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• Dios, á ningun precepto de los que nos dió es obligado, sino al de amor solo: sólo el precepto de amar á Dios sobre todas las cosas le obliga, y tanto, que si por imposible lo quebrantase, dejaria de ser Dios.

De Adan aprendemos los hombres á desobedecer, de Eva á ser golosos, de Cain á matar, de David á adulterar, de San Pedro á blasfemar; aprendamos de Cristo á amar. Cuales son las escuelas donde estudiamos, tales son las ciencias que aprendemos. En la escuela del mundo aprendemos á loquear y á ser vanos; en la del demonio á mentir y á aborrecer, en la de la carne á lujuriar, en la de los hombres á ser mal sufridos, en la de Cristo á ser mansos y amigos unos de otros. Sola una vez leemos que Cristo en el Evangelio dijo ‹temed», y en lugar de una vez que dijo temed, dijo más de treinta amad..

> Quien á sí no sabe amar, ¿cómo amará á su prójimo?

. Más falta hay hoy en el mundo de devocion y de espíritu que no de pan de doctrina. Ya está hoy cumplida la profecía. Llena está la tierra de la ciencia del Señor.

No hay cosa más cara que la que por ruegos se compra. »

Recopiló las sentencias morales de los más doctos filósofos de la antigüedad, y deseoso de ilustrar á su siglo, escribió un tratadito con el título de Concordancias de algunos pasos difíciles de la Escritura, de que he visto várias ediciones antiguas, siendo la primera la de Sevilla (1555, 4.o). Notabilísimos pensamientos se encierran en este libro, y por demas atrevidos algunos y sorprendentes por la novedad. Uno de ellos es el siguiente, sobre comunidad de bienes en casos de necesidad extrema:

<Item, dice san Lúcas que alabó el Señor al mayordomo de la maldad de prudencia, porque engañó á su amo. De donde parece que algunas veces es lícito hacer de su provecho con daño del prójimo. Lo contrario manda Dios en la ley: que nadie engañe al prójimo, como cuando está en necesidad ó cuando por algun artificio sofisticase una cosa, haciéndole parccer lo que no es, como hacen los alquimistas vendiendo oro sofisticado, que no es oro, por oro verdadero. A esto se responde que no alabó el Señor el hecho del mayordomo de maldad, sino la solercia y cuidado que tuvo para proveerse. Y en ningun caso es lícito tomar lo ajeno contra la voluntad del que lo posee, salvo si uno estuviese en extrema necesidad para morirse, que no tuviese otra parte de donde socorrerse sino tomando lo ajeno; que en tal caso no es hurto tomar lo que otro tiene, que tan suyo es del que está en extrema necesidad como del que lo posee, porque en caso de extrema necesidad todas las cosas son comunes. Verdad es que si el que está en extrema necesidad halla quien le preste trigo ó dineros para con que salga de la extrema necesidad, pecaria si hurtase; y si adelante, andando el tiempo, viene á tener con qué pueda pagar lo que le prestaron cuando estaba en extrema necesidad, obligado es á pagarlo. Tambien si uno fuese cierto que otro le es en cargo de una cosa y no la puede cobrar dél, ó porque no tiene testigos, ó porque el que se la debe piensa falsamente que no se la debe, ó ya que haya testigos y probanza para cobrar, no la puede cobrar sin enojos y sin perder el amistad, y con gastar dineros de su hacienda; este tal puede lícitamente (guardado escándalo y peligro de perjurarse) entregarse en otro tanto secretamente; y si sacasen carta de excomunion sobre aquello que falta en que él se entregó, no le ligaria, porque la excomunion no se saca sino contra el que burló ó tomó lo ajeno, lo cual no hace éste..

Precedió VALTANAS á tantos como se han dedicado á concordar la Biblia. Pero lo que hay digno de llamar la atencion en este religioso español del siglo xvi es que aclara uno á uno, más con argumentos de razon que de autoridad, todos aquellos lugares más importantes y dificiles de la Sagrada Escritura, que han servido de base á los filósofos impios franceses del último y presente siglo, así como el racionalismo aleman para combatir el cristianismo.

En 1864 manifesté, analizando el libro de Ernesto Renan, la Vida de Jesucristo, que ni uno solo de sus argumentos contra su divinidad eran nuevos; todos vulgares y antiguos, por lo cual presenté los juicios anticristianos de Celso, refutados victoriosamente por Origenes.

Y en verdad que por más entusiasmo con que se vean en nuestro siglo las obras de esos filósofos, por más cándida admiracion que presten á sus raciocinios los que de filósofos presumen, y por más que crean sus escritos producciones maravillosas de la fuerza de la imaginacion, del poder de la ciencia y de la libertad del alma, superiores á la preocupacion y al fanatismo, los que algo estamos familiarizados con la antigua historia religiosa damos y darémos y seguirémos dando poquísimo valor á esos escritos, cuya vanidad tantas veces ha sido demostrada.

Cuando contemplamos, por ejemplo, á un doctor Strauss y á tantos otros, ya citados en esta discurso, podemos decir y decimos como quien ve à un antiguo conocido: En tal siglo te llamabas Simon, en tal ciudad Carporas, en tal Celso, en aquella edad Porfirio, en esotra Juliano, Nestorio, Pelagio, Ciro, y no queremos recordar más nombres y tiempos á su presencia.

En cuanto á la forma insidiosa y suave con que combaten, confundiendo la verdad con la mentira, mezclando el ultraje con la alabanza, disfrazando el desprecio con apariencias de respeto hácia la persona y excelencia de vida de Jesucristo.

Los oráculos de Apolo y Hecates, citados, ó tal vez inventados por Porfirio, son los modelos que han servido á los racionalistas alemanes y á sus imitadores los franceses. San Agustin, al tratar de la filosofía de los oráculos de Porfirio, nos dice que unas veces la religion de Cristo no es á sus ojos más que una vana supersticion, que por medio de ritos falsos y abominables se obstina en celebrar las exequias de un Dios muerto, de un Dios condenado por jueces llenos de honradez y que cumplieron con sus deberes, entregándolo públicamente al más ignominioso de los suplicios; que otras veces en el mismo escrito emprende Porfirio la alabanza de Jesucristo, olvidando las injurias que se acaban de referir, bien así como si sus dioses hubieran ultrajado á Jesus durante el sueño, y al despertarse hubieran conocido su virtud y le tributasen el homenaje merecido; que este homenaje, sin embargo, será de nuevo seguido por el insulto, si no hacia su persona, por lo ménos hácia las de sus discípulos, lo cual para el caso venía á ser lo mismo. Jesucristo, decia el sofista prestando á los oráculos su propio pensamiento, Jesucristo era un hombre piadosísimo, á quien los dioses han colocado en la posesion de la gloria celestial, honrándolo con su más lisonjero sufragio; pero al mismo tiempo denunciaba á los cristianos como manchados; infames y presos en los lazos del error. Jesucristo para Porfirio era el más religioso de los hombres, y su alma, como las de los justos eminentes, ha sido destinada á la inmortalidad; pero esta alma purificada ha venido á ser una fatalidad y error para otras almas.

Hay, pues, que abstenerse de blasfemar contra él; pero hay que lastimarse del extravío de los hombres y considerar que la pendiente en que están de adorarlo como Dios es resbaladiza y peligrosa.

Al recordar este juicio de San Agustin nos parece estar leyendo libros alemanes y franceses del último y de este siglo, en que alternativamente se befa y se alaba á Jesucristo; es que ya se le llama impostor, ya se le coloca entre los semidioses, en que se califica de idólatras á sus discípulos, y sin embargo se alegan circunstancias atenuantes para justificar esta idolatría, atendida la aureola de gloria en que se presenta ese carácter sublime en que resplandece y sobresale lo divino (1).

Reproducen los filósofos racionalistas uno á uno los argumentos de sus antecesores; argumentos que probablemente no habrán leido, pero que reproducen fidelísimamente cual si fuesen todos inspirados por el mismo espíritu y siguiendo la voz del mismo maestro que los va dictando. ¿Quién hay tan insensato que deje de ver que tales artificios se dirigen con las alabanzas dadas á Jesus al vituperio que se hace contra los cristianos, á fin de cerrarles por este medio el camino de la salvacion eterna, en el cual no se entra sino por el cristianismo? En efecto, Satanas y sus secuaces, cuya astucia se adapta á todas las formas con tal de que el mal se cumpla, no tienen embarazo en convertirse hasta en panegiristas de Jesucristo, si es un expediente más á propósito para apartar de él á los cristianos. ¿Qué importan las alabanzas dadas á Jesus, si estas alabanzas no traen consigo la salvacion de los hombres por Jesus? Tan cierto es esto, segun el modo que tienen de alabarlo, que quien creyera en él por la pintura que quieren hacernos no sería un verdadero cristiano, sino un hereje de la escuela de Fotino, venerando en Jesucristo, no à Dios, sino al hombre, extraño, por consiguiente, al beneficio de la redencion, y de todos modos incapaz de evitar ni romper los lazos del espíritu de la mentira. >

VALTANAS SUPO Concordar los pasos más difíciles de las escrituras, y presentarnos una serie de objeciones al sagrado texto, que resuelve con alto criterio cristiano y con la más clara y docta filosofía. Véanse algunas ligeras muestras de la verdad de mi juicio.

⚫ Item, preciándose nuestro Redentor, y siendo tan amigo de verdad, ¿cómo maldijo á la higuera que tenía solas hojas sin fruta, y por Marzo no era tiempo de frutas? A esto dice que Cristo,

(1) Véase sobre esto el magnífico Mandamiento sinodal del señor Obispo de Poitiers.

con hambre verdadera, y no falsa, que de los ayunos tenía, ó con hambre voluntariamente asumta, fué adonde estaba la higuera, no para comer higos, sino para darnos á entender cuánto aborrece la hipocresía y cuánto le descontentaba el pueblo de Israel, y en todo esto ninguna falsedad hubo.

› Item, dice San Juan que no amemos el mundo. Lo contrario dice el mesmo en el Evangelio cuando dice que Dios hizo al mundo, y todo lo que Dios hizo es amable y no es pecado amarlo. A esto dice que este término mundo significa la vida mundana, que es la que hacen los perdidos en este mundo, dándose á vicios y á pecados, y tal mundo como éste es de huir y de aborrecer. Significa tambien la compostura y órden que tienen los elementos entre sí, y este mundo es criatura de Dios y amable.

>Item, manda Dios en su ley que demos de comer al que ha hambre. ¿Cómo dice el Apóstol que al que no trabajáre no le demos de comer? A esto se dice que cuando uno sano y recio se da al ocio y no quiere trabajar, y por esto no tiene qué comer, tanto es como el que tiene el pan en la mano y de pereza ó de antojo no lo quiere llegar á la boca, y por esto se muere de hambre; y así como al uno no somos obligados á dar de comer, tampoco al otro.

Item, dice nuestro Redentor: Todos los que buscan me hallan. Lo contrario dice el mismo hablando con los fariseos. Buscarme heis y no me hallaréis; y de la esposa se dice en los Cánticos que buscó á Dios y no lo halló. A esto se dice que los que buscan á Dios para servirle lo hallan; pero los fariseos no lo hallaron, porque lo buscaban para matarlo; y lo mismo se ha de decir á Heródes, que lo buscó para matarlo, y por esto no lo halló. La esposa no lo halló porque lo buscó en su lecho; si lo buscára en la cruz y en la penitencia halláralo, y no en el regalo de la cama. Item, mándanos nuestro Redentor por san Mateo que amemos y no aborrezcamos á nuestros enemigos. Lo contrario se dice que hizo David, santo varon, que se parecia que aborresció á los malos, y que los aborresció con ódio perfecto. A esto se dice que en el enemigo y en el pecador tres cosas podemos considerar, conviene á saber: su naturaleza, que es hombre, lo segundo la culpa, lo tercero la pena á que se obliga por ser pecador. Si consideramos al enemigo cuanto á su natura, habémoslo de amar, y así se entiende lo que dice San Mateo. Si lo consideramos cuanto á la culpa, debémoslo aborrecer, y sería gran culpa amarlo; si lo consideramos cuanto à la pena que se le ha de dar, debemos compadecernos dél, como Cristo nuestro Dios que lloró sobre Jerusalen..

Bastan estas muestras para dar una idea de la importancia filosófica de nuestros escritores ascéticos en aquel y en el siguiente siglo, tantos y tan notables como los ya citados, y otros tan merecedores de recuerdo y estima como el maestro Alejo de Venegas, Agustin Nuñez Delgadillo, Fonseca, Lorenzo de Zamora, fray Diego de Estella.

Resplandeció por este tiempo la sabiduría del PADRE FRANCISCO SUAREZ, jesuita granadino, llamado el Principe de los escolásticos, y tambien el Doctor Eximio. Escribió de metafísica, de la Trinidad, de los Angeles, del alma, de la divina gracia, de la fe, de la esperanza y de la caridad, de la verdadera inteligencia del auxilio eficaz y de su concordia con el libre arbitrio, de leyes, y de otras materias, especialmente en análisis de obras de santo Tomás de Aquino.

Sus libros todos están llenos de ingeniosas y sólidas reflexiones y de respuestas felicisimas á las dificultades contrarias. No sólo se servia de las armas de la autoridad para la defensa de su tésis. Recuerdo que hablando del misterio de la Concepcion inmaculada de María, despues de allegar cuantos argumentos de autoridad le sugirió su mucha ciencia, no hubiera quedado plenamente satisfecho de su empeño si no hubiese pasado de la autoridad á la razon para complemento de su defensa.

Aventajose SUAREZ á sus contemporáneos en el conocimiento y la ampliacion de la Suma teológica de santo Tomás.

Fué ademas uno de los escritores políticos más notables de su siglo. Su tratado De Legibus ac de Deo Legislatore (Leon de Francia, 1619) es un tesoro de sublimes y acertados pensamientos. Un caballero catalan, DON JOSÉ SETANTI, docto en filosofía y hombre de vivaz ingenio, escribió Centellas de varios conceptos, en prosa, y ademas, en versos sueltos, unos aforismos que intituló Avisos de amigos.

Todos se publicaron en Barcelona con los aforismos que, sacados de la historia de Tácito para la conservacion y el aumento de las monarquías, dejó ordenados en lengua castellana el célebre doctor Benito Arias Montano.

De la oportunidad de las Centellas de varios conceptos puede juzgarse leyéndolas en el presente libro de los Avisos de amigos bastarán á dar alguna idea los siguientes:

:

Por el bien de tu patria vive en ella,
Y sírvela á pesar de los ingratos.
Jamas trabaja en vano el virtuoso;
Que la virtud es premio de sí mesma.
Será el gobierno público ordenado
Si pocos mandan y obedecen muchos.
Mal se ordena ciudad desordenada
Con los que fueron causa del desórden.
La utilidad comun ha de buscarse,
Aunque sea vertiendo sangre humana.
¿De qué sirve pintar un buen gobierno,
Si el tiempo airado lo despinta y borra?
Rijan los hombres ricos el dinero,
Y los prudentes el gobierno público.
Trocádose han las cosas de manera,
Que nos parece fábula la historia.

Con razon ó sin ella nos quejamos
Del presente gobierno por costumbre.

Lo que de igual á igual se dice agravio,
De mayor á menor se llama fuerza.

Son las demandas de entre amigos, ruegos,

Los ruegos de señores, mandamientos.

O vive en un desierto solo y pobre,
O sigue de los tiempos la corriente.
Al que para hacer mal te ofrece manos,
Procura dar del pié sin que lo sienta.

Lo que deseas con hervor, procura
De emprenderlo con pecho sosegado.

Por más que traiga el tiempo cosas nuevas,
Dejarás de admirarte si te acuerdas.

Corren las novedades tan apriesa,

Que se encuentran las unas con las otras.

De los que mandan como reyes teme,
Porque la real benignidad les falta.

Deja tú al que los vicios van dejando
Ya, de pura vejez, y él no los deja.
Limita los deseos de manera
Que no pueda engañarte la esperanza.

Con tan viva fe se cultivaba la filosofía en la España de fines del siglo XVI y principios del xvII. Todas estas citas y todos estos recuerdos son pruebas irrefragables de lo que vale nuestra civilizacion, por más que muchos autores extranjeros, con ignorancia absoluta de nuestras cosas, nos arrebaten glorias. Una de ellas es la de afirmar que el famoso filántropo inglés Tomas Clarkson, promotor de la abolicion de la esclavitud de los negros en Inglaterra, fué el primero, el primero, entiéndase bien la frase, que, en su Ensayo de la esclavitud y el tráfico de la especie humana, descorrió el velo que ocultaba las inauditas barbaridades que se estaban cometiendo en el comercio de los negros. Tal afirma Virey en la Historia natural del género humano.

Clarkson nació en 1761, y desde 1627, en que el P. Alonso de Sandoval, natural de Toledo y jesuita, publicó en Sevilla, en lengua castellana, una obra con el título de Instauranda œliopum salutem, tratado de cómo se ha de restaurar la salvacion de los negros, todos los argumentos, las observaciones todas que Clarkson dió como nuevas, todas, y algunas más muy importantes, habian sido expuestas á la caridad cristiana.

Cotéjese lo que Clarkson escribió y reprodujo Virey, con lo que el padre Sandoval habia publicado ciento cuarenta ó más años ántes. Habla primero de la manera de sacar los

negros:

Esta variedad de rescates me ha hecho reparar mucho en este negocio, y tambien el haber visto cuán inquieta traen la conciencia muchos destos armadores. Uno me dijo en toda puridad que no sabía cómo sosegar, porque tenía la conciencia inquieta acerca del modo como traia aquellos negros, por parecerle la habia en Guinea encargado en el que habia tenido en adquirirlos. Otro, que trajo al pié de trescientas piezas, me dijo otra vez casi lo mesmo, y añadió que tenía por cierto no habria entre los negros la mitad de las guerras que habia si supiesen no habian de ir los españoles á rescatarles negros. Otra vez me envió á llamar uno destos armadores, que traia algunos negros, estando enfermo, para que le resolviese cierto caso de conciencia, y ya resuelto, le pregunté qué sentia del modo del cautiverio de los negros que venian de Guinea: respondióme, dando juntamente gracias a Dios porque él no traia sino pocos, y á su entender con buena conciencia; pero que no podia dejar de sentir mal de lo que habia visto pasar en algunos navíos, y era el ver que salian algunas veces de las naves por cautivos aquellos que entraban libres; y otras veces via que aguardaba el capitan á entregarse de algunos negros, que compraba de otros negros, á media noche y á escondidas, y comprados á menor precio. ›

Por demas ingeniosa es la respuesta que dió el padre Sandoval á una consulta que le hizo un cargador de negros. Véase aquí:

«Digo que se llegaron una vez dos armadores de Angola á consultarme un caso, queriendo saber de mí si era lícito el modo como traian cautivos sus negros; y si la razon que daban era fuerte, porque ellos entre sí estaban desconformes, y querian asegurarse con mi parecer. Oiles y respondiles. El caso propuesto fué: Padre, yo voy por negros (pongo por ejemplo) á Angola, paso en el camino grandes trabajos, gastos y muchos peligros, al fin salgo con mi armazon, séanse los negros bien habidos, séanse mal. Pregunto: ¿satisfago yo á la justificacion deste cautiverio con el trabajo, expensas y peligro que tuve en ir y venir hasta llegar á poderlos vender en tierra de cristianos, donde lo quedan siendo, que allá quedan gentiles toda su vida? Respondile : Vaya vuestra merced desde aquí á San Francisco, que está algo léjos, y en llegando corte el cordel de la lámpara y llévesela á su casa, y si cuando la justicia le prendiere por ladron y le quisiere ahorcar (como el otro dia ahorcó á otro que habia hurtado la de Santo Domingo), le dejáre por decirle que no hurtó la lámpara, sino que la habia tomado para satisfacer con ella el trabajo que habia pasado en ir de aquí allá por ella; si por esta razon, como digo, la justicia àprobáre la justificacion de su trabajo y no le castigáre, diré que trae con buena fe sus negros, y que la razon en que se funda es buena. >

La pintura que el padre Sandoval hace de la cargazon de los negros es exactamente igual á la de Clarkson, y quizá escrita con más vehemencia:

Cautivos estos negros con la justicia que Dios sabe, los echan luégo en prisiones asperisimas, de donde no salen hasta llegar á este puerto de Cartagena (de Indias) ó á otras partes. Llámanlos, si son cantidad de trescientos, cuatrocientos, quinientos y áun seiscientos, y más, con que puedan llenar su navío, armazon y armazones........... y si es cargazon de pocos negros, se llama lote. Juntos, pues, y cautivos, si es en Angola, los suelen llevar, porque no se huyan, á la isla que dijimos de Loanda, donde están seguros hasta que se embarquen; y si son de los rios de Guinea, en lugar de la isla, aseguran sus piezas ó armazones con aprisionarlos á todos con unas cadenas muy largas que llaman corrientes, y con otras crueles invenciones de prisiones, de las cuales no salen en tierra ni en mar, hasta que se desembarquen en alguna parte adonde los llevan. Y como en la isla de Loanda pasan tanto trabajo, y en las cadenas aherrojados tanta miseria y desventura, y el mal tratamiento de comida, bebida y pasadía es tan malo, dales tanta tristeza y melancolía, juntándoseles la viva y cierta persuasion que traen de que en llegando han de sacar aceite dellos ó comérselos, que vienen á morir desto el tercio en la navegacion, que dura más de dos meses; tan apretados, tan asquerosos y tan maltratados, que me certifican los mismos que los traen que vienen de seis en seis con argollas por los cuellos en las corrientes, y estos mismos de dos en dos con grillos en los piés, de modo que de piés á cabeza vienen aprisionados; debajo de cubierta, cerrados por defuera, do no ven sol ni luna, que no hay español que se atreva á poner la cabeza al escotillon sin almadiarse, ni á perseverar dentro una hora sin riesgo de grave enfermedad. Tanta es la hediondez, apretura y miseria de aquel lugar. Y el refugio y consuelo que en él tienen es comer, de veinticuatro á veinticuatro horas, no más que una mediana escudilla de harina de maíz ó de mijo ó millo crudo, que es como el arroz entre nosotros, y con él un pequeño jarro de agua, y no otra cosa, sino mucho palo, mucho azote y malas palabras. Esto es lo que comunmente pasa con los varones, y bien pienso que algunos de los armadores los tratan con más benignidad y blandura, principalmente ya en estos tiempos. Con este regalo, pues, y buen tratamiento llegan hechos unos esqueletos; sácanlos luégo en tierra en carnes vivas, pónenlos en un gran patio ó corral, acuden luégo á él innumerables gentes, unos llevados de su codicia, otros de curiosidad, y otros de compasion, y entre ellos los de la Compañía de Jesus, para catequizar, doctrinar, bautizar y confesar á los que se vienen actualmente muriendo, dispónenlos para la Extrema Uncion, negocian se le traiga y dé. Y aunque ponen en acudir con tiempo todo su cuidado, siempre hallan algunos ya muertos sin los Santos Sacramentos, y otros que apénas los alcanzan; van cargados de paños con que cubrirlos decentemente, porque sin ellos pa◄ recerian muy mal á los ojos castos; y tambien les llevan algun dulce y regalo con que acariciarlos y aficionarlos así en órden á las cosas de Dios. Si en este lugar los sanos no enferman, todavía es de algun refrigerio la vida del tiempo que están en él, por ordenarse á engordarlos para poderlos vender con más ventajas; mas como los pobres han padecido tanto, nada basta para que no enfermen muchos en llegando; ántes la mesma abundancia, que cualquiera es grande

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