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existe, y las razones en que se funda; absteniéndonos de juzgarlo,porque este juicio no podria encerrarse en los estrechos limites de unos elementos, ni conviene suscitar en las escuelas cuestiones debatidas con tanto encarnizamiento en el campo de la política.

Valencia 8 de Octubre de 1842.

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1.o Origen y naturaleza de la sociedad.-2.° De la soberania.-3.° Idea del derecho público.

1.° Los sistemas que atribuian el origen de las sociedades á un pacto celebrado libremente entre sus miembros ó á la violencia ó astucia del mas fuerte, no han podido resistir al severo análisis de la filosofía del siglo XIX, y han caido en un completo descrédito. Los abusos, y la odiosa tiranía encubierta bajo el nombre de libertad á que dieron origen, cuando sacándolos de la region de las teorías se quiso á fines def

siglo anterior aplicarlos al régimen de los estados, deduciendo con rigor lógico, y poniendo en planta todas sus consecuencias, dieron ya á entender que reposaban en una base falsa; porque de principios verdaderos jamás pueden deducirse consecuencias absurdas, ni la verdad aplicada al régimen de la sociedad ocasionar su trastorno y el desenfreno de todas las malas pasiones, á cuya represion debe encaminarse. Estudióse pues el origen y naturaleza de la sociedad, examinando sus elementos, meditando sobre las facultades del hombre que la compone, y consultando á la historia para descubrir en ella las leyes que ha seguido en su progreso y decadencia. Los estudios históricos tan desdeñados por los filósofos y publicistas del siglo XVIII han vuelto á ser cultivados con esmero en el presente, y á los sistemas brillantes de puras hipótesis han sucedido los principios fundados en la observacion filosófica, y corroborados con la enseñanza provechosa de la historia. El resultado de este estudio, en la materia que nos ocupa, ha sido la demostracion completa de que el estado de sociedad es natural al hombre, y como tal, independiente de su voluntad. Las necesidades materiales, morales, é intelectuales, cuya satisfaccion es indispensable para que viva y se perfeccione, y las facultades que ha recibido del Supremo Hacedor como medio de satisfacer aquellas, le unen de tal modo á sus

semejantes, que es imposible concebir la existencia del hombre sin la de la familia, verdadero elemento de las sociedades políticas. Cuando el hombre llega á la edad en que su razon y su voluntad tienen la madurez necesaria para celebrar un contrato solemne, se encuentra ya hecho miembro de una sociedad, a cuya formacion no ha concurrido con su voluntad, y en cuyos hábitos, costumbres y leyes, que constituyen la vida de los pueblos, no ha tenido participacion alguna. El origen pues de toda sociedad es independiente de la voluntad del hombre, que al nacer la encuentra ya formada; y debe atribuirse á una de las grandes leyes que el Supremo Hacedor impuso al mundo moral, como al mundo fisico, para que uno y otro ostentasen la admirable magnificencia de sus obras. La historia ofrece la mas solemne confirmacion de esta ley, á la que el género humano se ha sujetado en todos tiempos y lugares, sin que jamás haya sacudido su imperio, como frecuentemente acontece con aquellas que deben su orígen á la libre voluntad del hombre.

2.° Debiendo su origen la sociedad á una ley moral, independiente de la voluntad del hombre y fundada en sus necesidades y facultades, forzosamente debe hallarse sujeta en sus adelantamientos al desarrollo de esta misma ley por medio de la inteligencia humana. La acertada organizacion y gobierno de la sociedad no pue

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den ser obra de la mera voluntad del hombre, sin el concurso de las investigaciones de su inteligencia para descubrir las leyes del mundo moral y aun del físico, de cuya aplicacion penden su bienestar y su perfeccion moral, intelectual y material. La organizacion y el gobierno de la sociedad deben encaminarse al bien comun reconociendo por base la justicia, y para ello es necesario conocer los medios de alcanzarlo y querer anteponerlo al bien propio, cuando esté en oposicion con aquel. A la inteligencia y moralidad reunidas es pues á quienes solamente corresponde el derecho de organizar y gobernar la sociedad, porque solo á ellas es posible conocer y querer los medios de dirigirla por el sendero del bien comun. Para mandar es menester ciencia.... por naturaleza manda el que tiene mayor inteligencia, decia ya á mediados del siglo XVII el célebre Saavedra en su empresa cuarta. A la inteligencia y á la moralidad pertenece pues el egercicio de la soberanía, esto es el egercicio del poder supremo, encargado de hacer egecutar lo justo en cuanto sea conveniente para la felicidad pública. Los que atribuyen la soberanía al mayor número de volun-1 tades, sin atender á su moralidad ni á la inteligencia que las dirige, olvidan que los principios de justicia son anteriores á la voluntad del hombre é independientes de ella; de suerte que la voluntad unánime del género humano no puede

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