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lar que concurrió en la conquista de Méjico para mayor justificación de aquel dominio sobre las demas consideraciones generales, que no sólo hicieran lícita la guerra en otras partes, sino legítima y razonable, siempre que se puso en términos de medio necesario para la introduccion del Evangelio.

CAPÍTULO IV

Entra en poder de Hernan Cortés el oro y joyas que se juntaron de aquellos presentes: dicele Motezuma con resolucion que trate de su jornada, y él procura dilatarla sin replicarle; al mismo tiempo que se tiene aviso de que han llegado navios españoles á la costa.

No se descuidó Motezuma en acercarse como pudo al fin que deseaba, resuelto á ganar las horas en el despacho de los Españoles, y ya violento en aquel género de sujecion que se hallaba obligado á conservar, porque no dejase de parecer voluntaria. Entregó con este cuidado á Cortés el presente que tenía prevenido, y se componia de varias curiosidades de oro con alguna pedrería; unas de las que usaba en el adorno de su persona, y otras de las que se guardaban por grandeza y servian á la ostentacion : diferentes piezas del mismo género y metal en figura de animales, aves y pescados, en que se miraba como segunda riqueza el artificio: cantidad de aquellas piedras que llamaban chalcuís, parecidas en el color á las esmeraldas, y en la vana estimacion á nuestros diamantes; y algunas pinturas de pluma, cuyos colores naturales, ó imitaban mejor, ó tenian ménos que fingir en la imitacion de la naturaleza dádiva de ánimo real que se hallaba oprimido y trataba de poner en precio su libertad.

Siguiéronse á esta demostracion los presentes de los nobles que venian con título de contribucion, y se redujeron á piezas de oro y otras preseas de la misma calidad, en que se compitieron unos á otros con deseo, al parecer, de sobresalir en la obediencia de su rey, y mezclando esta su

bordinacion con algo de propia vanidad. Todo venía diri gido á Motezuma, y pasaba con recado suyo al cuarto de Cortés. Nombráronse contador y tesorero para que se llevase la razon de lo que se iba recibiendo; y se juntó en breves dias tanta cantidad de oro, que reservando las joyas y piezas de primor, y habiéndose fundido lo demas, se hallaron seiscientos mil pesos reducidos á barras de buena ley, de cuya suma se apartó el quinto para el rey, y del resíduo, segundo quinto para Hernan Cortés, con beneplácito de su gente y cargo de acudir á las necesidades públicas del ejército. Separó tambien la cantidad en que estaba empeñado para satisfacer la deuda de Diego Velázquez, y lo que le prestaron sus amigos en la isla de Cuba; y lo demas se repartió entre los capitanes y soldados, comprendiendo á los que se hallaban en la VeraCruz.

Diéronse iguales porciones á los que tenian ocupacion; pero entre los de plaza sencilla hubo alguna diferencia, porque fueron mejor remunerados los de mayores servicios; ó ménos inquietos en los rumores antecedentes: peligrosa equidad en que hace agraviados el premio y quejosos la comparacion. Hubo murmuraciones y palabras atrevidas contra Hernan Cortés y contra los capitanes; porque al ver tanta riqueza junta, querian igual recompensa los que merecian ménos, y no era posible llenar su codicia, ni conviniera fundar en razon la desigualdad.

Bernal Diaz del Castillo discurre con indecencia en este punto; y gasta demasiado papel en ponderar y encarecer lo que padecieron los pobres soldados en este repartimiento, hasta referir como donaire y discrecion lo que dijo ésto ó aquél en los corrillos 1.

Habla más como pobre soldado que como historiador; y Antonio de Herrera le sigue con descuidada seguridad, siendo en la historia igual prevaricacion decir de paso lo que se debe ponderar y detenerse mucho en lo que se pudiera omitir. Pero uno y otro asientan que se quietó este

1. No es esa, efectivamente, la ocasion en que Bernal se hace más recomendable á sus lectores.

desabrimiento de los soldados, repartiendo Cortés del oro que le habia tocado lo que fué necesario para satisfacer á los quejosos, y alaban despues su liberalidad y desinterés, deshaciendo en vez de borrar lo que sobra en su narracion.

Motezuma, luego que por su parte y la de sus nobles se dió cumplimiento al servicio que se ofreció en la junta, hizo llamar á Cortés, y con alguna severidad fuera de su costumbre, le dijo: « que ya era razon que tratase de su

jornada, pues se hallaba enteramente despachado; y >> que habiendo cesado todos los motivos ó pretextos de >> su detencion, y conseguido en obsequio de su rey tan >> favorable respuesta de su embajada, ni sus vasallos >> dejarian de presumir intentos mayores si le viesen perse>> verar en su corte voluntariamente, ni el podria estar de >> su parte cuando no estaba de su parte la razon. » Esta breve insinuacion de su ánimo, dicha en términos de amenaza y con señas de resolucion premeditada, hizo tanta novedad á Cortés que tardó en socorrerse de su discrecion para la respuesta; y conociendo entónces el artificio de aquellas liberalidades y favores de la junta pasada, tuvo primeros movimientos de replicarle con alguna entereza, valiéndose del genio superior con que le dominaba; y fuese con este fin, ó porque llegó á recelar viéndole tan sobre sí que traeria guardadas las espaldas, ordenó recatadamente á uno de sus capitanes que hiciese tomar las armas á los soldados, y los tuviese prontos para lo que se ofreciese. Pero entrando en mejor consejo, se determinó á condescender por entonces con su voluntad; y para dar motivo á la detencion de la respuesta, disculpó cortesanamente lo que se habia embarazado, viéndole ménos agradable cuando era tan puesto en razon lo que ordenaba. Díjole : « que trataria luego de abreviar su viage: » que ya traía entre las manos las prevenciones de que >> necesitaba; y que deseando ejecutarlo sin dilacion, ha» bia discurrido en pedirle licencia para que se fabricasen >> algunos bajeles capaces de tan larga navegacion, por >> haberse perdido, como sabia, los que le condujeron á » sus costas. » Con que dejó introducida y pendiente su

obediencia, satisfaciendo al empeño en que se hallaba, y dando tiempo á la resolucion 1.

Dicen que tuvo Motezuma prevenidos cincuenta mil hombres para este lance; y que vino con determinacion de hacerse obedecer, valiéndose de la fuerza si fuese necesario; y es cierto que temió la réplica de Cortés, y que deseaba excusar el rompimiento, porque le abrazó con particular afecto, estimando su respuesta como quien no la esperaba. Obligóse de que le quitase la ocasion de irritarse contra él. Amábale con un género de voluntad que tenía parte de inclinacion y parte de respeto; y bien hallado con su mismo desenojo le dijo: « que no era su in>> tento apresurase su jornada sin darle medios para que » la ejecutase que se dispondria luégo la fábrica de los » bajeles, y entretanto no tenía que hacer novedad ni apar>>tarse de su lado, pues bastaria para la satisfaccion de sus >> dioses y quietud de sus vasallos, aquella prontitud con » que se trataba de obedecer á los unos y complacer á los » otros. >> Fatigábale aquellos dias el demonio con horribles amenazas, dando voz ó semejanza de voz á los ídolos para irritarle contra los Españoles. Congojábanle tambien los nuevos rumores que se iban encendiendo entre los suyos por haberse recibido mal que se hiciese tributario de otro príncipe, mirando aquella desautoridad suya como nuevo gravámen que bajaria con el tiempo á los hombros de sus vasallos. De suerte que se hallaba combatido por una parte de la política, y por otra de la religion; y fue mucho que se determinase á dar esta permision á Cortés, por ser observantísimo con sus dioses, y no ménos supersticioso con el ídolo de su conservacion.

Diéronse luego las órdenes para la fábrica de los bajelès. Publicóse la jornada, y Motezuma hizo pregonar que acudiesen á la costa de Ulúa todos los carpinteros del contorno, señalando les parajes donde se podria cortar la madera, y los lugares que habian de contribuir con Indios

1. Esta narracion la copió Solis de las décadas de Herrera; pero Cortés nada dice en sus relaciones al rey; y ciertamente no hubiera omitido en ellas un hecho tan importante, y digámoslo asi, diplomático, si hubiese sido cierto.

de carga para que la condujesen al astillero. Hernan Cortés por su parte afectó las exterioridades de obediente. Despachó luégo á los maestros y oficiales que fabricaron los bergantines, conocidos ya entre los Mejicanos. Discurrió públicamente con ellos porte y calidad de los bajeles, ordenándoles que se aprovechasen del hierro, jarcias y velámen de los que se barrenaron; y todo era tratar del viage como si le tuviera resuelto; con que adormeció las inquietudes que se iban forjando, y se aseguró en la confianza de Motezuma.

Pero al tiempo de partir esta gente á la Vera-Cruz habló reservadamente á Martin Lopez, vizcaino de nacion, que iba por cabo principal; y siendo maestro consumado en este género de fábricas, sabia cumplir mejor con la profesion de soldado. Encargóle « que se fuese poco á poco en >> la formacion de los bajeles, y procurase alargar la obra >> cuanto pudiese con tal artificio que se consiguiese la tar» danza sin que pareciese dilacion. » Era su fin conservarse con este color en aquella corte, y hacer lugar para que pudiesen volver de España sus comisarios Alonso Hernandez Portocarrero y Francisco de Montejo, con esperanza de que le trajesen algun socorro de gente, ó por lo menos el despacho y órdenes de que necesitaba para la direccion de su empresa, porque siempre tuvo firme resolucion de proseguirla. Y caso que le arrojase de Méjico la última necesidad, pensaba esperarlos en la Vera-Cruz, y mantenerse al abrigo de aquella fortificacion, valiéndose de las naciones. amigas para resistir á los Mejicanos: admirable constancia, que no sólo duraba entre las dificultades presentes, pero se prevenia para no descaecer en las contingencias.

Sobrevino dentro de pocos dias otro accidente que descompuso estas disposiciones, llamando la prudencia y el valor á nuevo cuidado. Tuvo noticia Motezuma de que andaban en la costa de Ulúa diez y ocho navíos extranjeros, y los ministros de aquel paraje se los enviaron pintados en aquellos lienzos que hacian el oficio de las cartas, con las señas de la gente que se habia dejado ver en ellos, y algunos caractéres en que venia significado lo que se podria recelar de sus intentos, siendo Españoles al parecer, y lle

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