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sentimiento llenaba en aquel instante todos los corazones; y este deseo, esta idea y este sentimiento, no eran otra cosa que la venganza.-Ligados mas y mas por el mal que acababan de esperimentar, aquellos hombres se propusieron desafiar el destino que tan implacable se les habia mostrado hasta entonces, y cuyos terribles golpes habian amagado mas de una vez su desventurada vida.-Pasado que fué el primer momento de dolor y consternacion, los habitantes de la Tortuga se reunieron nuevamente, trataron de acordar un plan de vida para lo sucesivo, y entónces, sobre los restos palpitantes aun de sus parientes mas queridos, pronunciaron un terrible juramento que tenia por objeto, acabar con sus enemigos y aborrecer á sus semejantes.Nada mas triste, nada mas imponente, nada mas horroroso en verdad, que aquel cuadro, en que los hijos de la desgracia juraban al dios de la venganza en el altar del crímen, el sacrificio de la humanidad.

Aquellos hombres dejaron entónces el arado para tomar el puñal; abandonaron sus pacíficas cabañas para entregarse al pillaje en las turbulentas aguas del Occéano; y la pequeña isla de la Tortuga tan insignificante y aun despreciable hasta aquel instante, fué en lo sucesivo la horrible madriguera de donde como tigres se lanzaban aquellos piratas sobre sus desventuradas presas, siendo muy rara la víctima que lograba escapar con vida de sus destructoras garras.

Nacidos en la pobreza, nutridos en la desgracia y acostumbrados á vivir á la intemperie en las peligrosas costas del mar Caribe y bajo los ardientes rayos de un sol de fuego, aquellos hombres estaban atemperados al sufrimiento, y nada era capaz de intimidarlos ni de hacerlos ceder.Una voluntad indomable unida á una naturaleza de hierro, hacia de estos piratas unos seres casi sobrenaturales á los cuales ningun poder humano podia vencer.

Sus costumbres en el nuevo jénero de vida que habian adoptado, eran verdaderamente dignas de atencion.-"Co

mo no tenian mujeres ni hijos, dice el célebre RAYNAL, acostumbraban unirse de dos en dos para servirse mútuamente, llenando de este modo los quehaceres de la casa y las necesidades de la familia.-En estas sociedades los bienes eran comunes, heredándose unos á otros cuando la muerte los separaba del mundo.-No se conocia entre éllos el robo, pues todos tenian derecho de tomar cuanto querian, y el que no poseia una cosa la buscaba en casa de sus vecinos, sin mas obligacion que la de participárselo si estaban fuera."-Las leyes de su antigua patria eran miradas con el mayor desprecio; éllos pensaban que el bautismo de mar que recibian al pasar el trópico, los eximia de toda obligacion hácia su pais natal, por lo cual variaban hasta de nombre, dejando el que habian heredado de sus familias, para tomar otros de guerra con los cuales eran jeneralmente conocidos.

Usaban para sus espediciones unos barcos en estremo largos, sumamente bajos y muy veleros, los que manejaban con admirable ajilidad.-Ocultábanse con éllos entre los inumerables islotes y cayos que existen en el archipiélago de las Antillas, y de los cuales se servian para sustraerse á la persecucion de sus enemigos, pues el gran conocimiento que habian adquirido de nuestras costas, burlaba todas las pesquisas que para perseguirlos se hacian.-Escondidos allí entre los arrecifes, tomaban todas sus disposiciones, formaban sus planes de ataque y esperaban el momento favorable de salir para entregarse á sus desenfrenados latrocinios.

"Acostumbraban, tan luego como distinguian un buque, dice un autor frances, (Histoire de l'ile de Saint-Domingue) correr hácia él, y entrarle al abordaje sin examinar jamas la fuerza con que contaba, ni los peligros á que se esponian, siendo tan grande el terror que inspiraban estos piratas, que era muy rara la embarcacion que se les escapaba, cuando una vez se habian propuesto apoderarse de ella."

En efecto, la audacia de aquellos hombres era verdaderamente estraordinaria, nada les arredraba, todo lo em

prendian y casi siempre salian vencedores de sus peligrosas empresas, como si dotados de un poder sobrenatural y puestos baja la ejida del infierno, hubiesen obtenido para sus sangrientos hechos la proteccion del demonio.

Los buques que hacian entónces el comercio en nuestros mares, veíanse continuamente amenazados por aquellos implacables piratas que los perseguian por todas partes.No bien abandonaban el puerto para dirijirse á su destino, cuando veian salir de entre los peñascos aquellos barcos largos y negros, que semejantes á una gran serpiente se deslizaban con la rapidez del rayo por la superficie del agua, esparciendo por todas partes la consternacion y el llanto.-En vano se esforzaban entónces los valientes marineros en defenderse de sus insaciables enemigos; en vano levantaban hácia ellos sus manos suplicantes para pedirles perdon; todo era inútil: los filibusteros no sabian temer ni • perdonar.-Insensibles á los acentos de la desgracia como indiferentes á los peligros del combate, no sabian mas que destruir y matar, porque habian jurado vengarse de sus enemigos esparciendo por todas partes la destruccion y la muerte.

Bien pronto se aumentó de un modo considerable el número de aquellos asesinos, pues de todas partes corrieron á alistarse en las banderas del crímen, infinidad de aventureros que carecian de todo, y que todo querian proporcionárselo uniéndose á los hermanos de la costa, como se llamaban entre sí aquellos horribles piratas.-Estos por su parte, recibian con los brazos abiertos á todos los que á éllos se dirijian, de manera, que la pequeña isla de la Tortuga tan pacífica en sus primeros tiempos, llegó á ser bien pronto el albergue del crímen y la morada del vicio.-Allí encontraban aquellos aventureros cuanto podian necesitar: un puñal para proporcionarse las riquezas que buscaban, Ꭹ un refujio para ponerse á cubierto de las leyes que temian. Allí se les ofrecia el delito y la impunidad.-¿Qué otra cosa podian desear?-Emancipados de toda autoridad y sin

guardar ninguna clase de consideraciones, aquellos hombres llegaron á organizar un cuerpo bastante respetable, cuyos horribles hechos llenaron de terror á los pacíficos habitantes de las Antillas, quienes mas de una vez fueron víctimas de sus vandálicos ataques."

Hasta aquí lo que escribia en 1846.

Usaban aquellos hombres para sus escursiones, unos buques que llamaban Fly boats (barcos voladores,) y de aqui tomó orijen y nacimiento el nombre de Filibusteros, dado despues á los piratas que navegaban en aquellos buques.

Por lo demas, ya ven ustedes, que en nada se parecian los filibusteros de entónces, á los que en estos últimos tiempos hemos sido designados con aquella denominacion.Los españoles nos llaman piratas, como llamaban ántes insurjentes á los que luchaban por la independencia en la América del Sur, como llamaban rebeldes los ingleses, á los americanos que peleaban por su libertad, como llamaban negros en España, á los liberales del año de 1820, que querian para su patria el réjimen constitucional. ¿Qué somos filibusteros?-Pues bien sea. Podrémos decir, parodiando el pensamiento bellísimo de SIEYES: "Somos medio millon de filibusteros."

LECCION SEPTIMA.

SEÑORES!

Como vimos en la leccion anterior, la isla de Cuba durante el siglo XVII, ofreció muy poco que contar, pues si esceptuamos los desembarcos frecuentes de los Filibusteros; casi no hubo en todo ese largo período de tiempo, acontecimiento ninguno que mereciese por su importancia referirse con detencion.

Estraña por decirlo asi y ajena al movimiento del continente americano, convertida de hecho en una especie de factoria comercial, y luchando trabajosamente por adelantar en medio de su aislamiento y falta de poblacion; Cuba veia llegar de paso á sus puertos abandonados y hasta indefensos, las riquezas inmensas que con direccion á Cadiz, arribaban periódicamente en los galeones de Costa-firme y en la flota de Veracruz.

Ya en el siglo XVIII las circunstancias fueron diferentes. Cesaron por completo los ataques de los piratas, los pueblos tuvieron alguna mas confianza para salir del interior estableciéndose en las costas, empezó á activarse un tanto el comercio con el Continente, y la agricultura, decaida hasta entónces por la preferencia que daban á las

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