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leza como la pasada, que tenian ya guarnecida los enemigos, habiéndose adelantado para ocuparla; y aunque sus gritos y amenazas irritaron bastantemente á Cortés, estaba cerca la noche y cerca el escarmiento para entrar en nuevas disputas sin mayor exámen.

Alojó su ejército cerca de un lugarcillo algo eminente que se halló despoblado y descubria las sierras del contorno, donde se padeció grande incomodidad porque faltó el agua, y era otro enemigo la sed bastante á sobresaltar las horas del sosiego. Remedióse por la mañana esta necesidad en unos manantiales que se hallaron á poca distancia; y Hernan Cortés ordenando que le siguiese puesto en órden el ejército, se adelantó á reconocer aquella fortaleza que ocupaban los Mejicanos, y la halló má inaccesible que la pasada, porque la subida era en forma de caracol descubierto á las ofensas de la cumbre; pero reparando en que á tiro de arcabuz se levantaba otra eminencia que tenian sin guarnicion, mandó á los capitanes Francisco Verdugo y Pedro de Barba y al tesorero Julian de Alderete, que subiesen á ocuparla con las bocas de fuego para embarazar las defensas de la otra cumbre: lo cual se puso luégo en ejecucion por camino encubierto á los enemigos, que á las primeras cargas se atemorizaron de ver la gente que perdian, y trataron sólo de retirarse apresuradamente á un lugar de considerable poblacion que se daba la mano con la misma fortaleza; cuya novedad se conoció abajo en la intermision de las voces: y mismo tiempo que se daban las órdenes para el ataque, avisaron de la montaña vecina 'que los Mejicanos abandonaban su fortaleza y se iban desviando á lo interior de la tierra; con que se tuvo por ocioso reconocer aquel puesto que no se habia de conservar, ni era de consecuencia faltando el enemigo que le defendia.

al

Pero ántes de volver á la marcha se descubrieron en lo alto algunas mujeres que clamaron por la paz, tremolando y abatiendo unos paños blancos, y acompañando esta demostracion con otras señales de rendimiento que obligaron á que se hiciese llamada: en cuya respuesta bajó luégo el cacique de aquella poblacion, y dió la obediencia

no solamente por la fortaleza en que residia, sino por la otra que se dejaba en el camino, la cual era tambien de su jurisdiccion. Hizo su razonamiento con despejo de hombre que tenía de su parte la verdad, atribuyendo la resistencia de aquellos montes al predominio de los Mejicanos, y Hernan Cortés admitió sus disculpas, porque no era tiempo de apurar los escrúpulos de la razon. Sentía el cacique como disfavor que pasase por su distrito el ejército sin admitir el obsequio de sus vasallos; y por complacerle fué necesario que subiesen con él dos compañías de Españoles á tomar por el rey aquel género de posesion que se practicaba entónces.

Hecha con poca detencion esta diligencia, pasó el ejército á Guastepeque; lugar populoso que dejó pacificado Gonzalo de Sandoval; y se halló tan poblado y bastecido, como si estuviera en tiempo de paz, ó no hubiera padecido la opresion de los Mejicanos.

Salió el cacique al camino con los principales de su pueblo á convidar con su obediencia y con el alojamiento que tenía prevenido en su palacio para los Españoles, y dentro de la poblacion para los cabos de la gente confederada, ofreciendo asistir á los demás con los víveres que hubiesen menester, y de todo se desempeñó con igual providencia y liberalidad.

Era el palacio un edificio tan suntuoso que pudiera competir con los de Motezuma; y de tanta capacidad, que se alojaron dentro de él todos los Españoles con bastante desahogo. Por la mañana les llevó á ver una huerta que tenía para su divertimiento, nada inferior á la que se halló en Iztacpalapa, cuya grandeza y fertilidad mereció admiracion entónces, porque no esperaban tanto los ojos; y despues se halla referida entre las maravillas de aquel nuevo mundo. Corria su longitud más de media legua : y poco menos su latitud, cuyo plano, igual por todas partes, İlenaba con regular distribucion cuantos géneros de frutales y plantas produce aquella tierra, con varios estanques donde se recogian las aguas de los montes vecinos; y algunos espacios á manera de jardines que ocupaban las flores y yerbas medicinales puestas en diferentes cuadros

de mejor cultura y proporcion : obra de hombre poderoso con genio de agricultor, que ponia todo su estudio en aliñar, con los adornos del arte, la hermosura de la naturaleza.

Procuró Hernan Cortés empeñarle con algunas dádivas en su amistad; y porque recibió al entrar en la huerta aviso de que le aguardaban los enemigos en Quatlacaba, lugar del camino que se iba siguiendo, estuvo mal hallado en aquella recreacion, y se puso luégo en marcha, no sin alguna desazon de haberse detenido más que debiera: propia condicion del cuidado divertirse con (dificultad, y volver con mayor fuerza si alguna vez se divierte.

CAPÍTULO XVIII

Pasa el ejército á Quatlabaca, donde se rompió de nuevo á los Mejicanos y despues á Suchimilco, donde se venció mayor numero y se vió Hernan Cortés en contingencia de perderse.

Era Quatlabaca lugar populoso y fuerte por naturaleza, situado entre unas barrancas ó quiebras del terreno, cuya profundidad pasaria de ocho estados, y servia de foso á la poblacion y de tránsito á los arroyos que bajaban de la sierra. Llegó el ejército á este paraje, sujetando con poca dificultad las poblaciones intermedias; y ya tenian los Mejicanos cortadas las puentes de la entrada y guarnecida su ribera con tanto número de gente, que parecia imposible pasar de la otra banda. Pero Hernan Cortés formó su ejército en distancia conveniente; y entre tanto que los Españoles, con sus bocas de fuego, y los confederados con sus flechas, procuraban entretener al enemigo con frecuentes escaramuzas, se apartó á reconocer la quiebra; y hallándola poco más abajo considerablemente más estrecha discurrió y dispuso, casi á un mismo tiempo, que se formasen dos ó tres puentes de árboles enteros cortados por el pie, los cuales se dejaron caer á la otra orilla, y unidos lo mejor que fué posible, dieron bastante, aunque peligroso camino, á la infantería. Pasaron luégo los Españoles

de la vanguardia, quedando los Tlascaltecas á continuar la diversion del enemigo, y se formó un escuadron del foso adentro que se iba engrosando por intantes con la gente de las otras naciones. Pero tardaron poco los Mejicanos en conocer su descuido, y cargaron de tropel sobre los que habian entrado, con tanta determinacion, que no se hizo poco en conservar lo adquirido; y se pudiera dudar el suceso de aquella resistencia desigual, si no llegaran al mismo tiempo Hernan Cortés, Cristóbal de Olid, Pedro de Alvarado y Andrés de Tapia, que habiéndose alargado mientras pasaba el ejército á buscar entrada para los caballos, la encontraron poco segura y dificultosa, pero de grande oportunidad para el conflicto en que se hallaban los Españoles.

Tomaron la vuelta con ánimo de acometer por las espaldas y lo consiguieron asistidos ya de alguna infantería, cuyo socorro se debió á Bernal Diaz del Castillo, que aconsejándose con su valor, penetró el foso por dos ó tres árboles, que pendientes de sus raices descansaban de su mismo peso en la orilla contrapuesta. Siguiéronle algunos Españoles de los que asistian á la diversion, y número considerable de indios, llegando unos y otros á incorporarse con los caballos al mismo tiempo que se disponian para embestir.

Pero los Mejicanos, reconociendo el golpe que les amenazaba por la parte interior de sus fortificaciones, se dieron por perdidos; y derramándose á varias partes, trataron sólo de buscar las sendas que sabian para escapar á la montaña. Perdieron alguna gente, asi en la defensa del foso como en la turbacion de la fuga, y los demás se pusieron en salvo sin recibir mayor daño, porque los precipicios y asperezas del terreno frustraron la ejecucion del alcance. Hallóse la villa totalmente despoblada, pero con bastante provision de bastimentos y algun despojo, en cuya ocupacion se permitió lo manual á los soldados. Y poco despues llamaron desde la campaña el cacique, y los principales de la poblacion que venian á rendirse, pidiendo, con el foso delante, seguridad y salvaguardia para entrar á disponer el alojamiento: cuya permision se les

dió por medio de los intérpretes: y fueron de servicio, más para tomar noticia del enemigo y de la tierra, que porque se necesitase ya de sus ofertas, ni se hiciese mucho caso de sus disculpas; porque la cercanía de Méjico los tenía en necesaria sujecion,

El dia siguiente por la mañana marchó el ejército la vuelta de Suchimilco; poblacion de aquellas que merecian nombre de ciudad, sobre la ribera de una laguna dulce que se comunicaba con el lago mayor, cuyos edificios ocupaban parte de la tierra, dilatándose algo más dentro del agua donde servian las canoas á la continuacion de las calles. Importaba mucho reconocer aquel puesto por estar cuatro leguas de Méjico; pero fué trabajosa la marcha, porque deespues de pasar un puerto de tres leguas, se caminó por tierra estéril y seca, donde llegó á fatigar la sed, fomentada con el ejercicio y con el calor del sol, cuya fuerza creció al entrar en unos pinares que duraron largo trecho; y al sentir de aquella gente desalentada, echaban á perder la sombra que hacian.

Halláronse cerca del camino algunas estancias ó caserios ya en la jurisdiccion de Suchimilco, edificadas á la grangería ó á la recreacion de sus vecinos, donde se alojó el ejército, logrando en ellas por aquella noche la quietud y el refrigerio de que tanto necesitaba, Dejólas el enemigo abandonadas para esperar á los Españoles en puesto de mayor seguridad; y Hernan Cortés marchó al amanecer puesta en órden su gente, llevando entendido que no sería fácil la empresa de aquel dia, ni creible que los Mejícanos dejasen de tener cuidadosa guarnicion en Suchimilco, lugar de tanta consecuencia y tan avanzado; particularmente cuando iban cargados hácia el mismo paraje todos los fugitivos de los reencuentros pasados: lo cual se verificó brevemente; porque los enemigos, cuyo número pudo ser verdadero, pero se omite por inverosímil, tenian formados sus escuadrones en un llano algo distante de la ciudad, y á la frente un rio caudaloso que bajaba rápidamente á descansar en la laguna; cuya ribera estaba guarnecida con duplicadas tropas, y el grueso principal aplicado á la defensa de una puente de madera que dejaron

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