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trémula de copiar tan espantosas crueldades; queda en nuestro corazon un sentimiento de hastío y repugnancia, al par que de indignacion y lástima despues de haber leido esos detalles sangrientos; y hasta nos parece en este momento que los manes de aquellas víctimas inocentes é indefensas están zumbando en nuestros oidos con el eco de sus lastimeros y desesperados quejidos, eco aterrador prolongado á través de tres centurias.

Dejemos calmar un tanto nuestro espíritu para considerar en el próximo capítulo la terrible última hora con que ha castigado la Providencia á algunos de los principales instigadores de tan horrendas hecatombes.

CAPÍTULO VIII.

Exterminio de aborígenes. -Sistema cruel.-El rey Guarionax.—El rey, Guacanagary.-El rey Caonavo.- La reina Anacaona.- La reina Higuanama.-Hatuey en la hoguera. Los caciques en Jamaica, Tierra Firme y Nicaragua.-El inca Atabaliba. -Otros grandes señores de los indios. Fin desastroso de los conquistadores. Los primeros pobladores.- Buques á pique. -Mueren muchos españoles. - Cristóbal Colon.-Juan de la Cosa. - Diego de Nicuesa. - Vengan los indios al cacique Agueibana.-Españoles que mueren trágicamente desde 1513 hasta 1525.-La flota de Loasia y de El Cano en 1526 - Personajes españoles que perecen en América hasta 1536.-Lucha de los dos Alvarados, y españoles muertos. - Pizarros y Almagros. -Pedro de Alvarado y su esposa. Asesinatos y ejecuciones de españoles hasta 1519.- Pedro de Valdivia. Ejecuciones en 1553. — Diego Alvarado y Hernandez Giron. - Don Diego de Colon y su epitafio. - Extraordinaria muerte del cacique D. Juan de Chiapa. -El primer marinero que cantó tierra en el Nuevo mundo muere mahometano. -La oculta mano de la Providencia.

Horripilantes como son las descripciones que hace el padre Las Casas en su libro histórico de la Destruccion de las Indias, de cuyos hechos apénas hemos citado algunos que pueden servir de muestra; y por mucho que se pretenda tacharlos de exagerados, existe, por desgracia, un dato innegable y que prueba con terrible elocuencia cuánta verdad encierran las palpitantes narraciones de esa historia de sangre y crueldades, que

no puede leerse hoy mismo sin experimentar las más profundas sensaciones de horror.

Este dato es el completo exterminio de la raza aborigene en las Antillas y su total desaparicion, que no puede ponerse en duda. Ante esa verdad inexorable son inútiles las tentativas que para defender la conducta de los conquistadores trate de hacer cualquiera que ponga en duda que la perversidad del hombre puede llegar á ser inconmensurable en ciertos y determinados casos.

Toda clase de traiciones, toda suerte de engaños, atropellos y falsedades; todo infernal sistema de crueldades repugnantes en el más alto grado á la naturaleza humana; todo cuanto las furias del averno podrian inventar para martirizar y aniquilar los pobres indios, todo se ve puesto en práctica segun la relacion de Las Casas, por muchos de aquellos aventureros sin entrañas, por multitud de aquellas fieras con figura humana que se trasladaron al Nuevo mundo como conquistadores y pobladores, buscando oro y riquezas, esclavizando los indios y asesinándolos unas veces con el filo de sus espadas ó con el fuego, otras veces á fuerza de hambre, sed, trabajos, castigos, sufrimientos lentos é inconcebibles.

A nadie han perdonado, ni á los ancianos, ni á los niños, ni á las indias que eran madres, ni

á las jóvenes, ni á los convertidos al cristianismo, ni á los todavía idólatras, ni á los que eran caciques ó señores ó reyes en aquellos países y con más bondad, humanidad y desprendimiento habian recibido á tales desalmados y les daban todo cuanto tenian.

En la isla Española habia un reino llamado Magua, cuyo último rey se llamó Guarionax. Este se habia portado generosamente con los españoles. Un capitan español lo deshonró violándole la mujer. Guarionax, avergonzado del ultraje, sin tomar venganza abandonó su corte y se alejó á la provincia de Ciguayos. Allí fué hecho prisionero por los españoles, que lo trajeron cargado de cadenas para trasportarlo á España. El desgraciado Guarionax pereció en un naufragio con un gran número de españoles, en el buque que lo conducia, el cual llevaba un inmenso botin y un pedazo de oro nativo muy curioso de 3.600 castellanos de peso.

Otro reino en la Española se llamaba Marien y su príncipe Guacanagary. Cuando descubrió las indias Colon recibió de este rey los más importantes auxilios, tratándolo con gran humanidad. Sin embargo, despojado Guacanagary de su trono murió refugiado en las montañas, y la mayor parte de sus nobles fueron sacrificados á la insaciable avaricia de los españoles.

Llamábase Maguana el tercer reino en que estaba subdividida la Española, y su rey Caonabo, el más valiente, respetado y magnífico del país. Los españoles se apoderaron de él por traicion en su propio palacio y lo condujeron al puerto como un criminal, embarcándolo para España en uno de los seis buques que partian cargados de inmensas riquezas y pasajeros. Pero una horrible tempestad tragó en el Océano los seis buques con todas sus riquezas, tripulantes y pasajeros, entre éstos el infortunado rey de Maguana.

En la parte central de la Española se hallaba el reino de Xaragua, cuya reina se nombraba Anacaona, hermana del último rey Behechio. Ambos habian prestado grandes servicios á los españoles; sin embargo, Anacaona fué tomada por traicion por órden de Nicolás de Obando, y la mandó ahorcar, al mismo tiempo que dentro de una casa de paja mandó quemar vivos á más de 300 de sus nobles, y á los demás indios del pueblo los mandó degollar ó lancear.

El quinto reino de la propia isla se llamaba Higuey y su última soberana Higuanama, que fué igualmente ahorcada, y la mayor parte de sus indios quemados vivos, despedazados ó atormentados.

Tal fué el fin trágico y lastimoso de los cinco últimos reyes de la isla Española, sacrificados

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