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de no haber población de españoles más cerca del puerto de San Juan de Chalchiqueca que la villa de la Veracruz iban los navíos a descargar a ella, y por no ser aquel puerto tan seguro como conviene (1), según los nortes en aquella costa reinan, se perdían muchos, y fuí al dicho puerto de San Juan a buscar cerca algún asiento para poblar; aunque al tiempo que yo allí salté se buscó con harta diligencia, y por ser todo sierras de arena (2) que se mudan cada rato no se halló, y desta vez estuve allí algunos días buscándolo; y quiso nuestro Señor que dos leguas del dicho puerto se halló muy buen asiento con todas la cualidades que para asentar pueblo se requieren, porque tiene mucha leña y agua y pastos, salvo que madera ni piedra ni para edificar no la hay sino muy lejos; y hallóse un estero junto al dicho asiento, por el cual yo hice salir con una canoa para ver si salía a la mar o por él podrían entrar barcas hasta el pueblo, y hallóse que iba a dar a un río que sale a la mar, y en la boca del río se halló una braza de y más; por manera que, limpiándose aquel estero, que está ocupado de mucha madera de árboles, podrá subir las barcas hasta descargar dentro en las casas del pueblo. E viendo este aparejo de asiento y la necesidad que había de remedio para los navios, hice que la villa de Medellín, que estaba veinte leguas la tierra adentro, en la provincia de Tatalptetelco, se pasase allí, y así se ha fecho, que se han pasado ya casi todos los vecinos y tienen hechas sus casas, y se da orden cómo se limpie aquel estero y se haga en aquella villa una casa de contratación, porque aunque los navíos se tarden en descargar, porque aunque han de subir dos leguas con las barcas aquel estero arriba, estarán seguros de perderse; y tengo por cierto que aquel pueblo ha de ser, después desta ciudad, el mejor que hobiere

agua

(1) Se desamparó el puerto de la vieja Veracruz y se pasó a San Juan de Ulua, o Veracruz nueva.

(2) Es decir, dunas.

en esta Nueva España, porque después acá han descargado en él algunos navíos, y suben las barcas con las mercaderías hasta las casas del dicho pueblo, y aun asimismo bergantines; y en esto yo trabajaré de lo tener tan a punto que muy sin trabajo descarguen, y los navíos desde aquí adelante estarán seguros, porque el puerto es muy bueno. E asimismo se da mucha prisa en hacer los caminos que de aquella villa vienen a esta ciudad; y con esto habrá mejor despacho en las mercaderías que hasta aquí, porque es mejor camino y se ataja una jornada.

En los capítulos pasados he dicho, muy poderoso Señor, a vuestra excelencia las partes a donde he enviado gente, así por la mar como por la tierra, de que creo, guiándolo nuestro Señor, vuestra majestad ha de ser muy servido; y como tengo continuo cuidado y siempre me ocupo en pensar todas las maneras que se puedan tener para poner en ejecución y efectuar el deseo que yo al real servicio de vuestra majestad tengo, viendo que otra cosa no me quedaba para esto sino saber el secreto de la costa que está por descubrir entre el río de Panuco y la Florida, que es lo que descubrió el adelantado Juan Ponce de León, y de allí la costa de la dicha Florida, por la parte del Norte, hasta llegar a los Bacallaos, porque se tiene cierto que en aquella costa hay estrecho que pasa a la mar del Sur, y se hallase, según cierta figura que yo tengo del pa raje a donde está aquel archipiélago, que descubrió Magallanes por mandado de vuestra alteza, parece que saldría muy cerca de allí, y siendo Dios Nuestro Señor servido que por allí se topase el dicho estrecho sería la navegación desde la Especería para esos reinos de vuestra majestad muy buena y muy breve; y tanto, que sería las dos tercias partes menos que por donde agora se navega, y sin ningún riesgo ni peligro de los navíos que fuesen y viniesen, porque irían siempre y vernían por reinos y señoríos de vuestra majestad, que

cada vez que alguna necesidad tuviesen se podrían reparar, sin ningún peligro, en cualquiera parte que quisiesen tomar puerto, como en tierra de vuestra alteza, y por representarseme el gran servicio que aquí a vuestra majestad resulta, aunque yo estoy harto gastado y empeñado, por lo mucho que debo y he gastado en todas las otras armadas que he hecho así por la tierra como por la mar, y en sostener los pertrechos y artillería que tengo en esta ciudad y envío a todas partes, y otros muchos gastos y costas que de cada día se ofrecen, porque todo se ha fecho y hace a mi costa, y todas las cosas de que nos hemos de proveer son tan caras y de tan excesivos precios, que aunque la tierra es rica no basta el interese que yo della puedo haber a las grandes costas y expensas que tengo; pero con todo, habiendo respeto a lo que en este capítulo digo, y posponiendo toda necesidad que se me pueda ofrecer, aunque certifico a vuestra majestad que para ello tomo los dineros prestados, he determinado de enviar tres carabelas y dos bergantines en esta demanda, aunque pienso que me costará más de diez mil pesos de oro, y juntar este servicio con los demás que he fecho, porque le tengo por el mayor si, como digo, se halla el estrecho, y ya que no se halle, no es posible que no se descubran muy grandes y ricas tierras, donde vuestra cesárea majestad mucho se sirva y los reinos y señoríos de su real corona se ensanchen en mucha cantidad; y síguese desto más utilidad, ya que el dicho estrecho no se hallase: que terná vuestra alteza sabido que no lo hay, y darse ha orden como por otra parte vuestra cesárea majestad se sirva de aquellas tierras de la Especería y de todas las otras que con ellas confinan; y ésta yo me ofrezco a vuestra alteza que, siendo servido de me la mandar dar, ya que falte el estrecho, la daré con que vuestra majestad mucho se sirva y a menos costa. Plega nuestro Señor que el armada consiga el fin para que se hace, que es descubrir

aquel estrecho, porque sería lo mejor; lo cual tengo muy creido, porque en la real ventura de vuestra majestad ninguna cosa se puede encubrir, y a mí no me faltará diligencia y buen recaudo y voluntad para lo trabajar.

Asimismo pienso enviar los navíos que tengo hechos en la mar del Sur, que, queriendo Nuestro Señor, navegarán en fin del mes de julio deste año de 524 por la misma costa abajo, en demanda del dicho estrecho; porque si le hay, no se puede esconder a éstos por la mar del Sur y a los otros por la mar del Norte; porque estos del Sur llevarán la costa hasta hallar el dicho estrecho o juntar la tierra con la que descubrió Magallanes, y los otros, del Norte, como he dicho, hasta la juntar con los Bacallaos. Así, por una parte y por otra no se deje de saber el secreto. Certifico a vuestra majestad que, según tengo información de tierras la costa de la mar del Sur arriba, que enviando por ella estos navíos yo hubiera muy grandes intereses, y aun vuestra majestad se sirviera; mas como yo sea informado del deseo que vuestra majestad tiene de saber el secreto deste estrecho, y el gran servicio que en le descubrir su real corona recibiría, dejo atrás todos los otros provechos y intereses que por acá me estaban muy notorios, por seguir este otro camino: Nuestro Señor lo guíe como sea más servido, y vuestra majestad cumpla su deseo, y yo asimismo cumpla mi deseo de servir.

Los oficiales que vuestra majestad mandó venir para entender en sus reales rentas y hacienda son llegados, +y han comenzado a tomar las cuentas a los que antes tenían este cargo, que yo en nombre de vuestra alteza para ello había señalado; y porque los dichos oficiales harán relación a vuestra majestad del recado que en todo hasta aquí ha habido, no me detendré en dar dello particular cuenta a vuestra majestad, mas de remitirme a la que ellos enviarán; que creo será tal que

por ella vuestra alteza conozca la solicitud y vigilancia que yo he siempre tenido en lo que toca a su real servicio; y que aunque la ocupación de las guerras, pacificación desta tierra, haya sido tanta cuanta el suceso manifiesta, que no por eso me he olvidado de tener especial cuidado de guardar y allegar todo lo que ha sido posible de lo que a vuestra majestad ha pertenecido y yo he podido aplicar. Y porque por la cartacuenta que los dichos oficiales a vuestra cesárea majestad envían parece, y verá vuestra alteza, que yo he gastado de sus reales rentas en las cosas que para la pacificación destas partes y ensanchamiento de los señoríos que en ellas vuestra cesárea majestad tiene sesenta y dos mil y tantos pesos de oro, es bien que vuestra alteza sepa que no se pudo hacer otra cosa, porque cuando yo comencé a gastar dello fué después de no me haber a mí quedado qué gastar, y aun de estar empeñado en más de treinta mil pesos de oro, que tomé prestados de algunas personas; y como no se pudiese hacer otra cosa, ni en el real servicio de vuestra alteza se pudiese cumplir lo necesario y mi deseo, fué forzado gastarlo; y no creo que ha sido tan poco el fruto que dello redunda y redundará que no sea más de mil por ciento de ganancia. E porque los oficiales de vuestra majestad, puesto que les consta que de haberlo yo gastado ha sido muy servido, no lo reciben en cuenta, porque dicen que para ello no traen comisión ni poder, suplico a vuestra majestad mande que, pareciendo ello haber sido bien gastado, se me reciba y se me paguen otros cincuenta y tantos mil pesos de oro que yo he gastado de mi hacienda y que he tomado prestado de mis amigos, porque si esto no se me pagase yo no podría cumplir con los que me lo han prestado y quedaría en mucha necesidad, y no tengo yo pensamiento que vuestra católica majestad lo permita, sino que antes, demás de pagárseme, me ha de mandar hacer muchas y grandes mer

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