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barderos con sus correspondientes bandas de música : la demás tropa se hallaba formada en la carrera.

El rey puso á tan venerable imágen el collar de la insigne órden del Toison de Oro, despues la gran cruz y banda de la real distinguida órden española de Cárlos III. Y la Reina doña María Josefa Amalia, antes de dirigirse en 1827 á Barcelona, la puso la banda de la real órden de la reina María Luisa.

En esta iglesia se han bendecido por lo regular las banderas de los cuerpos del ejército, y se han verificado las velaciones de reinas é infantas, y han sido presentados al templo por primera vez varios príncipes.

Cuando la última exclaustracion, la imágen de Nuestra Señora fué otra vez trasladada á la iglesia de Santo Tomás; pero, habilitado el edificio para cuartel de Inválidos, se devolvió la imágen de su nuevo camarin, y entre tantas vicisitudes, casi sin riqueza alguna, despojada de cuanto poseia. Empero la gran piedad de la actual soberana la ha colmado de joyas y de trages de inestimable valor, entre otros, aquel manto costosísimo y de tan fatídico recuerdo para España, que tanto respeta á sus monarcas: cuyo hecho no referimos, porque ya lo saben todos.

La casa real de Borbon es la que más se ha distinguido en la devocion de Nuestra Señora de Atocha, é Isabel II imita á sus régios ascendientes. Cuando Isabel II entró en su mayor edad, halló á la imágen de Nuestra Señora de Atocha empobrecida, sin adorno, sin alhajas; y hoy, con sus continuados presentes, se ve enriquecida de un modo estraordinario, acaso como nunca. ¡Honor y gloria á la nieta de Cárlos, de Felipe y de Fernando! Su nombre estará consignado en el libro de las grandezas de esta villa, y otras edades lo pronunciarán con respeto, como restauradora del culto de su tradicional imágen de Santa María de Atocha.

Dia 16.

La circunstancia de celebrarse hoy la fiesta de San Roque, á quien innumerables pueblos de España, y aun de toda la cristiandad, han reconocido por singular abogado en ocasion de epidemia, y le tienen por esta razon votado culto particular, nos trae á la memoria la puntualidad con que se hallan escritas en una obra original que se guarda

en el archivo de Barcelona, con el título de Rubrica Bruniquer, todas las pestes y enfermedades contagiosas que ha habido en aquella ciudad desde el año 1333 hasta el de 1712. El número de las mas considerables llega á 39, sin otras varias que no hicieron estrago particular. Distínguese entre ellas la famosa del año 1348, que fué casi general en Europa. La de 1589, que obligó á los barceloneses á pensar en evitar las causas del contagio, que desde luego se indica ser principalmente la poca precaucion con que en su puerto admitian las embarcaciones de Levante y África, o bien otro motivo que no se insinúa; lo cierto es, que desde aquel año se advierten las acertadas disposiciones políticas que se tomaron para cortar las epidemias. Creáronse desde luego ciertos destinos, confiados á personas á cuyo cargo estaba el cuidado de la salud pública. Estas eran, por lo regular, de los mismos que componian el Consejo de Ciento, á quien competia todo ejercicio de jurisdiccion civil y criminal en esta materia, y por eso se halla, que desde la epidemia de 1589 no hubo más que tres hasta la de 1651, en que parece haber sucedido la última. Ya en este año tenia bastante perfeccion la Junta de Sanidad de Barcelona, y en la obra citada se ve la série continuada de providencias que se iban tomando con este fin. En ella tambien se refieren otras epidemias notadas en varios pueblos de España y en otros de paises estranjeros; de suerte que es un prontuario de noticias raras sobre este particular, y al propio tiempo el recurso mas seguro para un buen gobierno en lances tan peligro sos. El autor se llamaba Estéban Gilabert Bruniquer, y era síndico de Barcelona en dicho año de 1712.

El ayuntamiento de nuestra muy heróica y coronada villa hizo voto solemne en 25 de julio de 1597, de celebrar anualmente la fiesta del glorioso San Roque, por el contagio de la peste que afligia á Madrid.

Tambien en este dia del año 1322 se promulgaron muchas constituciones de las acordadas en el concilio de Valladolid, convocado por Guillermo, legado de Su Santidad: en ellas se impuso pena de excomunion á los que en tiempo de Cuaresma ó de las cuatro témporas comiesen carne ó la vendiesen públicamente. Se mandó tambien que mien tras los divinos oficios no se permitiese permanecer en el templo á los que no fuesen cristianos. Se decretó asimismo que los infieles que recibiesen el bautismo pudiesen

recibir órdenes y obtener beneficios para remediar su pobreza.

Tambien en igual dia dispuso el arzobispo de Toledo D. Juan, que si los judíos y moros no salian de los templos cuando se celebraban las ceremonias sagradas, que se suspendiesen estas. Que el dinero que se recogiese de la cruzada se le entregara al prelado, y este le emplease en la redencion de cautivos y socorro de pobres. Item, que los sacerdotes tuviesen obligacion de decir á lo menos cuatro misas cada año. Que los bienes adquiridos para la Iglesia no pudiesen los prelados darlos á sus hijos, aunque fuesen habidos de legítimo matrimonio, condenando la opinion de los que dicen que semejantes bienes eran de los obispos y demás eclesiásticos, pudiéndolos distribuir á su voluntad. Estas constituciones de aquel concilio y mandato del primado aún se custodian en los archivos de las respectivas diócesis.

Dia 17.

Una de las pruebas muy autorizadas para la verdad se saca de las lápidas sepulcrales, que pocos se han dedicado á recoger, mereciendo no menos atencion las que se hallan en nuestra España desde el imperio de los godos hasta nuestros dias, que las romanas y otras cualesquiera del tiempo antiguo. Por eso varias veces nos hemos lamentado del descuido con que se han mirado estos preciosos monumentos, aun por aquellos que parece haber tenido en su conservacion un interés inmediato y privativo. Sin embargo, no es esto lo peor que notamos en el particular; porque lo que perece absolutamente, no causará otro daño que la privacion de su contesto. El mayor perjuicio está en aquellas lápidas sepulcrales, cuyas cláusulas, no entendidas por algunos, se han renovado en tiempos posteriores, induciendo la ignorancia errores considerables que solo pueden descubrirse á la luz de otros documentos no menos autorizados. Así sucedia con la que leíase sobre el sepulcro de la señora doña Berenguela Lopez de Haro, enterrada en la capilla mayor de la iglesia de San Francisco de Vitoria, de que fué fundadora.

La inscripcion renovada decia así:

Aquí yace la infanta doña Berenguela, hija del infante D. Juan, sobrina de D. Lope Diaz de Aro, señor de Vizcaya: falleció en el año de 1296.

El testamento original otorgado por esta señora en viernes 17 de agosto de 1296, que se guardaba en el archivo de aquel convento, manifestaba los errores de este letrero. En él decia que su madre se llamaba doña Urraca, y la única mujer que tuvo el infante D. Juan, hijo de D. Alonso el Sábio, fué doña María Diaz de Haro. Dice más: que D. Diego Lopez de Haro, señor de Vizcaya, era su sobrino, á quien dejaba encargado que celara el cumplimiento de su disposicion testamentaria. De aquí se deduce indudablemente, que dicha señora doña Berenguela Lopez fué la hija que de este nombre tuvieron el conde D. Lope, señor de Vizcaya, llamado Cabeza brava, que murió en 1236, y su mujer doña Urraca, media hermana del rey D. Fernando el Santo, é hija de D. Alonso IX de Leon y de su amiga doña Inés Iñiguez de Mendoza. Por este principio D. Diego Lopez de Haro, alférez del mencionado rey San Fernando, que murió abrasado en los baños de la Rioja el año 1254, era hermano suyo, como hijo del citado conde D. Lope, y por consiguiente llamó con razon sobrino suyo al otro D. Diego, señor de Vizcaya, que era su hijo, y el cual fundó á Bilbao en 1300 y murió en 1309. La inscripcion original diria así:

Aquí yace doña Berenguela Lopez, hija de D. Lopez Diaz de Haro, señor de Vizcaya: falleció en el año de 1296.

El Rmo. Gonzaga, part. 3., pág. 1049, siguiendo los defectos de la inscripcion renovada, la llama hija del infante D. Juan y sobrina de D. Lope Diaz de Haro, señor de Vizcaya, véase el daño que causa la renovacion de estos monumentós, cuando se hace por personas poco inteligentes en su lectura.

Incendio de la Plaza Mayor de Madrid.

En este dia del año 1790 amanecieron alarmados los habitantes de nuestra coronada villa con el voráz incendio que principió á las once de la noche del dia anterior en el portal de Paños, entre el arco de la calle de Toledo y la escalerilla de piedra que daba á la de Cuchilleros, en el fondo de la habitacion y tienda de un mercader. Al principio se percibió una espesa humareda que lo indicaba, y acudiendo gente al aviso, abiertas con trabajo las grandes puertas de la referida tienda, en un instante, tomando ventilacion, salieron multitud de llamas con tanta velocidad,

que alcanzando á los cajones que entonces en la plaza habia enfrente de los portales, los incendió, y al mismo tiempo, tirando hacia arriba por los pavimentos y techos de la misma casa, en breve ardió de alto á bajo.

Fué con igualdad, pero con rapidez, por todas las habitaciones de los costados y centro, y deteniéndose algo sobre las de encima del arco de la calle de Toledo, por encontrar fábrica de ladrillo en mucha parte, pudo prevenirse mejor el corte por aquel sitio; pero siguiendo el otro lienzo de la escalerilla de piedra y portal de Paños, hácia el de Guadalajara, con la mayor rapidez, abrasó hasta la esquina de este, quedando el espacio corrido hasta allí arruinado en el discurso de la noche. Al mismo tiempo, como dominaban los edificios incendiados á la Cava de San Miguel, las llamas altas y esparcidas y las ruinas incendiadas del portal de Paños pegaron fuego á las casas inmediatas, comunicándose en breve á la iglesia del mismo Santo Arcángel, cuyo techo y media naranja ardió con velocidad, arruinándose esta: de aquí se comunicó á las casas accesorias de los Excmos. señores condes de Miranda y de Barajas; pero en esta última cebó más. Fué todo tan voráz, y con tanta celeridad, que á las seis de la mañana ya no habia vestigios del lienzo de la plaza, desde el arco de la calle de Toledo hasta la fachada donde princiaba el de Guadalajara; de este lienzo ó portal ardió en los dias 17 y 18 casi la mitad, siendo la otra mitad despojo de los picos en la mayor parte, para anticipar el corte, y á fin de evitar que prendiese en la acera de enfrente ó siguiera á la platería. Igualmente se anticipó otro corte hacia la carnecería, que cesó pronto, porque no amenazaba mucho peligro y daba lugar á refrescar las paredes de lo que ya estaba recalentado, y otro en el portal de Paños de la calle de Toledo, que se hizo á prevencion por si pasaba de las casas del marqués de Tolosa, donde se hallaba muy radicado.

No es ponderable cuántas providencias se tomaron por los Excmos. señores conde de Campomanes, gobernador del Consejo; D. Cristóbal de Zayas, gobernador de la plaza; por el teniente general D. Francisco Sabatini, arquitecto mayor de S. M., que, sin apartarse de la casa Panadería en toda la noche, procuraban con el mayor desvelo, cada uno por sus respectivos ramos, evitar los horrorosos estragos de tan voráz incendio; siendo imponde

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