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por su ley tan reprobadas; y por tanto, si penitencia en el artículo de la muerte no les valió, yo temo que se han visto en trabajo, y plega á Dios que no sea peor que el de Alexandre, porque más que los infieles y en mayor grado de gravedad pecan los cristianos, en cualquiera género de pecado. Lo mismo deben temer de sí todos los que por estas Indias en tales estaciones andan.

CAPITULO LXIV.

En cumplimiento, pues, de su voto, acordó Anciso y todos de asentar luégo allí una villa que se llamase Sancta María del Antigua del Darien, que era nombre propio del pueblo de los indios, ó del rio grande que por allí pasa ó pasaba, porque ya todo está por allí, como en lo demás, asolado; y para prueba de su sanctidad, por quien Dios hacia milagros, comenzó luégo á crecer la grande ambicion, entre aquellos nuevos pobladores, que teniau en sus pechos, y que con sus compañeras los habia llevado allá, y, segun se dijo, el principio de todas las disensiones fué Vasco Nuñez de Balboa. Como ya tenia, como se dijo, entre los otros autoridad, trabajaba de secreto con los que sentia tener amistad, que quitasen la obediencia á Anciso, diciendo no tener ya jurisdiccion, pues habian salido de los límites de la gobernacion de Hojeda, cuyo era en ellos Alcalde mayor; y no decian mal, si verdad era que aquella tierra salia de los dichos términos, como creo ser verdad, si lo demás fuera agua limpia, que no pretendiera él mandar. Pero, cierto, mejor dijeran que ni Anciso con todos ellos, ni juntado con ellos Hojeda, tenian una punta de alfiler de jurisdiccion, pues estaban en reinos y tierras ajenas, donde habia y señoreaban propios y naturales Reyes y señores, con justa é legítima y natural jurisdiccion, á la cual Hojeda y todos ellos eran subjectos, aunque les pesara, y eran obligados, so pena de incurrir en grandes pecados de inobediencia, de obedecer á los Caciques, señores y Reyes de aquellos reinos, y cumplir sus mandamientos, y vivir segun sus leyes mientras en la tierra estuvieran, en todo aquello que no fuera contrario á nuestra santa fe y cristiana religion. Y ésto verán los que quisieren leer nuestro libro, escripto en

latin, cuyo título es: De unico vocationis modo omnium gentium ad veram religionem, más claro que el sol. Tornando al propóposito, andando en estos secretos tractos unos con otros, mandó Anciso, presumiendo de Alcalde mayor, que ninguno fuese osado, so pena de muerte, rescatar con los indios oro alguno; Dios supo con qué intento, al menos todos creian ó murmuraban, que por haberlo él para sí todo. De ésto indignados todos, porque aquel daño tuvieron por comun, acuerdan de quitalle la obediencia y el mando, diciendo que no tenia poder ni jurisdiccion sobre ellos, por la causa dicha y otras razones que alegaron; Anciso privado é impedido del mando y gobierno, acuerdan entre todos elegir Alcaldes y Regidores, y cayó la suerte de Alcaldes, al Vasco Nuñez, y creo que á uno llamado fulano Çamudio, y por Regidor un Valdivia, y otros de que no tuve noticia. No contentos con los Alcaldes y gobierno que habian elegido, ó descontentos de su manera de regir, ó arrepentidos de haber dejado ó excluido al Anciso, no contentos ni asosegados sus corazones, como quien andaban fuera de la vida cristiana que debieran vivir, tornaron á tener contenciones sobre la gobernacion, alegando algunos que no convenia estar sin superior, uno sólo, que los gobernase, y así, algunas veces estaban para peligrosamente reñir. En estas sus porfías se dividieron todos en tres partes: la una decia que se restituyese á Anciso en su grado pristino, hasta que el Rey los proveyese de Gobernador, teniendo dello aviso; la otra, defendia otra opinion, diciendo que á Nicuesa se habian de subjectar, pues aquella tierra caia dentro de sus límites; la tercera, era de los amigos de Vasco Nuñez, que contendian que estaba bien así, ó que si habia de ser único que aquel fuese nombrado y elegido; los cuales, con estas contiendas y opiniones, así divisos, llegó un Rodrigo de Colmenares, desta isla, que puso fin por algun tiempo á estas porfias. A este Colmenares, segun creo, dejó Nicuesa en esta isla para que fuese despues dél recogiendo los bastimentos, que dejaba haciendo en sus haciendas que en esta isla tenia, ó por ventura lo dejó para este fin en Castilla. Este, partido de aquí

con dos navios de bastimentos y provisiones otras necesarias, y 60 hombres que iban dedicados al mesmo oficio, llegó con sus navíos, despues de haber padecido gran tormenta en el camino, al puerto de Sancta Marta, obra de 50 ó 60 leguas del de Cartagena, el cual los indios llamaban Gayra, la y letra luenga. Quisieron allí tomar agua, y como los indios vieron los navíos, y habian entendido las obras que los españoles habian hecho á los de Cartagena, sus vecinos, acordaron de hacellos alguna burla, porque descuidándose no les acaesciese rescibilla. Saltaron en las barcas de los navíos, ó en la una dellas, de los españoles 50, y llegados al rio, dijeron que salió el señor de aquella tierra con 20 de sus allegados, vestido de cierta manera con manta de algodon, como quiera que todos los indios anden por allí desnudos, y llegando cerca díjoles por señas, que no tomasen de allí agua, porque no era buena, señalándoles abajo (ó arriba), otro rio, al cual yendo los españoles, con la resaca y braveza de la mar, no pudieron llegar y tornáronse al de donde habian venido; y estando embasando sus pipas ó vasijas, saltan de súbito, segun les pareció, hasta 70 indios, y ántes que los españoles se revolviesen, los tenian, á 47 dellos, con hierba ponzoñosa, heridos. Tomáronles la una barca ó barcas y hácenlas pedazos luégo; creo que de los heridos huyeron al navío, nadando, ó en la una barca, pero llegados á los navíos todos los heridos murieron, que no se escapó sino sólo uno vivo. Escondiéronse siete dellos en unas concavidades de cierto árbol grande hasta que anocheciese, para se ir despues á las naos, ó nadando, ó que viniesen por ellos; pero como en aquella noche, por no rescibir más daño y por creer que aquellos serian muertos, se hiciesen á la vela, no hobo más memoria dellos. Partióse, pues, del puerto de Sancta Marta, Colmenares, con la pérdida dicha de los españoles, y con extrema tristeza, para el golfo de Urabá derecho, por tomar de allí alguna nueva donde hobiese parado Diego de Nicuesa, el cual, no viendo ni oyendo persona ninguna en la parte de Oriente del golfo, donde creia que podian estar Hojeda ó los suyos, quedó

espantado, si eran todos muertos ó á otra parte idos, no sabiendo qué fuese dellos. Acordó de tirar muchos tiros de artillería, porque si por allí estaban lo oyesen, y hacer muchas hogueras ó ahumadas de noche y de dia sobre unas altas peñas. Atruénase todo el golfo de una parte á otra, que tiene de ancho seis leguas; oyéronlo con espanto los del pueblo de Sancta María del Antigua, y las ahumadas tambien vieron; responden con otras tales muchas veces, por manera que atinó Colmenares, que cristianos debieran estar á la parte del golfo de la mano derecha ó del Occidente; finalmente, hobo de llegar á ellos, cuasi mediado Noviembre, año de 1510. Fué inestimable la alegría y gozo que con su venida todos rescibieron, con todos los trabajos y muertes y adversidades que cada uno dellos habian padecido. Preguntando por Nicuesa ninguna nueva le dieron; todo el gozo de los unos y de los otros, de tristeza y dolor tenia harta mezcla. Repartió de los bastimentos que traia con todos aquellos, por manera que contándose los unos á los otros sus duelos, con el pan y comida que de nuevo á los que estaban venia, les fueron tolerables y buenos. Con esta liberalidad, que Colmenares de los bastimentos con ellos hizo, ganó las voluntades de los más que resistian que no se llamase para los gobernar Nicuesa, y así ganada la opinion contraria, ó la mayor parte, acordóse que fuesen á buscar á Nicuesa, y hallado lo convidasen y rogasen tuviese por bien de venir á gobernallos, porque ellos se le querian subjectar. Enviaron para ello con Colmenares á uno llamado Diego Albitez, y al bachiller Corral, y el cargo principal dieron á Colmenares.

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