Imatges de pàgina
PDF
EPUB

tempestad deshecha su tranquilidad suave (como dijo Valdo, que la potestad mal usada y con tiranía es tempestad borrascosa), no será mui gran delito ni accion mal encaminada mirarlos como a tiranos y vituperarlos como a demonios, pues el mesmo Señor y juez universal da este nombre a los que no supieron ni entendieron su licion ni su doctrina, a quienes dice, que hasta cuándo han de juzgar mal y vestirse de la librea de los pecadores, porque andan en tinieblas siempre, sin entender ni oir lo que les importa. Y de la suerte que a los unos llama dioses, usando de la superioridad y del mando como se debe, a los otros demonios, segun lo referido, no me parece que será mucho adelantamiento decir que al que no entiende ni sabe lo que es ser discípulo de Cristo, con vituperio le juzgan acciones de superior endemoniado. Y para comprobacion de mi intento y del poco aprecio y estimacion que se debe hacer del que gobierna mal, sin Dios, sin lei ni sin razon, referiré lo que le sucedió al profeta Eliseo con Joran, rei de Israe!.

Joran era rei idólatra y perverso, quien convocó al rei Josaphad y al rei Edon para que en su ayuda saliesen en contra del rei moabita, por haberle quebrado la palabra y faltado a la confederacion alianza que con su reino tenia: salieron estos tres reyes contra el de Moab, y estando en medio del camino, se hallaron con extremo apretados de la sed, de manera que el ejército y las bestias perecian. Lamentóse Joran desconfiado de la Providencia divina, que juzgaba (y no mal) que por sus méritos y acciones no era merecedor del auxilio y favor de el cielo. Mas el rei Josaphad, como justificado y bueno, acudió al remedio por el santo profeta Eliseo, a quien juntos los tres reyes, por consejo y acuerdo del rei Josaphad, fueron a favorecerse de él en su afliccion y trabajoso aprieto. Y ¿qué fué lo que el profeta en esta ocasion dijo al rei Joran, como a principal motor de aquel ejército? ¿Quién te mete a tí conmigo (le dijo el profeta)? vete a consultar y a valerte tambien de los falsos profetas de tus padres; a cuyas razones respondió el rei con enfado (habiendo de mostrarse compunjido, humilde y agradable): ¿por qué tu Dios nos ha congregado a tres reyes grandes con sus ejércitos para entregarnos y ponernos vilmente en las manos del rei moabita? a que respondió el profeta mui al intento de lo que he propuesto. ¡Vive Dios, le dice, y el Señor de los ejércitos ante quien estoi en pié, que si al rei Josaphad no tuviese algun respeto, y me reprimiese su presencia, no hiciera caso de tí, ni atendiera a tus razones, ni a tu corona respetara! Gran prueba para lo dicho: bien claro nos manifiesta el profeta santo y enseña tambien la poca reverencia, el poco respeto y estimacion que se debe al superior inícuo, al príncipe tirano, y a un gobernador perverso, que sin justicia, lei ni razon gobierna a sus súbditos y a sus inferiores; y al contrario, al justo, santo y bueno, que por todos caminos se le debe toda veneracion y rendimiento, como lo enseñó el profeta en esta ocasion, que por el respecto del rei Josaphad, en quien miraba un verdadero dechado de la recta justicia de Dios, que, como dijo el docto jesuita, le tenia el profeta por pio y justo, y no indigno de satisfacer su voto y

cumplir su mandato, y no por el de Joran [sic]. Y si tal vez acontece tener semejantes superiores algunos aciertos en sus gobiernos, no habemos de juzgar ni entender que se los concede Dios, nuestro Señor, por su ajustado proceder, ni por sus méritos tampoco, que no saben conocer, son obras encaminadas por la mano divina y gobernadas por su gran misericordia, porque son tan soberbios y presumidos estos tales imitadores del demonio, que atribuyen a sus disposiciones y a su gobierno lo que es providencia del que lo gobierna todo, y accion de su bondad infinita: o porque, como el rei Joran, tienen en su compañía algun santo Josaphad por quien el profeta miró con buenos ojos su causa; que a estos llama dioses el jeneral juez a boca llena, y a los otros demonios.

Réstanos probar ahora, si a nuestro Chille han gobernado algunos que no hayan sido dioses en la tierra, sino es demonios, para que la detraccion de sus acciones y el vituperio de sus obras ajuste a la licion del profeta y no tenga que culparme el contemplativo lisonjero, cuando mi intencion no es otra que manifestar verdades y significar las causas de las ruinas y desdichas de este reino y los fundamentos que hallo para que no tenga paz firme, quietud ni descanso, y sean sus guerras perpétuas y dilatadas.

Entre tantos que han gobernado estas provincias, he conocido algunos deseosos de ajustarse al nombre de dioses de la tierra, como leales ministros del Rei nuestro señor; otros tan desenfrenados, tan soberbios, tan libertados y tan dueños de la potestad que tienen, que atropellando la justicia, la lei y la razon, han sido otros desatados demonios. Con un lugar sagrado comprobarémos lo dicho, y quedará manifiesto como tales superiores son demonios.

El capítulo cuarto de San Lúcas refiere mui al intento el modo de gobernar del maligno spíritu. Llegó a tentar a nuestro Redemptor en el desierto y despues de haberle ofrecido grandes dignidades de majestad y honra, haciéndose mui dueño de ellas, como dice el texto, añidió luego el modo de repartirlas, diciendo: estas dignidades y estas honras las doi a quien se me antoja y a quien me parece. Famoso lugar para prueba de lo dicho.

El superior presidente o gobernador que quita el premio al que lo merece, al que lo ha servido y trabajado, por darlo al que se le antoja, ¿no es conocido demonio? El que no atiende a las necesidades de los pobres, envejecidos en el servicio de su Majestad, y las encomiendas y oficios de provecho se los quita, por dárselos al mercader, pulpero o chacarero que se los paga, ¿no es un Satanas patente? El que no se ajusta a las órdenes y mandatos del Rei nuestro señor, que por sus reales cédulas tiene tan justificadamente dispuesto para premio y remuneracion de los que han derramado su sangre en su servicio, ¿no son traidores a su Majestad estos ministros, y demonios manifiestos? porque hacen lo que quieren y lo que se les antoja, como el demonio, y no lo que es justo y encaminado a la obligacion de sus oficios. Claro está que no hai que dudar en la propuesta, ni en que ha habido algunos en Chille que hayan

que

seguido este mal estilo de gobierno, pues lo habemos experimentado en várias ocasiones y reconocido en otros apropiado, como en el Perú ; y lo hace mas en nuestro daño, es que como nos hallamos de la presencia de nuestro gran monarca tan distantes y apartados, nos dan a entender algunos, que su real Majestad los envía a estos remotos gobiernos a tiranizarlos, a destruirlos y a aniquilarnos; pues ha habido gobernadores que desatentos han dicho públicamente, que pues el Rei nuestro señor vende los oficios, que no hai que maravillarse lo hagan tambien sus ministros; y si esto es así (que no lo presumo), no hai que aguardar convalescencia al contajioso achaque de nuestra monarquía, y de que aqueste desdichado reino haya dado tan gran caida y postrádose a los piés de sus domésticos enemigos, cuando tan sin velo ni rebozo se ha trocado el premio de los dignos por el precio de los que no lo son, como lo notó Solon. Ningun daño mayor (dijo) le puede venir a una república feliz, que lo que habia de ser premio de sus hijos, se comunique por precio a los extraños. De que se orijina haber pocos o ningunos en estos tiempos que en los ejércitos y fronteras de guerra quieran arresgar las vidas por servir a S. M., ni que se den a la virtud, porque conocen y echan de ver que los que se aplican a estos ejercicios, no son remunerados con que las repúblicas lo padecen, las armas se acobardan, las leyes se derogan, la sabiduría se envilece, y los servicios se malogran, porque los ignorantes con dinero y los que se ejercitan solo en adquirirlos y buscarlos, hacen burlas y escarnio de los que con su desvelo y trabajo merecen las dignidades y oficios preeminentes, pues son ellos los que con gran facilidad los alcanzan y poseen sin riesgos ni peligros de las vidas, como lo dijo elegantemente Pedro Gregorio.

De esto resulta que los beneméritos que sirven con amor y buena voluntad al Rei nuestro señor, a su patria y a sus repúblicas, esten arrinconados y abatidos, porque de ordinario son pobres, por haberse ejercitado limpiamente en los ejercicios militares y de la virtud, y no tienen con que comprar los oficios provechosos ni las dignidades; y siempre son preferidos los ignorantes y mercaderes, que solo atienden a solicitar y adquirir dineros para con ellos llevarse lo que con su trabajo y su desvelo no pudo el honrado benemérito, así en la paz como en la guerra, pues vemos las repúblicas y cabildos entreverados [de] tratantes y mercaderes, y tal vez de algunos que antes ocuparon otros oficios no de tanto porte, y de las varas de medir pasan a ejercer las de justicia; y por la mayor parte son disimulados pulperos, con que en lugar de ajustar las medidas a lo que se debe y es razon, las adulteran de tal suerte, que aunque el vulgo clame, el comun lo sienta y los pobres lo padezcan, anda todo sin medida, sin cuenta ni sin razon. Porque como las varas de medir, algunas estan acostumbradas a desnudar al pobre y al rico enflaquecerlo, con facilidad se truecan las unas por las otras, y no hai quien ponga tasa ni medida en favor de la república, ni de los mas necesitados. Y para prueba de lo dicho, no dejaré de referir lo que con evidencia me consta sucedió en una de las repúblicas de este reino, que habiendo

llegado a ella algunos tratantes pulperos deseosos de tener con brevedad salida de los jéneros que traian (no habiendo hallado quien por junto se los feriase), los vendian en sus pulperías con mucha mas comodidad que en las demas tabernas (porque se hallaban con cantidad crecida, o porque estaban a riesgo de que se les dañase), a cuya causa acudian todos con notable continuacion a donde los pobres y aun los que no lo eran hallaban mejor despacho, mas bueno y mas barato. Pues luego que llegaron a entender que se llevaban el dinero de la comun plebe los convenibles tratantes, fué cierto rejidor que me consta tenia pulpería, como las tienen otros, y con la vara de la justicia en la mano, les ordenó con penas pecunarias que no vendiesen vino ni otros jéneros, sino fuese por el arancel real y de la suerte que se vendia en las demas tiendas o pulperías. Esta es la justicia que en algunas ocasiones he reconocido y visto ejecutar a los que han ejercitádose en las varas de medir y pasado a las de justicia, en quienes se verifica lo que advirtió San Ambrosio del glorioso apóstol San Pedro en el Tabor, que por haberse criado en humildes ejercicios, manijando sus redes y en el trabajo de su pesquería, se aplicó luego a hacer los tabernáculos a Cristo Señor nuestro, a Moises y a Elías: porque es cosa cierta que el que desde sus tiernos años se crió en viles o lustrosos ejercicios, en lo uno o en lo otro conserva hasta los fines su costumbre, como le sucedió a San Pedro por lo pobre y humilde, y al contrario le acontece al ricacho. Aun viendo que estando en los calabozos del infierno sepultado, mandaba que fuese Lázaro a refrijerarle sus penas y a que le aliviase sus ardores con una gota de agua.

Pues ¿por qué no pide que lo lleven a donde está Lázaro, y manda que le traigan a su presencia? Sabeis por qué? dice San Pedro Crisólogo; crióse en majestad y pompa, y aun le duraba en el infierno la malicia y soberbia en que fué criado. De la mesma suerte, a nuestro intento, los que estan acostumbrados a vender caro y varear escasos, han de seguir el propio stilo con las varas de justicia y hacer contradicion a los liberales y ajustados en cambiar sus jéneros y mercancías, como les sucedió a los referidos tratantes, que les fueron a la mano los escasos.

Bien habia en que meter la mano y dilatar este capítulo, mas la digresion ha sido larga, aunque forzosa, porque, supuesto que el principal blanco a que este libro se encamina y endereza, no es otro que dar a entender las causas que se me ofrecen para la dilacion y perpetuidad de esta guerra de Chile, poca estabilidad en las paces que ha tenido y tendrá en adelante, necesariamente han de ser los superiores los fundamentos principales y los ministros de justicia y guerra, y por lo que vamos diciendo, se podrán ir sacando evidentes consecuencias y ajustadas al propósito a que van encaminados estos discursos.

CAPITULO IX.

En que se prosigue el viaje para la fiesta de Anconamon, adonde llegamos otro dia, y de la suerte que fuimos recibidos.

Habiendo quedado con mis compañeros alojados a las orillas de un apacible estero, en una tan amena vega como fértil, fué Dios, nuestro Señor, servido de enviarnos su luz, aunque con nieblas gruesas rebozada y con muestras mui ciertas de convertirse en agua; dí gracias infinitas a la Majestad suprema y universal Señor de lo criado por haberme dejado llegar con bien a gozar de la luz clara de aquel dia. Y despues de haber almorzado y recojido los caballos, montamos en ellos y fuimos marchando al paso de algunas indias y muchachos que iban a pié, porque no hubo cabalgaduras para todos, y por mi gusto me apeé del caballo en que iba, y acompañé a las indias un buen rato por entrar en calor y no sentir tanto el riguroso frio que nos apretaba: llegamos a medio dia a vista del lugar adonde se iban juntando con el gobernador Ancanamon los convidados para dar principio a su festejo; los que íbamos a caballo, desmontamos de ellos en frente del palenque y del andamio que tenian hecho para sus bailes y entretenimientos, y en medio dél estaba puesto un árbol de canelo de los mayores y mas fornidos que pudieron hallarse, con otros adherentes de sogas y maromas que pendian dél para

hacer sus ceremonias.

Luego que Ancanamon y sus compañeros caciques divisaron nuestra tropa y conocieron a Maulican y al hijo de Alvaro a su lado, con los demas de su parcialidad, y al toque principal Llancareu su padre, y que aguardaban a que a su usanza los recibiesen, por haber sido llamados al convite, envió un recaudo al toque principal de nuestra cuadrilla y parcialidad de Repocura Llancareu, padre de Maulican mi amo, para que nos acercásemos al concurso de los demas: hicímoslo así, habiéndose agregado a nuestra jente tres caciques mas, compañeros y comarcanos de Llancareu, con sus sujetos, que por todos haríamos número de cien varones sin la chusma de indias, chinas y muchachos, que en forma de procesion caminamos a pié todos juntos y nos arrimamos ácia la parte descubierta que hacia el cuartel, formado en triángulo, hechas sus ramadas a modo de galeras, adonde tenian las botijas de chicha, los carneros, las vacas, ovejas de la tierra, y lo demas necesario para dar de comer y beber a los forasteros huéspedes. Hicimos alto distancia de cincuenta pasos del bullicio que iba concurriendo, y como el concurso que llevábamos era copioso, y a mí por delante en medio dél y de Llancareu, como toque principal, y de su hijo Maulican, pasó la voz de que habia llegado el hijo de Alvaro (a quien deseaba con extremo ver la muchedumbre), y con sus noticias se suspendió y paró toda la junta, y salieron muchos de sus lugares y asientos a vernos recibir y entrar dentro del formado cuartel para la fiesta.

Salió el gobernador de aquellas aillareguas y dueño de aquel festejo

« AnteriorContinua »