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despues de tan larga hambre, ayuda al mal, que en breve, como si fuera peste, así se enciende por toda la armazon, que tienen bien en que ejercitar la paciencia sus amos si son pobres, porque éstos los suelen curar y regalar, y si son ricos, ó los negros de encomienda, su grande inhumanidad, entregándolos á impíos ó crueles mayordomos, á causa de sus graves negocios y ocupaciones, con lo cual la casa y armazon á pocos dias está hecha un hospital de enfermos, de donde se puebla el cementerio de muertos, acabando unos de cámaras que les dan crueles, de dolor de costado, de recias calenturas, otros de viruelas, tabardillo y sarampion, y de un mal que llaman de loanda, incurable, con que se les hincha todo el cuerpo y pudren las encías, de que suelen morir de repente, el cual mal se les engendra, parte en la isla (de que la enfermedad toma esté nombre), parte con los malos mantenimientos. Y causa gran lástima y compasion ver tanto enfermo, tan necesitados, con tan poco regalo y agasajo de sus amos, pues los dejan de ordinario por los suelos, desnudos y sin abrigo ni amparo alguno, y ahí se están y ahí miserablemente suelen perecer, sin que ni de sus cuerpos ni de sus ánimas haya quien se duela, que se duda con mucho fundamento si es la causa de su muerte su gran desamparo ó sus enfermedades. Buena prueba será desto lo que con mis ojos veia y lloraba: en algunas casas destos señores de armazones hay unos grandes aposentos, todos rodeados de tablas, donde dividiendo los hombres de las mujeres, encierran de noche para dormir á toda esta gente, apareciendo á la mañana tales cuales los habrian puesto gente tan bestial. Estos lugares, pues, tenian diputados, sin remedio alguno, para los desahuciados; allí los arrojaban, y entre aquella miseria y desventura se lamentaban, y allí finalmente, comidos de moscas, unos encima de los tablados, otros debajo de ellos, morian. Acuérdome que vi una vez, entre otras muchas, dos ya muertos, desnudos en carnes en el puro suelo como si fuesen bestias, las bocas hacia arriba, abiertas y llenas de moscas, cruzados los brazos como significando la cruz de condenacion eterna que habia venido por sus almas por haber muerto sin el santo sacramento del Bautismo, por no haber llamado quien se lo administrase; y si me admiré de verlos así muertos con tanta inhumanidad, no me la causó menor ver el modo que tuvieron en amortajarlos, que es comun en todos: buscaron la estera que más habia servido, y en ésta envolvieron y arrojaron á un rincon los cuerpos hasta que vinieron á enterrarlos y esto hacen despues que tratan de alguna policía, que antiguamente así se los dejaban desnudos en los patios, en los corrales, en los rincones, donde les cogia la gravedad de la enfermedad, sin poderse bullir de un lugar; y así encontré una vez á otro muerto detras de la puerta de la casa, lugar bien asqueroso, y otro arrojado en medio de la calle aguardando que le levasen á enterrar, con la mortaja que su madre le parió, cosa que á cuantos pasaban admiraba y escandalizaba. Sería nunca acabar si quisiera referir lo que cerca desto pudiera, pero no puedo dejar de rematar este punto con una cosa que me causó pasmo. Habia dias que iba disponiendo á uno destos pobres para que muriese en el Señor, y yéndole á ayudar á morir le hallé ya que habia espirado en medio de un patio donde concurria mucha gente estaba desnudo, tendido boca abajo en el suelo, cubierto de moscas, que parecia se lo querian comer, y allí se lo dejaban, sin hacer más cuenta dél que si fuera un perro: rogué y pedí á quien tenía el cargo cubriesen aquel cuerpo y lo hiciesen poner con la decencia que á cristiandad convenia; lo que hicieron fué quitar á otro pobre que se estaba muriendo allí cerca una media esterilla que su ventura le habia deparado, y con ella cubrir el difunto, dejando al otro descubierto.

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› Éstas son, pues, las armazones, ésta la necesidad destos pobres negros, éste es el empleo á que estos pocos y mal limados libros van enderezados. Plega al Señor que así como mi deseo es bueno, y en esto le pretendo agradar, así se embeba en mis palabras, para que peguen fuego y enciendan los corazones de los que los leyeren, animándose á hacer bien á pobres que tan poco socorro tienen. Y cuando para esto no sirvan, servirán de fiscal contra mi si en algun tiempo me cansare de procurarles su salvacion, poniendo desde ahora.delante de los ojos é imprimiendo en el corazon aquella verdaderísima sentencia de Salomon: Qui mollis et dissolutus est in opere suo, frater est sua opera discipantes: hermanos son el que deshace lo que hace y el que no hace lo que dice. >

Hasta aquí he creido conveniente consignar algunos pasajes que prueban de un modo indubitable que Clarkson no fué el primero en descorrer el velo que ocultaba las inauditas barbaridades cometidas en el tráfico de los negros. Bien es consignar igualmente que las teorías de Virey, Figuier y otros, referentes á que el negro es una degeneracion del mono, así como las de Hume y Meniers acerca de la inferioridad de éstos con respecto á los blancos en cuanto à las facultades

intelectuales, no tienen en oposicion las del célebre obispo Gregorio, el doctor Beattie y Clarkson, que sostienen que el negro en nada es inferior al blanco.

El PADRE SANDOVAL habia escrito en 1627, ademas de lo que se deja trasladado, lo siguiente acerca de la capacidad intelectual de los negros:

Y si todos estos males, que habemos dicho tienen asiento en los hombres por serlo, claro es que ternán mayor cabida en los miserables negros, cuya suerte, por ser de esclavos, dijo agudamente aquel poeta tan celebrado de los griegos, Homero: Dimidium mentis Jupiter illis aufert, qui servituti subiecti sunt: que parece que Dios, hablando á su estilo, habia quitado la mitad del entendimiento á los esclavos (yo áun añado, considerando el grande mal que es ser esclavo de señores de armazones, que para poderlo sufrir lo habian de tener quitado del todo), no porque se haya de creer que tienen ménos perfectas almas que los muy libres, sino porque la misma vil condicion del cuerpo embaraza el entender del alma, y entienden como si tuvieran medio entendimiento, y apetecen como si tuvieran mil apetitos. Y de aquí es que crezca su miseria, porque á quien tiene oscurecida la luz, ¿qué no le falta? sino es que digamos que en todo fué providentísima, como siempre lo es, la divina Bondad, que quiso que estos esclavos tuviesen poco entendimiento por quitarles el sentir, que se funda mucho en la delicadeza dél y del temperamento. O digamos tambien que al paso que mengua en los esclavos el entender, crece la obligacion en los señores de ser entendidos en lo que al esclavo importa, así para el bien del cuerpo, como principalmente del alma, que es otra providencia de Dios bien de ponderar, y que deben mirar mucho los señores de esclavos porque lleven de camino este aviso, y saquen de aquí que si el esclavo tiene solamente medio entendimiento, el amo ha de tener entendimiento y medio, el entero para sí, el medio con que supla la otra mitad que le falta á su esclavo.

De la estima que Dios nuestro Señor, la Iglesia católica, el Papa, los Reyes de Castilla y Portugal y la Compañía de Jesus han hecho de los negros, no sólo de los de Etiopía, sino muy particularmente de los de Guinea, Congo y Filipinas, y otras partes, en órden á su conversion y salvacion, echarémos de ver que tienen la capacidad en quien todo esto cabe, pues fueran fustráneos tantos medios si ellos fueran incapaces dellos, y tiempo perdido administrarles los Sacramentos, darles noticia de la ley de Dios, si ellos no la entendieran. No es esto en manera alguna tiempo perdido, ántes el más ganado en que se puede un obrero ejercitar; y sentir lo contrario, fundándose en la incapacidad, es sin duda falta de celo de la salud y remedio de almas tan necesitadas, pues con poco que con ellas se trabaje, bastará para la obligacion que tienen de saber y entender las cosas del cielo; pues es cierto que Dios obliga conforme á la capacidad que tienen, y no es bien juzgar por incapaz al que lo es para entender lo que otro de grande entendimiento fuera obligado á saber, pues el Señor á cada uno pedirá cuenta conforme al talento que le dió. Y los que así hablan, y dicen que esta gente es bárbara y rústica, en quien dificultosamente se puede hacer fruto, sería razon que se acordasen que estos mismos que ahora llaman incapaces de la fe, eran á quienes fueron los Apóstoles á predicar, sin que entónces tuviesen más claros y agudos los entendimientos que ahora los tienen. Pues si los sagrados apóstoles y demas varones apostólicos halláran ser gente tan bárbara y tuvieran por perdido el tiempo que gastaron en predicarles, no les fueran á dar noticia del Evangelio. Y si á la obstinacion y rusticidad de los españoles hubiera de mirar el glorioso Santiago el Mayor, como acabamos de decir, nunca les viniera á predicar el Evangelio. »

En confirmacion de las acertadas observaciones del PADRE SANDOVAL, existe el recuerdo de los generales Toussaint Louverture, Cristofle y Desalins, reconocidos por los adversarios de la claridad de la inteligencia de los negros como hombres no vulgares.

Blunenbak nos ha trasmitido una lista de nombres de negros célebres por su talento y ciencia, entre ellos Santiago Captain, cuyos sermones y tratados teológicos, escritos unos en lengua latina y otros en la holandesa, son sumamente notables.

Dicese á esto por los impugnadores que tales ejemplos, por muchos y varios que sean, no pasan de excepciones; pero tambien son excepciones en la raza blanca los varones insignes en todos los ramos del saber humano, siendo la mayoría de ella sujeta á la ignorancia y escasa de grandes facultades intelectuales, no obstante los beneficios de la educacion primera, de la libertad y de la civilizacion de la sociedad en que viven.

Tal es una parte de lo que filosófica y cristianamente trató el jesuita SANDOVAL acerca los ne

gros, con gran libertad de espíritu y no menor celo del bien, precediendo á modernos sabios extranjeros.

Y no fué solo él: tambien contra la esclavitud y la manera de adquirir los negros, y contra las guerras injustas y señorío de los reyes habló el PADRE DOCTOR LUIS DE MOLINA en su famoso libro de la Gracia y libre arbitrio (1).

LUIS DE MOLINA, cuyas obras tantos adversarios tuvieron y á quien se acusó hasta de pelagiano ó semi-pelagiano, calificándose de molinistas á sus discípulos, no en son de alabanza, sino de vituperio, por la saña de la parcialidad opuesta, fué uno de los varones más eminentes de su siglo, y de más vigoroso entendimiento. Sus obras, tras una oposicion tenacísima de muchos autores, lograron completa aprobacion del papa Paulo V.

Inventó MOLINA un sistema para conciliar la eficacia de la gracia divina con la libertad del hombre. A este sistema llamó la ciencia media, presentando á nuestra limitada mente la virtud divina de la gracia bajo clarísimo aspecto. Hasta entónces, segun Cayetano de Brescia (2), no habia sido encontrada por los teólogos la manera de conciliar católicamente el libre arbitrio con ella, alejándose de los errores de Pelagio y de Lutero.

Mas antes de dejar á nuestros escritores ascéticos, no puedo ménos de recordar al gran PEDRO DE KIBADENEYRA, jesuita insigne. Su tratado de la Idea de un principe cristiano se dirige á impugnar las ideas de tiranía que esparció Machiavelo en su libro del Principe, en que no lo guía por el camino recto al templo de la virtud y del honor, segun decia Justo Lipsio. El doctísimo y elocuente obispo portugues, Jerónimo Osorio, ya en 1536 habia impugnado á Machiavelo en su opinion que el cristianismo habia apocado los ánimos en los pueblos que lo profesaban.

Asimismo escribió RIBADENEYRA un tratado de la Tribulacion, que encierra tesoros de gran filosofia. Un autor frances del último siglo (Desessarts) decia, hablando de uno y otro libro, que tienen verdadera elocuencia, y que el autor se formó con la lectura de Marco Tulio Ciceron, y que es uno de los pocos que han logrado imitarlo felizmente (3).

No creo de este lugar el exámen de los escritos de Miguel Servet, que publicó tratados contra el dogma de la Trinidad. A su tiempo hablaré de él en mi Historia de los protestantes españoles, que de nuevo escribo. Sus libros no son conocidos, y por tanto, no pueden apreciarse bien sus razonamientos filosóficos, ni ménos la importancia que pueda tener el nombre de Servet en la historia de la filosofía española. La sábia Europa reconoce que Miguel Servet sospechó el primero el fenómeno de la circulacion de la sangre pulmonal, así como Cesalpino habia presentido la arterial.

En corroboracion de la gran inteligencia de los españoles, y de su espíritu filosófico, debo Ilamar la atencion sobre PEDRO DE VALENCIA, cronista que fué real, amigo grande del famoso pintor Pablo de Céspedes, y á quien éste dirigió un discurso de la comparacion de la antigua y moderna pintura y escultura. PEDRO DE VALENCIA habia hecho particulares estudios de escritores griegos y latinos.

Compuso PEDRO DE VALENCIA algunos tratados importantes; la mayor parte permanece inédita.' Uno de sus escritos es un Discurso acerca de los cuentos de las brujas (4). Emprendió este trabajo por encargo del célebre cardenal arzobispo de Toledo, don Bernardo de Sandoval y Rojas, Inquisidor general y protector de Miguel de Cervantes Saavedra. La ocasion de ello fué el auto de fe celebrado en 1610 en Logroño contra la secta de los brujos.

Examina con gran criterio filosófico PEDRO DE VALENCIA el asunto: remóntase á los antiguos tiempos y enumera análogas supersticiones con gran erudicion y libertad de ánimo. En su empresa ha precedido al Conde de Résie (5), en juzgar con recta razon la secta de los brujos.

Creia PEDRO DE VALENCIA, como resúmen de sus advertencias para amparo de los inocentes acusados, que se debe examinar lo primero si los reos están en su juicio, ó si por demoniacos ó me

(1) Concordia liberi arbitrii cum gratiæ donis divina præscientia, prudentia, prædestinatione et reprobatione.» Lisboa, 1588 y 1589.

(2) Observazioni critico-theologiche, 1783.

(5) Bibliothèque d'un homme de gout:

«RIBADENEIRA (Pierre).-L'Espagne le compte parmi ses orateurs célèbres. Ses traités philosophiques du Prince et des Tribulations sont remplis d'une véritable

éloquence. On sent à chaque pas que l'auteur s'était
formé à la lecture de l'orateur romain, et il est peu d'é-
crivains qui aient su l'imiter aussi heureusement. »
(4) MS. de la Biblioteca Nacional.

(5) «Histoire et traité des sciences occultes, ou examen des croyances populaires sur les êtres surnaturels, la magie, la sorcellerie, la dinnation. » París, 1837.

lancólicos ó desesperados han salido de él. La apostasía en tan desvariada manera, como ahora dijimos sin pretexto de verosimilitud ni engaño, parece más de locos que de herejes, y que se debe curar con azotes y palos más que con infamias ni sambenitos. »

Consideraba que en la secta de los brujos habia mucho de obscenidades, y que á ellas se dirigia especialmente.

Termina su discurso con este gran consejo: Convendria que cuando los reos van á declarar aquellas sus monstruosidades de vuelos y trasformaciones y lo demas, que no sean oidos ni tenidos por confitentes, sino por negantes, que dicer de propósito disparates increibles para encubrir la verdad y porque los dejen, y porque desde la primera es muy propio á las mujeres, y á los hombres como á ellas, alegar por excusacion y para aligerar sus culpas Serpens decepit me: «El diablo me engaña, combatiéndome con tan extrañas y fuertes máquinas como las que digo, y así no es mucho que me haya rendido. Puede ser que el pacto sea entre ellos (los brujos y las brujas) y que estén de acuerdo de confesar siempre tales cosas antes que lo cierto, pues se conforman tanto; y este modo de entender no excluye los beneficios ó benéficos, ni las unciones para dormir y soñar.

Tan acertada y despreocupadamente escribia PEDRO DE VALENCIA en 1610. En Francia é Inglaterra más severamente eran tratadas las supersticiones de los brujos. En España á nadie se quemaba por ello, sino se les imponian otros castigos, severos sí, pero no de este género de crueldad. Gauffridi fué quemado vivo el año de 1611, Urbano Grandier en 1634 (1). En Inglaterra y Jos Estados-Unidos, hasta mitad del siglo xvi, se presenciaron espectáculos de quemas de brujos.

El talento de un español como PEDRO DE VALENCIA fué el que primero puso en su verdadero punto de vista lo que la secta de la brujería significaba y del modo con que debia tratarse á sus sectarios, empleando con ellos medios ménos rigorosos todavía que los que la Inquisicion de nuestra patria empleaba para castigarlos.

Si pudiera formarse un volúmen de pasajes filosóficos de nuestros numerosísimos escritores ascéticos, se veria la gran fuerza de su raciocinio y sus profundos estudios en todo género de ciencia, superiores muchas veces á los de otros hombres eminentes extranjeros. ¿Quién puede con razon poner duda en que Franklin era un talento eminentisimo? Y sin embargo, Franklin, como otros muchos sabios, se engañaba en sus juicios filosóficos, no por falta de genio y de profundidad, sino porque con el genio no podia suplir para el acierto en más de una ocasion el estudio de algo más de las ciencias exactas. Algunas veces suelen imaginar los que á ellas con más ardor se dedican, que sus raciocinios en cosas ajenas á ellas llevan consigo toda exactitud. Franklin, por ejemplo, tratando de la humildad nos dice: Imitad á Jesus y á Sócrates. Y este consejo, que es la resulta de un juicio comparativo, no puede ser más erróneo.

En cuanto á la humildad de Jesus, claro es que Franklin habló con rectitud de razon. Recuerdo á este propósito aquello de que atónito san Pablo conjura á los primeros ficles de Corinto á hacerse dignos discípulos de las doctrinas de Cristo, no por las espinas, sino por los clavos, no por la cruz, sino por la modestia de Cristo.

El apóstol san Pablo casi casi se olvidó de las demas incomparables prendas del Redentor, por lo cual, queriendo impetrar de los corintios el cumplimiento de aquellos tan dificiles consejos, los excitó á que se redujesen á la exacta observancia de ellos, no por el destierro en que vivió, no por la oficina humilde en que trabajó hasta treinta años, no por la abstinencia de cuarenta dias enteros, no por todo lo demas de su pasion, sino por aquella totalmente divina modestia y mansedumbre con las que dejó á los que lo habian de seguir un prototipo de santificar á los que los escuchasen, y de conmover á los que los viesen dedicados á la práctica de sus virtudes.

Imitad á Jesus. Comprendo este consejo de Franklin; pero no comprendo el de Imitad juntamente á Jesus y á Sócrates. Ya en cierta ocasion manifesté el error de los que comparan á Sócrates y á Jesucristo, fundándose en filosóficos argumentos, que de seguro son los mismos que en su libro Aprovechamiento espiritual compuso el padre Francisco Arias, de la Compañía de Jesus.

Véase una anticipada refutacion á lo que Franklin dijo de Imitad á Jesus y á Sócrates, tratando de la humildad :

Sócrates, dice, fué el más famoso en virtud y sabiduría moral de todos los filósofos de Grecia, á

(1) Sobre estos y otros procesos de brujos en Francia, véase la obra de Michelet, La Sorcière.

quien todos tenian por oráculo, y de quien dice Platon, su discípulo (in Phaedone), estas palabras: «Fué varon sapientísimo y justísimo, y el mejor de cuantos conocimos. Este se mortificaba, que sufria frios, andaba descalzo por la nieve, poníase en el campo en un lugar, pensativo, y estábase quedo en él, desde una mañana á otra, sin menearse de allí: sufria hambre, sufria las mujeres que tenía, que lo deshonraban y le tiraban cosas inmundas, y lo disimulaba. Contentábase con poco, tenía el vestido viejo y roto. Alababa mucho la mortificacion, diciendo que los deleites se habian de huir y que no se habia de comer hasta hartar, ni manjares delicados, y que la bebida habia de ser la primera que el hombre hallára, sin buscar ni esperar otra. Y que los que esto hacian, que se contentasen con cosas pocas, eran muy cercanos y semejantes á los dioses. Todo esto dice de Sócrates Platon; y Diógenes Laercio:

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Que esta mortificacion de Sócrates, por ser sin la gracia de Dios, no le sanase la naturaleza, ni le mitigase con eficacia las pasiones, ni le quitase el desórden dellas, sino que se las dejase vivas y desordenadas, vese claramente porque en otras cosas y en otros tiempos donde le faltaba el objeto de la honra humana, se mostraba muy apasionado y hacia grandes desconciertos. Si algunas veces sufria la hambre y la sed, otras muchas era destempladísimo, porque le acontecia estarse toda la noche entre las copas del vino, y estando los otros cansados y con deseos de irse á dormir, él no se cansaba, sino se estaba bebiendo. Así lo afirman autores antiguos, que sigue Teodoreto; y Platon lo confiesa en un diálogo, diciendo dél, cuando se asentaba á la mesa, si le costreñian que bebiese, bebia más vino que todos; y era (dice) cosa admirable, que con todo esto no se embriagaba. Y si algunas veces sufria los males que le hacian, otras era muy airado y furioso, y aunque cuando estaba sin enojo hablaba sabiamente, mas cuando estaba enojado hablaba torpe y desordenadamente; así lo dice Porfirio, que fué platónico, y lo confirma con el testimonio de Aristoxeno, que escribió la vida de Sócrates. Y cuando sufria, descubria que lo hacia por vanidad, porque como cuenta Diógenes Laercio, hiriéndole uno con el pié, admirábanse algunos de que sufria esto, y respondió: ¿Pues qué habia de hacer si un jumento me diera una coz? ¿Habia por esto de traer pleito con él? Dando á entender que sufria al que lo habia herido, porque lo tenía en poco. Y cuando sufria á sus mujeres, él daba la causa de que lo injuriasen, porque viendo que reñian entre sí no las ponia en paz, sino estábaselas mirando, riendo y burlando dellas, y por esto se volvian enojadas contra él. Descubrió tambien su vanidad y soberbia, porque, como cuenta Platon, él decia de sí mismo, y lo confesó delante los jueces de Aténas, que por el oráculo de Apolo habia sido juzgado por el más sabio de todos los hombres, y que así era y lo habia él probado á muchos hombres de todos estados, dándoles á entender que no sabian nada y que él sabía más que ellos, porque ellos, no sabiendo nada, pensaban y presumian que sabian, y él, aunque no sabía nada, lo entendia así; y como testifica Tulio, dijo tambien á los jueces que era merecedor de amplísimas honras. Y descubrió más su vanidad en que este Apolo, de quien se gloriaba que lo habia juzgado por el más sabio de los hombres, era un idolo por el cual hablaba un demonio, gran engañador; y así el que Apolo juzgaba por el mejor de los hombres, muchos sabios, que refiere Laercio en su Vida y Lactancio en sus instituciones, le juzgaban por vano y soberbio. Con estas y otras costumbres que dejo de decir, porque esto basta, descubrió que con la mortificacion que hacia nunca sujetó de verdad las pasiones, sino que con una pasion vencia otra.>

Así probaba un español del siglo XVI filosóficamente la humildad de Sócrates. Júzguese del acierto de Franklin al decir que lo imitemos al par de Jesucristo.

¿Dónde está aquí la verdad, dónde el juicio más profundo? Así como en otros asuntos el talento del jesuita Arias sería inferior al genio de Franklin, en éste aventajó sobremanera al del sabio anglo-americano.

Y no me parece fuera de oportunidad discurrir aquí brevemente acerca de la opinion, tan generalizada hoy, de que en España no han existido filósofos dignos de tal nombre, y de que esta falta procede de que el Santo Oficio, persiguiendo tenaz y cruelmente á los pensadores, impidió el cultivo de las ciencias.

De que en España hubo filósofos merecedores de recordacion, el presente libro da irrecusables pruebas.

Con respecto á que la Inquisicion no consintió los adelantos científicos con la persecucion de los grandes hombres, tiempo es ya de que la crítica filosófica, recta y libre de toda preocupacion, hable por vez primera en España al tratar este asunto.

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