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separada de la vulgar por lo que se apartaran en sus recientes hechos de las condiciones naturales: las campanas sonando á vuelo en la pequeña villa de Palos, dieron la señal á las inmediatas poblaciones, de donde acudieron en monton los habitantes avaros de tocar con sus manos la novedad que sus oidos sentian; y no hay duda que si algun momento de felices visibles sensaciones tuvo Colon en el transcurso de su afanosa vida, fué sin duda aquel en que pueblos enteros, considerándole como á semi-dios, se postraron á sus plantas embriagados de gozo, y vertiendo por los ojos raudales de entusiasmo.

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CAPITULO XVI.

Preliminares de otra espedicion á las Indias.-Nuevos honores que se prodigan al Almirante.-Su viage á Barcelona Y recibimiento que allí le hicieron los Reyes Católicos.-Felicitaciones y obséquios en medio del aplauso universal.—Concédensele atribuciones que únicamente á la corona tocaban.-Efecto que la nueva del descubrimiento produce en las naciones cultas de nuestro continente.-Bula pontificia.—Litigio diplomático: famosa bula divisoria de límites.—Preparativos para el segundo viaje.-Origen y progresos de la casa de la contratacion y Tribunal Supremo de Indias.-Fuerzas de la segunda espedicion.-Primeras noticias de Alonso de Ojeda.-Recelo respecto á siniestros procederes de la córte portuguesa.—Esplicaciones poco satisfactorias.-Apresúrase al armamento, y queda pronta la espedicion para darse á la vela.

HABIA corrido la feliz nueva del descubrimiento con suma rapidez á la córte española, en tanto que Colon verificaba su travesía desde Portugal á la bahía de Palos, renunciando cortesmente los ofrecimientos del rey D. Juan, que le brindara todo género de recursos para marchar por tierra: de suerte que, algunos dias despues de haber saltado en brazos de los andaluces, pues ninguna propiedad usaríamos al decir que en tierra saltara, le sorprendió graciosamente un pliego sellado con las reales armas cuyo sobre así decia: A Don Cristóbal Colon nuestro Almirante del mar Océano, Virey y Gobernador de las islas descubiertas en las Indias.

Como se deja ver, sin duda que no se mostraria indiferente á tan señaladas pruebas de favor el Almirante, bien que sus merecimientos mayores fuesen; pero su entusiasmo creció de punto cuando rotos los lacres que la comunicacion real guardaban, leyó en esta, con las mayores alabanzas y promesas, la órden de disponer sobre la marcha en Sevilla un fuerte armamento que habia de conducir á las Indias (no sin enviar entretanto á los monarcas una memoria decuanto necesitase) y el beneplácito que habia suplicado para ir á dar cuenta personal de su viaje en la córte, que á la sazon residia en Barcelona. De semejante proceder que halagaba en gran manera los deseos de Colon, y los planes que habia formado cuando resolvió su vuelta al antiguo continente, se entrevé como una gran leccion de alta política la oportunidad con que los monarcas españoles precipita

ban el envío de nuevas fuerzas á las tierras descubiertas, para prevenir y contrarestar los procederes de cualquiera nacion rival que quisiera anticiparse, renunciando á las inmediatas brillantes narraciones que en otra cualquiera córte hubieran cautivado esclusivamente la atencion, ligando los brazos á los mas urgentes procederes.

Al fin, Colon cumplió en Sevilla los primeros mandatos de los Reyes Católicos en medio del concierto universal, manifestado mas particularmente en el entusiasmo con que todo el mundo concurria á la felicitacion del armamento; y cuando juzgó que su presencia no era indispensable á los trabajos, se puso en camino para la capital de los antiguos ponderados condes, acompañado de una muchedumbre de caballeros y sirvientes, con seis de los indios en las carabelas traidos, y todos los objetos raros importados del Nuevo-Mundo.

Las manifestaciones que recibió en el tránsito el Almirante, fueron tales cual personaje alguno pudiera obtenerlas y no de otro modo nos seria lícito espresarlas á la inteligencia, que trasladando á nuestras páginas la elocuente narracion que de aquel viaje nos hace un autor muy ilustrado y frecuentemente verídico. «Habia resonado, dice, por toda la nacion la fama de aquel suceso; y como el célebre nauta pasaba su camino por algunas de las mas bellas y pobladas. provincias de España, parecia su viaje el de un soberano. Por donde quiera que iba llenaban los habitantes de los paises circunvecinos los campos y los pueblos, y en las grandes ciudades las calles, las ventanas y los balcones, estaban cubiertos de espectadores entusiasmados que herian los aires con sus aclamaciones. Impedian de contínuo la prosecucion de su viaje las multitudes que lo rodeaban, deseosas de ver á él y á los indios, escitando la apariencia de estos tanta admiracion como si fuesen naturales de otro planeta. No podia satisfacer la viva curiosidad que por todas partes le asediaba con innumerables preguntas, porque el rumor popular habia, como suele, exagerado la verdad, llenando el recien hallado mundo de toda especie de maravillas (1).»

Al fin, entró Colon en Barcelona el dia 5 de abril, cuando ya pasaba de un mes que en aquella residencia provisional de los monarcas se estaban haciendo régios preparativos para recibirle con pompa de soberano, á la que concurrió con sus encantos un dia brillante de la mas suave primavera. Precedian los indios la comitiva con los adornos salvages de toscas pinturas que solian ostentar en su cuerpo, y algunas láminas de oro; despues varios pages y escuderos eran conductores de los pájaros mas raros de las Indias descubiertas: de diademas, brazaletes, caretas de oro y demás objetos de lujo que los caciques de la Española habian regalado al Almirante, y de varias plantas que por esquisitas se habian tomado y por último, cercado de una brillante comitiva que de todas partes se apresuraba á felicitarle, cerraba la marcha Colon con grave apostura y aunque digno, modesto continente, prodigando saludos con natural bondad á cuantos en

(4) Irving. Vida y viages de Colon. Tomo I, traduccion española de García de Villalta, pág. 560.

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TRANSITO DE CRISTOVAL COLON por España victoreado por el pueblo, cuando vuelve de descubrir el Nuevo-mundo.

Lit de JJ Martinez Zadric

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