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podido defender mejor el puesto que le estaba confiado.-Pero ni él ni los hombres de la Junta estaban, como dije ántes, á la altura de las circunstancias.

A fin de impedir que los buques ingleses, muchos en número y perfectamente montados, lograsen penetrar en el puerto; mandaron las autoridades, que las baterias de la Punta y de la Fuerza, procurasen, con ayuda de algunos navios, demoler la fortaleza del Morro, cosa que lograron en parte, despues de un fuego vivísimo que duró mas de ocho horas.

Defendida por mas de ciento setenta cañones de todos calibres, y contando dentro de las murallas con una fuerza de "mil doscientos soldados y trescientos vecimos bien armados," segun dice un historiador; la Habana pudo sostenerse y resistir durante trece dias, despues de la pérdida del Morro, contra los esfuerzos estraordinarios y verdaderamente titánicos que hicieron los enemigos por entrar en la poblacion.

Una circunstancia reanimó entonces el espíritu de los sitiados, dándoles, por decirlo asi, nuevas fuerzas para combatir.-Súpose que el gobernador de Santiago de Cuba preparaba para auxiliarles una espedicion de mil hombres, y que tambien de la parte española de Santo Domingo se esperaban refuerzos para la campaña. Con esta perspectiva de inmediato auxilio, los habitantes de la Habana hicieron prodijios de valor.-"El rico colono (dice PEZUELA) tras de aventurar su persona á los peligros, introducia sus ganados y sus frutos en la Plaza, y hasta el infeliz esclavo tomaba un puesto en las compañias de morenos, y venia á morir por una patria que no era la suya."-Observen ustedes, Señores, por lo que pueda importar para lo futuro, que los negros esclavos pelearon siempre como soldados fieles á las órdenes de sus amos.

Mientras tanto los ingleses, que tenian que pelear en campo raso los mas, no muy abundantes de víveres y bajo los rayos abrasadores del sol en lo mas ardiente del estio; comprendieron que era necesario poner á toda costa un

término á la situacion.-ALBEMARLE cuya actividad en los trabajos, solo podia compararse á su serenidad en los peligros y á su acierto en las disposiciones; apoderádose que bubo de Jesus del Monte y avenidas del Cerro, hizo construir baterias formidables, que debian secundar el fuego de las otras fortalezas que estaban en su poder; y en combinacion con éllas, los cañones de sus barcos pusieron bien pronto á los sitiados en la necesidad de capitular.

Las siete baterias de tierra y los navios de línea, presentaban en contínuo movimiento, quinientas bocas de fuego, que vomitaban incesantemente la muerte y la destruccion. Mas de seis mil bombas y granadas cayeron sobre la Capital, que vió arruinados sus edificios, y destruidas sus propiedades, y muerta la mitad de la guarnicion; y esto, y el no llegar de Cuba los auxilios que se esperaban, obligaron á PRADO á proponer el dia 11 de Agosto una honrosa capi. tulacion.

Fué portador de élla al campamento enemigo, el sarjento mayor de la Plaza, don ANTONIO RAMIREZ ESTENOZ, autorizado competentemente por PRADO como capitan jenc ral de la isla, y por el MARQUES DEL REAL TRASPORTE, como jefe de la escuadra.-Firmaron la capitulacion al siguiente dia (12) ALBEMARLE Y Pocock; y en la tarde del y 14, entró el primero á la cabeza de su ejército en la Capital. Tal fué el resultado de la campaña, despues de sesenta y siete dias de asedio, en que se hicieron por una y otra parte, prodijios de valor.-Los ingleses calcularon en catorce millones de pesos lo perdido por España en aquella ocasion. Respecto de los hombres que cayeron en la pelea ó sucumbieron en las enfermedades; es poco menos que imposible fijar el número con esactitud, porque no estan de acuerdo los autores que hablan del particular.

Aqui suspenderémos la narracion de los acontecimientos, dejando lo que falta del siglo XVIII para la próxima leccion.

LECCION OCTAVA.

SEÑORES:

Como dije en la leccion anterior, el conde de ALBEMARLE, á la cabeza de su ejército, entró victorioso en la Habana el dia 14 de Agosto de 1762, despues de un sitio obstinado y sangriento que duró mas de dos meses, durante el cual se hicieron por una y otra parte, asombrosos prodijios de valor.

Dueño de la Capital, despues de ocupar todos los puestos militares, apoderándose como era natural, de cuantos pertrechos, municiones, artilleria &c. se hallaban depositados en los almacenes del rey; ALBEMARLE cumplió relijiosamente y en los términos convenidos, las condiciones que habia aceptado, con ciertas modificaciones, al proponérsele por parte de los sitiados el plan de capitula

cion..

Dije ántes que la capitulacion habia sido honrosa para los vencidos, y natural parece que indique ahora, siquiera sea con laconismo y sumariamente, los puntos mas importantes de aquel convenio, publicado despues por algunos historiadores, y que merece por mas de una circunstancia estudiarse con detencion.

Habian propuesto las autoridades españolas, se permitiese que la guarnicion, al abandonar la plaza, despues de levantado el sitio; saliese por la puerta de Tierra con todos los honores de la guerra: arma al hombro, tambor batiente, banderas desplegadas &c., y los jefes de las fuerzas británicas accedieron á la proposicion-"en consideracion (dijeron) á la vigorosa y bizarra defensa que hizo (la guarnicion) del castillo del Morro y de la Plaza de la Habana."-Concedíase ademas á los habitantes de la isla el libre ejercicio del culto católico, sin restricciones de ninguna especie, y el derecho de abandonar el pais, cuando y cómo les acomodase sino querian vivir bajo la dominacion británica, llevándose consigo ademas sus caudales y propiedades, de la manera que mejor pudiese convenirles.-A los que habian obtenido empleos y destinos en propiedad, se les permitia continuar en el ejercicio de los mismos, mientras se comportasen dignamente, concediéndose tambien á la guarnicion de la Punta, los mismos honores militares que se habian concedido á las tropas de la Capital.

Bien quisieron los empleados españoles salvar para su nacion los nueve navios de guerra que existian en el puerto; pero hasta delirio era imajinar que los ingleses soltasen aquella presa, cuando era la mas valiosa que podian apetecer, y la única sobre todo que podian llevarse consigo en caso de abandonar el pais, como hubo de suceder. Tambien quisieron las autoridades peninsulares obtener del conde de ALBEMARLE, se declarase neutral el puerto de la Habana, mientras durase la guerra, con facultad las naves españolas-"de entrar y salir libremente, refrescar víveres &c., &c."-pero tambien era un delirio semejante pensamiento, pues el dominio esclusivo de aquel puerto, era la adquisicion mas importante entónces para el pabellon ingles. Tampoco consintieron los jefes de la fuerza británica en la devolucion de las mercaderias existentes en los buques mercantes que estaban en el puerto y pertenecian á comerciantes europeos, con lo cual no hicieron mas que

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seguir la práctica establecida por el uso en circunstancias análogas. Los papeles, documentos &c. que se guardaban en los archivos, y no se consideraron necesarios para el gobierno de la isla, debian ser entregados al comisionado que para recibirlos nombrase oportunamente el gabinete de Madrid.--Indudablemente los ingleses obraron con verdadera caballerosidad, prestándose gustosos y hasta complacientes, á conciliar en cuanto era dable, con sus intereses, el decoro y la dignidad del pueblo español.

Un rico habanero, don LORENZO MONTALVO, fué el escojido entónces por las autoridades españolas para el paso siempre humillante de poner en ejecucion las condiciones del convenio, entregando primero los navios, y luego los almacenes, caballos &c. que pertenecian al rey. Tambien quedó encargado de los heridos que estaban en los hospitales, y cuya eficaz asistencia se habia estipulado asi mismo en uno de los artículos de la capitulacion.

Por último, el 30 de aquel mismo mes, se dieron á la vela los buques ingleses que llevaban á su bordo las tropas del ejército español, y con éllas á PRADO y demas jefes superiores que vivian en la Habana, con lo cual todo terminó por entonces, quedando las fuerzas británicas dueñas completamente de la capital.

Pesaroso y humillado naturalmente con lo que habia sucedido, PRADO, que acababa de ser nombrado jeneral, se encaminó á la Corte apénas desembarcó en España, esperando tal vez poder justificar á los ojos de su nacion, la manera que habia tenido de obrar en aquella ocasion.Nombróse entónces un Consejo de guerra para que examinase los motivos que pudieron acarrear la rendicion y pérdida de la Habana, y escojióse para presidente del mismo, al célebre CONDE DE ARANDA, ministro á la sazon y consejero del rey, que gozaba por entonces de grande nombradia por su ilustracion y por su saber. El fiscal encargado de la formacion del proceso, comprendiendo seguramente, que PRADO y los suyos habian sido mas desgraciados que

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