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ENCICLOPEDIA MODERNA.

TOMO CUARTO.

205 BIBLIOTECA POPULAR.

T. IV. 1

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ESTA BLECIMIENTO TIPOGRAFICO DE MELLADO,

CAILE DE SANTA TERESA, NUMERO 8.

T DEL PRINCIPE, NUMERO 25.

--

4851.

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ENCICLOPEDIA MODERNA:

DICCIONARIO UNIVERSAL

DE LITERATURA, CIENCIAS, ARTES, INDUSTRIA Y COMERCIO.

A

ATOCHA. (Véase ESPARTO.)

las pierde de vista, no sabe como deben tratar
se unas y no comprende la importancia de
otras. Todas las profesiones le están vedadas
porque no hay una sola que no exija una aten-
cion que le contraria y le molesta; nada hay
en donde al comprometer sus intereses no
comprometa los de otro; y los hombres no to-
leran mas defectos que los que no les traen
perjuicio. Nadie celebra el atolondramiento del
médico, del boticario, del juez, del adminis-
trador, del banquero, cuando le ha entregado
en sus manos la vida ó la fortuna. El atolon-
dramiento de un general, llena de terror al
ejército que está á sus órdenes y al pais que
defiende. Todo género de mando y de respon-
sabilidad es incompatible con el atolondra-
miento, que hace nulos el valor, la generosidad
y el agradecimiento. La educacion corrige el
atolondramiento ya que no le prevenga, y la
esperiencia, á menos que no sea un hombre
privado enteramente de sentido comun, le cor-
rige mucho tambien: pero es muy raro que en
este caso no se corrija ya demasiado tarde.
Cuando Moliere ha puesto al atolondrado en
escena, no le ha presentado mas que como ena-
morado; el atolondrado no figura alli mas que
en una intriga galante; no descompone mas
que los planes de un lacayo bribon; de esta

ATOLONDRAMIENTO. Falta de prudencia, de
precaucion, de atencion producida por incapa-
cidad de reflexionar, ó por la costumbre de ce-
der á los primeros impulsos sin examinar los
resultados que pueden traer consigo. En la in-
fancia y los primeros años de la juventud pue-
de tener alguna escusa el atolondramiento. En
la edad madura, denota una organizacion in-
completa: mas adelante, una organizacion de
bilitada. En las relaciones sociales, por poco
importantes que sean, es insoportable el ato-
londramiento; es mas, llega á hacerse muy
pronto odioso: el atolondrado no mide ni cal-
cula sus movimientos, entra en un salon, pisa
al perro favorito y le lastima; tropieza con el
velador y lo derriba, hace añicos el mármol y la
porcelana que habia sobre él: con el baston de-
bajo del brazo, rompe el fanal del reloj, y al
volverse de repente, da con el codo en el pe-
cho á una señora que se adelantaba para salu-
darle. En el jardin anda por el acirate y lo
estropca; despues, cogiendo dos niños de la
mano corre con ellos por medio de los arbustos
y espinos y no pára hasta que él y ellos caen
en un estanque. En la calle, el cabriolé que
va guiando, pasa rozando con los guarda-can-
tones y las paredes, tropieza con todos los car-
ruages, vuelca por último, se rompe una pier-manera el hábil cómico no ha hecho ver mas
na y atropella á un anciano. Una persona ato- que la parte mas disimulable que puede tener
londrada, es pues no solo inútil á la sociedad este defecto. Pero que sea Lelio director de
sino que muchas veces hasta perjudicial. Nin- una grande empresa, que sus amigos, su fa-
gun cargo, ningun negocio puede confiársele, milia, le sirvan como él es servido por Masca-
ó se le olvida, ó elige el momento menos opor-rille, pronto se verán por tierra los planes me-
tuno. No teniendo idea alguna de las cosas, jor formados, destruidas las esperanzas mas
ignora su naturaleza, las confunde, las olvida, fundadas, y arrastrar el protagonista á un abis-

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