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ere, y pasando al volver junto al de la capa, le miró un instante con atencion, pero sin dirigirle la palabra.

-Ya podemos marchar, dijo al acercarse á su familia, y con una galantería que no se usa mucho entre hermanos presentó su brazo á Enriqueta.

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-Aquí está Lindoro, le dijo en voz baja y con aire de descontento; ya tendremos él y yo una esplicacion.

-Por Dios, Próspero, murmuró la jóven muy conmovida.

-Te lo tenia advertido; pero ya que no quieres dar fin á esa novela sentimental, yo me encargo del desenlace.

-¿Qué derecho tienes tú para mandar en mí? preguntó la jóven picada del tono de su hermano, y haciendo por retirar el brazo. -El derecho de la fuerza, respondió el estudiante sujetándola, y ademas el derecho de la razon.

—Sí, razon tú, que eres el mayor loco de todos los locos!

-En lo que tiene que ver con mi sola y única persona, no te diré que no; pero en lo que á tí te interesa, ya es otra cosa. Sin embargo yo te prometo que todo acabará en paz. Mira, tenme ahí á Justiniano; me respondes de él con tu cabeza.

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Llegados en esto al carruage, Próspero hizo entrar en él á su hermana, agarró al perro por el pescuezo, y lo metió tambien dentro con gran violacion de los derechos de la etiqueta. Chevassu y su amigo tuvieron que conformarse con subir despues que el dogo, y luego que todos se hubieron acomodado, el estudiante, en lugar de subir á su vez, levantó prontamente el estribo, cerró la portezuela, y gritó imperiosamente al cochero:

—A la calle de la Paz, hotel Mirabeau.

-Caballero ¿qué significa esto? exclamó el diputado asomando la cabeza por la ventanilla.

- Dentro de una hora estoy allá, respondió el estudiante, en quien apenas hizó impresion la fisonomía encolerizada de su padre.

El arranque del carruage impidió que se prolongase este coloquio. Al tiempo que la familia de Chevassu se disponia á marchar, el jóven de la capa se habia dirigido rápidamente á un cabriolet habia encargado á un mozo le trajese.

que antes

-¿Veis aquel fiacre azul que lleva el número 449? dijo al cochero: pues bien, seguidle, y no le perdais de vista. Vuestro caballo no parece malo.

-Está bien: respondió el cochero con una sonrisa de inteligencia; no son los rocines de aquel carromato los que han de desairar á micaballo.

Satisfecho con tal seguridad, el jóven iba ya á poner el pié en el estribo, cuando se sintió detenido por una mano extraña que acababa de agarrarse al embozo de la capa.

¿Tendrá el señor de Moreal la bondad de concederme una breve entrevista? dijo al mismo tiempo una voz en cuyo acento habia su poco de ironía.

Moreal volvió la cabeza, y al ver á Próspero Chevassu, puso el pié en tierra sin poder disimular un movimiento de despecho y de embarazo.

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BIBLIOGRAFIA.

ENSAYO POLITICO Y LITERARIO SOBRE LA ITALIA

DESDE EL SIGLO XI HASTA NUESTROS DIAS,

escrito por D. Salvador Costanzo (1).

LA Italia es una nacion que ofrece el contraste mas singular entre su historia y su civilizacion, entre su destino político y su suerte literaria. Siempre infeliz, siempre abatida, siempre subyugada, la Providencia ha querido recompensarla sin duda de estos males dotándola de los mas grandes escritores y de los mas eminentes sábios. Su civilizacion es siempre la primera de las civilizaciones, el fanal que alumbra la marcha de todas ellas por entre la barbarie y terquedad de los tiempos. Recientemente se ha dicho de la Alemania que era el pueblo sábio por escelencia: mayor fundamento habria para atribuir este honor á la Italia, cuya originalidad en las letras y en las ciencias no puede ser por nadie disputada.

El libro del Sr. Costanzo convencerá á cualquiera de esta verdad. Encuéntrase reasumida en él toda la historia científica y literaria de la Italia desde el origen de su moderno lenguaje hasta nosotros. Con mucha rapidez, pero con notable concision se hace la debida mencion de todos los esclarecidos poetas, de todos los ilustres historiadores, de todos los profundos filólogos, y filósofos de primer órden que han ilustrado aquel pais clásico de las letras porque han pasado tantas y tan varias vicisitudes. Los Dantes, los Guicchardinis, los Machiavellos, los Galileos, los Bocaccios, los Beccarias, los Spallanzanis, los Filangieris, los Montis, los Alfieris y otros hombres para siempre célebres estan apreciados convenientemente y segun la influencia que cada uno de ellos ha ejercido. De no recurrir á una historia literaria es

(1) Se vende en el Gabinete literario, calle del Príncipe, á 12 rs.

crita bajo un plan mas vasto, dificil sería encontrar un libro mas á propósito para formarse una idea cumplida de la literatura italiana y de sus diferentes fases y alternativas. Las personas extrañas á las letras aprenderán por su lectura todo cuanto necesitan saber.

Una sola objecion haríamos al autor, si por ser rigorosos hubiésemos de renunciar á mostrarnos justos. El estilo de una obra literaria debe de ser un modelo de pureza y correccion, y el Sr. Costanzo no siempre se muestra en esta parte acreedor, al elogio; pero es sabido que un escritor cualquiera que escribe en un idioma extranjero no puede hacer lo que se debe exigir en todos los casos de uno que lo hace en el suyo propio. Tampoco merecen nuestra aprobacion algunas ideas de radicalismo liberal que estan esparramadas por la obra, y que pensamos se hallan allí fuera de sazon; mas la posicion del autor, emigrado italiano y perseguido por sus ideas liberales, le disculpa suficientemente. Tan pequeños lunares no impedirán en nuestro concepto que la obra del Sr. Costanzo obtenga el éxito que

merece.

Antes de concluir nuestro artículo mencionaremos en nota un párrafo de la protesta que el Sr. Costanzo inserta al fin de su obra, porque creemos interesar con esto á su honor literario.

En los catálogos de los libreros de Liorna, Milán y otros paises de Italia se halla anotada la obra siguiente: Storia d'Inghilterra di Langtet, compendiata da P. Sadler, e tradotta dall'originale inglese nell'italiano dagli editori del Corriere Maltese, Salvatore Costanzo e Salvatore Tornambene.Malta 1840.

(Habla el Costanzo,) «Debo decir que la traduccion de la indicada obra se hizo en Malta por cuenta del impresor Luis Tonna y de un Juan Bautista Pajas su sócio. Habiendo aceptado el trabajo juntos Tornambene y yo, convinimos entre los dos que yo traduciría la primera mitad del volúmen que debia producir unas diez entregas de 60 páginas cada una, y que la segunda mitad la traduciría Tornambene. Puesta mano á la obra, se publicaron cinco entregas de mi manuscrito; pero al publicar la sexta observé con extrañeza que en esta última se habia alterado toda mi traduccion, y que estaba llena de contrasentidos, de defectos de lenguaje, de paralogismos y de varios despropósitos. Pedí esplicacion de ello á Tonna y á Pajas, y este último tuvo la desfachatez de responderme que habia creido conveniente alterar algunos pasages. de mi original por parecerle abundar en una cierta elegancia que no era de su gusto, y que le placia mejor un estilo sencillo y llano. Semejante respuesta me irritó pareciéndome sobrado necia, pues hay la circunstancia de que las cinco entregas precedentes habian tenido muy buena acogida en Italia, como habian anunciado algunos periódicos de aquella península. Incomodado con tan mezquino proceder manifesté á Pajas mi desprecio, y no queriendo continuar la traduccion, la dejé. Entre tanto continuaron publicándose las siguientes entregas traducidas bajo los nombres de Costanzo y Tornambene, cosa d3sagradable para mí, y que me ha obligado á escribir esta protesta, en la cual declaro plenamente que de la mencionada traduccion solo reconozco por mias las cinco primeras entregas, que en todas forman 300 páginas, aunque se vea toda la obra en un volúmen ó dos impresa en Malta con fecha de 1840. He ex presado el número de páginas para que el que quiera juzgue de mi trabajo.» CAYETANO CORTES.

REVISTA TEATRAL.

La Favorita.

CONOCIDO era ya Donizetti en la Academia real de música de París por sus dos particiones la Fille du regiment y les Martyrs, cuando en 1840 escribió para el mismo teatro la que ahora es objeto de este artículo. Ejecutada por los primeros cantantes franceses, y puesta en escena y decorada con el lujo y riqueza que la Academia ostenta en todas sus funciones, tuvo sin embargo un éxito mediano, inferior tal vez á las dos anteriores citadas del mismo maestro. Esta misma ópera ejecutada por primera vez en España hace pocas noches en el teatro del Circo, ha estado á punto de ser silbada: la fortuna le ha sido aquí mas contraria que en el pais vecino. Mucho erraríamos si de este mal suceso infiriésemos que Donizetti es un autor vulgar ó mediano, que el público ha sido injusto con su partittura. Quien tan justamente ha sabido adquirirse una reputacion aventajada, no puede perderla en un momento por semejante descalabro: pero el que como Donizetti abusa de sus facultades, pone su ingenio en difíciles apreturas, trafica con él como pudiera hacerlo con viles mercancías, y lo aplica sin discernimiento aun á aquellas cosas para las cuales es menos adecuado, merece tambien severas correcciones que repriman sus estravíos. El compositor celebérrimo de música italiana creyó un dia que los teatros de la Scala y la Perzola eran harto estrechos para su gloria; que Grisi, Rubini y Lablache no eran suficientes para pregonar sus triunfos: que la música de su pais no remuneraba decorosamente sus estudios, y fiado en su talento y en la solidez de su fama, se erigió en maestro de música francesa; presentó sus obras en la Academia real, y buscó por intérpretes á Stolz, Duprez y Baroilhet; ¿y cuál fué el resultado? que la música de sus nuevas obras, ό fué una imitacion mezquina de la de los autores que se propuso por modelo, sin profundidad, sin carácter propio, sin filosofía, ó fué, como la de las anteriores, italiana en el fondo y en la forma, con la diferencia de aplicarse á un libretto francés. La música

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