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brado algun esfuerzo); porque el dia antecedente se lo habia pedido con ruegos el dueño de mi persona: llegóse a darnos los buenos dias, con repetidos mari maris, que son salutaciones entre nosotros, diciéndonos juntamente, que el tiempo estaba alborotado y revuelto de manera que le parecia que habia de volver el cielo a rociar las campañas con sus continuadas y prolijas lluvias; a que respondió mi amo, que le seria forzoso atropellar con todas dificultades y apresurar con su viaje, porque los rios y esteros no se lo impidiesen, y que así estimaria mucho hiciese traer sus caballos con brevedad, por ver si podia alcanzar a su casa madrugando. Dijo el camarada que le parecia imposible porque era larga la jornada, por ser los dias cortos y estar mui pesados los caminos, y el rio de la Imperial que aun vendria crecido y peligroso; y que le parecia mas acertado que se quedase en su casa hasta otro dia, pues podia hacer cuenta que estaba en la suya; a que le respondió, que bien experimentada tenia su voluntad y la merced que le hacia, pero que temia y recelaba no volviese a llover con demasía, pues el tiempo parece daba muestras de ello. Respondió nuestro huésped, que no lo dudase, porque el norte iba a mas andar soplando con mas fuerza y el agua poco a poco descolgándose; y así por mejor acuerdo tenia, que los caballos se volviesen y se quedase otros dos o tres dias a entretenerse con ellos, porque, estaban aguardando de los comarcanos amigos y parientes un buen refresco de chicha y otras cosas para entretenerse y holgarse seis y ocho dias.--Mucho estimo, dijo Maulican, vuestro agasajo, vuestro amor y cortesía, mas por el mesmo caso que llueve y amenaza temporal, me es forzoso hacer viaje por pasar ese rio de la Imperial antes que coja fuerza la corriente. Y así, con vuestra licencia me tengo de ir luego, ántes que se empeore el tiempo y aunque truene y caigan rayos.--Ea pues! amigo y camarada, respondió nuestro huésped, si tan resuelto estais a no quedaros, vamos primero a confortar los estómagos, y despues cojeréis vuestro camino. Salimos con esto afuera a ver nuestras cabalgaduras y a tratar de ensillarlas, como lo hicimos, ayudándonos a hacerlo algunos muchachos y el soldado mi compañero, enternecido ya de ver que nos habíamos de dividir y apartar, quedándose él en aquella parcialidad con su amo, y yo caminar con el mio a la suya. Consolámonos un rato el uno al otro y entramos con los demas a almorzar despacio. Asentámonos todos a la redonda del fuego los que cupimos, y tras nosotros se formó otra rueda de mujeres, chinos y muchachos. Dieron principio con ponernos por delante unos menques de chicha, que son a modo de tinajas, que harán poco mas de una arroba, con las bocas angostas y cuellos largos; fuéronlos poniendo a los caciques principales, que es la cortesía que entre ellos se usa, y a mí me pusieron otro por delante, para que los unos a los otros nos fuésemos brindando. Hicímoslo así por ser costumbre entre ellos beber ántes que se coma alguna cosa, que dentro de breve rato fueron sacando diferentes guisados con la mesma abundancia que a los principios; y por prisa que quisimos darnos a concluir con nuestro almuerzo, porque

acabados unos cántaros de chicha salian otros, hasta mas de las dos de la tarde no pudimos.

CAPITULO XVII.

De como nos despedimos de los amigos, y yo de mi compañero el soldado con gran ternura; y de los trabajos y penalidades que padecimos mi amo y yo aquella noche y otro dia en el camino.

Cerca de las tres de la tarde seria cuando Maulican trató de despedirse, dejando a los demas amigos y compañeros en grande fiesta y concurso entretenidos; que en esto se puede conocer el deseo grande con que estaba de llegar a su casa. Pues siendo naturalmente todos estos indios inclinados con extremo a estas borracheras, bailes y bodas, que por hallarse en ellas suelen atropellar muchos imposibles y dilatarse dias, venció su natural inclinacion y dió de mano al gusto por entonces. Despedímonos de los amigos, principalmente de nuestro huésped, que me abrazó con demostraciones de pesar y sentimiento, considerando los peligros y riesgos de la vida en que me habia de ver por allá, por cuya causa rogó a mi amo con encarecimiento que mirase por mí, y si queria asegurarme y librarme de las traiciones de sus compañeros, que no me tuviese en su casa; que él avisaria de todo lo que tratasen los de su parcialidad y regue (que es lo propio), que los caciques de ella habian sido los que en el camino dispusieron enviar por mí las pagas que ofrecieron, luego que llegásemos a las tierras de mi amo, en conformidad del trato que se efetuó en el pasado parlamento.

Apartéme a un lado de los demas a despedirme y abrazar a mi compañero el soldado, y en un buen rato no pudimos hablarnos palabra el uno al otro; porque nos faltaba ya el consuelo de comunicarnos y lamentar juntos y en compaña nuestros trabajos y desdichas, que es gran consuelo de los aflijidos tener con quien llorarlas y sentirlas. Porque aquel que a solas las padece, es el que verdaderamente las siente con extremo: así lo dijo Marcial en la epigrama de Gelia:

Non luget quisquis laudari, Gelia, querit :

Ille dolet vere, qui sine teste dolet.

No siente tanto el pesar
el que acompañado llora,
porque el dolor se minora,
teniendo con quien llorar.
Mas quien solo ha de pasar
sus penas y desconsuelos,
con voces rompa los cielos,
pues le faltan los amigos
que le sirvan de testigos
en sus mayores desvelos.

Abrazados estuvimos un buen rato en presencia de muchos que es

taban atendiendo a nuestras acciones, y estando de la suerte referida, se hincó de rodillas el pobre soldado, y hechos arroyos sus ojos, lastimados con gran ternura, me dijo las siguientes razones:

Señor capitan y padre mio, acuérdese vm. de mí, que soi un desdichado miserable, hombre de tierras extrañas, sin deudos ni parientes que puedan hacer memoria de mis trabajos. Vm. es mi capitan, mi señor y dueño; duélase vm. de mí cuando se vea en su casa fuera de estas miserias y penalidades, que yo espero en Dios y en su bendita madre que se ha de rescatar vm. mui breve. Yo soi el que tengo de perecer en estas desdichas y en este penoso cautiverio, el que tengo de morir sin consuelo entre mis enemigos. Yo soi el que no he de llegar a tener dicha de volver a tierra de cristianos, ni ver a mis amigos y compañeros, si vm. no se acuerda de mí, que soi su soldado, y se duele de un desdichado solo y aflijido, en habiendo ocasiones de rescates, que por vm. se ha de abrir la puerta para ellos, que no lo dudo. Mucho lastimaron mis sentidos y atravesaron el alma las razones, suspiros y llantos de este pobre soldado, que estando abrazado de mis piés, y mis brazos sobre su cabeza, no le pude responder en grande rato, sino fué con palabras que salian por los ojos de lo mas íntimo del corazon tan copiosamente y abundantes que le bañaron el rostro, que levantado tenia para mí, estando de rodillas a mis piés, que enlazados los tenia con sus brazos regandómelos con sus copiosas lágrimas.

Fué tanto lo que se enternecieron los circunstantes de habernos visto de la suerte referida, que los muchachos hijos del indio nuestro amigo lloraban con nosotros sin medida, y el P., que era hermano del dueño y amo del soldado, se llegó enternecido a donde estábamos, a dividirnos y a consolarnos con cariñoso agrado, diciéndome: capitan! amigo! no tengas tanta pesadumbre, ni te desconsueles de esta suerte, que tu buena fortuna y agradable semblante te ha de ayudar y ha de ser propicio para que con brevedad llegues a tu tierra. Y mira que ha latido en tu abono este brazo derecho, y en prueba de que ha de suceder lo que te he dicho, porque nunca me ha faltado esta seña y pronóstico verdadero. Con esto nos desenlazamos los dolientes, y volví a abrazar a este valeroso amigo y camarada, encomendándole aquel pobre soldado en su presencia, que no permitiesen le apurasen con malos tratamientos, ni le quitasen la vida, ya que su fortuna le habia permitido haber encontrado con tan principales amos y de tan jenerosos ánimos y corazones piadosos. Prometióme con juramento que no permitiria de ninguna suerte que le hiciesen pesar alguno, ántes con mucho amor y cortesía le tratarian, por habérselo yo pedido y porque naturalmente se inclinaba a querer bien a los españoles. Entónces volví a abrazar a mi soldado y compañero y le consolé mucho repitiéndole lo que el indio nuestro camarada me habia prometido, y que tuviese buen ánimo, que en los trabajos y desdichas se experimentaba el valor y esfuerzo de los hombres; como nos lo muestra Ciceron, y en las antiguas historias hallarémos ejemplificada esta verdad, que aun las mujeres en

ocasiones de peligros, oprimidas con trabajos y tribulaciones, mostraban varoniles pechos, como refiere Pausanias en el libro I. de los Atticos y Plutarco en la vida de Hipérides. Y la Escriptura Sagrada lo significa así de la reina Jesabel, que viéndose apretada y combatido su alcázar del ejército de Jehú, justo perseguidor de la casa de Acab, se adornó y afeitó el rostro; y dice el gran maestro Gaspar Sanchez con la autoridad del Abulense, que fué por mostrar esfuerzo y ánimo varonil.LY así, le repetí otra vez que se esforzase en aquellas desdichas y trabajos, con esperanzas de que si Dios, nuestro Señor, fuese servido de sacarme con brevedad de nuestra esclavitud y cautiverio, haria todo lo posible por sacarle de él y rescatarle; que lo que importaba a su conservacion y vida, era no disgustar ni desabrir a sus amos, ántes ayudarlos al trabajo, haciendo con puntualidad lo que le ordenasen, llevando en amor de Dios aquellas penalidades y desdichas, haciendo de la necesidad virtud.

Dividímonos luego el amigo y yo ácia donde estaba mi amo, que enternecido tambien se habia apartado a un lado a despedirse de otros sus amigos, a quien dijo Colpuche, nuestro huésped y amigo: ea! Maulican, ya podeis subir a caballo, que es tarde, y procurad daros priesa para cojer la vereda que os he dicho, que luego encontraréis un estero y de la otra banda veréis unos ranchos, que son del cacique Inailican, y mis hijos van con vos a pasaros el rio de la Imperial y de la otra banda de él os enseñarán el camino. Lo que os encargo es a ese capitan que llevais, y por vuestra vida os ruego, que hagais con él lo que os tengo pedido, porque os ha de importar mucho su rescate; y advertid que es hijo de mui buen padre, de buen corazon e inclinado a hacer bien a todos. Y este capitan es hasta ahora niño, y andando tiempo se ha de acordar de lo que con él hiciéremos y no puede dejar de ser agradecido. Prometióle otra vez mi amo, que no faltaria de tratarme como su hijo y de defenderme de cuantos peligros y riesgos de la vida pudieran ofrecerse. Subimos a caballo dándonos los unos a los otros marimaris, que es como si dijésemos: quedáos con Dios, amigos, o, ídos en paz. Salimos como a las tres o cuatro de la tarde, el tiempo revuelto, turbio, y apresurado el norte, con dos muchachos por guia que a encaminarnos por el vado fueron, que estaria de los ranchos media legua poco mas o ménos, adonde allegamos a buen paso, y con toda brevedad arrojámonos a él, los guiadores por delante. Y aunque por aquella parte traia ménos agua el caudaloso rio, la corriente era mas precipitada y peligrosa; encomendéme a Dios, nuestro Señor, al pasarle, porque temí realmente la furia que llevaba con crecidas piedras, en que amenudo tropezaban los caballos y daban hocicadas cada instante: cayendo y levantando le pasamos, aunque mui bien mojados de las zabullidas que dábamos contínuas.

Cuando nos hallamos de la otra banda seguros de aquel peligro, preguntó a los muchachos, mi compañero, que por adónde habíamos de encaminarnos, porque en su vida habia pisado ni atravesado aquellos

caminos, si bien las noticias de los cerros no le podian faltar, que ellos le llevarian a su tierra. Respondiéronle los guias, que en subiendo a lo alto de la loma que cerca se divisaba, cojiese una vereda que salia entre otras y se apartaba a manderecha, que esta nos llevaria a un estero que estaba a la vista de la casa del cacique Inailican, y que no se rijiese ni gobernase por los cerros de Elol, porque si queria tirar derecho a ellos, encontraria con mui malos pasos, esteros y barrancas, pantanos y atolladeros, sin acertar a salir de ellos. Ea pues! amigos (les dijo), que yo saldré al camino que decis y no me apartaré de la vereda que habeis señalado. Y con esto nos despedimos, dándonos los acostumbrados marimaris, enviando muchas encomiendas a los amigos y camaradas.

CAPITULO XVIII.

En que se prosigue la misma materia.

Quedamos solos mi amo y yo, a tiempo que el norte apresurado iba haciendo su oficio, despidiendo poco a poco tupidas saetas de nevadas aguas, y como se acercaban las tinieblas al peso [sic] que se minoraba el dia, crecia el viento y el temporal deshecho se aumentaba, fuimos a mui buen paso caminando, y al llegar al sitio y loma rasa que nos señalaron nuestros guias, me parece seria ya el sol puesto, segun la oscuridad que nos seguia: hallamos en la parte señalada tres o cuatro veredillas mal trilladas, que parecian ser de vacas o de yeguas simarronas, con que se halló confuso Maulican mi amo, diciéndome : capitan, no sé por qué vereda de estas cojamos nuestra derrota ni encaminemos nuestros pasos: qué te parece a tí?--Segun lo que los guias nos significaron (le respondí), la de mano derecha es la que debemos seguir y cojer en la mano, que es la que nos señalaron los muchachos.--Esa se aleja mucho, dijo el compañero, y se extravía de aquellos cerros altos que se divisan de Elol, por adonde es forzoso que pasemos, y esa veredilla mas se encamina ácia la tierra de los españoles que a las nuestras. Ese otro de manizquierda sube arriba ácia la Imperial, y así me parece que es mejor que cojamos el de en medio. No le quise replicar porque no juzgase que me inclinaba al que se enderezaba a nuestras tierras, que la verdad es que las guias nos habian encaminado bien, segun despues lo experimentamos.

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Cojimos la de en medio por el dictámen y acuerdo de mi compañero, y fuimos por ella marchando a mui buen paso y mas que largo, y dentro de breve tiempo se nos despareció el dia con un temporal el mas terrible y espantoso que se pudo haber visto ni experimentado jamas. Y no vendrá fuera de propósito la tempestad horrible que finjida o experimentada nos pintó Virjilio, que con la que tan deshecha padecíamos, se me vino su descripcion a la memoria:

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