primer sucesor; luego con otros varios títulos y pretestos, ya directos ya indirectos; siempre diciendo que así convenia para celar, la conversion de los Indios y su enseñanz á en la doctrina cristiana.

Muerta la Reina engañaron al Rey católico don Fernando y consiguieron licencia para sacar Indios de las islas de los Lucayos y llebarlos á la Española. Llebárón con efecto mas de quinientas mil personas de ambos sexos y de todas edades, despoblando las Lucayas hasta no dejar en ellas mas de once personas. Pedro de Isla (que ahora es fraile franciscano) fletó un bergantin, anduvo dos años buscando gentes en dichas islas y solo pudo hallar el corto número indicado.

Si yo contase á V. M. las crueldades que los Españoles hicieron con los Indios, se le rasgarian de dolor las entrañas; pues horroriza saber que son hombres llamados cristianos.

Pidiéron licencia para hacer guerra contra los Indios de otras provincias, porque así tenian pretesto para multiplicar el número de esclavos, fingiendo que los Indios eran rebeldes á la soberanía del rey : marcáron á infinitos y los vendian como á bestias.

Este comercio de hombres les estaba prohibido para con los Indios dados en encomienda; pero sin embargo lo egercian con fraude buscando medios indirectos de ocultar el contrato de venta y desfigurarlo con diferentes pretestos.

En ésas guerras injustísimamente movidas mataban con la

mayor crueldad á mugeres á los hombres ancianos, y á los niños de pocos años, todos individuos de tres clases incapaces de hacer guerra : les robaban sus bienes, les quemaban sus casas, y aun sus lugares de suerte que dejaban despoblado el pais.

Consiguientemente sí se dejase proseguir la práctica de las encomiendas, era lo mismo que decretar la muerte de todos los Indios, pues no serian otras las consecuencias de confiar las personas de aquellos infelices naturales al ciudado de sus mas crueles verdugos y verdaderos enemigos irreconciliables.

Las leyes dicen que no se debe confiar la tutela de un pupilo á la persona de quien haya sospecha bien fundada de que tratara mal al pupilo y á sus bienes. Lo que se llama encomienda no es otra cosa que tutela de nueva invencion; y consiguientemente no se puede fiarso la de un Indio á un Español; pues no solamente hay sospecha fundada del abuso, sino evi, dencia comprobada con muchos millares de actos precedentes.

No permiten las leyes seguir otra doctrina por mas fianzas que ofrezcan tales pretendientes de la tutela pues ellas podrian á lo sumo remediar los daños relativos á bienes temporales no los concernientes á la salud, vida, y educacion de la persona y lo mismo deve decirse de los Españoles que pretenden Indios en encomienda.

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Los tutores que ya estan en posesion de la tutela son removidos de ella cuando han manifestado cruely mal trato á los pupilos aun cuando prometan la enmienda y den fiadores porque la experiencia tiene hecho ver la inutilidad del remedio. Y por esta regla V. M. debe mandar que todos los Indios dados hasta hoy en encomienda, sean libres unicamente

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