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«El general D. Francisco de Rojas...

«El maestre de campo D. Cristóbal Pizarro..
«El maestre de campo D. José Guerrero y Carrera...
«El maestre de campo D. Felipe Esquibel....

<«Ciento dieziseis pesos que se entregaron por mano del
capitán D. José de Huerta, contribuidos por diferentes
personas, por dicho señor gobernador D. José Anto-
nio de Sola.......

«Cuyas partidas sumadas montan á............

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«Y para que conste en todos tiempos lo referido en esta relación de las fiestas reales hechas al real asunto en ella citado, y de lo que se gastó en ellas, y de los que han concurrido al reintegro en parte de lo gastado y de lo que se me debe y resta;

«Suplico al señor gobernador D. Juan Antonio de Sola, se sirva mandar al escribano de Cabildo archive en los libros de cabildo de él esta presente relación, de que recibiré mereed.-Que es fecha en dicha ciudad de la Serena de Chile, en 20 de agosto de 1748 años.-Pedro Faradón de Langaleria.»

Con esto llegamos ya à la relación del acto de la jura y proclamación de Carlos III, en la cual se distribuyó la medalla descrita.

La real cédula que anunciaba la muerte de Fernando VI y disponia se ejecutasen sus exequias en Chile, lleva fecha 27 de julio de 1760; y la acostumbrada para ordenar se levantasen los pendones por el nuevo rey, llegó sin duda asimismo à Santiago, según parece, pues aunque falta en la colección de la antigua Capitanía General, luego veremos que su texto fué conocido. Con todo, es claro que bastaba para el caso la primera, y lo cierto es que en 8 de agosto de ese año los alcaldes presentaron escrito para que se les relevase de la función de toros que se acostumbraba en las fiestas reales, que estaba ya acordado se celebrasen el 4 de noviembre inmediato.

En 18 del mismo mes se acordó por el Presidente que el oidor D. Domingo Martinez de Aldunate fuese el encargado de señalar el orden de precedencia con que debian entrar á palacio las corporaciones para dar el pésame por la muerte de Fernando VI; y habiendo señalado lugar al Cabildo después del eclesiástico y tribunal de cruzada, sintiéndose agraviado, comisionó al procurador para que formulase la correspondiente queja; «y deseando este ilustre Cabildo, expresaba en acuerdo de 16 de septiembre de 1760, mantener sus regalias y que en las próximas fiestas reales de la aclamación de nuestro rey y señor natural el señor D. Carlos III (que Dios guarde) destinada para el dia 4 de noviembre, haya el menor motivo de diferencia»... ofrecia información para que resolviese la cuestión la Real Audiencia.

En el mismo dia se acordó también rechazar la derrama que con aquel motivo pretendia echar á los regidores, à pretexto de que eran comerciantes, el diputado del comercio, tanto porque no estaba en la costumbre, «como porque por sus empleos deben salir el dia de la jura en comunidad, vestidos de gala, correspondiente à la gravedad del asunto, en que por precisión habrán

de consumir muchos pesos.» Sin embargo, en 26 del mismo ordenaban que el procurador se presentase á la Real Audiencia en solicitud de que se les excusase de vestirse de gala los dias de las fiestas reales: lo que venía á contradecir el acuerdo que se habia tomado en 18 de agosto de que todos se presentasen en esa ocasión de gala, esto es, «con chupa de tisú y vueltas en la casaca de lo mismo, calzón y casaca negra, según y como se practicó en igual función cuando se coronó el señor D. Fernando VI.»

Sea como quiera, el hecho es que la jura de Carlos III en Santiago tuvo lugar el 4 de noviembre de 1760 y que el alférez que tremoló en esa ocasión el real pendón fué D. Diego Portales Andia é Irarrázaval, por más que en el siguiente documento, que nos da una relación completa de la ceremonia, no se le nombre.

«Yo el capitán D. Jerónimo de Ugarte, escribano mayor de Gobierno, y D. Luis Luque Moreno, escribano público de los del número de esta ciudad, certificamos, damos fee y verdadero testimonio en cuanto se pueda y haya lugar en derecho, cómo habiéndose recibido en este Superior Gobierno el dia treinta y uno de julio de mill setecientos y sesenta la real cédula dada en Buen Retiro á cinco de septiembre de mill setecientos cincuenta y nueve en que Su Majestad por nuestra señora la Reina Gobernadora es servido, con ocasión del fallecimiento del señor D. Fernando VI, mandar que se publicase con la mayor solemnidad, de modo que llegase á noticia de todos sus vasallos, haber recaido en el rey nuestro señor D. Carlos III todos los reinos, estados y señorios pertenecientes à la Corona de España, en que se incluyen los de las Indias; y, impuesto que fué en su contenido el señor D. Manuel de Amat, caballero del Orden de San Juan, del Consejo de Su Majestad, mariscal de campo de sus reales ejércitos, gobernador y capitán general y presidente de su Real Audiencia, la tomó en sus manos, besó, y, puesto en pié, poniéndola sobre su cabeza, dijo que la obedecia y obedeció como á carta de nuestro rey y señor natural, y que, en su consecuencia, para ejecución y cumplimiento de lo mandado, debía procederse á las demás providencias y preparos concernientes à la referida aclamación, señalando, como desde luego señalaba para dicha solemnidad, el dia cuatro de noviembre, que lo es de nuestro rey y señor D. Carlos, y nombró su señoria por comisionario à D. Pedro de Cañas y Trujillo, corregidor actual, para que corriese con las prevenciones acostumbradas, con consulta, dirección y superintendencia del señor doctor D. José Clemente de Traslaviña, oidor y alcalde de corte de esta Real Audiencia; en cuya conformidad, habiendo llegado el tiempo destinado, se mandó publicar bando de suspensión interina de lutos durante la aclamación y fiestas reales que habian de subcederle, remitiendo en orden circular la misma providencia á todas las ciudades, villas y lugares del reino, con inserción de la mencionada cédula, para que los gobernadores, corregidores y demás cabos comandantes practicasen las proprias solemnidades en sus respectivas provincias y distritos; y, en efecto, dispuestas las cosas con cuanta obstentación permite el pais, alistadas las compañias del batallón, las del comercio, la de dragones, de artilleros, granaderos y húsares; prevenidos los tribunales, cuerpos y gremios, el dia tres de noviembre à las cuatro de la

tarde, después de formados en las cuatro esquinas de la plaza mayor los oficiales de caballeria, rica y uniformemente vestidos, à al frente de sus compañias, ocupando el centro la infanteria y los costados las compañias mencionadas y de nueva erección, vestidas de sus correspondientes uniformes, salió el ilustre Cabildo secular y Ayuntamiento precedido de la nobleza, titulos y caballeros principales, montados todos y de gala, llevando al alférez mayor que condujo el estandarte real à palacio del señor Presidente, donde aguardaba su señoria acompañado de la Real Audiencia; y montando todos por su orden, tomando al alférez mayor al lado que le correspondia, marcharon dichos cuerpos con la mayor gravedad, ostentación y bizarria, seguidos, á más de ia guardia ordinaria, de la lucidisima compañia de dragones que con espada en mano cerraba esta ilustre y brillante comitiva, continuando en esta forma hasta llegar a un hermoso tablado, que estaba de antemano eregido de andamios, frente las casas de la Real Audiencia, y montando en él dicho señor presidente, gobernador y capitán general con uno de los oidores, el procurador general de ciudad y el mencionado alférez mayor, presente el escribano de Cabildo que habia de dar fee de todo, repartidos en los cuatro ángulos otros tantos reyes de armas con masas en las manos que pusieron silencio por tres veces à inumerable pueblo que rodeaba aquel teatro, levantó la voz el dicho muy ilustre señor Presidente, gobernador y capitán general, y por tres veces juró y aclamó al rey nuestro señor D. Carlos III, empuñando y batiendo el real estandarte, à que respondieron uniformes las voces y aclamaciones del pueblo que en repetidos vivas significaban las expresiones del amor y alborozo con que su lealtad se complacia hasta lo sumo de ver ascendido al trono de la monarquia un rey tan deseado no menos que amable de sus súbditos y vasallos, cuyas voces y expresiones se aumentaron á lo sumo cuando se les mandó arrojar cantidad de dinero en distintas monedas acuñadas en esta real casa, repartiéndose asimismo bellas medallas de plata de valor de un peso gordo, en que estaba por un lado esculpido el retrato de Su Majestad reinante imitado en todo perfectamente, en el otro reverso esculpidas las armas de esta ciudad entre las dos columnas de Hércules y non plus con esta inscripción circular: «Optimo imperator, jusjurandum, senatus, populusque chilensis,» y al pié un corazón flamante ó ardiente colocado sobre una ara como en ademán de holocausto, y sobre él este lema: Amat.

«Y asimismo certificamos que, concluida esta primer ceremonia, se puso en movimiento todo el batallón, marchando con orden y disposición las trece compañías de á caballo por una de las esquinas de dicha plaza y calle que llaman de Ahumada, dirigiéndose á otra más espaciosa que se halla casi al extremo del sur de esta ciudad, que llaman de la Cañada, y formándose en ella dicha caballeria en el paraje que estaba de antemano preparado de otro no menos vistoso que soberbio tablado dispuesto con el mismo fin. Llegó dicho señor Presidente precedido de la comitiva y acompañamiento arriba mencionado, y entre las aclamaciones y vocerio de toda clase de gentes, con que llenando el aire repetian vivas y aclamaciones, y montando en él con las personas mismas que quedan mencionadas, y reiteradas las proprias ceremonias, se hizo segunda aclamación,

sólo diferente de la primera en el más numeroso concurso que permitia el mayor desahogo del sitio, y, por el tanto, fueron más crecidas y abultadas las voces y celebraciones, acompañadas asi éstas como las primeras del golpe de caja, clarines, timbales, trompetas y otros instrumentos músicos; después se tocaban las campanas con general repique, y, sobre todo, coronadas del estruendo de la artilleria que con triple descarga desde la bateria de veinte y cuatro cañones fundidos en esta ciudad y colocados en el cerro de Santa Lucia, rompian el aire haciendo público regocijo, al mismo tiempo que la fusileria de los infantes ejecutaba su deber en las subcesivas salvas, y el pueblo en sus demostraciones de júbilo con música, arcos triunfales y otras perspectivas significaba su fiel complacencia, y retirandose con el mismo orden y conformidad á la entrada de la noche, comenzaron desde aquellas horas las iluminaciones de plazas y calles, que duró en las tres consecutivas, y al siguiente, repitiéndose el mismo concurso y acompañamiento, fueron con el dicho señor Presidente-à la santa iglesia Catedral, donde se dijo la misa de gracias con la mayor solemnidad que es posible, correspondiendo á cada una de las ceremonias la general descarga de la infanteria y las salvas triplicadas de la artilleria. Y vuelto á palacio el expresado Gobernador con la referida comitiva, repartiéndose dichos cuerpos en varias piezas de la casa, fueron entrando por su orden à darle la norabuena de la exaltación al trono de nuestro rey y señor, con lo que continuando los regocijos públicos á las tres noches de iluminación siguieron otras tres de carros triunfales ejecutados por los gremios con la gracia y perfección acostumbradas, á las que siguieron cuatro dias de corridas de toros y juegos de cabezas y de sortijas, corridos por los principales caballeros de esta ciudad, terminando de esta suerte las referidas fiestas muy á satisfacción y contentamiento del público; é igualmente certificamos que de los autos que sobre el asumpto se han formado y paran en esta secretaria consta por las relaciones certificadas y otros instrumentos de los corregidores y demás justicias del reino que en todas las ciudades, villas y lugares dél se ha ejecutado la referida aclamación y jura del rey, nuestro señor, con iguales solemnidades, fiestas y regocijos. Y para que en todo tiempo conste, damos la presente en la ciudad de Santiago de Chille, en veinte y un dias del mes de abril de mil setecientos sesenta y un años, de que damos fee.-D. Jerónimo Ugarte, escribano de Gobierno.-D. Luis Luque Moreno, escribano real público».

El alférez real D. Diego Portales era hijo del oidor de su mismo nombre, y por su madre pertenecia á una de las más ilustres familias del pais. Dedicado al comercio, habia logrado formar un pingüe caudal, mas en la noche del 28 de septiembre de 1769 naufrags en Valparaiso la nave La Hermita de su propiedad, ocasionándole una pérdida de noventa mil pesos; de cuyas resultas, por el pesar que esta desgracia le produjo, falleció su mujer, dejándole diez hijos. Portales se distinguió por sus servicios en la epidemia que asoló esta ciudad en 1779. Fué también mayordomo del hospital de San Francisco de Borja. En 1781 el Presidente le propuso al Rey para la superintendencia de la Casa de Moneda, cargo que más tarde hubo

1. Archivo de la Capitania General, vol. 690, pieza última.

de desempeñar su hijo D. José Santiago Portales, padre que fué del famoso ministro de estado D. Diego Portales.

Portales falleció en Santiago á mediados de 1784.1

Concha dice en su Historia de la Serena que la jura de Carlos III se

1. Como ilustración á la biografia de nuestro alférez real, vamos a dar aquí á conocer la carta que el presidente D. Ambrosio de Benavides escribió al Rey en su recomendación, altamente honrosa para aquél:

«Excmo. señor.-Señor: Desde la mitad del año pasado de 1779, se introdujo en esta ciudad, y aún en todo el reino, cierta epidemia que por su malignidad causó considerable mortandad, especialmente en la gente pobre por su común falta de auxilios. A vista de un objeto tan lastimoso y del incremento que cada dia tomaba, se formó una junta caritativa del presidente y oidores de esta Audiencia, del reverendo Obispo y del Cabildo secular de esta ciudad, y en ella se resolvió dividirla en cuatro cuarteles, encargando su asistencia á otros tantos diputados electos del cuerpo del mismo Cabildo. De uno de ellos fué hecho cargo su alférez real D. Diego Portales Andia é Irarrázaval, quien desde el 16 de septiembre del proprio año comenzó su comisión llevando un médico, sangradores y algunas cargas de efectos necesarios para socorrer de pronto el desabrigo y extrema necesidad de los pobres enfermos, cuyo número, me hallo informado, llegó á pasar de quinientos, á cargo sólo de este comisionado, empleando todo el día de esta manera en la visita, consuelo y posible remedio de tanto necesitado.

«Reconociendo la mencionada junta que el trabajo se hacía insoportable á los diputados y médicos que visitaban los enfermos dispersos en barrios y casas, que aunque diariamente se les ministraba lo más necesario á su curación, les faltaban otras asistencias precisas, por no haber personas que aún con salario quisiesen entregarse al contagio, determinó erigir dos hospitales provisionales, uno de hombres en el colegio que fué noviciado de los ex-jesuitas, y otro de mujeres en la Casa de Huérfanos de esta capital, y cerciorados los de la Junta del caritativo celo con que D. Diego Portales, atropellando el inmediato riesgo de su vida y aún su necesario descanso, desempeñaba el cargo de su diputación, le nombraron por mayordomo del hospital de mujeres, á que se dedicò con tal esmero que en año y diez meses que durò la fuerza de la epidemia no hubo dia que dejase de asistir á él para dar providencias correspondientes à la curación y alivio de la mul. titud de enfermos, cuya ocupación cristiana ha seguido y continúa en el mismo hospital hasta concluir la fábrica que se construye en el citado colegio del noviciado, aplicado á este fin por la real piedad á representación de esta Junta de Temporalidades.

«Aunque hace diez años que se declaró esta aplicación tan importante, corrió muy lentamente su establecimiento, de modo que en los primeros meses de este año determinó el Gobierno, con acuerdo del reverendo Obispo, nombrar también el enunciado D. Diego Portales por mayordomo de esta obra y real hospital de San Borja. Dió principio á ella el dia 7 de marzo, y ha sido su eficacia tanta en la diaria asistencia y dedicación, que en cinco meses la ha adelantado en términos de darla concluida para el dia 10 de octubre inmediato, como tiene prometido, sin que en esta recomendable ocupación, ni tampoco en la que ha proseguido como mayordomo del provisional hospital de mujeres, haya reportado ni pretendido emolumento ó gratificación alguna.

«Con motivo de haber yo reconocido esta nueva fábrica, lo tuve para examinar igualmente la actividad, justificación y acertada conducta que en ella está acreditando el referido mayordomo y asimismo para instruirme más radicalmente y con mayor especulación de su calidad, porte y circunstancias, con cuya oportunidad se me ha informado por personas de la mejor entidad y crédito, como también con documentos, cuanto tengo expresado en orden á su notorio celo y caridad con que se portó en la curación y asistencia de los pobres enfermos antes y después de haber sido reunidos al citado hospital provisional; ser este sugeto por su nacimiento de las más ilustres familias de esta ciudad, que fué casado con igualdad de circunstancias, y fallecido su consorte, dejándole diez hijos, tres varones, de los cuales el mayor se halla en veinte y un años, y las siete mujeres sin estado ni esperanza de tenerle por su mucha pobreza; su porte y mérito personal de virtud é inclinación á obras de piedad, son correspondientes á su distinguida calidad y honor, comprobándolo últimamente con haber destinado a su hijo mayor, teniente de uno de los cuerpos de milicias de esta capital, à servir en la propria clase y á su costa en la plaza de Valdivia, donde asiste con buen crédito en el refuerzo de gente miliciana que en el año inmediato anterior se remitió á aquel presidio á causa de la presente guerra.

«Finalmente, es el mismo que por el año pasado de 1796 sufrió la considerable pérdida de que su navio nombrado Nuestra Señora la Hermita cargado de frutos de la tierra y pronto á navegar para el puerto del Callao, naufragase en el de Valparaiso, cuyo quebranto le ascendió casi á ochenta y nueve mil pesos, según la información que de orden de S. M. recibió esta Audiencia el año 1774, de que dió cuenta con autos, y posteriormente lo acreditó el proprio Tribunal y actual regente en el de 1779.

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