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IMPRENTA DE JOSÉ MARÍA DUCAZCAL, PLAZA DE ISABEL II, NÚMERO 6.

1854.

ADVERTENCIA.

La redaccion del tomo primero, por D. José Ferrer de Couto, comprende hasta la página 594 inclusive; la de D. José March y Labores desde la 595 del mismo, hasta la conclusion de la obra.

Esta obra es propiedad de los editores, quienes perseguirán ante la ley al que la reimprima.

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EMPRESAS MARÍTIMAS DE GARAY Y DE VAZQUEZ AYLLON.-SEGUNDO VIAJE Á LAS MOLUCAS: ESPEDICION DEL COMENDADOR LOAISA.

CAPITULO PRIMERO.

Idea, recapitulacion y juicio crítico de los viajes de Colon y de Magallanes. -Francisco de Garay: espedicion á su costa en 1519, la cual arriba á la provincia de Amichel; noticia de aquel pais.- Procedimientos de Cortés contra los de Garay.-Segunda espedicion de este, quien se declara contra Cortés, y va con su tropa á Panuco.- Cede Garay en virtud de órdenes del emperador, y por último se ve obligado á acogerse á Cortés.-Muerte de Garay.-Espedicion de Vazquez de Ayllon.-Llega al cabo de Santa Elena: recibenle bien los indios y siendo ingrato los cautiva: desdichado fin de estos y de la espedicion.-Segunda empresa de Ayllon para describir el paso al mar del Sur, y mal éxito de ella.-Muerte de Ayllon (1).

DEBIDOS

EBIDOS Son á una feliz casualidad, dice Lesage, casi todos los grandes descubrimientos de los hombres. El del Nuevo Mundo fué únicamente el fruto del genio y la combinacion. El genovés Colon, por un efecto de aquel espíritu, aquel raciocinio y aquellos talentos tan cabales que son el fruto de los conocimientos matemáticos, calculó perfectísimamente que si bien la tierra era un

(4) Historiadores ó autoridades que hemos consultado. Oviedo: Herrera: Hernan Cortés: Bernal Diaz del Castillo: Gomara: Malle Brun: Balbi.

TOMO II.

1

globo como le estaba demostrado, de ella no conocíamos mas todavia que una porcion, y que partiendo de nuestra Europa siempre con rumbo hácia Occidente, debia encontrar nuevas tierras, ó arribar á las costas orientales del Asia. Inspirado de una idea tan feliz y sencilla, se dirigió sucesivamente á Génova su patria, á la Francia, á la Inglaterra y á Portugal, pidiendo por todas partes que se le diesen medios y recursos para ejecutar lo que habia concebido, y por todas vióse rechazado cual si fuese un insensato; efecto natural de la ventaja que rancias preocupaciones o inveterados errores tienen comunmente sobre las nuevas verdades. Lo que la ciencia mostraba al genio del navegante genovés, pareció, no obstante, un delirio á los cabezas de los gobiernos contemporáneos; hasta que al fin su laudable porfia, al cabo de ocho años de pretensiones, que aunque justas se habian desatendido y desdeñado como quiméricas é impertinentes, la generosa, la magnánima Isabel de Castilla, le escuchó benévola, le oyó con interés, comprendió su grande pensamiento, se mostró ilustrada y le dispensó su augusta proteccion. Tres frágiles naves, abandonadas, digámoslo así, por los cortesanos al empeño importuno y al arrojo de Colon, mas bien que confiadas á su sabiduría, atraviesan el Océano Atlántico en 1492, y á los treinta y tres dias de navegacion descubre una de las Lucayas; islita que el mismo descubridor, aludiendo á su situacion personal, denominó San Salvador, porque cierto es que infaliblemente iba á perecer á manos de sus gentes, que por loco y temerario le tenian, si por desgracia suya no hubiese encontrado la tierra que con tanta fé buscaba. Continúa sus investigaciones y consigue descubrir en breve la isla de Cuba y la Española, que despues se denominó de Santo Domingo y Haiti, y en 1498 el archipiélago de las Antillas; penetra hasta las costas de Tierra-Firme la embocadura del Orinoco, y conoce que ha encontrado aquel nuevo continente. Hé aquí, en resumen, la historia del descubrimiento de América, apellidada así, del nombre de un florentino llamado Américo Vespucio, quien habiendo reconocido sus costas algunos años despues y publicado los primeros mapas, arrebató á Colon el honor merecido de darla su propio nombre. Así, como dice un historiador, al mismo tiempo que fué conocida del resto de la tierra, fué marcada por una injusticia, presagio fatal de todas las demas de que habia de ser teatro aquel desventurado cuanto hermoso pais.

y

La rivalidad á la par de la ambicion, que por todo atropella, que á veces lo domina todo y hace al hombre injusto y tirano, incitó á los portugueses á disputar á los españoles la gloria de los descubrimientos y el derecho á la posesion de algunos de ellos. Celosos de sus descubrimientos mútuos España y Portugal, apelaron al Papa pidiendo una sentencia que repartiese entre ellos el Nuevo Mundo, asignando á la ambicion de cada uno su hemisferio aparte, y la famosa línea de demarcacion, mediante una bula de que ya hicimos mencion, escluyó realmente á los portugueses, hasta que á fuerza de interpretaciones arbitrarias y de arreglos consiguientes, hicieron comprender el Brasil en su hemisferio. Quedaba

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