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de los astros y planetas. El nombre del otro cacique su hermano era Inailican, que quiere decir piedra esparcida o derramada, que con sus obras conformaba mui bien el nombre, pues de una piedra no se puede sacar jugo ni esperar misericordia, y así dijo escojidamente el poeta :

Conveniunt rebus nomina sæpe suis.

Que las mas veces se ajustan los nombres a los sujetos y naturales de cada uno.

Asentámonos al fuego, y al instante nos pusieron por delante dos cántaros de chicha de buen porte. Y la que a mí me cupo era clara, dulce y picante, con la cual me brindó primero el cacique diciéndome, que bebiese y comiese, y que no me diese cuidado ni tuviese pesadumbre, por haber encontrado con buen amo, valiente y respetado; que a no haber sido así, ya te hubieran quitado la vida, dijo el buen cacique. Y aunque mis compañeros han dispuesto el hacerlo a persuasiones de Putapichun, Namuncura y mi hermano Inailican, y todos los demas fuimos de ese parecer, en llegando Maulican a su tierra se olvidarán sus intentos; y aunque en el caso quieran poner aprietos, será dueño allá de su voluntad y señor de sus acciones; que yo de mi parte te prometo no meterme con ellos para este efecto, y excusar todo lo posible comunicarlos ni verlos; y tu amo hará de tí lo que le pareciere, que pues el Pillan (que quiere decir Dios entre ellos o su deidad finjida) te ha librado de tantos peligros y riesgos de la vida, no será razon que nosotros nos opongamos a tu buena fortuna. No es así, Maulican? dijo a mi amo, quien le respondió con alegría y halagüeño semblante, que tenia mucha razon, y que se habia regocijado interiormente haber escuchado sus razones; y entonces le contó lo que nos habia sucedido en casa de su hermano, y de la suerte que salimos huyendo de su casa al alba, y la penalidad y trabajo que yo habia padecido y tolerado toda la noche. Lastimóse grandemente de considerarme de la suerte referida, y volvió a decir a Maulican mi amo, que ya que mi dicha y buena suerte habia sido conocida, habiéndome librado de en medio del fuego de la batalla, en que murieron tantos compañeros, y de los elementos rápidos de tantos y caudalosos rios, y no menor peligro el de la airada envidia de sus compañeros, que cuando se resolvieron en el camino a ir a su chozuela a tratar de comprarme, con empeño que hicieron en aquel tan sangriento parlamento, fueron determinados con perversas intenciones a quitarte este capitan y matarlo, si tus razones (le repitió) no hubiesen sido tan ajustadas a lo que sus deseos se encaminaban, y yo no me hubiese levantado luego a dar esfuerzo a tus razones y palabras y apoyar lo que decias, con que los demas no tuvieron qué responder ni hallaron qué replicar. Y pues este capitan es hijo de Alvaro Maltincampo, gran soldado y principal caudillo, ¿qué podemos granjear en quitarle la vida? Mejor será que trates de rescatarle para que se vaya a su tierra, que todavía sabrá agradecer y estimar las

acciones que con él hiciéremos; y pues cada dia andamos en la guerra y a semejantes riesgos nos ponemos, a continjencia de que lo propio nos suceda mañana, por lo ménos, tendrá en la memoria como hombre principal y noble el bien que entre nosotros hubiere recebido.

Gran consuelo recibió Maulican con haber oido al cacique Antegüeno las referidas razones, y mucho mayor le tuve yo, pues con semblante alegre y con los ojos le estaba agradeciendo su buen celo, brindándole a su salud con sumo gusto. Sacáronnos de comer unos platos de carne gorda y una gallina con su pepitoria de ají y otros compuestos, entreverados con papas y porotos, maices y otros guisados, que son las legumbres que mas acostumbran. Amainó en este tiempo tanto cuanto el agua, y despues de haber comido y bebido lo bastante, y oreado al fuego nuestras mantas, nos despedimos del cacique Antegüeno con grandes agradecimientos, y salimos de allí con mas gusto que de la casa de Inailican su hermano.

El camino cojimos a buen paso por una veredilla que atravesaba el camino real de la Imperial, y derecha nos llevaba a su tierra Repocura. Y por priesa que nos dimos, llegamos a las orillas del rio de este valle al tender sus cortinas las tinieblas. Venia de monte a monte (como dicen), y de la otra parte estaban los ranchos de su padre y de su familia, como dos cuadras abajo del balseadero, adonde tenian una canoa a modo de barquillo, por adonde se manijaban los pasajeros.

Dimos voces a los que asistian en las chozas de la otra banda, a tiempo que volvia el viento norte a combatirnos con espesas lluvias. Y a nuestro llamado vino un indio a saber quiénes éramos, y habiendo reconocido quienes, y que era Maulican con su español cautivo, fué con toda priesa a dar aviso a su casa, que estaba, como he dicho, mas abajo del balseadero dos o tres cuadras, habiendo enviado ante todas cosas otros dos muchachones a que nos pasasen y recibiesen los caballos, que echamos a nado de la otra banda del rio. Entramos en la canoa con nuestros fustes y frenos, y dándonos muchos marimaris, que son como entre nosotros salutaciones y bienvenidas, pasamos de la otra banda con sumo gusto, al dejarnos la luz del claro dia y interponer la noche su espeso y confuso manto, acompañado con lluvias y viento apresurado que las gobernaba.

Subimos a caballo a toda priesa y en breve rato ncs pusimos en la casa de mi amo, adonde le aguardaban muchos dias habia anhelosos. su padre (llamado Llangareu, toque principal de aquella tierra), sus hijos y mujeres con otros amigos comarcanos, y muchos jéneros de chicha, carne y otras legumbres que para el efecto habian solicitado y adquirido de otras partes, porque ellos, como soldados fronterizos, eran pobres y apénas tenian una poca de cebada que comer y de que hacer chicha. Entramos adentro de la casa, habiendo entregado los caballos y frenos con sus fustes a unos muchachos para que cuidasen de ellos, y con grande alegría y regocijo nos salieron al encuentro los referidos y nos entraron adentro, dándonos muchos abrazos y marimaris; llevá

ronnos a un fogon bien dispuesto y separado de los demas, para que nos secásemos y al amor del fuego templásemos el frio que traíamos. Hicímoslo así de buena gana, y despues de haber cenado y bebido de los licores y chichas que nos pusieron delante, me hizo hacer la cama Maulican y su padre el viejo Llancareu con unos pellejos limpios y peinados, con una frezada de las mejores que tenian; y el buen viejo Llancareu me llevó a la cama diciendo, que me habia de tener en lugar de su hijo, dándome muchos abrazos, y dejándome en el dispuesto lecho se volvió a dar principio a su entretenimiento y baile acostumbrado, que empezaron con tamboriles, cánticos diversos, flautas y demas instrumentos alegres, celebrando la llegada de Maulican y su cautivo a su amada patria.

DISCURSO II.

Este contiene: que despues de haber llegado a sus tierras Maulican, llegaron los mensajeros de los caciques de la cordillera, con las pagas que ofrecieron en el camino por mí, como mas latamente queda referido en el discurso pasado, y a ejecutarle la palabra; la repugnancia que hizo mi amo a sus aprietos y ofertas, y el mal despacho que tuvieron los embajadores; de lo cual resultó declararse por enemigos y confederarse con un cacique de la parcialidad de mi amo llamado Lemullanca, quien con estratajema y fraude, trató de hacer parlamento para quitarme la vida en él; y de la suerte que me libró Dios de aquel peligro, poniendo esfuerzo y valor a Maulican para oponerse a todos los combates que se le atravesaron. De como despues fué convidado a un festejo jovial y borrachera que dispuso el gobernador y toque principal Ancanamon en Pellaguen, su parcialidad y asistencia, y con particular mensaje para que llevase al hijo de Alvaro (que así llamaban a mi padre); y para haber de ir en compañía de mi amo, le rogué se pusiese mi vestido, que hasta entonces no habia mudado de traje. De los agasajos que me hizo Ancanamon, las pláticas que tuvimos amorosas y entretenidas, las causas que se dieron para privar de la vida a los padres de la compañía de Jesus, y otros morales que se sacan al intento. Como despues que volvimos a nuestra habitacion, ensañados y rabiosos los caciques de la cordillera por haber faltado Maulican de lo que les prometió debajo de su palabra, fueron una noche mas de doscientos indios a maloquearle sus ranchos, por cojerme en ellos y satisfacer sus deseos. Y por haber tenido aviso de un amigo con todo secreto, se volvieron burlados, hubiendo hallado ausentes los habitadores, y los ranchos vacios, y yo en unos bosques ásperos oculto. Lo que me sucedió con una hija de mi amo pequeña; los regalos y agasajos que

me hizo. Como despues de este asalto me fué retirando Maulican la tierra adentro, por asegurarme la vida; y habiéndome llevado a casa de un cacique en las riberas del rio de Cholchol, lo que allí obré en el servicio de Dios nuestro Señor, bauptizando muchos niños y muchachos discursivos, enseñándoles la dotrina cristiana, y otros ejercicios de virtud que admitian con sumo gusto; y de la muerte que tuvo uno de los recien bauptizados con ciertas esperanzas de su salvacion. Del entierro que a su usanza se le hizo; de las ceremonias que hacen los curanderos que llaman maches, por arte del demonio, y cómo se apodera de ellos, haciendo las mas ruras acciones que se pueden haber visto ni imajinado jamas. De como dispuso Maulican despues de algunos dias, pasase a la Imperial a un festejo a que fué convidado. Como se verá en el siguiente discurso.

CAPITULO I.

Que trata de como luego que llegó a sus tierras Maulican, a los quince dias enviaron los caciques de la cordillera las pagas que ofrecieron por mí, con cuatro embajadores, y del mal despacho que tuvieron.

Al cabo de algunos dias, que los comarcanos, amigos y parientes de Maulican mi amo habian festejado su llegada con mucha chicha, bailes y entretenimientos, despacharon los caciques de la cordillera, en conformidad del trato que en el camino habian efectuado, cuatro embajadores con las pagas prometidas. Y como el rio con la continuacion de las aguas venia caudaloso y abundante, sin que se pudiese pasar, ménos que dando voces para que enviasen la canoa, que estaba a vista de la casa; habiendo llamado de la otra banda, imajinó luego Maulican, que sin duda serian los mensajeros, y que entre ellos vendria algun cacique de los contenidos en el trato; por cuya causa determinó que no pasasen ni llevasen a la otra banda mas que la canoa pequeña, en que no cabia mas que el canoero o balseador y otro compañero, para que no pudiese venir en ella sino era tan solamente uno de ellos, y que este fuese a hablar ante todas cosas con su padre Llancareu, toque principal y dueño de aquel pasaje: hizo el barquero lo que le ordenaron y pasó con él uno de ellos y mas principal embajador, que despues de haber visto a Llancareu, como estaba dispuesto, se encaminó a dar su embajada a Maulican mi amo, sobre el trato efectuado en el camino, a quien recibió no con buen semblante ni buenas razones. Y habiendo querido el mensajero desmedirse con palabras mayores, diciendo que eran malas correspondencias las que usaba con toda su parcialidad, y que mirase lo que hacia porque sus caciques habian de sentir en extremo la falta de su palabra y la poca estabilidad de su trato, por parecerles hacia chanza y burla de la autoridad de sus personas: a que respondió Maulican, que no hacia caudal de sus razones, que estando en su tierra y entre los suyos no los habia menester de ninguna suerte, y que la palabra que les

habia dado de entregar a su español cuando enviasen por él, fué violentado y sin su gusto. Replicóle el mensajero diciendo: bien pudiérais haberlo mirado entónces, y no habernos hecho venir con estos temporales, pasando esteros y rios con grandes penalidades, cargados de las pagas que os ofrecieron.- No os metais vos en eso, le respondió Maulican, que si yo me hubiese hallado en aquella ocasion con otros tantos amigos como ellos eran, hablara mui a mi gusto, y lo que ahora respondo les hubiera dicho entónces; mas como conocí la intencion que llevaban y la traicion con que iban, me fué forzoso sufrir y disimular mi aprieto. Porque tuve aviso cierto de que iban determinados a quitarme mi español, si yo le negase o hiciese alguna resistencia a su propuesta. Hoi estoi ya entre los mios y en mi tierra, adonde soi tan cacique como ellos en la suya, y mas estimado porque soi mas valiente; y decidles que si quieren algo conmigo y experimentan lo que os he dicho, que uno a uno, o como les pareciere, no me excusaré de verlos. Y a ese Putapichun y a Inailican, que son los que mas han apretado en quitarme a este capitan, decidles que ya los conozco y ellos a mí, que no saben mas que hablar, y que cuando yo estoi peleando, ellos estan a lo largo dando voces y haciendo ruido solamente. Volvióle con eso las espaldas y entróse a su casa, desde adonde estuve escuchando sus razones y ví al mensajero quedarse tan suspenso y corrido, que tuvo por bien el volverse sin replicarle otra palabra.

El viejo Llancareu, padre de Maulican, anduvo tan cuerdo y sagaz, que habiendo visto la resolucion de su hijo y el desabrimiento con que despidió al mensajero, le llamó y llevó a su rancho, convidándole a comer y a beber con agasajo; con que se fué consolado al parecer. Este previno, como anciano y prudente, el daño que se puede orijinar de no hacer buena acojida y pasaje a los embajadores. Porque la descortesía y desaire que se les hace, y agravios que reciben, se apropia a los superiores o al reino o parcialidad que los envía, de que suelen recrecerse disensiones grandes y sangrientas, como le sucedió al rei Hanon, mal aconsejado de sus allegados, que son los que de ordinario ponen a los superiores en semejantes lances, y suelen ser la causa de destruirse los reinos y las repúblicas, como se va experimentando en este de Chille; pues por causa de algunos tenemos la guerra en medio de la paz, pues no hai quien viva seguro en ella de ladrones, de salteadores y piratas, que los unos a lo oculto, y otros a lo descubierto, van abatiendo y aniquilando a los pobres y enflaqueciendo a los ricos. Esta es la paz y quietud que tiene Chille, y la que aguarda en adelante, porque no hai quien se atreva a quejarse ni a decir verdades; los informes que se hacen (a quien pudiera remediarlo) [son] fabulosos, las relaciones siniestras, con que a toda prisa Chille se acaba, y a gran dicha tendrá, de que la guerra que tiene sea dilatada: que es a lo que se encaminan estos discursos, y a significar que la hacienda y patrimonio real se consume y gasta sin cojer el fruto de lo que se pretende, porque no se pone la mira mas que en los propios intereses a costa de los reales vasallos de su Majestad. Y a esto obligan

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