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FRAY BARTOLOMÉ DE LAS CASAS,

SUS TIEMPOS Y SU APOSTOLADO.

CAPÍTULO PRIMERO.

Nacimiento de LAS CASAS.-Sus progenitores.-Sus estudios.- Primer viaje á la Española. - Observa la triste suerte de los indios. - Encomiendas de indios y su distribucion.- Consecuencias. - LAS CASAS se ordena de Presbítero. - Misa nueva celebrada sin vino. - Diego Velazquez con LAS CASAS pasan á Cuba. -- Esclavos negros enviados á América por el rey D. Fernando. -Expedicion deplorable de Pánfilo Narvaez. - LAS CASAS pasa al Camagüey. -Acompaña á Narvaez á Caonao. - Carnicería horrible ejecutada por los castellanos. - La presencia impasible Panfilo Narvaez. LAS CASAS se inflama de indignacion. - Escenas desgarradoras. - Terror en la comarca.- El viejo indio Camacho. Vuelta de muchos indios huidos. - Trabajos de LAS CASAS en su favor. Sumision de diez y ocho caciques. - Conducta infame de Pánfilo Narvaez. Súplicas y esfuerzos de LAS CASAS. - Sobresaltos y sufrimientos. Pedro de Renteria. - Su gran amistad con LAS CASAS. - Parceria de ambos en los negocios temporales. — Versículos del Eclesiástico. - Trasformacion sublime. Resolucion heróica. - LAS CASAS se convierte en Apóstol.

Don Bartolomé de Las Casas nació en Sevilla el año de 1474. Su padre Antonio de Las Casas era soldado de marina y se habia agregado á Cristóbal Colon al salir éste del puerto de Palos en 1492, con el objeto de descubrir un Nuevo mundo. Lo acompañó tambien en su segundo viaje veri

ficado en 1493, y fué por lo tanto uno de los primeros descubridores y conquistadores de América, volviendo en 1498 á Sevilla con una buena fortuna.

La familia de Las Casas era originaria de Francia, y su verdadero apellido era Casaus, existiendo todavía en la ciudad de Calahorra una rama noble de esta familia que conservó el apellido primitivo. El progenitor de Las Casas vino á Sevilla y sirvió bajo las banderas del rey D. Fernado III el Santo en las guerras efectuadas por este monarca, tan justamente venerado, contra los moros andaluces. Supo el guerrero francés distinguirse sobremanera en las operaciones de la conquista de Sevilla, y se granjeó el cariño especial del Santo Rey; despues, tanto él como sus descendientes, se naturalizaron y establecieron en su patria adoptiva, gozando del aprecio de los monarcas españoles, así como del de sus nuevos conciudadanos, y recibieron los honores de la nobleza, españolizando entónces su nombre, mudándolo de Casaus en el de Las Casas.

Desde su edad juvenil se dedicó Bartolomé á los estudios, instruyéndose en el latin, dialéctica, lógica, física, metafísica y ética, terminando su carrera de Derecho en la Universidad de Salamanca. Él mismo relató despues en la Razon

primera del octavo remedio, dirigida al emperador Carlos I, que, en el año de 1499, el primer almirante Cristóbal Colon, por señalados servicios hechos por algunos en la isla Española á los Reyes Católicos, al tiempo que se quisieron volver á España, para satisfacerles en algo, les dió á cada uno un indio y licencia para traerlo á España. Bartolomé de Las Casas llegó tambien á tener un esclavo de éstos cuando se hallaba todavía en Salamanca. La reina Isabel, en cuanto supo tales distribuciones de indios, recibió de ello grande enojo, exclamando, segun refiere el mismo Las Casas: «¿Qué poder tiene el Almirante mio para dar á nadie mis vasallos?» Y mandó inmediatamente pregonar en Granada, donde se hallaba la Corte á la sazon, que todos los que habian traido esclavos los llevasen ó enviasen al Nuevo mundo, so pena de muerte. El año de 1500 en que fué nombrado Gobernador el Comendador Francisco de Bobadilla, fueron todos llevados nuevamente á su patria, y el de Bartolomé de Las Casas tuvo necesariamente igual suerte.

Las Casas partió para América en compañía de Ovando el Comendador, que iba despachado de Gobernador á la isla Española en 1502. Ya desde 1501 el Comendador Francisco de Bobadilla habia autorizado á los españoles para que emplearan indios en la explotacion de las minas, trabajo

árduo, para la ejecucion del cual carecian de la suficiente robustez aquellos naturales.

No tardó Las Casas en observar lo que pasaba, y en declararse protector decidido de los naturales de aquellas tierras y severo censor de sus duros opresores. Dicen algunos que el propósito lo habia hecho ya en Salamanca, en vista de las tristes relaciones que le habia contado el esclavo indio que tuvo, confirmando las horribles escenas que corrian de boca en boca respecto á los conquistadores y sus gentes en el mundo descubierto.

En los años siguientes los Reyes Católicos no cesaron de dictar disposiciones para que mejorase la suerte de los indios; pero desgraciadamente murió en 1504 la excelente reina Isabel, y con ella perdieron su principal amparo y proteccion. Ninguno mejor que Las Casas para tomar sus intereses á pecho; pero, si le sobraban el celo y el fervor, le faltaban el poder para mudar por sí mismo la triste condicion de aquellos indígenas.

En 1507 el rey D. Fernando V autorizó el repartimiento de indios en encomiendas, distribuyendo crecido número entre los criados de la Real Casa y varias personas más, cuya mayor parte arrendaban á otros sus dichas encomiendas. A esta disposicion real puede y debe atribuirse la mayoría de las crueldades y excesos

cometidos contra los naturales de América, y el poco fruto que para atajarlos conseguian Las Casas y otros misioneros. Las personas que, residiendo en la corte, arrendaban sus encomiendas, no siendo testigos oculares de los sufrimientos de los trabajadores indigenas, y con el pensamiento fijo tan solamente en los beneficios que retiraban de sus minas y granjerias, se dejaban fácilmente convencer de que las declamaciones de algunos frailes entusiastas no tenian más fundamento que su imaginacion sobreescitada.

A pesar de todas las órdenes reales en favor de los indígenas, se hallaba casi ya despoblada en 1508 la isla de Santo Domingo, y tuvieron que ser trasladados á ella, en unos cuatro à cinco años, como 40.000 indios de las Lucayas. Pedro Mártir hace de ello mencion en el capitulo primero de su sétima década de esta manera: Et quadraginta, utriusque sexus, millia in servitutem ad inexhaustam auri famen explendam uti infra latius dicemus, abduxerunt: has una denominatione Jucayas apellant, scilicet insulas, et incolas, jucayas. Añade el mismo autor que muchos se suicidaban desesperados, y otros se escondian en los montes con esperanza de salvarse algun dia de sus perseguidores. Juncaya suis sedibus abrepti desperatis vivunt animis, dimisere spiritus inèrtes multi a cibis aborrendo per valles, in vias et deserta ne

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