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siste casi esclusivamente en la pintura, pintura de follajes, de flores y alguna vez de escudos, jamás de figuras humanas; la talla queda reservada para las cornisas y para los tirantes.

Pues tiene esta bóveda enormes tirantes de madera que atraviesan la estancia, á la altura de la cornisa, para contrarestar el empuje constante ejercido por la enorme armazón sobre los muros.

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Hay que dividir en dos partes el estudio de este salón que no mide menos de 14 metros de longitud por 7 de anchura.

Los muros en primer término. Hoy aparecen con grandes cuadros que afectan la forma de retratos de Prioras, pero que no son sino desdichadas imitaciones; salvo en la parte por donde se abre el ingreso, pues allí aparecen en efecto varios reRevista de Aragón, Año V.

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tratos: el del centro que representa al Gran Maestre Rohan, penúltimo de la Orden de Malta y el grupo de la derecha, en el cual, detrás de varias religiosas y niñas educandas, aparece, pincel en mano, el cartujo Bayeu que decoró aquellos muros á fines del siglo XVIII.

Dejemos esto á un lado y fijemos nuestra consideración en la techumbre, apoyada, según queda indicado, sobre elegante cornisa formada por dos órdenes de canecillos. Con ellos alternan las salientes zapatas con remate de cabezas de peces, sostenidas aquellas por sus talones correspondientes y ornamentadas al igual de los grandes tirantes que sobre ellas se tienden para atravesar la estancia, ornamentadas digo, con dorados cordones y blancas estrellas labradas en hueco ó en relieve.

Elévase después la ojival techumbre, dividida en siete zonas correspondientes á los vacíos que entre sí dejan los tirantes descritos.

Cada zona lleva cuatro compartimientos divididos á su vez en pequeños y casi superficiales casetones que al todo se acercan á 400: todos pintados con prolija labor, donde la variedad infinita de dibujos, la combinación sencilla de colores, el oro de los filetes y cordones que los limitan y señalan, las ornamentadas fajas que los rodean y las blancas estrellas que por todos lados aparecen, forman conjunto maravilloso, y dan idea de lo que sería aquel departamento cuando, á fines del siglo XVI, lo visitó el gran historiador de la Orden del Hospital, Jacomo Bosio, el cual lo.describe en esta forma:

«El palacio y habitación de la Priora es un noble departa>mento con sala grande, cámara y gabinete que ofrecen gran > comodidad. Suelen hallarse en el invierno estas estancias > adornadas con tapices de Flandes y en el verano con otros pa> ramentos. El testero del gran salón se vé ocupado por un > ancho diván cubierto de tapices de Alejandría. Sobre él, vein»ticinco ó treinta cojines de terciopelo rojo ofrecen asiento á > las señoras asistentes á la Priora, que los ocupan, añade Bosio, con gracia y majestad.>

Sabemos de un modo cierto la época en que este salón se construyó y ella nos servirá de guía para el estudio de otra disposición semejante, de otra techumbre ornamentada por modo análogo y de cuya importancia, hasta hace pocos años, nadie se había dado cuenta: la antigua techumbre de la catedral de Teruel.

El Salón de Sijena fué construído pocos años antes de 1410, según documento otorgado ante el notario Vallés de Garrapón, dando licencia á D.a Isabel de Alagón, subpriora, para disponer de unas cámaras muy suntuosas que, entre el claustro y el dormitorio, había construído á sus expensas.

En la construcción y decorado de esta grande obra, aparecen dos de los elementos artísticos que por entonces influían el arte aragonés: la antigua tendencia ojival de una parte y de otra el elemento mudejar tan connaturalizado con el carácter nacional que hasta llega por este tiempo á crear toda una literatura escrita en arábigo y pensada en aragonés, literatura que llamamos aljamiada.

El tercer elemento, el elemento neoclásico del Renacimiento, no se advierte por ningún lado en el Salón Prioral del Monasterio de Sijena.

Y con tales antecedentes, pasemos al estudio de la gran techumbre conservada por fortuna sobre las altas bóvedas de la basílica de Teruel; oculta á las miradas del viajero, pero no al más detenido examen del curioso investigador.

MARIANO DE PANO.

(Se continuará.)

Notas

Exposición de Otoño.-En París se abren exposiciones para todos los gustos y hasta para todas las temperaturas. No ha sido el menos importante de esos certámenes el que en la actualidad se está celebrando.

Los clásicos se han escandalizado otra vez más, ante las odiosas extravagancias de los autores modernos, pero éstos, sin darse por entendidos, siguen su ruta hacia el ideal nuevo, llenos de fe y de entusiasmo en sus convicciones.

Por de pronto, han desterrado en el salón otoñal la vieja é irracional clasificación de las obras fundada en el diverso procedimiento por el que estaban ejecutadas. Oleos, acuarelas, pasteles, dibujos y grabados, se hallan confundidos en los muros de la exposición y á los visitantes no les ha disgustado la mezcla. Han visto en ella un medio seguro de eludir aquella monotonía fatigosa característica de las exposiciones hechas según ley y según fuero.

Y no se han contentado con esto. Se exhiben también junto á los cuadros y á las estatuas, vidrieras, muebles, tapicería, joyas, ebanistería, encuadernaciones artísticas y otras muchas cosas dignas de verse, todas colocadas en su lugar adecuado y no puestas en correcta formación ó en estantería de bazar.

Con todas estas innovaciones muy atrevidas, aún se lanmentan algunas críticos de no haberse conseguido el efecto anhelado por deficiencias de colocación, si bien no pueden menos de reconocer el gran avance que supone el concurso otoñal.

No hay tiempo ni lugar para ir consignando las referencias que los escritores franceses nos dan de su exposición. Solo apuntaremos que no ha sobresalido ninguna obra de modo extraordinario y que el cartel anunciador del salón es un admirable modelo en el género.-J. V. L.

Concurso de tarjetas postales.-El Heraldo de Aragón, diario local, ha organizado un concurso de tarjetas postales anunciadoras. Optaron á los premios señalados en el programa muchas artistas, presentando trabajos de tan diverso carácter y de naturaleza tan distinta, que se hacía muy difícil formar juicio exacto y comparativo de méritos.

Se advirtió desde luego, en casi todas las tarjetas, que sus autores no habían entendido el especialísimo género de arte que se pedía.

La tarjeta postal debe tener asunto ligero, pequeño é intencionado. No cabe en ella la composición que un cuadro requiere, ni siquiera la sobriedad propia del cartel, es algo, más superficial, pero no exento de delicadeza, algo que permita adivinar un refinado gusto en quien la trazó y nada más.

Pocas de las tarjetas presentadas reunían esas condiciones y el jurado tuvo que adoptar un criterio bastante amplio para conceder los premios; sin embargo, algunos de los modelos son muy estimables y revelan excelentes aptitudes. La gente moza estuvo muy bien representada en el concurso. Los artistas aragoneses fueron los menores en número, pero en cambio se distinguieron por lo discreto de sus obras. J. V. L.

REVISTA ARAGON

Año V. 1904

SECCIÓN GENERAL

ZARAGOZA
MARIANO ESCAR, TIPÓGRAFO

CALLE DE SAN MIGUEL, 12

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