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LECCION SEGUNDA.

SEÑORES:

Vamos á empezar por fin la historia de nuestra patria, y para hacer ménos enojosa la tarea y mas amena la narracion; procuraré en cuanto pueda y me sea posible, pasar lijeramente por todos aquellos hechos, que siendo de poca significancia, nada influyeron en la marcha de los acontecimientos, y no merecen por consiguiente, contarse con detencion.-Los indicaré sin embargo, á fin de que no sean absolutamente desconocidos, procurando detenerme en cambio, tanto como lo crea necesario, en todos aquellos sucesos ó consideraciones importantes que sean verdaderamente dignos de un exámen especial.

En la leccion anterior al contar, aunque brevemente, la historia de CRISTÓBAL COLON, vimos ya como aquel grande hombre fué conducido preso á España por órden del implacable BOBADILLA; y aunque puesto en libertad á su llegada á la Península, no solamente no recuperó jamas sus destinos, sino que nombraron entónces al comendador NICOLAS DE OVANDO, gobernador único y absoluto de la colonia.-OVANDO procuró fomentar en cuanto pudo el adelanto del pais que se le habia confiado, y cumpliendo mas tarde con las órdenes de sus reyes; comisionó al capitan

SEBASTIAN DE OCAMPO (1508) para que bojease y reconociese la isla de Cuba á fin de tener de élla noticias circunstanciadas.-Hízolo asi el comisionado, y regresó de allí á ocho meses llevando de nuestra patria los mas satisfactorios informes. Despues de OCAMPO, estuvieron tambien en Cuba ALONSO DE OJEDA, PANFILO DE NARVAEZ y otros que no merecen particular mencion, pues la historia propiamente dicha de aquella isla, no empieza sino con VELAZQUEZ, que fué el primer verdugo de nuestra tierra.

Ya ántes, como saben ustedes, estuvo en Cuba CRISTÓBAL COLON (1492) que fué el primero que arribó á nuestras playas, y el primero tambien que tuvo ocasion de admirar la belleza encantadora de aquel suelo sin igual.-Leyendo las pájinas de su interesante Diario, se echa de ver desde luego la impresion grande que en él produjo nuestra adorada tierra, la mas hermosa que jamas han visto ojos humanos, como despues decia escribiendo á los ingratos reyes de España. Y era natural que asi sucediese, Señores; porque es imposible encontrar en el mundo un pais que se parezca á Cuba; y solo una nacion tan torpe y desacertada como la española, podria no apreciarla en lo que vale; podria no amarla con predileccion.

Centinela avanzado del continente americano; la isla de Cuba parece colocada por el Eterno para velar por la seguridad de la América é influir poderosamente en los destinos de la humanidad, dominando por su situacion jeográfica ese vasto y riquisimo mediterráneo del NuevoMundo que conocemos con el nombre de "Golfo de Méjico."

CRISTÓBAL COLON no pudo imajinar entónces la impor. tancia futura de aquel pais: no pudo comprender su valor moral, y admiró únicamente lo que veia: su belleza fisica y las galas asombrosas de su naturaleza tropical.

Arrullada como VENUS por los mares, rodeada eternamente de blanquísimas espumas, la isla de Cuba se presentó á COLON como un cisne corpulento al tender las nevadas plumas en la superficie límpida de un lago.

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Saliendo de las ondas, aparecia como una de aquellas fabulosas sirenas de los antiguos poetas, para fascinar al navegante con sus encantos seductores. Se presentaba como la poética ondina que velada pudorosamente por las aguas, asoma solo la cabeza para embriagar con su belleza al pasajero que la contempla.-Coronada de palmas, rica de perfumes y alfombrada de flores; era como un jardin flotante que el jenio de los placeres hubiese puesto á merced de las olas en la llanura inmensa del occeano.

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CRISTÓBAL COLON desembarcó, y quedó mas sorprendido aun al contemplar de cerca el lujo asombroso de aquella vejetacion primitiva y sin igual.-Sus ojos extasiados ante una naturaleza tan nueva y desconocida para él, recorrian con avidez los objetos diversos que se presentaban á su vista.-Montañas elevadas que subian hasta las nubes, sabánas inmensas que se perdian en el horizonte, bosques impenetrables en que la luz del sol jamas entraba.-Los arroyos y los rios, no detenidos por el hielo, corrian libremente ya por lechos de arenas salpicados de oro, ya por campos bellísimos esmaltados de flores, sin que la víbora ponzoñosa cruzase jamas el limpio cristal de su clarísima corriente.-En los arenales de las playas, no blanqueaba jamas la osamenta de la víctima inmolada por la fiera, y solo se descubria la honda huella que dejára al pasar el carey de rica concha.-Los árboles encorvados bajo el peso de los frutos, estaban enlazados unos á otros por anchas guirnaldas de blanquísimos aguinaldos.-Las aves poblaban el aire de armonia; la brisa llenaba la tierra de perfumes; el sol inundaba de claridad el espacio.-Todo era bello, y nuevo, y admirable en aquel suelo primitivo que producia siempre y con abundancia: pan en las raices de los árboles, oro en el corazon de las montañas, perlas en el fondo de los mares.

Tan sorprendente pareció á aquellos primeros esploradores la naturaleza americana, Señores, que COLON, GOMARA, HERRERA y otros, creyeron firmemente que el

"paraiso terrenal" habia estado en el Nuevo Mundo. Solo faltaba para que fuese completo el paraiso, que hubiese allí una maligna serpiente, emanada del infierno y enemiga de la felicidad; y la serpiente apareció despues, encarnada, digámoslo asi, en la política despótica del gobierno español. Pero sigamos.

Habitaban esa tierra, entónces venturosa, los quietos y pacíficos Ciboneyes, que, divididos en tribus ó familias como los antiguos israelitas, estaban como éllos sujetos al gobierno patriarcal, único que convenia á aquellas pequeñas reuniones en los primeros dias de su existencia social. Sus gustos, sus costumbres, sus inclinaciones y sus usos; todo se hallaba en armonia con la naturaleza risueña de su encantado pais.

Yo recuerdo, Señores, que nuestro apreciable amigo el señor ALLO, en alguna parte de su bello discurso inaugural sobre "Economia política," pronunciado en este mismo lugar; trató de esplicarse el carácter, mejor dicho, la ferocidad de algunos pueblos antiguos por la naturaleza de sus costumbres y por la especialidad de sus instituciones.-Y tenia razon el señor ALLO, porque á parte de la influencia poderosa del clima; el carácter y las inclinaciones de los pueblos, son siempre y en todas partes, la consecuencia lójica, el resultado indispensable de su educacion y de sus leyes, de sus costumbres y de sus ocupaciones.-Grecia y Roma, por ejemplo, (y cito á Roma y á Grecia, Señores, porque recuerdo que fueron tambien citadas por el Sr. ALLO;) Grecia y Roma, repito, esos dos pueblos maravillosos y sorprendentes, cuyos nombres aprendemos á pronunciar con veneracion, aun ántes de estudiar y comprender los hechos gloriosos de su historia; esos pueblos, digo, debieron ser necesariamente como fueron, guerreros é indomables, audaces y decididos; por el jénero mismo de sus costumbres; por el carácter especial de sus raras instituciones.-En aquellos pueblos, los niños nacian en medio de los trofeos alcanzados por sus padres en el campo de batalla, crecian en medio de las estátuas levantadas por el pueblo para

eternizar la memoria de sus héroes; y asistian desde sus mas tiernos años á la sangrienta lucha del atleta, al terrible combate del gladiador.-El corazon se endurecia naturalmente en aquellos espectáculos de sangre: el alma se templaba, digámoslo asi, en aquellas escenas de muerte; y por eso crecian indomables, y por eso eran invencibles, y por eso conquistaban el mundo; porque no apreciaban mas cualidad que la fuerza; porque no tenian mas ocupacion que la guerra; porque no premiaban otra virtud que el valor.

Pero los Ciboneyes, Señores; los indios de nuestra tierra, nacidos bajo el cielo purísimo de Cuba; teniendo por patria un paraiso; felices en su inocencia y aislados en su ignorancia; sin roce de ninguna especie con pueblos belicosos que despertasen en éllos la ambicion; agrupados en familia; amándose como hermanos y viviendo en comunidad bajo la dulce autoridad de ancianos venerables, que como á hijos les querian, que como á iguales les gobernaban; los Ciboneyes, Señores, debieron ser tambien como fueron, quietos y hospitalarios, pacíficos y jenerosos, por la naturaleza de sus costumbres; por el jénero de sus ocupaciones.

Su relijion era sencilla; pero admirable: el cubano no se prosternaba como el ejipcio ante la grosera figura de un cocodrilo; no adoraba las serpientes como el etiope; ni creia, como el español del tiempo de SERTORIUS, en las inspiraciones divinas de una cabra.-No, el indio creia en la existencia de la otra vida; en las recompensas eternas y en los eternos castigos; y adoraba á Dios en la mas bella y asombrosa de todas sus creaciones; en la imájen imponente del Sol.-El Sol que fecunda las plantas, que colora las flores, que vivifica la naturaleza y derrama á torrentes en el mundo el calor y la claridad; el Sol y solo el Sól, Señores, era el objeto digno de la admiracion del indio. Hay en este culto cierta elevacion de sentimientos, cierta grandiosidad de ideas, cierta delicadeza de gusto, que basta por sí solo para hacer la apolojia del pueblo que nos ocupa.

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