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Estos documentos y otros muchos que poseo relativos á sorpresas de los buques filibusteros, conduccion de provisiones, asaltos en la costa y otras expediciones militares, persuaden que á la vez que se continuaba con eficacia en la defensa de los terrenos invadidos, los franceses bajo la direccion de un militar como M. de Poinci que al valor unia una firmeza y experiencia poco comunes, iban ganando terreno particularmente al Oeste que estaba casi despoblado. Pero aquel jefe salió para Francia el año siguiente de 1681 y á su regreso murió sentido de todos por las graves circunstaucias en que se encontraban. Eran pocos los bucaneros porque con el cebo de las presas que se hacian en los mares, todos se dedicaban al corso y las expediciones marítimas, y el Teniente de Rey M. de Franquesnay que habia sucedido en el mando tenia poco influjo; de modo que para complacerlos adoptó por primera providencia el ataque y asalto de Vera Cruz en la costa de Méjico, para lo cual nombró de jefes á los célebres filibusteros Granmont Wandhorn y Lorenzo Graff. Asaltaron estos en efecto el castillo de San Juan de Ulúa, saquearon la ciudad y habrian pasado á los habitantes por el filo de la espada á no haberse encontrado en Vera Cruz el Arzobispo de Puebla en visita de su diócesis, el cual obtuvo el perdon á condicion de que se entregaran á los piratas dos millones de peSOS. El uno de estos fué pagado, pero se salvó la otra mitad que debia reunirse en las provincias y pueblos del interior, porque se avistó la escuadra española y corrió la noticia que el Virey se acercaba con fuerzas superiores al socorro de Vera Cruz. Los filibusteros que no quisieron verse entre dos fuegos, se retiraron con su rico botin, dirigiéndose para repartirlo á sus dos cuarteles de la Tortuga y Petit Goave en Santo Domingo.

Llegó en aquellos dias el nombramiento á M. de Cussy, confirmando la corte el que habia hecho años antes M. d'Ogeron, y el nuevo Gobernador se trasladó sin pérdida de tiempo de Petit Goave al Guarico, que adelantado ya en edificios, habitaciones rurales y fuertes, pronosticaba que seria la capital. En ella fijó su residencia, descuidando las antiguas capitales de la Tortuga y Petit Goave, donde posteriormente se fundó el Puerto del Príncipe y allí recibió á los primeros comisionados de la corte, caballeros de San Lorenzo y á Mr. Begon, nombrado por el Rey para que de acuerdo con el Go

pre tuve mucha confianza tendria buen suceso el despacho de dicho Licenciado corriendo por su mano, como quien se esmera en el servicio de Su Magestad. En cuanto á la compañía de la costa y cómo se han de portar en ella, aviso á su Capitan y tambien al Gobernador de las armas. Está muy bien el que se aguarde el aviso de donde ha de desembarcar el dicho Ledo. Escoto y teniéndole avísemelo luego para que yo dé la órden que se ha de observar. En cuanto á la carta que Ud. dice habia escrito al tiempo del despacho del dicho Lcdo., la recibí y no respondí á ella por juzgarle estaba fuera de dicha Ciudad, porque no se perdiese. Siempre me tiene Vd. con seguridad de procurar sus aumentos por lo mucho que merece con el buen celo con que sirve al Rey. Nuestro Señor guarde á Ud. muchos años. Santo Domingo y Agosto 19 de 1680 años.-Don Francisco de Segura."

bernador estableciesen el debido órden conteniendo los abusos y demasías que habian hasta entonces escandalizado al mundo, y organizando las corporaciones, empleos y demás conducente á formar una colonia civilizada. Tambien venian encargados de examinar un proyecto de invasion contra la Nueva Vizcaya, propuesto por el Conde de Peñalosa, ofendido con el Gobierno. Pero estando los filibusteros y bucaneros ocupados en empresas agrícolas, formando habitaciones, se estimó perjudicial inquietar las buenas inclinaciones de unos hombres que habian sido tan turbulentos hasta entonces, y que ya daban pruebas de tranquilidad y aplicacion al trabajo. Establecieron entonces los primeros Concejos, y por cuantos medios tuvieron á su alcance, construyeron ciertas naves á propósito para invadir las costas, que asaltaban con frecuencia.

El filibustero Lorenzo Graff, despues de su expedicion á Campeche en union de Granmont, se retiró de su ejercicio y obtuvo ciertas gracias de la corte y su naturalizacion con el empleo de Sargento mayor. Fué uno de los filibusteros mas distinguidos por su valor y extraordinaria serenidad, que le captaron siempre el respeto y la sumision de sus compañeros. Habia casado con una española nombrada Doña Petronila de Guzman segun lo explicaba el diploma del Rey de Francia. Era de orígen holandés y habia servido anteriormente al Rey de España. La gracia concedida á Lorencillo, diminutivo con el cual fué siempre conocido Graff, y á su compañero Granmont, que tambien fué dispensado, tenia por objeto regularizar la marina francesa de América bajo las órdenes de estos dos hombres singulares por su valor, para hacer frente á las galeras españolas que hacian mucho daño en las costas habitadas por los intrusos. En estas circunstancias acabó el año de 1688.

CAPITULO IV.

Ordena la corte de Francia la toma de la isla.--Progresos de la agricul tura.-Insurreccion de M. Chevalier.-Ataque de Santiago de losCaballeros. Saqueo de la ciudad y retirada de los franceses.-Propo ne M. de Cussy la toma de toda la isla.-Venganza de los españoles en la batalla de Sabana Real de Limonade.-Se retiran los franceses al Cul-de-Sac y se emprende otra expedicion á Guaba.-Sucede en el mando Mr. Dumas y corrige los desórdenes.-Devuelve Mr. Decasse los prisioneros españoles al Gobierno de la Habana.-Terremoto de Jamaica y saqueo de los filibusteros.-Los ingleses y españoles de a cuerdo invaden y destruyen el Guarico, y sitian á Port Paix.-Temo. res de Mr. Decasse.-Nombramiento del caballero d'Angiers; presas que hizo su escuadra en el mar de las Antillas y su regreso á Francia. Gobierno de Mr. Gallifeté, incursiones de los franceses en el territorio español.

OTOS los tratados de paz celebrados en Nimega, retiró sus órdenes el Gobierno francés á principios del año 1689 para que el Gobernador invadiese el territorio español. En despacho de 13 de Enero decia lo siguiente:

"Teniendo el Rey mas que nunca á la mira el proyecto de apo"derarse del territorio español, podreis creer que no ejecutareis en la "vida una empresa mas grande, y contad que si lo conseguis obten"dreis las gracias de Su Magestad, con el Gobierno de la Colonia, "que os será concedido; y así se os previene informeis de las medi"das que se hayan tomado sobre este asunto."

Entretanto una compañía francesa autorizada al efecto hacia el comercio de negros y los introducia en la isla, por cuyo medio se ibau aumentando de dia en dia los establecimientos agrícolas; pero el reglamento de aquella dió causa á muchos clamores y á la insurreccion promovida en el Guarico por un francés nombrado M. Chevalier, y apaciguada por el celo y diligencia del Goberaador M. Cussy y sus tenientes M. de Fontenoy y M. Dumas.

Los filibusteros que aun conservaban algunos buques solicitaban licencias para invadir los puertos españoles del continente, pero el Gobernador aprovechando sus deseos y queriendo obedecer las insinuaciones de la corte, hizo ver que ninguna empresa seria tan útil ni laudable como la de apoderarse de Santiago de los Caballeros, ofreciéndoles ir él mismo en persona á su cabeza. Convinieron

en ello y el Gobernador reunió y habilitó cutrocientos cincuenta infantes, igual números de caballería y doscientos negros conductores de los bagajes. Revistólos luego en la sabana de Limonade y partió con ellos dirigiéndose al interior hasta llegar al rio Guayubin. De allí despachó una guardia avanzada para que sorprendiera las vigías españolas que tenian su puesto en el hato de Jaibon (de la propiedad de la familia Morel de Santa Cruz), pero se engañaron, porque dias antes se habian situado las vigías en el hato de Gurabo, (de los del Monte), como puesto mas conveniente. Allí fueron avistados los franceses que hicieron mucho daño en los ganados, lo mismo que en el tercer cuartel, que fué el hato de Mao (de los Tejadas), pero entonces divisaron una partida de hombres á caballo situada en el paraje nombrado Portezuelo, á quienes persiguieron por un gran espacio. Reconociendo entonces M. de Cussy que ya estaba descubierto su intento de sorprender á Santiago y que no era posible apoderarse de la ciudad á mansalva, creyó acertado enviar á su Secretario M. Boyer en clase de parlamentario, proponiendo un desafío que terminase la cuestion que se mantenia hacia ya tantos años. M. Boyer era ya anteriormente conocido de los españoles á causa de varias negociaciones particulares que habian mediado con él y no tuvo dificultad en cumplir su mision, enarbolando un pañuelo blanco en señal de parlamento al llegar á la Laguneta de Hamina (hato de los Contreras y Rodriguez). Un teniente español, que no se designa, fué el que salió á su encuentro, el cual asombrado de la conducta pérfida del Gobernador M. de Cussy, que con su invasion quebrantaba las treguas celebradas, al escuchar la proposicion del enviado de que se concertase un desafío, contestó que no habia tiempo bastante para ir á Santo Domingo y dar cuenta del reto, pero que el Gobernador de Santiago Don Antonio Pichardo Vinuesa, no dejaria de venir á contestarle y tendria muchísimo gusto en medir sus armas con las suyas, porque no habia un español en la isla que no estuviese dispuesto a sacrificarse por el Rey de España, para probarle su celo y fidelidad. No esperaba el francés tan arrogante respuesta, pues habia reunido aquellas fuerzas contando con que los españoles abrumados, y las tropas de Santo Domingo sin paga, se entregarian sin resistencia al gobierno francés.

El oficial español que se expresó con tanta energía, pasó á repetir su contestacion al mismo General; fué muy celebrado y regalado por M. de Cussy y su estado mayor, y regresó luego á Santiago, acompañado de una escolta mandada por M. Boyer, á cuya galantería contestó el oficial prometiendo que en lo sucesivo harian sus compatriotas de otra manera la guerra á los franceses. El ejército enemigo siguió su marcha (en Sabana sin provecho) divisó algunas partidas de las nuestras y continuó luego hasta Yaque (hato de los Pichardos). Pasaron el rio el dia 6 y de repente se vieron acometidos por el costado en un lugar llamado la Herradura, y que desde entonces conserva el nombre de la Emboscada. El acometimiento fué horroroso: de una parte y otra se peleó con valor, hasta poner en grave conflicto á M. de Cussy que mandaba el centro, muriendo

muchos oficiales. Era el lance tan empeñado, que á veces tenían los fusileros que recular algunos pasos para poder asestar sus tiros. Cedieron al fin los españoles por su corto número y lo inesperado del asalto, volviéndose por la cuesta de Rafael, mientras que los franceses entraban en Santiago. Ya se habian retirado las familias á sus habitaciones del campo y la ciudad estaba desamparada y las iglesias abiertas, como tambien muchos almacenes de harina, maíz y cazabe, cuyo abandono dió lugar á que creyesen los franceses que estos víveres estaban envenenados, y bajo este pretexto que pareció suficiente, saquearon la ciudad durante veinte y cuatro horas, con excepcion de las iglesias, y salieron de ella procurando pasar cuanto antes los rios Yaque, Hamina y Mao, cuyo desborde temian. Pasaron por un hato que no se denomina y que yo creo que seria Jaitabon, á un lado del Hamina, donde fué perseguido el ejército en su retirada. El dia 10 llegaron á Gurabo donde reemplazaron su caballería con las hermosas bestiadas que se criaban en aquel hato, abandonando sus caballos fatigados; se proveyeron de carnes para muchos dias, y cruzaron el rio Guayubin, que era el límite que preteudian los franceses, y allí permitió M. de Cussy que se desbandase el ejército para sus diferentes posesiones, dejando consigo los hombres necesarios para conducir á los heridos hasta Bayajá y el Guarico.

Inmediatamente escribió M. de Cussy al Ministro de Francia refiriéndole el resultado de la expedicion y le proponia á la vez apoderarse de la capital, porque apresada esta era probable que se sometiesen los demás pueblos y ciudades sin experimentar pérdidas parciales como las que acababan de sufrir, y que esta expedicion la creia mas acertada si se ejecutaba por el mar.

La noche que pasó en Santiago el ejército de los franceses, supo M. de Cussy que los ingleses se habian apoderado de la isla de San Cristóbal y que los emigrados se dirigian á la nueva colonia, y esa favorable ocurrencia fué de mucho contento para el Gobernador, porque entonces se establecieron los recien venidos en toda la llanura del Guarico, y se aumentaron los establecimientos agrícolas é industriales.

No era posible que los españoles hubiesen sufrido con indiferencia la última invasion, y no eran los vecinos de Santiago los menos resentidos. La ciudad habia sido saqueada y perjudicadas sus ganaderías y ya ansiaban vengar la ofensa. Pidieron licencia al Capitan General para invadir las posesiones francesas, y este jefe, el Almirante Real Don Ignacio Caro, y su sucesor el maestre de Campo Don Gil Correoso Catalan delegaron las funciones de general en jefe de la expedicion en Don Francisco Segura y Sandoval, el cual se trasladó á los puntos donde se preparaba el armamento de mar y tierra, y organizó el plan de ataque nombrando los jefes. Entre estos fué designado Don Francisco del Monte que desde que aparecieron los franceses en la isla se habia distinguido en su empleo de Alférez. Se le despachó entonces el nombramiento de Capitan de una de las cincuentenas como lo demuestra el despacho conte

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