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bandera llamada Flamula ó bandera de San Dionisio, cuyo estandarte llevaban los reyes cristianísimos cuando iban á la guerra, con juramento de devolverla al monasterio, cuya preeminencia de empuñarla y conducirla, era de los condes de Velocasino, por lo que los monjes, á falta de descendientes de esta noble casa, heredaron sus pingües estados en tiempo de Ludovico el Craso. No se puede fijar con certeza la antigüedad de esta bandera ni su costumbre de llevarla á campaña. Llamábase Flamula por su color encendido, y otros la denominaban Auriflama por estar bordada de oro, y era tenida en gran fama en los combates.

Ahora vamos á tratar de la real tumba de los reyes cristianísimos, consultando la brevedad.

En el primer sepulcro estaba depositado el real cadáver del rey Dagoberto I, fundador de esta insigne Abadía, cuyo mausoleo era magnífico, y en el tambien reposaba la reina Natilda, su esposa.

En otra urna dormia en paz el rey Clodoveo II, hijo de los anteriores, llamado el Chelis, por haberse criado en esta Abadía. Ocupó en su dia el trono de Francia, y fué mayordomo mayor de Cárlos Martel y gobernador del reino.

Estos eran del linaje de los Merobingios.

El tercer panteon le ocupaba el famoso Cárlos Martel, célebre capitan, en cuyo epitafio se leia:

«Carolus Martelus Rex.»

El tercer sepulcro le ocupa el rey Pipino, su hijo, padre de Carlo-Magno, varon insigne en paz y en guerra: en él tambien descansaban los restos de su esposa Belta, hija del emperador de Constantinopla.

En la cuarta tumba dormia el rey Cárlos el Calvo, hijo de Ludovico Pio, la cual estaba situada en el coro, y sobre ella una estátua de metal vestida con el traje imperial, ceñida con corona régia, y en el epitafio se leia:

Imperio Carolus Calvus, regnoque potitus Galorum iacet hæc sub brevitati situs.

En el quinto sepulcro descansaban los restos mortales de Carolomano, hijo del anterior.

En la quinta tumba estaba sepultado Luis el Inútil,

que fué privado del reino, y se cree tomó la cogulla en San Dionisio.

Estos pertenecian á la estirpe de los Carolingios.

El sesto mausoleo le ocupaba el cadáver de Otto, duque de Orleans, conde de Paris, abad de San German, tutor de Cárlos el Simple: murió en el año 899.

En el sétimo sepulcro estaban depositadas las cenizas de Roberto, hermano de Otto. Siendo ungido rey de Francia, lo venció el legítimo heredero del trono, que era Cárlos el Simple, el cual falleció el año 922.

La octava urna pertenecia á Hugo el Grande, conde de Paris, abad de San German, hijo de Roberto, casado con la hermana de Oton I, padre de Hugo Capeto: murió el año 945.

En la nona tumba descansaban los despojos mortales de Hugo Capeto, conde de Paris, abad de San German, elegido rey por el voto de los grandes.

En el décimo sepulcro estaban colocados los huesos de Roberto, su hijo, llamado el Piadoso.

En el undécimo panteon reposaba Enrique I, su hijo, que le sucedió en el trono el año de 1030 y murió en el de 1060.

En el crucero de la capilla mayor, debajo del altar de San Dionisio, en una especie de confesion, se veia la urna preciosísima de plata que encerraba las benditas reliquias del glorioso San Luis, rey de Francia.

En la duodécima tumba esperaba la resurreccion el rey Filipo III, hijo de D. Luis el Santo, que murió en 1285. Este tuvo un hijo que falleció muy jóven y se llamó Ludovico, el cual fué sepultado tambien en esta-real casa.

En la décimatercia urna descansaba en paz Felipe IV, denominado el Hermoso, y muerta su esposa, gobernó este el reino de Navarra: fué príncipe magnánimo y belicoso: murió en 1314.

En el décimocuarto sepulcro yacia Ludovico X, por sobrenombre Utino, hijo de Felipe y de Juana de Navarra, que se enterró en esta abadía en 1316.

En la décimaquinta tumba reposaba Felipe V, por sobrenombre el Largo, que sucedió en el reino á su hermano Ludovico Utino: murió en 1321.

En el décimosesto mausoleo estaba depositado Carolo IV, apellidado el Hermoso: murió en 1328, mandando en su real disposicion le sepultasen en esta real abadía.

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En la urna décimasétima se custodiaban los restos mortales de doña Juana, reina de Navarra, hija de Ludovico Utino, la cual dispuso que su corazon fuese depositado en el templo de Santo Domingo de Paris, de la orden de los Predicadores; pero su cuerpo quiso se sepultase en San Dionisio con sus antepasados. Era esposa de Felipe IV el Hermoso, conde de Evorance.

En el décimooctavo sepulcro yacia Felipe VI, por so brenombre Valois, pariente muy cercano del rey Cárlos el Hermoso. Por falta de heredero varon en la casa real de Francia, entró á reinar, coronándose en 1328. Hubo grandes guerras entre Francia é Inglaterra, por estar casado el inglés con una hija del rey de Francia; empero, por la ley que los franceses llamaban sálica, eran entonces las hembras escluidas de la corona. Algunos quieren poner por diferente linaje al de los Valois del de los Capetos; pero solo era una rama trasversal: así, el rey Felipe y sus descendientes se siguieron depositando en Sat Dionisio.

En la décimanona tumba se encontraban los huesos de doña Juana, reina de Francia, hija de Roberto, duque de Borgoña, mujer del rey D. Felipe VI.

En el vigésimo sepulcro se depositó el cadáver de Juan, duque de Normandia, hijo de Felipe VI: fué electo rey de Francia en 1350. Murió preso en Inglaterra, y fué trasladado al panteon de San Dionisio.

En el mausoleo vigésimoprimero se sepultaron los restos de Cárlos V de Valois, por sobrenombre el Sábio, que fué valeroso en la guerra: murió en 1380.

En la vigésimasegunda urna descansaba Juana, reina de Francia, hija del duque de Borbon, mujer de Cárlos V, que eligió sepulcro con su marido en San Dionisio.

Entre otros hijos, tuvieron una infanta del mismo nombre de la madre, que tambien se enterró en esta real abadía.

En la vigésimatercia tumba dormia en paz Cárlos VI, del linaje de Valois, hijo de Cárlos V, rey de Francia, que murió en 1422.

En el vigésimocuarto sepulcro descansaba Isabel, hija de Estéfano, duque de Baviera, mujer de Cárlos VI.

En el vigésimoquinto mausoleo estaban depositados los restos de Cárlos de Valois, último de este nombre, hijo de Cárlos VI, rey valeroso que peleó con felicidad, y en cuyo tiempo fué la Porcella (que llaman) de Francia,

doncella belicosa que, haciendo oficio de capitan, asombró en su tiempo al mundo, venciendo en muchas batallas. Murió este mencionado rey en 1460.

En la vigésimasesta urna se encontraba el cadáver de María, reina de Francia, hija del duque de Angulema, mujer de Cárlos VII.

En la vigésimasétima tumba yacia el rey Cárlos VIII, hijo de Ludovico XI, monarca famoso en las historias modernas, por aquella gran jornada que hizo á Italia cuando conquistó el reino de Nápoles. Fué mas venturoso á los principios que al fin: reinó trece años y siete meses, y murió de un accidente apoplético en Ambosia, y fué traido con solemne entierro á esta abadía, de cuyo ceramonial tratarémos mas adelante.

La trigésima tumba la ocupaba Ludovico de Valois, doce de este nombre, duque de Orleans; subió al trono de Francia por haber muerto sin sucesion Cárlos VIII. Fué belicoso y temido de sus enemigos, y estimado de su pueblo.

El sepulcro trigésimoprimero contenia las cenizas de Ana, duquesa de Bretaña, casada con el rey Cárlos VIII y despues con Ludovico XII. Estaba enterrada juntamente con su último esposo; y refiere Papirio Masonio un epitafio muy largo, que era comun á los dos, en que se leia: Iacet sub isto Franciae Rex marmore Lodovicus Ana cum Britana conjuge

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Hunc nempe qui res pensitant consultius
Patriae Patrem populiq: verum principem.
Ratione neutiquam indecenti nuncupant.

En la trigésimasegunda urna estaban depositados los restos de Francisco I de Valois, conde de Angulema, que sucedió en el reino por muerte de Ludovico XII: fué electo el año 1514. Este monarca fué conocido por su valor y gran capacidad y por las muchas guerras que tuvo con el emperador Cárlos V de Alemania y I de España, aunque desgraciado en ellas: murió en 1547.

En la trigésimatercia tumba descansaba el rey Eurico II, hijo de Francisco I. Fué excelente en el gobierno, capaz en la guerra y merecedor de mejor suerte, porque en un torneo que se hacia con motivo de las bodas de su hermana la infanta Margarita, justando con el conde de Moncomerco, rompió se la lanza del contrario en su yelmo,

y una astilla le penetró hasta el cerebro, de que vino á morir, y fué traido á esta abadía.

En la trigésimacuarta urna funeraria se hallaba depositado el cadáver de Cárlos IX, hijo de Enrique II. En su tiempo hubo grandes guerras en Francia entre católicos y hereges: murió á la edad de veinte y cuatro años, habiendo reinado trece.

Tambien habia en esta real abadía otros mausoleos ó catafalcos régios bellamente construidos, en que estaban depositados los siguientes príncipes, á saber:

En el primero descansaban las cenizas de Ludovico VI, denominado el Gordo, hijo del rey Filipo, que comenzó á reinar en el año de 1106 y edificó el suntuoso monasterio de San Víctor de Paris, y con haber hecho una obra tan señalada, que era de las mas notables de Francia, eligió sepultura donde la tenian sus ascendientes.'

En el segundo estaban depositados los restos mortales de Filipo, hijo de Ludovico Craso: su padre abdicó en él la corona, invistiéndole con gran solemnidad las insignias reales el arzobispo Reinaldo, en el año 1129. Vivió muy poco, porque corriendo á caballo fué arrojado de él, de cuyas resultas murió.

En el tercero descansaba en paz Felipe el Augusto, hijo de Ludovico VII. Fué un rey valeroso, por lo que mereció tan gran renombre.

En el cuarto se depositó el cadáver de Luis VIII, hijo de Felipe el Augusto, que casó con doña Blanca de Castilla, hija del rey D. Alonso el Noble.

En el quinto dormia en paz la reina doña Blanca de Castilla, madre de San Luis. El sepulcro de esta reina era muy suntuoso, y estaba en una capilla propia: todo él se formó de alabastro de escelente labor: la capilla estaba dedicada á San Hipólito.

La línea real de Borbon tenia tambien su panteon en esta insigne abadía, en capillas subterráneas. Allí se veia el primer nicho de Enrique IV, que fué asesinado en 14 de mayo de 1610, á los 57 años de su edad.

En el segundo nicho se halla su hijo el rey Luis XIII. En el tercero estaba depositado el monarca Luis XIV. En el cuarto estaba colocado el real cadáver de María de Médicis, segunda mujer de Enrique IV.

En el quinto se conservaban los restos de Ana de Austria, esposa de Luis XIII.

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