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tiempo y conque condiciones, debian efectuarse los repartimientos, con todo lo demas que entónces creyeron conveniente para el mejor arreglo de las Encomiendas.

Ya he indicado en otra ocasion, que Cuba empezó por. ser pecuaria.-En efecto, aquellos primeros españoles tuvieron desde luego haciendas de crianza, haciendo llegar de Haití los ganados, porque en Cuba no los habia.Pasaron despues á fomentar naturalmente la riqueza agrí cola del pais, y dieron la preferencia al cultivo de los granos que mas imperiosamente demandaban las necesidades de la comunidad; pero la agricultura tardó muchísimo en prosperar á pesar de los elementos que habia para su desarrollo, por la preferencia que dieron, casi todos, á las minas, imajinando equivocadamente que la esplotacion de éllas les seria mas productiva.

Asi las cosas, quiso DIEGO VELAZQUEZ tener noticias positivas y circunstanciadas del pais, cuya gobernacion le estaba cometida, y ordenó al efecto, que PANFILO DE NARVAEZ, á quien ya por entónces habia nombrado su segundo en el mando de la fuerza armada, se internase con 50 hombres y recorriese la isla á fin de obtener cuanto antes las informaciones y datos que para sus planes necesitaba.

NARVAEZ y los suyos se pusieron luego en camino por el mejor que pudieron abrirse internándose en el pais, y nada les sucedió durante los primeros dias que fuese digno de contarse. Encontraron á su paso indiadas numerosas pero inofensivas, que léjos de oponerles la menor resistencia se apresuraron á regalarles jenerosamente, llevándoles de buena voluntad las producciones de la tierra que guardaban en sus bohíos.

Aconteció sin embargo, que al llegar de allí á poco al caserio de Bayamo, en la provincia de Guacanayabo, fueron atacados una noche por los vecinos de la comarca, circunstancia que si bien no tuvo por entonces consecuencias de ningun jénero, indujo á los esploradores á regresar en busca de consejo á la ciudad de Baracoa.

Dispuso en consecuencia VELAZQUEZ que saliese nuevamente NARVAEZ con mayor número de hombres, y dándole en calidad de segundo á su sobrino JUAN DE GRIJALVA, mandó asi mismo que fuese con éllos el PADRE LAS CASAS, que ya desde aquellos dias gozaba por sus virtudes de merecida reputacion.

Ninguna cosa importante que merezca narrarse hubo de sucederles hasta llegar al Camagüey; pero allí sí, tuvo lugar un hecho que no debo silenciar, porque bastaria él solo para dar á conocer cual era la índole y cuales los sentimientos de los tigres en forma de hombres que hacia venir España para civilizar el pais.

En prueba de imparcialidad y para que no se crea que hay en mis palabras la menor exajeracion, dejaré que hable por la historia, un escritor español.-Oigan ustedes, Señores, en que términos cuenta y conque colores pinta QUINTANA en su "Vida de LAS CASAS," la sangrienta escena del Camagüey.

"Un dia (dice) ántes de llegar á un pueblo que se llama Caonao hicieron los castellanos parada en un arroyo, donde encontraron piedras aguzaderas de exelente calidad: y como si presajiaran el funesto uso en que inmediatamente habian de emplearlas, sacaron allí el filo y acicalaron á su gusto las espadas.-Entran despues en el pueblo, los Indios los reciben con la misma buena voluntad que en otras partes, y mientras se reparten las provisiones que habian presentado á los estranjeros, se ponen en cuclillas á su modo, á contemplar aquellos hombres tan nuevos para éllos, y á examinar los movimientos de las yeguas.-Eran, se dice hasta dos mil los que allí estaban presentes sin otros quinientos que se hallaban dentro de un bohio. NARVAEZ estaba á caballo y CASAS, segun su costumbre, viendo hacer. el repartimiento de las raciones.-De repente un castellano saca la espada, los demas le siguen, y se arrojan sobre los indios, hiriendo y matando en éllos, sin que aquellos infelices, sorprendidos y aterrados, pudiesen hacer otra cosa

que dejarse hacer pedazos y escapar despues como pudieron. NARVAEZ estaba á mirar sin darse priesa alguna para atajar el daño; pero CASAS con los que tenia al rededor corrió al instante adonde hervia el tumulto, y á gran pena pudo contenerle, cuando ya el daño hecho era irremediable y grande."

Seria inútil, Señores, que yo quisiese recargar de colores mas negros, el cuadro sangriento asi trazado por la pluma irrecusable del primer escritor español.—Bastan esas pocas líneas para comprender despues de tantos años, lo que fué la conquista, lo que sufrieron los indios y lo que eran los conquistadores.

Naturalmente querran ustedes saber, que causas hubieron de inducir á los españoles á cometer tan inútil crímen, y yo para contestarles, repetiré lo que añade, hablando siempre del hecho, el mencionado escritor:

"La ocasion que aquellos homicidas pretestaron para ese alboroto, (dice) era tan frívola como escandaloso el estrago. Decian que la atencion de los indios a las yeguas daba que sospechar en su intencion.-Las espinas de pescados con que tenian adornadas las cabezas, se les figuraban armas envenenadas para destruirlos; y unas soguillas que traian á la cintura, prisiones con que los querian amarrar y sujetar."

¡Asi pagaron los españoles la buena hospitalidad con que fueron acojidos por los naturales del Camagüey.

Demas es agregar, que NARVAEZ, ni siquiera pensó en castigar á los autores de aquel atentado, porque él lo mismo que éllos, habia presenciado con salvaje delectacion el espectáculo de la matanza.

Sigamos la narracion.

Satisfechos de momento, aunque no saciados todavia de sangre, aquellos hombres tan faltos de sentimientos como sobrados de crueldad, continuaron su marcha en direccion siempre á la parte occidental de la isla, y mas tarde llegaron á la Habana, que debia ser naturalmente por entonces el término de sus esploraciones.

Ya la noticia de lo sucedido en Caonao era conocida, y habia repartido el espanto en las provincias occidentales, y maravilla no fué que al acercarse los españoles, huyesen amedrentadas las tríbus, atropellándose en monton, á esconderse en la oscuridad de las selvas-con lo cual, como dice un historiador, quedaron solos los europeos, y sin mas recursos para vivir, que los pocos que llevaban consigo, circunstancia que les obligó á sentar sus reales en un campo riquísimo de yuca, que en grande abundancia y por dó quiera las producia.

Asi permanecieron algunos dias, emboscados como fieras, aislados, y en el mas profundo silencio, cuando el PADRE LAS CASAS, que ya gozaba de gran nombradia y tenia fama de santo entre los naturales, aseguró á éstos que nada les sucederia si volvian, empeñándoles ademas su palabra de que serian tratados con toda consideracion.

"Confiados en esta promesa (dice QUINTANA) vinieron á presentarse hasta diez y nueve de éllos con algunos bastimentos, y por una especie de furor, tan imposible de disculpar como de concebir, el insensato PANFILO hízolos prender á todos, con propósito de ajusticiarlos al otro dia."

Ni los cafres, Señores, rejistran en sus anales hechos de semejante naturaleza.-Hasta los antropófagos del mar Caribe respetaban á sus amigos: solo los españoles pagaban con el asesinato los favores que recibian. Y cuenta que no soy yo quien lo dice, lo dice la historia y la historia escrita por autores de su misma nacion.

Dejarémos, pues, en la Habana á NARVAEZ con los suyos, ocupados en acopiar datos y rebuscar noticias, en cumplimiento del encargo que se les habia cometido, y aplazando para luego el dar á conocer los informes que recojieran; volverémos porque asi lo exije la historia, á la ciudad de Baracoa, donde ya desde que abandonamos el lugar iban pasando cosas que merecen conocerse y que vamos á referir.

Era DIEGO VELAZQUEZ, déspota naturalmente y de

condicion nada blanda, y alentado como se sentia por el buen resultado que iban dando sus disposiciones de gobernante, contando ademas con los buenos oficios de sus amigos y deudos, que en la Corte le defendian; empezó por mirar con cierto desagrado, como traba enojosa, la dependencia en que estaba del gobierno de la Española.

Concebido este pensamiento, trató luego de poner por obra el que le sujirió su ambicion, de mandar comisionados á España, que con buenas razones y provistos sobre todo, de dinero, en cantidad suficiente, alcanzasen del gobierno las reformas que descaba, para no seguir como hasta allí, sujeto en todos sus actos á la dependencia del Almirante.

Esto hecho, que á él le pareció suficiente para dar por obtenido el privilejio que ambicionaba, dióse á entender que era ya lo que queria ser, y comenzó á tratar con dureza á los colonos, con lo cual hubo de disgustarlos, viéndose rodeado de enemigos que casi sin embozo mostraban á las claras su descontento y su malestar.

Hallábase á la sazon en Baracoa, y ocupando un puesto elevado en las rejiones del poder; el capitan don FRANCISCO MORALES, persona, dicen, de autoridad, y no falta de dotes. distinguidas, que habia sido nombrado por don DIEGO COLON, segundo de VELAZQUEZ, en el mando de la colonia.

Sucedió, pues, que el tal MORALES, asi como oyó las murmuraciones de los descontentos en contra del Adelantado, concibió la idea, que luego puso por obra, de conspirar asimismo contra él, con la mira naturalmente de alzarse con el mando, sucediéndole por su destino en la gobernacion del pais.

Vióse al efecto con la jente de mayor valia, ganó como pudo con ofertas, los ánimos de los mas, y halagando la ambicion en los unos, exajerando los temores en los otros, y alentando con su ejemplo el descontento en todos, acabó por organizar una especie de bando que pensó seriamente en deponer de su oficio á la autoridad.

Desgraciadamente para los revolvedores, sus planes

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