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LECCION QUINTA.

SEÑORES:

Acaso no haya cruzado nunca por el pensamiento de ustedes, una idea que ocurre siempre en el mio al hablar en este lugar: lo dificil que es y hasta imposible, hacer interesante y ménos divertido, un discurso de historia, cuando se refiere la de un pueblo como Cuba, cuyos anales carecen de hechos notables y nada encierran, digno verdaderamente de contarse con detencion.

Nada mas fácil que hablar de historia cuando ésta ofrece acontecimientos de que hablar; pero nada mas dificultoso tampoco que esa misma tarca, cuando se quiere referir la vida de un pueblo como el nuestro, sin tradiciones y sin recuerdos, que solo en estos últimos tiempos ha empezado á fijar la atencion del mundo politico por el número de sus mártires, y que antes, apénas si era conocido en algunos mercadas estranjeros por la importancia de sus azúcares, la escelencia de su tabaco y las producciones de su café.

Hablad, por ejemplo, de los Ejipcios, que ya en época remota, asombraban el mundo con la sabiduria de sus leyes el número de sus descubrimientos, tan útiles como raros. Hablad de los Hebreos, el pueblo escojido de Dios, con sus

y

instituciones mosáicas y su formidable teocrácia: esclavo hoy, peregrino mañana, dividido despues, mas tarde disperso, siempre batallador y hundido por último bajo el peso mismo de sus vicios innumerables. Hablad de los Asirios, sibaritas y afeminados, que buscaron la ruina de su poder y el naufrajio de su gloria, en el mar tempestuoso del lujo y de los placeres.-Hablad de los Fenicios, el pueblo incansable de la industria, del comercio y de la navegacion, cuyas naves numerosas conocian todos los puertos del mundo antiguo y cuyos hijos dejaron con gloria escritos sus nombres por todas partes.-Hablad de los Cartajineses, sedientos de riqueza y ávidos de conquista, que soñaron rivalizar con Roma, y fueron destruidos completamente en tres guerras asombrosas, que aun espantan con el recuerdo.-Hablad de los Romanos, la nacion inmortal de las glorias inimitables y de los crímenes espantosos; de las conquistas y de las guerras, de los héroes, que fueron semidioses y de los tiranos que fueron monstruos: monarquia primero, república luego, imperio despues; dueña del mundo ahora, pisoteada despues por los bridones de los bárbaros, pero grande siempre, hasta en sus desaciertos y en su caida.-Hablad de la Grecia, tierra clásica de la libertad y de las instituciones democráticas, cuyos hechos veneramos en la primera edad, aun ántes de poder descubrirlos en toda su magnitud. Concretaos, si quereis, á uno solo de sus pueblos, á Aténas, por ejemplo; particularizad, si os place, un hecho solo de sus anales maravillosos: Maraton, Salamina, las Termópilas, cualquiera en fin, de esos acontecimientos inmortalizados por la fama, que la tradicion, si la imprenta no existiera, se hubiera encargado de guardar á la posteridad.-Contentaos, si tal es vuestro gusto, con hablar de un solo personaje, y tomad, sin buscarlo y sin escojerlo, el primero de los machos que se atropellan amontonados en la memoria, CODRO, SOLON, MILCIADES, TEMÍSTOCLES, LEONIDAS, ARISTIDES, CIMON, PERICLES, TRASCÍBULO, PHOCION ¡no importa! En cada uno de esos pueblos, en cada uno de

esos hechos, en cada uno de esos nombres, hallareis campo vastísimo que recorrer, estudios importantes en que pensar y acontecimientos asombrosos que referir.

Y aun sin necesidad de contraernos á esos pueblos maravillosos, cuyas acciones estraordinarias, abruman, por decirlo asi, todavia nuestra raquítica fantasia, y sin que sea preciso remontarnos á esas épocas lejanas, que casi se escapan á la cronolojia histórica; hablad de las naciones. que tenemos á la vista, de las que viven en nuestros dias, cuya historia seguimos constantemente, y cuyos hombres no cesamos de estudiar.-Hablad de Inglaterra, cuna de las grandes instituciones, de Francia, pueblo iniciador por escelencia de las ideas rejeneradoras, escojido por el destino para ser el apóstol inspirado del Progreso y marchar en busca de la perfeccion, á vanguardia de la humanidad.— Hablad de Italia, la canora patria de las artes, dividida en fracciones, que recuerda llorando sus glorias de otras épocas, y se ajita sin descanso por alcanzar un dia la independencia y nacionalidad que le arrancaron sus verdugos. Hablad de Alemania, la tierra de los filósofos que ve dividido tambien su inmenso territorio, y espera paciente la hora de la revolucion para reconquistar la unidad de que carece, y que necesita para el porvenir.-Hablad de Polonia, la patria de los mártires, vencedora una vez de la Rusia, su esclava despues, turbulenta en sus dias de libertad, y repartida hoy á pedazos entre los déspotas que la dominan. Hablad de la Hungria, pais de los bravos, que no ha dado al olvido las pájinas de la historia, y que espera tambien como la Alemania, á que suene en el cuadrante del destino, la hora sublime de la emancipacion.-Hablad en fin, de esa misma España, cuyo suelo, embellecido siempre por la naturaleza, es un museo riquísimo de monumentos de todas clases, y cuyas glorias y conquistas pasadas, solo pueden compararse en número y magnitud, á sus desaciertos y desgracias contemporáneas.-Hablad, repito, de cualquiera de esos pueblos, y os bastarà ojear rápidamente sus anales

recorrer el índice nada mas de su historia, para tener, y tanto como querrais, asunto inagotable é interesante que referir.

Pero proponeos hablar de la isla de Cuba; y aun cuando conozcais perfectamente, sin olvidar uno solo, todos los sucesos que allí han tenido lugar; no tendréis hechos bastantes para emprender una historia, siquiera sea lacónica, que pueda ser leida y ménos escuchada, con gusto por la jeneralidad.

Hablaréis, por ejemplo, de que llegaron los españoles, y contaréis en seguida la muerte de HATUEY; pero luego tendréis que recorrer un largo período de dos siglos y medio, para hallar en la ocupacion de la Habana por los ingleses, el primer suceso medianamente importante, y digno (por esa misma carencia de hechos) de narrarse con alguna detencion.

¿Qué podréis contar en ese larguísimo período de doscientos cincuenta años, transcurrido entre uno y otro acontecimiento?-Tendríais que limitaros á narrar, por órden de fechas, en un estilo árido, porque el asunto no se presta á otra cosa, y de una manera descarnada y en estremo enojosa, los sucesos insignificantes que entónces acontecieron y que podrian todos éllos contenerse, sin necesidad de comentarios, en una tabla cronolójica tan solo como recuerdo y por mera curiosidad.

La muerte de un obispo, la creacion de un curato, el relevo de un gobernador, las rivalidades de algunos empleados, la habilitacion de un puerto, el aumento de la ganaderia, el establecimiento de una contribucion, las fechorias de algunos piratas; estos, digo, serian y no otros, los sucesos importantes que tendríais que narrar, si acometiéseis la árdua empresa de contar paso á paso y punto por punto, de una manera cumplida, la historia de nuestro pais.

Es preciso desengañarse: la historia de Cuba no empieza á tener verdadero interes, sino en estos últimos tiempos: cuando sus pájinas, ensangrentadas por el despotismo, empezaron á ajitarse al soplo candente de la revolucion.

Hay mas: esa dificultad que ofrece para narrarse la historia de nuestra tierra, por la falta de hechos notables de que adolecen sus anales, es mayor aun para mí, que he ensayado primero que otro alguno, el contar dicha historia de la manera que lo vengo haciendo, es decir: por medio de discursos orales, circunstancia que aumenta, por decirlo asi, las dimensiones, ya grandes, de aquella dificultad:Me esplicaré.

Si yo escribiese la historia de Cuba, como ya la ensayaron en épocas diferentes, ARRATE, URRUTIA, VALDES, PEZUELA &c.; podria utilizar toda clase de documentos, refiriendo minuciosa y hasta cansadamente, cuantos sucesos, sean cuales fueren, acontecieren en aquel pais.-Pero no puedo hacer lo mismo narrando la historia del modo que lo hago, porque no me permiten las reglas de la oratoria, descender en mis discursos, ni aun tratándose de hechos históricos, á esos pormenores en estremo prosáicos, que podria, si escribiese un libro, incluir en la narracion.

Supongamos, por ejemplo, que tuviese yo el mal gusto de referir á ustedes, punto por punto y testualmente, como hacen los cronistas, todas las reales cédulas que espidieron los reyes, las provisiones emanadas del Consejo de Indias y los acuerdos promulgados por las Audiencias. ¿Qué sucederia? Que ninguno de ustedes estaria en este lugar para la próxima leccion, porque naturalmente se aburririan, y con razon, de escuchar tantísima vaciedad.

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Es cosa muy dificil de suyo, poder fijar lo bastante la atencion de los que escuchan un discurso, sea cual fuere la materia de que trate, manteniendo vivo y creciente el interes del asunto que se intenta esplicar. Pero es imposible obtener ese resultado, cuando se cuenta la historia de un pueblo, descendiendo á ciertos particulares, faltos de nove. dad, que no merecen por ninguna circunstancia tenerse en consideracion.

Como mas se echa de ver la esterilidad, digámoslo asi, de la historia cubana, es comparando un período dado de

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