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Convertere, Domine,

et eripe animam meam ; salvum me fac

propter misericordiam tuam. Quonian non est in morte qui memor sit tui;

in inferno autem

quis confitebitur tibi?

Laboravi in gemitu meo;

¿y tú, Señor, me dejas?
Trueca mis pensamientos
y líbrame con fuerza,
por tu misericordia
sáname la conciencia.

Porque no hai quien se acuerde
de tí en la muerte eterna,
¿y quién en el infierno
alabará tu alteza?

lavabo per singulas noctes lectum meum, Trabajando en mi llantɔ

lacrimis meis

stratum meum rigabo. Turbatus est a furore

oculus meus;

inveteravi inter omnes
inimicos meos.

Discedite a me omnes
qui operamini iniquitatem,
quoniam exaudivit Dominus
vocem fletus mei.
Exaudivit Dominus
deprecationem meam,
Dominus

Orationem meam sucepit.
Erubescant et conturbentur
omnes inimici mei,

convertantur et erubescant valde velociter.

Gloria Patri et filio

et Spiritui sancto

sicut erat in prin.o et nunc et semper et in secula seculorum. Amen.

adornaré mis mesas,

y al lecho que me ampara
daré lágrimas tiernas.
Las luces perturbadas
con el furor se muestran,
que entre mis enemigos
me envejecieron penas.
Los que obrais insolentes
quitad de mi presencia,
porque el Señor del mundo
ha escuchado mis quejas.
Oyó mis rogativas,
admitió mis promesas,
porque las oraciones
sus sentidos penetran.
Todos mis enemigos
avergonzados sean,
conviértanse veloces
y ríndanse con fuerza.
Glorias demos al Padre
y al Hijo de su diestra
con el Spíritu Sancto,
que para siempre reinan.

CAPITULO XVI.

En que se trata de como Maulican mi amo me despertó al cuarto del alba y me significó el deseo que tenia, de ver a su padre y llegar a su tierra: porque la patria es amable aunque madrastra de sus hijos, como se da a entender en este capítulo.

Antes del amanecer algunas horas, me recordó del sueño Maulican mi amo con grande regocijo y alegría diciéndome : capitan, ya es tiempo de que vamos disponiendo nuestro viaje, porque estoi con grandes deseos. de ver a mi amado padre, a mis hijos y a mi tierra. ¡O! qué buen hijo, que primero desea ver a su padre, que a sus hijos ni a su patria! Y es así verdad, que en eso mostraba su dócil y magnánimo natural y ser de sangre ilustre, como lo era en querer y estimar a su padre con todo amor y respeto. Loable accion en un bárbaro jentil, porque es achaque antiguo en algunos hijos desear a sus padres su fin y su muerte, como lo notó el ilustrísimo Villarroel en la peticion de Axa a su padre, diciendo, que era un vivo ejemplar y dechado Axa de los hijos cudiciosos que por heredar a sus padres, les desean la muerte. Y confirmalo

con las palabras de San Valeriano, que dicen así: este que tiene el ánimo de patricida, o por lo ménos maldice la vida de su padre, o aguarda la muerte de su madre, lo es. Y así es mui de notar el amor que este indio bárbaro mostraba tener a su padre, que era un viejo venerable, calvo ya a poder de años, toque antiguo y principal de Repocura, su tierra, que es mas que cacique; que los juzgo como en los tiempos pasados los senadores romanos, que gobernaban las repúblicas y ciudades, si bien en aquellos siglos parece (segun nos da a entender Ciceron) no asistian en las ciudades ni poblaciones, sino es en sus villas o chacras, como estos naturales, que se asemejan mucho a los antiguos en muchas disposiciones y ritos; pues a imitacion de los otros, tienen señalado y dispuesto un lugar conocido en cada parcialidad para sus parlamentos y consejos de guerra, que llaman lepum, y cuando se ofrece alguna consulta o cojao (que así llaman estas juntas) para refinar sus toques, insignias, como queda dicho, a modo de una hacha: esta es de piedra y está en poder de los caciques mas principales, que llaman toques, que para afijarlos con muerte de algun español, son llamados del cacique o toque principal de aquella regue o parcialidad que ha tomado la mano y convocado para la junta de parcialidades, que se encamina a entrar a nuestras tierras y fronteras a hacer daño y a pelear con los nuestros. Y de la propia suerte, dice Ciceron que eran llamados los senadores romanos de sus villas para el senado, y estos eran los mas viejos y ancianos; y para el efecto tenian nombradas algunas personas que llamaban viatores, que son citadores. Estuvimos conversando várias cosas en el entretanto que desterraban las tinieblas y abrian las puertas del oriente los crepúsculos del dia, aplaudiendo y estimando el ostentoso hospedaje que nos habia hecho nuestro amigo y huésped, de que se mostraba bastantemente agradecido; y me volvia a significar cuan deseoso estaba de llegar a su amada tierra en medio de aquellos regalos, festejos y amorosos agasajos. Sobre lo dicho, se me vino a la memoria lo poco que debemos a la patria los hijos de ella, y lo mucho que la amamos, que para prueba de esta verdad, me pareció referir algunos lugares sagrados, que los trajo a la memoria mi desvelo

Llegó Cristo, nuestro bien, a Nazarhet [sic], su patria, ubi erat nutritus, dice el texto, y segun la costumbre de los tiempos, entró el sábado en la Sinagoga a la continuacion de su dotrina y enseñanza, adonde con admiracion tenian todos los ojos puestos en sus lábios, suspensos los sentidos, y con la atencion pasmados con la enerjía de sus razones y con lo profundo de sus misterios, confesando lo milagroso y divino de sus prodijiosas obras. Y en medio de estas suspensiones le estaban mormurando los oyentes, diciendo: ¿no es este el hijo de Joseph el carpintero, y María su madre? sus deudos y parientes no estan entre nosotros? de adónde le viene esta grandeza, esta sabiduría y estas virtudes?

En otra ocasion los Gerasenos le pidieron con buenas razones y corteses súplicas, se saliese de su ciudad y de su contorno. Y dice el glorio

so coronista, que de temor y espanto lo hicieron, por ver las portentosas maravillas que su divina sabiduría y inmensa bondad obraba: estos con reverencia y respeto procuraban evadirse y librarse del temor y espanto que les causaba Jesus, nuestro Salvador, con sus prodijios y milagros; mas los de su mesma patria Nazareht, vestidos y ocupados de la envidia con los propios prodijios, se ensañaron y enfurecieron con tan desapiadada ira y rabiosa cólera, que no se contentaron con echar violentamente a Christo, Señor nuestro, de su ciudad y contorno, sino es que con todo esfuerzo y conato procuraron de la cumbre del monte despeñarlo.

El demonio, cuando tentó a Christo, nunca tuvo atrevimiento de hacer ni aun algun amago para despeñarlo, contentándose solamente con servirle de consejero, entrándole por la puerta de la vanagloria, diciéndole, que si se dejaba caer, los ánjeles lo recebirian en sus brazos. Y de estos consejeros hallarémos muchos en estos tiempos a los lados de los príncipes que gobiernan, que como no son dioses en las obras, fácilmente los despeñan y desbarrancan; con que los unos y los otros vienen a ser peores que el maligno spíritu, que este anduvo mas cortes y no de tan dañada intencion con Christo, Señor nuestro, o por lo ménos no tan atrevido como los de su mesma patria, por ser conocidamente madrastra de sus hijos, pues en ella no pueden ser aceptados profetas, ni tener lucimiento sus acciones aunque patentes sean sus milagros. Porque la emulacion en los compatriotas sobra, y con envidia fiera solicitan deslustrar y escurecer los resplandores de sus esclarecidas virtudes; con que, como habemos dicho, son peores que el demonio, comun adversario nuestro: porque está mas cerca de llegarse a la razon el que sabe ser atento y cortes (como lo estuvo con Christo Satanas), que el que tiene sujetas sus pasiones a la envidia, y conveniencia será lidiar y batallar con un demonio cortesano, que con un envidioso desmedido. Sintiólo así y lo dijo con eminencia San Teodoreto sobre el primer libro de los Reyes, en ocasion que el Profeta Rei con su músico instrumento llegaba a divertir al rei cuando el malígno spíritu se apoderaba dél; y dice, que con las sonoras consonancias se mostraba el demonio mas humano y apacible y dejaba de atormentar a Saul, y Saul, con la envidia que de su pecho estaba apoderada, mas furioso se hallaba y mas precipitado contra David su bien hechor, pues intentaba con su aguda lanza atravesarlo y con la pared coserlo. Peor era Saul envidioso, que el demonio inclinado a nuestro daño (así lo dijo Teodoreto); que David cantando y tocando su instrumento mitigaba el furor del maligno spíritu, pero que Saul no podia templar la envidia.

de mas

No obstante que la patria es madrastra de sus hijos, que escurece sus glorias y deslustra sus virtudes, ¡qué es desdichado el que las tiene en estos siglos siendo su oríjen de padres humildes y pobres! qué presto le dan con el agraz en los ojos y con la afrenta en la cara! sin atender a que el proceder, la humildad y la virtud, es el principal oríjen de la

nobleza, como nos lo enseña el capítulo nono del primero libro de los Reyes.

Llegó el profeta Samuel a unjir por rei a Saul del pueblo de Israel, y significándole con las honras que le hacia, y con los respectos que le trataba, la superioridad y grandeza que habia de tener en su reino, le responde Saul estas palabras: ¿cómo, señor, me decis a mí estas razones? no sabeis que soi de baja stirpe y humilde nacimiento, y de la mas mínima tribu de Benjamin? y que mis fuerzas son mui limitadas y mis hombros no son para tamaña carga? mi estado, mi ejercicio y mi pobreza son mui contrarios para dignidad tan alta. Aquí dijo San Gregorio el magno: Grande fuiste para con Dios, porque fuiste para tí pequeño. ¡O! si conociésemos y nos pudiésemos persuadir a que no hai mayor nobleza ni mayor merecimiento que la virtud y humildad con conocimiento propio! pues por el que tuvo Saul de su humilde nacimiento y estado miserable, le levantó Dios de tal suerte, que lo hizo rei y monarca sobre todos los de su reino, calificando su descendencia con decir, que en todo el pueblo de Israel no habia otro mas esclarecido ni mejor que él.

¿Habrá alguno de los pretensores de estos siglos que diga como Saul, que no le ajusta el vestido, ni la potestad real le asienta, cuando con ella le envidan y lo buscan? ¿Habrá quién diga con él: soi de bajo nacimiento, soi incapaz y ignorante, soi cudicioso en extremo, porque no trato mas que de mis particulares intereses, y el que ha de tener a su cargo el gobierno y la superioridad ha de atender mas a los ajenos que a los suyos: soi libertado en mis razones: soi soberbio y altivo con los humildes? ¿Habrá alguno que diga con Saul estas palabras? No por cierto, porque esto se acostumbraba cuando los oficios y dignidades buscaban a los mas dignos sujetos, y no ellos a los oficios.

¡O! cómo debian los monarcas, príncipes y superiores imitar al supremo Rei de cielos y tierra, en buscar para los oficios preeminentes, no a los que los solicitan con dineros y favores, sino es a aquellos que los merecen por sus propios servicios, y por haber derramado su sangre en servicio de nuestro Rei y señor y de su patria! que de esta suerte se consiguiera la paz y quietud que se desea, y tuviera fin dichoso esta prolija guerra, y nuestra monarquía estuviera mas boyante, y sus tesoros no se hallaran tan menoscabados con estar solamente atendiendo los consejos a premiar letrados, aumentar audiencias y otros tribunales, sin hacer memoria de los que en los ejércitos de S. M. estan contínuamente derramando su sangre con excesivos trabajos, con hambres, desnudeces y peligros de la vida. Cómo no ha de ser esta guerra inacabable? que es lo que se encaminan mis discursos.

Esto baste por ahora, y volvamos a nuestro intento, que es decir, que aunque el extraño suelo mejor hospedaje hace al peregrino, no sé qué se tiene el amor de la patria o la propia habitacion para el sosiego y descanso y para la quietud del ánimo, pues desde el ave mas real hasta la mas temida fiera hacen manifestacion patente de esta verdad

tierra

constante, como lo notó Eusebio Galicano y nos lo da a entender el ilustrísimo Villarroel sobre el cap. 19 de los Jueces.

Salió el levita que refiere nuestro intérprete, en demanda de su mujer ausente, que a casa de sus padres se habia ido, y llegando a ella, le recibió el suegro con grande consuelo y alegría, hospedándole magnífica y spléndidamente, con todo amor y regalo; y al cuarto dia, con grandes ansias determinó salir con su mujer y volverse con toda brevedad a su morada y casa. El suegro con apretadas súplicas le detuvo aquel dia, significándole el gusto y placer que con su compañía y buena vista se gozaba, a cuyos ruegos y persuasiones contínuas obedeció forzado; con que al quinto dia, sin poderle detener mas una hora el suegro con festejos, convites y alegres entretenimientos, atropellando sus razones se fué con toda presteza.

Verdaderamente que es para maravillarse, que de ninguna manera pudiese el suegro detener ni obligar al yerno con el amor, con el agrado, con la cortesía, ni con el spléndido y regalado hospedaje, a que ni una hora quisiese detenerse mas en su casa. Pues, ¿qué seria la causa de tanta priesa? pregunta nuestro gran arzobispo. Y responde expeperimentando lo que siente. ¿Sabeis por qué (dice) tenia puesta la mira y el desco en el amor de la patria y en volverse a ella? Porque todo cuanto placer y gusto fuera de sus límites gozaba, le servia de penoso tormento y de fastidio, porque no hai cosa mas agradable ni mas dulce que el propio suelo. Pues corramos ahora con nuestro intento. Madrugó Maulican mi amo ántes que rompiese el dia, porque aunque habia tenido mui a su medida el gusto, y grandes y spléndidos banquetes con regocijos y bailes, acompañados con cantos y tamboriles y clamor de trompetas y flautas, deseaba con extremo llegar a ver su familia y casa. Porque no hai nacion en el mundo que tanto estime y ame el suelo donde nace, como esta de Chile, pues se ha visto en ocasiones llegar a cautivar algunos indios de los mas ancianos y viejos, y por no salir de sus tierras, permitir los hiciesen pedazos ántes que tener vida fuera de sus límites y contornos, y otros por sus mismas manos haberse dado la muerte, habiendo pedido ántes encarecidamente a los que los cojieron y cautivaron, que les quitasen las vidas y los dejasen muertos en sus tierras, y no habiéndoselo querido conceder, haber ejecutado lo que he dicho, con arrogancia y soberbia desmedida, ántes que dejarse sacar vivos de sus tierras y ranchos, teniendo por felicidad regar con su sangre valerosamente sus contornos.

¿Puede el amor de la patria llegar a mayor extremo? no por cierto, ni aun a tanto, porque la vida es mas amable que ella.

Poco despues de haberme despertado Maulican mi amo, dispusieron el fuego, las ollas y asadores las mujeres del dueño de aquel rancho, que era nuestro camarada y huésped, para darnos de almorzar con toda ostentacion y espléndido aparato. Levantóse Colpoche, mi grande amigo y el principal mantenedor de aquel festejo, cuidadoso de nuestro viaje, para lo cual envió luego a traer los caballos (que habian ya co

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