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Irlanda. Los caudillos de este pais, aunque obedientes en la apariencia, abrigaban en su corazon el firme propósito de la venganza. Pero como despues de la derrota de los Irlandeses del Norte fuese elevada la Irlanda á la dignidad de reino, sometiéronse los caudillos indígenas; creáronse algunos pares entre las familias irlandesas; diéronse nuevas leyes para generalizar la lengua inglesa, y al cabo de doscientos años fué reconocida aunque nominalmente la autoridad del gobierno en Munster y Connaught.

A pesar de tantas causas de desavenencia habria sido tal vez posible la fusion de ambos pueblos, sino hubiesen ido apareciendo nuevas causas de discordia. Enrique VIII mandó á los Irlandeses abjurar la fé de sus mayores abrazando la causa de la reforma: ellos resistieron hacerlo privadamente en un principio y solemnemente despues en el parlamento tenido en Dublin en 1536. Cuando á los pocos años la reina Isabel hubo fijado en Inglaterra las bases de la iglesia protestante envió al conde Sussex para que celebrára un parlamento irlandés; pero sus resultas no hubieron de ser tampoco favorables á la reforma. A pesar de todo se estableció en aquel pais la iglesia anglicana, y se impuso á sus naturales la nueva fé en nombre del despotismo; pero tenia ésta que luchar con tantas contrariedades, que su propagacion hubo de ser imposible fuera de unas pocas familias inglesas establecidas ocasionalmente en la isla. Un pueblo medio civilizado medio bárbaro, apegado á sus antiguos hábitos, supersticioso y dominado por caudillos enemigos irreconciliables de la reforma no podia estar bien dispuesto en favor de semejante mudanza. Además el venir esta de aquellos de quienes habian recibido tantos agravios era una razon mas para resistirla. El despojo de los bienes del clero sublevó las conciencias timoratas, y las violencias, las depredaciones y aun los asesinatos de que fueron causa las disensiones religiosas, exasperaron los ánimos, avivaron los odios, é hicieron imposible la fusion de ambas razas. Los Irlandeses hicieron de su religion una enseña nacional, juntándose entonces para oprimirlos el celo fanático por la reforma, con el temor de que en odio á ella proclamasen los católicos su independencia política. La persecucion dió motivo al levantamiento: hízolo el conde de Desmond, aunque con poca fòrtuna, y sus condados de Kork y Kerry fueron devastados por la guerra, las ejecuciones militares, el hambre y la peste hasta tal punto, que segun un his

toriador contemporáneo «el pais que era antes rico, fértil, po-, blado, cubierto de ricos pastos y de abundantes cosechas tornóse estéril y desierto, no produciendo frutos los árboles, trigo los campos ni yerba los prados.» La crueldad de Sir Arturo Grey, diputado ó lugar-teniente á la sazon, fué tan grande, que la misma reina Isabel le acusó de no haber dejado mas que cenizas y esqueletos en su reino, viéndose obligada á deponerle. Sucedióle Perrott, el mas humano de todos los vireyes; y aunque en su tiempo tuvo que reprimir la rebelion del conde de Tyrone, agente en aquella ocasion de las cortes de Roma y España, supo conciliar la justicia con la misericordia, la energía con la prudencia. Pero su administracion duró apenas tres años, á causa de cierta intriga cortesana.

Los Ingleses, establecidos de antiguo en el pais, no eran menos opuestos á la reforma que los indígenas, aunque no siempre tomáran parte en las rebeliones de estos. Apareció entonces una nueva raza de colonos ansiosos de riquezas y de las mercedes de la corona, enemigos de los indígenas y de los que en algun tiempo hicieran causa comun con ellos, y objeto por consiguiente de la animadversion pública. Los principales miembros del parlamento de 1569 se pusieron en oposicion con la corona, á causa de la ilegalidad de muchas elecciones: los jueees las declararon nulas, aunque con limitaciones tales, que conservó el gobierno la mayoría de los sufragios.

Al advenimiento de Jacobo I estaba ya pacificada la isla con la sumision de Tyrone, y todo dispuesto para el establecimiento definitivo del poder inglés bajo la base de la igualdad de leyes y de derechos. Así este reinado es el mas importante de la historia constitucional de Irlanda. Esta uniformidad entre los dos paises era sin embargo incompatible con el ejercicio del culto católico y con la admision de los fieles á los destinos públicos.

En tiempo de la reina Isabel habia sido privado el clero de sus franquicias y beneficios, al paso que los ministros protestantes no tenian influencia ni autoridad sobre el pueblo, merced á su ignorancia y á sus malas: costumbres. Este mismo clero, oprimido por el gobierno pero influyente por su autoridad moral, propagaba por todas partes el fuego de la insurreccion, ó predicaba al menos la resistencia á las innovaciones religiosas. El advenimiento de Jacobo al trono fué la señal para sacudir el yugo

de la herejía: insurreccionóse el pueblo en Kork, Waterford y otras ciudades, proclamando la restauracion del culto católico, apoderándose de las iglesias, arrojando de ellas á los ministros, y cerrando sus puertas contra las órdenes del lord diputado. Aunque reducida á la obediencia, la nacion conservó su fé preparándose á nuevos disturbios. De sus resultas los sacerdotes fueron extrañados del reino, y los magistrados y principales ciudadanos de Dublin encerrados en prisiones, porque no frecuentaban los templos protestantes. Eleváronse quejas hasta el tribunal de Westminster contra estas demasías, que dieron lugar á providencias conciliadoras pero insuficientes para mitigar la animadversion de los católicos.

El primer cuidado de la nueva administracion fué poner á la Irlanda en el camino de los pueblos civilizados. Nombráronse gerifes hasta en Ulster; las divisiones territoriales de condados. y baronías se extendieron á los pocos distritos que carecian de ellas; ensanchóse la potestad de los jueces de apelacion; variáronse las leyes de sucesion; los señores irlandeses entregaron sus estados á la corona, recibiendo en cambio otros que llevaban anexos servicios, y el reconocimiento de la supremacía del soberano; hízose una estadística de las tierras que cada uno de estos señores poseia, y en suma parecia que iba á comenzar para la Irlanda su edad de oro. Una máxima sin embargo contrariaba y desacreditaba esta política; la de que la ley no toleraba ninguna religion mas que la que ella misma declaraba verdadera.

La rebelion de O'Neil en 1567 sugirió la idea de completar la conquista de Irlanda por los mismos medios que habia sido comenzada, esto es, por el establecimiento de colonias inglesas. La ley de las confiscaciones era tambien conveniente para la ejecucion de este propósito. Acusado O'Neil ante el parlamento en 1509 pasaron sus estados á la corona, quien los entregó á una colonia inglesa para que los poblára, sin dar participacion en ellos á los indígenas. Tyrone y Tyrconnel, acusados tambien de conspiracion, fueron desposeidos de sus estados, fundándose en ellos una colonia que es hoy una de las provincias mas florecientes de la Irlanda. Dividiéronse estas tierras entre algunos aventureros Ingleses y Escoceses, los servidores de la corona que habian desempeñado en aquel pais oficios civiles y militares y

muchos antiguos Irlandeses, algunos de los cuales habian tomado parte en la rebelion de Tyrone. Las porciones de terreno se distribuyeron en tres clases: de 1000, 1500 y 2000 acres. Los que recibian esta última porcion debian edificar un castillo en el término de cuatro meses, y los que eran agraciados con la segunda una casa de piedra. Los primeros debian traer á sus tierras cuarenta y ocho hombres ájiles, Ingleses ó Escoceses: los otros debian hacer lo mismo, variando solamente el número en proporcion á sus estados. Todos los agraciados debian residir cinco años al menos en sus posesiones con buena cantidad de armas no podian enagenar sus tierras sin el consentimiento del rey, ni arrendarlas por menos de veinte y un años, y sus colonos debian vivir en casas edificadas á la inglesa, y que formasen poblacion. Los naturales obtuvieron sus tierras bajo las mismas condiciones, escepto la de edificar castillos. Así fueron divididas las tierras de Ulster entre ciento cuatro Ingleses y Escoceses, cincuenta y seis servidores de la corona, y doscientos ochenta y seis naturales.

Tan noble propósito sin embargo no se llevó á cabo completamente los Irlandeses fueron menos atendidos que los otros colonos; buscáronse pretextos para arrancarles sus propiedades y adjudicarlas á la corona, y se obligó á los jueces y jurados á dar providencias injustas y usurpadoras. Aquellos que habian sido mas fieles, los mismos que habian abrazado la religion reformada, fueron tambien desposeidos. Así, aunque en muchas : de estas colonias floreció el comercio, adelantaron las artes y se edificaron nuevas poblaciones, los Irlandeses devoraban en su corazon el pesar del agravio, y sino se rebelaron desde luego, hiciéronlo mas tarde, como verémos en el siguiente artículo.

CRITICA LITERARIA.

GREENCIAS Y DESENGAÑOS,

NOVELA ORIGINAL

por D. Ramon de Navarrete.

No hace muchos años era la novela considerada por la gen

te docta y sesuda como fútil recreo indigno de la literatura de alta ley, como pábulo pernicioso de imaginaciones frívolas ó visionarias. Pocos ejemplos habia entonces en verdad que pudiesen servir de argumentos contra aquella prevencion desdeñosa, habiendo muchos por el contrario que justificándola la robusteciesen. El cultivo atinado y profundo del género no habia demostrado todavía su flexibilidad y alcance, y el tiempo, crítico soberano, segun la expresion vigorosa de un gran escritor de nuestros dias, no habia venido á descubrir y sancionar los nobles y elevados empleos á que se hallaba destinado. Walter Scott es sin disputa el que mejor ha acertado á dar á la novela su forma, sus caracteres propios, sus prendas genuinas y esenciales. En sus manos no es la novela únicamente un arte de amenidad, blando esparcimiento del ánimo: es además un medio de propagar ideas de alta importancia moral, histórica y nacional. ¿Quién al leer sus obras no siente llevado su ánimo por una fuerza simpática irresistible hácia esa Escocia nebulosa, en cuyos montes viven aquellos sencillos y generosos caracteres que ha sabido

un

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