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tomado parte en la insurreccion, y serán los mas ardientes defensores de la junta central y del nuevo pronunciamiento. En tan apurado conflicto menester es salirse de las vias comunes, acudiendo á providencias atrevidas; y ni esto lo consiente la naturaleza del gabinete, ni las circunstancias de la mayor parte de las personas que lo componen. Como tal vez todos los ministros no tiendan á los mismos fines, claro es que no pueden siempre avenirse en cuanto á los medios, mucho mas si estos salen del órden comun: resulta de aquí la inaccion y la flaqueza del poder, el engreimiento de los revolucionarios, la inseguridad de las instituciones y el descontento público.

· En estas circunstancias estalló la rebelion de Barcelona enarbolando la bandera de la junta central. Ya dijimos en la última crónica cuan absurda é innecesaria nos parecia semejante pretens on: hoy que está sostenida por una fuerza rebelde, hoy que ha puesto en desórden y alarma á dos capitales del principado, hoy que no tiene mas objeto que impedir la reunion de las Cortes, la tenemos por criminal. Diga en buen hora el ESPECTADOR: que el Gobierno no puede sin apostatar de sus principios reprimir ese foco de anarquía: proclame el Eco la santidad de aquella insurreccion, obra de turbas abyectas y de bajas y viles intrigas. La razon y la justicia estan de nuestra parte, la razon y la justicia que en las grandes crisis salvan á las naciones. Aceptar una revolucion es dar orígen sin duda á otras revoluciones; pero no es reconocer y sancionar todas las que ocurrieren, cualesquiera que sean su origen y sus tendencias. Desautorízase ciertamente el que una vez conspira, para reprimir y castigar á los que en adelante lo hicieren; pero no es inconsecuente cuando repele con la fuerza los movimientos revolucionarios diferentes de los que él la favorecido. Quejarse en estos tiempos de la ilegalidad de ciertas próvidencias, es sobre absurdo ridículo. Hoy en España solo la autoridad del trono es legal, en el sentido estricto de esta palabra, y por eso es el trono tambien la única institucion respetada é inconmovible. Todo lo demás es vicioso, sin que dejemos por eso de reconocerlo y respetarlo. La Constitucion misma que nosotros veneramos trae su orígen de una insurreccion escandalosa: la elevacion del general Espartero obra fué tambien de un pronunciamiento militar. Sin duda *es necesario que se empiece alguna vez á observar estrictamente la ley, así por los gobernantes como, por los gobernados; pero antes es necesario establecer las condiciones de toda ley y de toda sociedad; antes es menester que haya gobierno. ¿Puede haberlo compatible con la rebelion de Cataluña? ¿Puede esta reprimirse por los medios ordinarios que emplean los gobiernos fuertes, influyentes y estables? Hé aquí lo que, no concebimos, y es origen de todos nuestros te

mores.

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Difícilmente puede pintarse la lastimosa situacion de Barcelona. Hállanse aglomerados en esta ciudad todos los elementos revolucionarios de España y de fuera de ella. El espíritu inquieto de provincialismo; el trato y comunicacion frecuente con las naciones mas infestadas de las doctrinas anarquistas; una clase proletaria numerosísima, desmoralizada porque es industrial, ruda é ignorante porque la instruccion esta poco generalizada en España; tales son los agentes de todas las rebeliones en Barcelona. Apenas se oye en esta poblacion el grito de guerra, ciérranse como es natural las fábricas y talleres; una poblacion numerosa que vive del trabajo del dia queda entregada á la miseria si no toma parte en los disturbios, recibiendo el jornal que le señalan los jefes: al toque de somaten se despierta en aquellos hombres indomables el espíritu de la independencia provincial, por la que sus padres pelearon tantas veces: las preocupaciones revolucionarias enardecen sus ánimos; el cebo del interés alimenta su constancia, y el Gobierno se vé precisado, ó á consentir en la pérdida de esa provincia rica é importante, ó á sujetarla con el rigor y con la fuerza. Disuelta ahora la junta de gobierno, maquinó sin embargo para ser proclamada central, enarbolando la bandera del nuevo pronunciamiento. No hubo de costarle gran pena el conseguirlo en una poblacion tan dada á las revueltas y con un gobierno tan débil é indeciso. Pusiéronse de su parte los proletarios armados y alguna poca fuerza de cuerpos francos, al mismo tiempo que vinieron á colocarse al lado de la autoridad la escasa tropa de línea que habia en la provincia, la milicia nacional, y todos los hombres honrados y pacíficos. Los revoltosos se apoderaron de las Atarazanas, los leales de la ciudadela y de todos los demás fuertes, rompiéndose las hostilidades entre ambos, aunque no de manera, por la escasez de sus fuerzas, que quedase de una ú otra parte la victoria. Sin embargo no han sido pocas las víctimas, contándose entre ellas al jefe primitivo de la rebelion, muerto de un casco de granada enemiga, y los asesinados cobardemente por la patulca en las correrías nocturnas que esta hace contra los pacíficos vecinos de las inmediaciones.

Tambien en Gerona han levantado los disidentes el estandarte de la rebelion, nombrando una junta, y negando la obediencia al Gobierno. Aquí no ha habido choque, porque aun no se han presentado las tropas fieles; pero estas marchan en aquella direccion, y es probable que logren someterlos. De todos modos la insurreccion de Cataluña va tomando un carácter grave que no podemos dejar de reconocer, y que deberá llamar poderosamente la atencion del Gobierno. Los pueblos estan cansados de revueltas; van perdiendo la fé en todos sus gobernantes y en todas las combinaciones políticas, y por lo mismo es mas fácil á las minorías bulliciosas y turbulentas enseñorearse del

reino. En el momento en que esto escribimos sigue empeñada en Barcelona la lucha : allí es donde en nuestro concepto ha de decidirse, y donde esperamos alcanzar victoria. ¡Plegue á Dios que sepa el Gobierno aprovecharla!

No ha sucedido así en Zaragoza ni en Galicia, donde habiendo tenido la fortuna de sofocar en su orígen los gérmenes de rebelion que se iban desenvolviendo con iguales pretextos, continuan sin embargo los mismos elementos de discordia. Decímoslo con franqueza, y no nos cansarémos de repetirlo, si el ministerio ha de llevar adelante la obra comenzada, preciso es que gobierne de otra manera que lo ha hecho hasta ahora. Su manifiesto en contestacion á los cargos que le hacen sus enemigos, es una obra deplorable que revela la debilidad del poder y las preocupaciones revolucionarias que quizá le dominan. Creemos que los gobiernos no deben hablar á las naciones mas que en circunstancias muy solemnes, que no ocurren sino á larguísimos períodos. Solo de esta manera y haciéndolo con circunspeccion suma pueden tener sus palabras el valor que les corresponde, y hacer el efecto que se proponen. Fuera de estos casos los gobiernos no deben dar cuenta de sus acciones sino á las Cortes, ó por medio del periódico oficial y con la fórmula de todos conocida, cuando la urgencia y la gravedad del punto lo exigieren. Pero descender el Gobierno, no solamente á justificarse de una manera oficial ante quien no tiene derecho para juzgarle, sino á contestar á las inculpaciones absurdas y ridículas de algunos periódicos, nos parece indigno del poder supremo, impropio de una monarquía constitucional, y un recuerdo deplorable de los aciagos tiempos de la dominacion revolucionaria.

Espartero, no admitido en Lisboa, donde pretendia desembarcar no sabemos á qué propósito, y despues de haber visitado nuestras costas, llegó á Londres, y fué recibido por sus antiguos aliados con la consideracion que les merecen todos aquellos que sucumben defendiendo su causa. Espartero era un soldado de la Inglaterra: justo es pues que la Inglaterra le ofrezca ahora su cuartel de inválidos. El gobierno inglés sin embargo no le dispensa el título de regente que él mismo se atribuía: bástale en su concepto tributarle los miramientos á que es acreedor un desgraciado que ha ejercido en tiempos de mas fortuna una alta y esclarecida dignidad. El mensaje de la municipalidad de Londres habrá lisonjeado mucho al proscrito; pero ni tiene la importancia que se le atribuye, ni significa otra cosa que un simple homenaje de amistad política.

Ningun suceso importante ha ocurrido en el extranjero en esta quincena fuera del viaje que la reina Victoria y el príncipe su esposo han hecho al castillo de Eu. Los periódicos diarios vienen llenos de

narraciones brillantes de las fiestas y ceremonias con que son obsequiados en este momento los augustos huéspedes. En cuanto a la importancia y consecuencias de esta visita, no pensamos como algunos que por ella haya de cambiarse la política de los dos' gobiernos; pero sí es de esperar que en adelante serán mas estrechas y cordiales las relaciones entre ellos, y tal vez una nueva alianza asegure y fortifique la paz europea, próxima á turbarse algunas veces por el desacuerdo de estas grandes naciones. !

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Unimos á la REVISTA y repartimos á nuestros suscritores el siguiente artículo sobre la SITUACION (ADMINISTRATIVA DE ESPAÑA, obra de un hábil estadista, que á su profundo conocimiento de la ciencia, reune la experiencia de una larga y laboriosa carrera en las altas funciones de la administracion pública. Llamamos la atencion de nuestros lectores sobre este importantísimo trabajo, y si bien, sentimos no poder convenir con el autor en algunos puntos, le damos el parabien por su obra, seguros de que el público la apreciará tambien como merece.

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DE LA INSTITUCION Y ORGANIZACION

DE LA

MILICIA NACIONAL.

CASI todos los principios y teorias constitucionales han sido

examinados y discutidos entre nosotros pública y solemnemente, dando lugar á empeñadas controversias, en que se han expuesto por una y otra parte razones en pro y contra de ellos; y la milicia nacional, cuyo establecimiento en España puede considerarse como un ensayo y un ejemplo provechoso, ha gozado del singular privilegio de pasar como punto no controvertible, por mas que lo sea y mucho, en el ánimo de las personas que han podido y debido examinarlo. Al discutirse la Constitucion de 1837 nadie osó poner en duda la conveniencia de que en ella quedase consignado como garantía política, en el concepto de muchos, el establecimiento de la milicia nacional: despues de este tiempo nadie tampoco se ha atrevido á reclamar para ella una organizacion tal, que aminorase sus peligros, y salvase, en cuanto fuera posible, sus inconvenientes. Ni el proyecto del ministerio Ofalia, ni el que presentó á las Cortés el de Perez de Castro llenaban el objeto que se proponian, y los periódicos de todas las épocas no han sabido pronunciar su nombre sino para colmarle de elogios ó para ganar su voluntad con lisonjas. Nosotros no pensamos seguir el mismo camino, cualesquiera que sean los inconvenientes del nuestro escritores de verdad y de conciencia, nos proponemos examinar todos aquellos puntos cuya dilucidacion pueda ser provechosa, sin temor de los riesgos que tiene á veces la publicacion de la verdad en los tiempos de pasiones y de revueltas. Vamos á examinar la institucion y organizacion de la milicia nacional con la imparcialidad y la SEGUNDA ÉPOCA.-TOMO I.

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