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se volvió á arrojar al agua, llevándose á su vícti"ma, y nadando con ella consiguió herirla con la daga, siendo despues Gil Gonzalez acabado por otro marinero de uno de los navíos. Hizo otros terribles ejemplos Gonzalo de Ocampo prendien

do y matando á muchos y sembrando el terror y el espanto por toda la costa; despidió algunos navíos cargados de esclavos á la Española, y fundó con la gente que le quedaba, á media legua del rio de Cumaná arriba, un pueblo que se llamó Nueva Toledo.

Continuaba entónces Las Casas en sus altercados en Santo Domingo, lleno de indignacion al ver las rémoras que se ponian á sus diligencias, y viéndose precisado á amenazar á la Consulta ó Junta de Gobierno que se componia del Almirante, Audiencia y oficiales reales, con volverse á España y dar cuenta al Rey de su desobediencia; se decidieron al fin á contentarle y auxiliarle para la verificacion de su asiento, entrando á la parte de los provechos con él. Debian dividirse las ganancias de las futuras explotaciones mineras y agrícolas en veinticuatro partes, á saber: seis para la Real Hacienda; seis para el licenciado y sus cincuenta compañeros; tres para el Almirante; cuatro para los oidores; tres para los oficiales reales y dos para los dos escribanos de cámara de la Audiencia, acordándose el poner á la

disposicion de Las Casas la misma armada de Gonzalo de Ocampo con ciento veinte hombres escogidos, dándose el mando al mismo Ocampo. Se hizo á la vela para Puerto-Rico con el fin de recoger sus labradores, pensando hallar en ellos el celo y buen deseo que al salir de España demostraban; pero en esto se encontró con un amargo desengaño, porque ellos ya descorazonados se habian esparcido y dispersado por varias partes; y llegando á Tierra Firme sin azar alguno, halló á Gonzalo de Ocampo en su nueva villa de Toledo y sus hombres descontentos é irritados, padeciendo toda clase de privaciones y enteramente aislados, pues por efecto de la alevosía de Ojeda y del posterior escarmiento y castigo, recibidos á manos de Ocampo, estaban los indios huidos é internados tierra adentro sin querer comunicar con los españoles. Los que estaban en · Nueva Toledo, léjos de querer permanecer más tiempo en aquellos parajes yermos y abandonados, se regocijaron grandemente al ver los navíos, instando para ser restituidos á la Española. Dice Remesal (Historia de la provincia de Chiapa y Guatemala, lib. 1, cap. xxII): « Y sabiendo la >>> comision que el licenciado llevaba, ninguno » quiso quedar con él, y se volvieron todos á la » Española: y con esto se despobló la Nueva To» ledo. Quedó sólo el licenciado Casaus con algu

»> nos amigos, que entre tantas malas voluntades >> como tenía, nunca le faltaban algunas buenas » que le acompañasen y defendiesen. » Consintieron tambien en quedarse otros á sueldo. Gonzalo de Ocampo, cuya amistad y afecto para el apóstol nunca se desmintieron, á pesar de lo muy diferentes que eran sus modos de pensar, sintió una profunda tristeza al verse precisado á dejar al clérigo en semejante desamparo. Le dirigió palabras llenas de afectuosa expresion, en que le demostraba su simpatía y se esforzaba por consolarlo, y juntándose con su gente se volvió tambien á la Española, dejando á Las Casas abandonado á su propia suerte y meditaciones.

CAPÍTULO V.

Penosa situacion de LAS CASAS.-Piensa en los franciscanos de Cumaná.Lo reciben cantando.- Disposiciones de LAS CASAS.-Los de Cubagua. - Nueva resolucion de volver á España.- Planes de defensa. - Francisco de Soto.- Proyectos de los indios. - Doña María. - Fatalidad del destino. ¡La pólvora!— A sangre y fuego.- Francisco de Soto herido. -Fray Dionisio.- Los que escaparon. - Saña de los indios. -Las CaSAS navegando.- Una siesta interrumpida. Desengaños.- Se hace fraile LAS CASAS.- Digresiones.-Lo que dice Arthur Helps. - Escribe al Rey el nuevo fraile. - Desmayo moral. - La historia de las Indias.El cacique D. Enrique Valenzuela y sus hechos.-D. Enrique ultrajado. -Su venganza.- Se hace temible el cacique. - Fray Remigio. - Proyectos para sojuzgarlo. -Interviene LAS CASAS. - Entrevistas. - Lo que dice Quintana.

¡Qué posicion la de Las Casas: solo, abrumado en aquel inmenso continente, viendo por tierra sus planes predilectos y destrozados sus nobles propósitos para la salvacion de toda una raza!

Dejábanlo sus propios amigos, con sentimiento, sí, y con profunda tristeza; pero sin voluntad de compartir su suerte, y perdidas la fe y confianza que un tiempo pudieron infundirles las palabras del apóstol, llenas de la más ardiente elocuencia. Los dominicos habian infelizmente, como se sabe, desaparecido de aquellos lugares; y las gentes de

Gonzalo de Ocampo, y las que habian empezado á poblar la Nueva Toledo, prefirieron volver á la Española antes que aceptar los ofrecimientos que Las Casas les hiciera. Pero como prueba de que Dios nunca desampara del todo á los que en Él tienen verdadera fe, áun en aquellas tristísimas circunstancias tuvo el apóstol una feliz idea, y con ella un gran consuelo.

Ciertos religiosos de la Órden de San Francisco, bajo la obediencia de cierto fray Juan Garceto, habian ido á fundar un convento en Cumaná, y se habian establecido á orillas del rio del mismo. nombre, muy cerca del mar. Ocurriósele á Las Casas dirigirse á su morada y hacer con ellos amistades, áun cuando los franciscos diferian en varios puntos de sus opiniones. Le habian hecho oposicion á sus pretensiones, tanto en España como en la isla Española; y era necesario que desarrollase mucha sagacidad, prudencia y tino para hacer paces con ellos en la posicion en que se hallaba, convirtiéndolos de allí en adelante en amigos y auxiliares.

Emprendió, pues, la jornada; y sabedores los frailes de su venida, y que parecia contar con recursos y buen recaudo para la conversion de aquellas gentes, fueron generosos y salieron á recibirle con los brazos abiertos.

Te Deum laudamus, entonaron los francisca

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