Imatges de pàgina
PDF
EPUB

Tenia este templo dos torres con reloj y un escelente juego de campañas. En la bóveda estaba sepultada la fundadora y algunos de sus descendientes. Y en un sepulcro de mármol la heredera del patronato, la Excma. señora doña María Teresa Cayetana de Silva, duquesa de Alba, marquesa viuda de Villafranca (1), que falleció en 1802; los señores marqueses del Real Tesoro y otros personajes ilustres.

Cuando volvieron á España los Padres de la Compañía, reclamaron su antigua casa, dejándosela enteramente los Padres Misioneros en 1824. Ultimamente fué derribado este edificio para construir la Universidad.

(1) En la invasion francesa arrojaron el ataud de la duquesa, llevándose las franjas de la caja: y hace pocos años se trasladó al cementerio de la sacramental de San Andrés, en San Isidro.

AGOSTO.

Dia 1.o

Origen de Nuestra Señora de la Flor de Lis.

Cuando D. Alonso VI conquistó á Madrid, mandó al arzobispo de Toledo D. Bernardo que purificase la mezquita mayor de los musulmanes, dedicándola á la Santa Cruz; despues ordenó que se pintase en la misma pared una imágen de María: su altura era como de vara y cuarta, representándola sentada, el color del rostro trigueño oscuro, cara de óvalo perfecto, semblante modesto y repetuoso: ostentaba en sus brazos, con aire de magestad, un gracioso niño sentado á la izquierda en el regazo de la madre, que tenia en la mano derecha una flor de lis de oro, que algunos aseguran haberse prevenido al pintor que así colocase en la mano de la Vírgen esta insignia, en memoria de la reina doña Constanza, hija de D. Enrique I, rey de Francia, hermano de Felipe, y mujer del rey don Alonso (otros atribuyen esta idea á que el autor fué francés, D. Fr. Bernardo de Agen.) Esta sagrada imágen, sin tocado en su rostro ni corona imperial, solo cenia una diadema al uso de aquellos tiempos: sus cabellos largos y poblados, caidos ondulantes sobre sus hombros; el cuello descubierto, adornado con un joyer que descansaba en su

pecho, colgando una cinta encarnada hácia su lado derecho: el trage era verde con manto blanco de forro encarnado y orla dilatada: el divino infante con el cabello cortado, con su garsetica á la usanza de los reyes de Castilla, coronado tambien como su Santísima Madre, risueño, apacible, ojos espresivos, cejas pobladas, boca y nariz graciosas y de perfecta proporcion, presentaba la mano derecha levantada como echando bendiciones, y con la izquierda sosteniendo una insignia del mundo descansando sobre la Vírgen: estaba cubierto de una tunisela colorada y airosa. Debajo del trono, que parecia sostener la imágen de la Vírgen, se veia una de las cruces de la consagracion de la iglesia.

En derredor de la imágen se habia formado como un nicho por medio de dos columnas dóricas unidas por un arco en la parte superior, y basadas correspondientemente por la inferior.

Determinó el rey D. Alonso que la consagracion de este templo se hiciese con la mayor solemnidad, ordenando una procesion magestuosa, á la que concurrieron algunos reyes, infantes, cardenales y prelados, con la nobleza escogida de España y otros reinos, acompañando con palmas al augusto emperador (1).

Salió del régio alcázar este noble y cristiano concurso, dirigiéndose á la iglesia, y allí, con las ceremonias prevenidas por el rito romano, se purificó y reconcilió el templo de la profana supersticion á que por tanto tiempo estuvo espuesto, resplandeciendo la santísima cruz sobre las puras y limpias aras, colocándose en todas las paredes la insignia cristiana en memoria de la reciente consagracion, cuya sagrada ceremonia verificó de pontifical el cardenal-infante, como legado de Su Santidad.

El rey mandó acrecentar este templo, y le costeó ur retablo aun mas magnífico de lo que permitian las rentas del real tesoro, apurado entonces por los preciosos gastos

(1) Sandoval y otros dicen que se hallaron en esta ceremonia D. Sancho, rey de Navarra, el cardenal-infante don Fernando, el infante D. Martin Fernandez de Toro, don Bernardo de Agen, abad de Sahagun, el V. Cipriano, obispo de Leon, y el valiente Cid, con la nobleza de España, Alemania, Italia y Francia.

de la guerra, tambien le enriqueció con preciosos ornamentos, cálices de oro y lámparas de plata, é hizo colgar en él las banderas que ganó al bárbaro sarraceno. Por descuido sin duda del que regia esta iglesia, creyendo la imposibilidad de sacar entera la imagen de Nuestra Señora de la Flor de Lis, permitió que la dejasen oculta detrás del nuevo retablo, en el que colocaron á la Vírgen hallada en el muro, como se ve hoy.

El año 1638, cuando tuvo principio la fábrica del nuevo templo, cortaron de la pared el espacio de ladrillo y yeso con la pintura que ocupa Nuestra Señora de la Flor de Lis, é ignorándose el título que tenia, determinaron cele brar una misa en el altar de Nuestra Señora de la Almudena, y despues echaron suertes para ver el nombre que le cabia, y le tocó el de la Flor, cuyo nombre tomó desde este dia, que era domingo primero de agosto del referido año; por lo que el licenciado Diego de Salazar, cura de dicha parroquia, la trasladó con solemne regocijo y veneracion á los pies de la iglesia, al sitio donde estaba la pila bautismal, y cuatro años despues se colocó en otro sitio, en donde permaneció sobre la escalerilla de la puerta de la bóveda con esta inscripcion: «Esta sagrada imágen de Nuestra Señora de la Flor de Lis estuvo pintada en la misma pared y oculta detrás del retablo del altar mayor: descubrióse con una gustosa novedad el año 1623, con ocasion de trasladar á él á Ntra. Sra. de la Almudena. Despues, el año 1638 se trasladó y colocó en este sitio, sacándose entero de la pared el espacio de ladrillo y yeso en que estaba pintada..... Su antigüedad es del tiempo del rey D. Alonso el VI, en que conquistó la última vez á Madrid: pintóse en ausencia de Ntra. Sra. de la Almudena, cuando estuvo encerrada en el muro, y el rey mandó consagrar esta iglesia y dedicarla á Ntra. Sra. con esta sagrada imágen, y en señal de su consagracion la cruz roja que tiene al pié: consagróla el arzobispo de Toledo don Bernardo, el año de 1083, siendo pontífice Urbano II: se trasladó el año 1642, que se puso este rótulo ya: 559 que está en esta iglesia.»

Esto es cuanto se podia leer por estar menos desfigurado; advirtiendo que esta fué la última traslacion que se hizo de la sagrada imágen.

Son algunas las contradicciones que se encuentran en esta rotulacion: la primera, que no era pontífice Urba

[ocr errors]

no II, y otras que omitimos en gracia de la brevedad. Por último, esta antigua é histórica pintura se ha colocado en un retablo en la mencionada iglesia, y está espuesta al culto público.

Dia 2.

A las dificultades y oposiciones que D. Alonso el Sábio encontró para establecer el Fuero Real en los pueblos de Castilla la Vieja, se unió no solo la oscuridad que encontraba el reino en general para poner en práctica unas leyes que en mucha parte no se componian con sus antiguas costumbres, de que resultó la esplicacion que fué preciso dar á algunas de ellas en Córtes (como hemos dicho en otra anécdota), sino tambien las dudas en que se vieron algunos de los pueblos que las admitieron en particular, a fuerza de la diligencia y maña con que aquel monarca hizo que las aceptasen. Entre estos pueblos se distingue como capital de aquel reino la ciudad de Búrgos, la cual en aquel año de 1263 envió á Sevilla, donde á la sazon estaba aquel rey, sus diputados Arnal de Chanaster y Aparicio Guillen, proponiéndole en nombre de los alcaldes nueve dudas, las que resolvió y comprendió en una carta real, dada en dicha ciudad de Sevilla en este dia del espresado año.

La primera era sobre qué debia hacerse en caso de que, habiendo un cristiano tomado á interés cierta cantidad de dinero de un judío, para restituirlo á tiempo determinado, lo volvió antes de cumplido este, pagando el capital y sus réditos hasta el dia en que lo restituia: y el rey dijo que se obligase al judío á que lo tomase.

En segundo lugar decian: qué debia hacerse cuando el demandado sobre pena pecuniaria ó denuesto no podia responder, y el ofendido instaba para ser entregado en ella: y dijo el rey que se le diese posesion de la parte de hacienda equivalente á la demanda, como si fuese otra cualquiera deuda, y no satisfaciendo dentro de un año, se declarase por suya.

Dudábase en la tercera de lo que debía hacerse en un pleito de justicia en que las partes estaban encontradas sobre si habria de haber alzada ó apelacion: y se declaró que en todo pleito la hubiese, menos en las causas de muerte ó rompimiento de miembros.

« AnteriorContinua »