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Dado en Palacio á 4 de Setiembre de 1850.—Está rubricado de la Real mano. El Ministro de Comercio, Instruccion y Obras públicas, Manuel de Seijas Lozano.

791.

COMERCIO, INSTRUCCION Y OBRAS PUBLICAS.

[4 Setiembre.] Real decreto, haciendo reformas en los Institutos de segunda

enseñanza.

Señora: Una de las mas importantes consecuencias del plan de estudios que V. M. acaba de decretar, debe ser el arreglo de los institutos de segunda enseñanza.

Desde que el Ministro que suscribe fue honrado con la confianza de V. M. tuvo que fijar su atencion en tan importante asunto; porque habiéndose suscitado dudas acerca de la utilidad de estas escuelas, y siendo en sentir de algunos excesivo su número, deber suyo era examinar lo que habia de cierto en estas opiniones, y proponer á V. M. lo mas conveniente al verdadero progreso de la educacion pública.

Los numerosos datos reunidos con este objeto, compuestos de informes de todas las autoridades y corporaciones provinciales, y de las memorias de visita remitidas por los catedráticos de Universidad encargados de presidir los actos para el grado de bachiller en filosofía, y tambien por otras personas ilustradas á quienes se ha dado expresamente esta comision, arrojan luz bastante para formar idea cabal de unos establecimientos que, á pesar de la prevencion con que por algunos se han mirado, encierran el porvenir de la civilizacion española. Efectivamente, de la existencia de los Institutos depende que haya ó no en España segunda enseñanza, la cual, despues de la primaria, es la mas necesaria y la que alcanza á mayor número de personas, la que constituye la cultura de las naciones, su actividad civilizadora; debiéndose el atraso en que nos vemos, á pesar de los elementos de prosperidad que nuestro país encierra, al abandono en que se la tuvo entre nosotros en tiempos anteriores. Era por lo tanto indispensable sentar las bases de una educacion que, suministrando á los jóvenes los elementos de cuanto debe saber el hombre culto, desarrollase sus facultades intelectuales y los dispusiera convenientemente, no solo para las carreras científicas, sino tambien para todas las situaciones de la vida civil y política.

Tan esencial es la segunda enseñanza, que en todos tiempos

ha sido el objeto privilegiado de los gobiernos entendidos que, sin reparar en sacrificios, le concedieron una proteccion decidida, creando por todas partes numerosos establecimientos que han dado copiosos frutos de civilizacion y cultura.

Esto responde á la primera de las objeciones que se han hecho contra los institutos, debiendo examinar ahora la cuestion de su número. Esta puede resolverse, ó por comparacion ó por razones de conveniencia y de necesidad. Para lo primero no acudiria el Ministro á recordar el estado de la segunda enseñanza en Bélgica ó Alemania, en donde el movimiento intelectual excede á cuanto la imaginacion concibe. Se ocupará de la Francia, cuya situacion es la mas análoga á la nuestra.

En aquella nacion, al acaecer la revolucion de Febrero, existian cuarenta y seis colegios Reales, trescientos doce colegios comunales, ciento y dos instituciones y novecientas catorce pensiones, acudiendo á este gran número de establecimientos ochenta y dos mil alumnos, que unidos á veinte mil que encerraban los pequeños seminarios, formaban un total de ciento dos mil jóvenes que recibian la segunda enseñanza. Ahora bien : todos nuestros institutos, seminarios conciliares y colegios privados componen un número de ciento cincuenta, y á ellos acuden para cursar la segunda enseñanza unos quince mil alumnos. Aun suponiendo que España no tenga mas que una tercera parte de la poblacion de Francia, y tiene mucho mas, le corresponderian guardando proporcion treinta y cuatro mil cursantes de segunda enseñanza : luego se ve que no llegamos ni con mucho á la mitad de nuestros vecinos, y estamos á gran distancia, por consiguiente, de lo que existe en Inglaterra, Holanda, Prusia y otras naciones de la culta Europa.

Respecto de la conveniencia bastará recordar la importancia de esta enseñanza y la necesidad de que se generalice para conocer que la dotacion de un instituto por cada doscientas ochenta mil almas es sumamente escasa.

Por fortuna no han desconocido los verdaderos intereses del país las autoridades y corporaciones informantes. Muy pocas son las que piden la supresion de sus institutos, y casi todas, por el contrario, consideran su existencia como indispensable, limitándose á proponer algunas economías, pero reclamando no obstante nuevas enseñanzas para fomentar la agricultura y la industria.

No niegan algunos la utilidad de los institutos; pero llevados de ese deseo de lo mejor, que tan frecuentemente aparta de lo bueno, los desacreditan pintándolos en lastimoso estado. Tampoco todos los informes confirman esa opinion errada: la mayor parte dicen que la enseñanza es buena, y en muchos la califican de ex

celente, manifestando ademas que los pueblos van conociendo sus ventajas, como testifica el aumento de alumnos.

No se hace el Ministro ilusiones sobre el estado de los institutos; se hallan lejos de ser lo que él mismo quisiera, y lo que convendria para dar en ellos una enseñanza tan perfecta como exige la ilustracion del siglo; mas fuera injusto negar que habida consideracion al poco tiempo que llevan de existencia, á los obstáculos que les han opuesto ciertas preocupaciones y á la escasez de recursos, han hecho casi todos rapidísimos adelantos, habiendo muchos que son la admiracion de cuantos los visitan. Al tiempo de crearlos no contaba el Gobierno con elementos de ninguna éspecie. Sin profesores y sin medios materiales de enseñanza, parecia vano empeño el emprender lo que no ofrecia probabilidades de buen éxito; pero el Gobierno conoció que si esperaba á reunir profesores y medios con que crear desde luego institutos perfectos no llegariamos á tenerlos; que por el contrario, para formar profesores era indispensable poseer institutos buenos ó malos, y los recursos no se allegarian si no se ponia manos á la obra. Los resultados han respondido á este pensamiento.

Háse formado un plantel de jóvenes profesores llenos de ardor por la enseñanza, y que amaestrados con su ejercicio y el estudio pueden honrar á cualquier establecimiento literario llenando cumplidamente sus deberes. No todos merecen, á la verdad, igual elogio; pero el Gobierno irá reemplazándolos con otros mas idóneos, y el magisterio llegará á ser al cabo de algun tiempo tan ilustrado y perfecto como puedan desear los mas escrupulosos, Juego que produzca sus frutos la escuela normal que por el nuevo plan se manda establecer definitivamente, habiéndolos dado ya muy lisonjeros el imperfecto ensayo que se ha hecho en estos últi

mos años.

Los métodos de enseñanza, parte acaso la mas dificil, se van mejorando notablemente. A estos métodos se deberá el que lo que en un principio apareció tan árduo se convierta en llano y fácil, y ya no asusta tanto ese número y simultaneidad de materias que componen la segunda enseñanza, y que se avenia mal con los hábitos arraigados de mucho tiempo acá en nuestras escuelas. Desgraciadamente la inexperiencia, y á veces la vanidad de los profesores, les han hecho dar á esas materias en sus explicaciones una extension y profundidad incompatibles con la capacidad de los niños; pero cada dia se acercan mas las lecciones á lo que exige la naturaleza de esta enseñanza y la publicacion de programas que reduzcan las asignaturas á sus verdaderos límites, juntamente con la de libros de texto acomodados á los mismos progra

mas, acabará de allanar las dificultades que todavia subsisten. Algunos institutos tienen ya edificios magníficos, donde se hallan con toda la amplitud que para sus diversos fines necesitan; otros carecen á la verdad de tan indispensable requisito, cuya falta es acaso la que mas paraliza el desarrollo de estos establecimienlos; pero las provincias estan haciendo para remediarla los mas laudables esfuerzos, asi como á su generosidad se deben los abundantes medios de enseñanza que ya se han reunido, correspondiendo de esta suerte con notable ardor á las invitaciones del Gobierno.

A esto se debe que casi todos los institutos se hallan provistos hoy de preciosos gabinetes de física; diez y nueve los tienen al completo,á once les falta muy poco para lo mismo; cinco hay que solo tienen lo preciso, y otros cinco únicamente carecen de estos medios de enseñanza, no necesitándolos los demas por ser de segunda clase. La mayor parte han establecido tambien sus jardines botánicos, y en cuanto á tener cubiertas sus obligaciones, se observa el resultado satisfactorio siguiente: treinta y dos institutos están al corriente de sus pagos; ocho se hallan atrasados de un mes; dos de dos meses; uno de tres; y solo tres sufren mayores atrasos. Esto honra sobremanera á las autoridades, y prueba que las provincias se prestan de buen grado á este servicio; debiéndose advertir respecto de este punto, el mas grave de todos y el que ha dado márgen á impugnaciones mas fuertes, que si bien hay institutos que gravitan casi exclusivamente sobre su provincia, otros se sostienen con sus propias rentas, y otros tienen las que bastan para que aquel gravámen quede reducido á una cantidad insignificante, siendo el resultado total que de cerca de tres millones de reales que cuestan los cuarenta y seis institutos provinciales y locales hoy existentes, mas de la mitad de aquella suma se satisface con rentas de los mismos establecimientos.

En resumen, Señora, el Ministro que suscribe, al proponer á V. M. la reforma de los institutos, ha debido tener en cuenta las consideraciones que siguen:

4. Que los adelantos de toda institucion nueva, que encuentra grandes obstáculos, no solo en la escasez de medios de toda clase, sino hasta en preocupaciones populares y hábitos envejecidos, no pueden ser tan rápidos como algunos desearan, y que conviene por lo mismo desechar toda prevencion desfavorable que nazca de ciertas imperfecciones forzosas que tendrán remedio.

2. Que á pesar de la escasez de recursos, de la falta casi absoluta de profesores que habia al organizarse los institutos, y de otras muchas causas de entorpecimiento, estas escuelas han

producido ya bienes positivos, y que poco a poco van disipando la prevencion desfavorable con que en un principio se les mirara, hallándose algunos en un estado el mas satisfactorio.

3. Que casi todos los expedientes que ha producido la circular de 19 de Noviembre último son favorables á los institutos; y que aunque en muchos se proponen economías mas o menos atendibles, tambien se piden nuevas enseñanzas para la agricultura y la industria, necesidad que ya ha tomado en consideracion el Gobierno.

4. Que ni es conveniente ni seria posible destruir los institutos, por haber echado bastantes raices para que se apetezca y solicite su conservacion, aunque con las reformas y economías que la situacion de las provincias reclama.

5. Que la conservacion de estos establecimientos interesa á la prosperidad futura de España; porque los institutos, no solo son el albergue de la segunda enseñanza, sino el fundamento único en que han de estribar las escuelas industriales, agrícolas, de comercio y las otras especiales, de las cuales se espera, y con razon, el impulso de nuestra riqueza y prosperidad futura.

6. Que los sacrificios que hacen los pueblos, si bien penosos para algunas provincias porque sus institutos no cuentan mas que con los recursos que aquellas facilitan, producen ya en la mayor parte de ellas las ventajas propias de los mismos; y de esperar es que en breve se multipliquen y extiendan á todas en proporcion que crezcan los medios de mejorar la enseñanza, sobre la que vela el Gobierno con incansable afan.

7. Que no obstante conviene disminuir cuanto posible sea tales sacrificios, introduciendo las economías compatibles con la buena enseñanza, y habida consideracion á los recursos de las respectivas provincias.

8. Que estas economías pueden ser de dos clases: unas disminuyendo catedráticos y empleados, otras acomodando la clase de los institutos á los recursos de las provincias.

9. Que la disminucion de catedráticos tiene su límite, no pudiéndose imponer á cada uno mas de dos lecciones diarias, habiendo materias que exigen mucha preparacion y estudio, y hasta gastos no pequeños.

10. Que suprimiendo el quinto año en los institutos de menos medios, es muy fácil á toda provincia costear uno de segunda clase, pues las asignaturas de aquel curso son las mas costosas y las que requieren mas medios materiales.

11. Que por esta razon la supresion total de un instituto únicamente debe acordarse cuando la esperiencia haya demostrado que no hay en él esperanza de prosperidad y vida por circunstan

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