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la muerte y grandes daños? ¿A cuántos la ira y apetito de la venganza? ¿A cuántos la insaciable sed del dinero quitó la vida? Del cual vicio no toma el hombre ni goza para sí más del trabajo en balde. Dice Horacio: << Tanto le falta al avaro lo que tiene como lo que no tiene, porque no goza de ello.» El avaro es como Tántalo en el rio, que tiene el agua hasta los labios, y abrasándolo la sed, no puede beber. ¿A cuántos mata la gula? Pues el mucho comer pusieron los médicos antiguos por principal causa de enfermedades y muertes, y así dijeron: «Más mata la gula que la espada.» La envidia sólo el hombre la tiene, es de muy baja y vil condicion, es vicio de pusilánimos, da muy gran tormento, como sea pesar del bien ajeno; enflaquece y consume al miserable que la tiene, porque aquel pesar del bien ajeno derriba humor vicioso del celebro, y así se va consumiendo.

Rod. Ya vemos que en la materia que está escrita no os quereis detener; decidnos de la lujuria, pereza у осіо.

TÍTULO XVIII.

De la lujuria, la cual acorta la vida y causa diversas
enfermedades.

La lujuria, 6 acto venéreo, es el mayor contrario y que más consume la vida de todo viviente, planta, animal y hombre, como se ve claro en la vid no podada y en animales muy lujuriosos, que tienen poca vida; esto es en el hombre, porque derriba el jugo de su raíz, ó húmido radical, por dos vias, posterior y anterior. Lo posterior va por su tronco, que es la médula espinal, y esto sale fuera del hombre, como los frutos en los árboles. Y lo anterior cae comunmente al estómago y lo enfria, y debilita á él, y desconcierta su armonía y calor, de lo cual sucede otro nuevo daño al celebro ó raíz, y le causa tristeza y deflujo por diversas vias; y así suceden diversas enfermedades, segun al lugar donde va á parar, y suceden muertes, como es cosa notoria que muchos mueren por el demasiado coitu, y algunos murieron en el mismo acto venéreo, como Cornelio Gallo, pretor, y Tito Etherio, caballero romano, y otros que notó Plinio, y en nuestra ciudad hemos visto no acostarse dos veces con la esposa, porque de la primera nunca más se levantó. Toma este aviso: no uses del acto venéreo sino es á la mañana en ayunas, habiendo dormido, y es bueno reiterar el sueño despues del coitu.

TÍTULO XIX.

De la pereza y ocio. Qué hace este daño en su proporcion. La pereza y ocio demasiado, y mucho dormir, hace caer del celebro humor y jugo vicioso, que hace gafos y tullidos. Este vicio se nombra ignavia 6 inercia. La ociosidad es imágen de la muerte, y el ocioso del hombre muerto; corrompe la salud del hombre, como las aguas estancadas, que no se mueven, se corrompen y hieden. Dijo Ovidio: « Así corrompe el ocio al cuerpo humano, como corrompe á las aguas si están quedas sin movimiento; y así vemos á los ejercitados en el campo vivir más tiempo y más sanos que los enchar

cados en las plazas.» En este quiero dar un aviso (que si lo experimentas, sé que me lo agradecerás): que goces de respirar el aire limpio y fresco de la mañana y aurora, cuando viene huyendo de los rayos del sol ántes que salga, á lo ménos en el verano, saliéndote al campo muy de mañana, obra salud maravillosa, da gana de comer, humedece el celebro, hace rejuvenecer, vuelve mozos, y en el dicho campo hacer algun ejercicio da gran salud, porque de otra manera, el mucho ocio sin ejercicio, y mucho dormir, hace muy blando, tierno y aguanoso el celebro, y se derrite y cae fácilmente, y así vienen los daños dichos y muchas enfermedades; y por esto la prole real y señores muy regalados tienen más enfermedades que los que trabajan, y con pequeña ocasion mueren, como los niños y como los tallos tiernos de la vid, que con un pequeño frio mueren, porque está el celebro tan tierno, blandujo y aguanoso, que en comenzando á derretirse y caer ó hacer su flujo, corre tanto, que no cesa hasta la muerte; y vemos por experiencia que áun hasta los papagayos en las jaulas, y á los caballos que no los ejercitan, les da gota tambien, como á los hombres, y por esto es mejor el pan segundo que el de la flor, y dormir en cama dura que no en blanda, y el poco regalo que el mucho y el trabajar que el bolgar. Bien lo muestra la composicion del cuerpo humano, pues te dió naturaleza dos manos con tantos goznes y coyunturas, para entender en algo con ellas, y te dió dos ojos, ambos en la parte delantera, para que vieses lo que con ellas haces sin torcer la cabeza, como otros animales, que los tienen en las sienes. El ocio es inventor de vicios y pecados, pues al que se priva de algun ejercicio natural tanto al hombre, justa pena le viene lué go, que es la gota, la cual nombran mal de ricos; el cual daño y otras enfermedades les viene por la causa dicha de hacerse el celebro blandujo, aguanoso y fluxible con el ocio; y así es gran yerro en el mundo el que hacen los reyes y otros muchos, de apartarse donde pueden tener ocios seguros, salvo si no es en gran vejez.

TÍTULO XX.

Afecto de los celos. Avisa que los celos matan, y hacen este daño como el miedo.

El afecto de los celos da muy mala vida al hombre, y más á las mujeres, como sea miedo y sospecha de gran pérdida; es un temor y miedo de perder lo que se ama, que luego se sigue al grande amor; derriba del celebro mal humor, melancólico, y así sospechan lo que no es, y todo les parece más ó ménos. Son los celos como el espejo de Alinde, donde todo parece mayor de lo que es, y muchas mujeres pierden el juicio; causa muertes y enfermedades, angustias y torcer la boca, desvarío locura en hombres y mujeres. Ninfa, enamorada de Hércules, murió de celos, de donde tuvo lugar la fábula que se convirtió en la yerba ninfea, la cual quita el coitu, como dice Plinio. Los celos obran y acarrean grandes daños, tormentos y muertes. Prócris, mujer de Céfalo, herida de amor y celos, yendo su marido á caza, le siguió, y para ver qué hacia, se escondió en una mata, en lugar conveniente de la montaña, y pasando el

y

marido cerca, vido menearse la mata, y entendiendo que era alguna fiera, le tiró y la mató. Lo mismo aconteció á la mujer de Aemilio, mancebo. La mujer de Cianipo Tesalo, queriendo ver qué hacia su marido en caza, instigada de celos, hizo lo mismo, que fué en seguimiento y se escondió en una mata, y dando los perros en ella, pensando que era fiera, la despedazaron. Este afecto de celos es de la sensitiva, y es comun á otros animales, como se ve claro en los galos y caballos, que se matan unos á otros. A Crátis, pastor, estando durmiendo, le mató un cabron á grandes cabezadas, por celos que dél tenía, que usaba abominablemente de una cabra. Refiérenlo Ludovico Celio y Volaterrano. El leon, dice Plinio que conoce el adulterio de su compañera en el olfato, y luego la castiga reciamente, por lo que la leona, cuando ha hecho el tal adulterio, si puede hallar rio ó fuente, se baña y limpia ántes que vaya con su compañero. Plinio cuenta que en Africa hay muchos asnos silvestres, que andan á manadas, y en cada manada no hay más que un padre, porque éste, todos los machos que nacen en su grege y manada los castra con los dientes. Los elefantes sienten celos y amores, como cuenta Eliano, en el Tratado del amor de los alefantes, por lo cual caen en su furia y enfermedad cada año.

TÍTULO XXI.

Afecto de venganza.

Este apetito de venganza es sensual; trae grandes daños y desasosiego, porque es una presencia y memoria del daño que recibió, y deseo de dar el talion de aquel daño ó mayor. Acarrea al hombre grandes pérdidas y enfermedades y muertes; daña al cuerpo, y más al alma; no es de hombres magnánimos, porque éstos fácilmente perdonan, y no se acuerdan del mal que recibieron; ántes es de pusilánimos y afeminados: éste afecto es de la sensitiva, muy propio de animales. Y dice Plinio que las serpientes áspides, que andan macho y hembra apareados y en compañía, si matan al uno de los dos, le queda al otro increible cuidado de la venganza; y así sigue al hombre que le mató su compañera con tanta perseverancia, que no le estorban montes, breñas ni peñascos, hasta alcanzarle en poblado, y entre muchas gentes matarle. El elefante es vengativo, del cual cuenta Cristóbal Acosta que en la ciudad de Cochin un soldado le arrojó á un elefante una cáscara de un fruto que nombran coco, y dándole en la cabeza, el elefante, no pudiéndose vengar, la tomó y guardó dentro en la boca, y pasados algunos dias vió al soldado pasear por una calle, y tomó la cáscara con la trompa y se la tiró, mostrándose contento y satisfecho de la afrenta. Cuenta Plinio de una ave llamada egipto, que tiene enemistad con el asno, en tanto, que en oyén. dole roznar, arroja los huevos del nido y los pollos se caen, y ella va á vengarlo con gran eficacia, y con el pico le hace llagas en el rostro. Cuenta tambien de otra ave nombrada esalon, muy enemiga del cuervo, porque le quiebra sus huevos; pero cuando aquella ave esalon tiene pelea con la raposa, le ayuda y se hace amigo con ella, para vengarse del otro mayor enemigo, que es la raposa. Este afecto ha de saber dejar el hombre con

prudencia, y curar de su salud, como dijimos de los cuidados.

Rod. ¿Cómo se puede dejar una cosa espiritual y que siempre está en el alma?

Ant. Si puede en el buen juicio, como los dos embajadores romanos, capitales enemigos, siendo mandados por el Senado ir juntos á aquella embajada, en saliendo de Roma y llegando á las primeras matas, dijo el uno : « Pues es así que hemos de ir juntos, dejemos la enemistad en estas matas, y á la vuelta la tomarémos (palabra de amigo generoso). » Y dijo el otro : « Sea así »; y hicieron su viaje con tan buena amistad y conversacion como si fueran muy grandes amigos; y volviendo de su viaje, cuando llegaron á las matas dijo el uno: «En estas matas dejamos la enernistad; & hémosla de tornar á tomar ?» Respondió el otro : «No; quédese ahí. » Y de allí adelante fueron grandes amigos.

TÍTULO XXII.

Afectos que dan salud y sustentan la vida humana.

Hay otros afectos en el hombre, que le dan y acarrean salud y vida (al contrario de los dichos), como son las dos colunas 6 empentas espirituales, que son esperanza de bien, alegría y contento; las cuales dos tiene el alma consigo en su cámara (que es el celebr o); porque la tercera empenta, que es el calor concertado del armonía, segunda del estómago, no es afecto. Pues estos dos afectos principales y contínuos de la cámara de este príncipe, que dan vida y cremento al celebro del hombre por la concordia y amistad del alma, que alli mora, con las especies que allí entran, no habiendo ninguua contraria, desechada ni aborrecida; consér→ vase la amistad del alma y cuerpo, y crece y se aumenta lo corporal, que es la médula del celebro y su jugo. Y con éste la tela que nombran pía madre, alta, yerta, sin movimiento ni caida por tacto, hace recto su oficio, brotándolo para arriba para la vegetacion del cuero, que es la principal, como la del árbol por la corteza. Esto hace con las dichas dos empentas, esperanza de bien y alegría y contento, que es contraria al mayor enemigo, enojo y pesar; los cuales la mueven 6 derriban, y cesa su vegetacion dicha; de la cual alegría tocarémos ahora, y lo restante se dirá en la felicidad.

TÍTULO XXIII.

Afecto del placer, contento y alegría, que es una de las tres columnas que sustentan la vida, salud humana.

El placer, contento y alegría, son la principal causa por que vive el hombre y tiene salud, y el pesar y descontento, por que muere. A este contento y alegría llamó Platon concordia del alma y cuerpo, en la cual puso la salud; y al pesar y descontento llamó discordia del alma y cuerpo, y en éste puso las enfermedades, y con mucha razon, aunque los médicos no lo entendieron.

Rod. Todo cuanto habeis dicho va contra lo que tienen todos y el vulgo, que piensa que las muertes suceden de las comidas, cuando no son naturales por vejez, y que la vida consiste en buenas comidas, y que

del comer se engendran los malos humores y vienen las muertes. Y así dijo Arnaldo: «Muchos más mata la gula que la espada. »

Ant. Engáñanse mucho; verdad es que la comida. de mala calidad ó de algun veneno ó demasiada, que el calor no la puede abrazar, engendra mal humor vicioso y desbarata la armonía del estómago, como los afectos desbaratarán la armonía principal del celebro, como adelante se declarará; y mucho más daño causan las cenas, porque cae una comida sobre otra sin dormir, y la órden de naturaleza y buena salud es de cada comida tomar el jugo de tres maneras, y enviar su parte á este rey y príncipe, que se dice miembro principal ó raíz, el celebro ó médula de los sesos, y esta parte le envian sus criados del estómago en el sueño principalmente, que es la una manera, como se ve en los niños, que tras de cada comida duermen; por esto las grandes cenas son causa de malos humores y enfermedades; tambien por otra razon, que adelante se dirá. Aristóteles, siendo preguntado qué habia visto en Sicilia, respondió: «Vi un monstruo, que se hartaba dos veces al dia»; porque vido á Dionisio, rey de Sicilia, comer dos veces hasta hartarse. Pero es meaja el daño que el comer demasiado hace en los hombres en la armonía segunda del estómago, en comparacion del daño que hace el enojo y pesar (porque éste yerma el mundo, como dicho es), y otros afectos en la armonía primera y principal del celebro, donde habita y mora el ánima divina, desbaratándola y haciendo discordia entre alma y cuerpo, mediante las especies contrarias y aborrecidas, que allí entran por las cinco puertas de los cinco sentidos.

Rod. De esa manera, señor Antonio, mejor es tener poco qué comer que mucho; pues comunmente vemos á los pobres vivir más tiempo y más sanos que los ricos.

Ant. Y¡ cómo si es mejor! sin comparacion, porque el hombre se escapa de este daño del mucho comer, del otro mayor que dijimos, enojo y pesar, porque no tiene de donde le vengan grandes pérdidas ni grandes enojos; pero dejemos esto ahora para adelante, y vengamos á dar las causas de todo lo dicho, que yo lo pondré claro lo más que pudiere.

Habeis de saber que ordinariamente la mayor parte del humor que en el cuerpo humano se cria cae del celebro ó médula de la cabeza, y á esta caida llaman catarro ó reuma cuando cae de la parte anterior de la cabeza. Y sabed que las demas enfermedades, que tienen infinitos nombres, es humor tambien que cae de la cabeza por la parte posterior, como más largamente se declara en el diálogo de la Vera medicina. Y si lo caido ó catarro ó reuma de ambas partes es grande y de gran causa y vehemente, una sola caida (catarro, ó decremento del celebro, que todo es uno) es bastante para matar, como se vido en el gran catarro pasado, del cual tan infinito número de gentes murió, que fué una fina pestilencia. Y estos catarros, caidas ó decrementos del jugo del celebro, pasan en el hombre de esta manera. Primero cae la ventosidad, segundariamente lo más acuoso y fluxible, que es la cólera, y lo tercero lo viscoso, que es la fleugma; la cual, como se ve cada dia en una cabeza de carnero, y se puede ver en las de

los hombres, despues de muerto queda colgando un pedazo de fleugma, como gargajo, de la médula de los sesos. Yo tengo opinion que este humor viscoso (que es la fleugma, y lo postrero que cae) es lo que mata á los hombres y hace los mayores daños; pero, sea el que fuere, si este humor cae al pecho, da la tos, y si cae al corazon, da epilepsia, y si va al pleuresi, da mal de costado, y si va al bazo, da melancolía, y si va al hígado, desbarátale su calor nativo, y viene calentura; y si va á los riñones, da mal de riñones, y si va á los piés, la gota, etc., como más largamente se tratará en el diálogo de la Vera medicina. Y aunque los médicos antiguos juzgaron de otra manera (porque no alcanzaron las caidas, catarros y decrementos del jugo del celebro por la parte posterior y nuca, ó vicaria del celebro, que es la médula espinal, que nace del celebro), su dicho no forzó á la naturaleza á que fuese aquello que dijeron, ántes ella se quedó y está en lo que fué y es; y su dicho no la mudó, ántes sus dichos se mudáran; pero esto quédese para su lugar. Yo tengo muy visto y experimentado que esto pasa así en el hombre, que cuando con esta humidad, jugo, chilo ó substancia, la raíz, que es el celebro, y la pía mater está firme, haciendo su oficio ó culto (que es tomar y dar), el cual se dirá adelante, entonces es la salud; y cuando cae de allí, y se desminuye y descrece el celebro, y cesa su oficio de raíz, que es (como dijimos) tomar y dar, son las enfermedades. Y sabed que éste celebro es la raíz principal que vegeta el cuerpo del hombre, que se dijo árbol del reves. Y el aumento de ésta es la salud, y la diminucion son las enfermedades.

Tres colunas 6 empentas tiene este jugo de esta raíz principal y la pía madre, para estar firme en su lugar y hacer su oficio, donde da la salud, que son éstas: la primera, alegría, contento y placer la segunda, esperanza de bien la tercera, buen calor del estómago

y

concierto de la armonía segunda del estómago, como arriba dijimos; y tiene muchos enemigos y contrarios, que le hacen caer aquel jugo del celebro y armonía primera, cada uno en su proporcion, segun su fuerza, y eficacia con que mueven y sacuden la pía madre, estorban su vegetacion, que brota para arriba hasta el cuero, como más largo se declarará en los diálogos. Pero el mayor que tiene es enojo y pesar, el cual, si es grande, de una sola caida ó deflujo sufoca y apaga el calor nativo del corazon y estómago, y en un momento mata, como está dicho, porque derriba en un instante tanta cantidad del jugo del celebro, contrario al estómago por su frialdad, que basta á sufocar el calor del estómago, y en un momento mata, y la causa y cómo esto se hace es ésta.

TÍTULO XXIV.

La manera como hace este daño el ánima en los afectos. Como allí en el celebro está el ánima divina, entendimiento, razon, y voluntad, y potencias del alma, llega aquella especie que entra por uno de los cinco sentidos, tan aborrecida y contraria, y que tanto le duele al alma, que luégo el entendimiento Y voluntad le arrojan y sacuden, con movimiento de pía madre,

poniéndole esperanza de bien, no solamente no le mataron ni le quitaron lo que llevaba, pero diéronle mucha caza y dejáronle ir libre; y así por saber el gran efecto que tiene la esperanza de bien se libró de aquel peligro.

TÍTULO XXVI.

Afeeto de la templanza y sufrimiento, la cual es la señora y gobernadora de la salud del hombre.

de sí, no queriendo que aquello fuera en el mundo; | arrójanla con tal violencia, que arrojan tambien con ella toda la sustancia, humidad y jugo que tenía la raíz, el celebro, para alimento, salud y vegetacion de sus ramas y para hacer su oficio la pía mater (el cual le dirá más largamente); deséchanla y arrójanla, como cuando á un animal le dan una cuchillada en el pié, y da muchas coces á menudo, arrojando y desechando aquel dolor, y arrojára tambien el pié, si fuera la materia blanda y pudiera desasirse, como acá puede el jugo y humidad del celebro; esto hace el ánima con el movimiento de la pía madre, que es la mano del ánima. Al orador que, subiendo á la cátedra á orar ( en Roma), se le olvidó totalmente la oracion que iba á decir, y el que en la enfermedad olvidó su nombre propio y el de sus esclavos, y el que olvidó las letras, y el que viniendo camino, un aire frio, que le daba en el colodrillo, le hizo perder la memoria, fué que se les cayó y corrió la humidad del celebro, y con ella todas aquellas especies que en ella estaban situadas.

TÍTULO XXV.

Afecto de esperanza de bien. Avisa que esperanza de bien es una coluna, que sustenta la salud del hombre y hace todas las obras humanas.

La esperanza de bien es la que sustenta (como una coluna ) la salud y vida humana, y gobierna el mundo, a que hace todas las cosas de este mundo. Ninguna cosa mueve al hombre, sino la esperanza de bien. Todas las acciones y obras exteriores y interiores las hace esperanza de bien. Ésta da salud, como la quita su contrarla. Con ésta vive el hombre, y sin ella no quiere la vida. Ésta da alegría, contento, fuerzas y aliento para cualquier trabajo. Ésta es el báculo de la vejez. Esta quita las fuerzas al grande enemigo del género humano, enojo y pesar, y á todos los demas contrarios de la vida del hombre, que no hacen tanto efecto, aguándose aquel mal con el bien que espera; hace lo dificultoso fácil, alivia todo trabajo. Esta edificó las ciudades, plantó los árboles, rompió los montes, dió mejor camino á los rios, hizo las batallas, fabricó las naos, mostró andar y navegar sobre el agua, rompe las entrañas á la tierra, buscando el oro y plata. Esta sustenta las vidas ásperas. Ésta muertes y martirios los hace fáciles y alegres. Esta fundó las leyes, escribió las ciencias y doctrinas. Esta se les ha de dar, y no quitar, á los hombres en las leyes, especial á los que mantienen y sustentan el mundo, como los labradores y pastores, porque con la esperanza de bien pasan sus grandes trabajos. Ésta mueve mi torpe y humilde lengua. Esta hace obrar las virtudes y buenas obras, como su contraria causa las malas y hace salteadores de caminos. Toma este aviso: guárdate de aquel que no tiene esperanza de bien. Yendo un filósofo por un camino, salieron unos salteadores á matarle, él, conociendo al uno de ellos, díjole fingidamente: «Sabed, hermano, que vuestro pariente Fulano ha venido de Indias, y trae más de cincuenta mil ducados, y no tiene heredero, y anda buscando todos sus parientes; bien podeis dejar este oficio, y idos á ver con él. «< En

y

La templanza en todos los deleites, apetitos y afectos, es la maestra, señora y gobernadora de la salud del hombre y de la salud del alma. Ésta sustenta la vida y salud humana, y hace llegar á la vejez. Ésta sustenta en paz, alegría y concordia al ánima y sus afectos. Ésta estorba riñas, enojos, tristezas, tormentos, muertes, vicios y enfermedades. Ésta es la medicina general para todos los males del hombre, así de cuerpo como de alma. Con la templanza vivirás sano, quieto, alegre y felice. Esta, en pasando su meta y raya, luégo tiene el castigo en la mano, ninguna cosa perdona. Por no saber usar de ésta, el hombre él mismo se mata y acarrea para sí todo género de males, y el mayor enemigo del hombre es él mismo para sí, por no saber usar ni gozar de esta gran señora, la cual puso su silla en lugar bajo, para que todos la pudiesen alcanzar. En todas tus cosas ha de ser ésta tu regla y compas. El trabajo y el ejercicio has de reglar con la templanza. Con ésta has de reglar tu comida y bebida, sopena que te castigará con tristeza, pesadumbre 6 enfermedad. El sueño y ocio tambien bas de tomar con templanza y no demasía, si quieres evitar enfermedades, como gota, opilaciones y tullimiento de miembros. En la lujuria has de guardar sus leyes, término y raya, y en todo deleite y apetito sensitivo, porque es muy rigurosa, y en pasando de sus leyes y término, por pequeño yerro da gran castigo, luego al presente, sin dejarlo para otro dia, porque las demasías en trabajo, ocio, comida, bebida, sueño, lujuria y otros deleites, y en afectos, soberbia, ira, enojo, deseo, amor, miedo, congoja, luégo derriban y hacen vicioso el jugo del celebro cada uno en su proporcion, y en esta proporcion hacen el daño, tristeza, enfermedad ó muerte; y así el hombre él mismo con sus manos se mata, ó se acarrea los daños y enfermedades, ó la salud, contento y alegría, bienes y felicidad. En ésta te quiero dar un consejo y aviso: en toda cosa huye el extremo y demasía; airado, no determines cosa alguna; airado, ni comas ni bebas. Esta gran virtud, templanza, solamente el hombre la tiene y puede gozar de sus grandes bienes, porque consiste en la voluntad deliberada por el entendimiento. Esotros animales no pueden, porque de aquello á que su apetito sensitivo les instiga no pueden volver atras ni deliberar otra cosa.

TÍTULO XXVII.

Afecto de amor à su semejante. Avisa que este amor empleado en los hijos da salud al hombre.

El amor á su semejante es afecto natural, da salud y alegría, porque el hombre es animal sociable, quiere y ama su semejante. La soledad le es muy contraria y

causa melancolía cuando no hay compañía consigo mismo de gran entendimiento, porque es necesario al hombre tener donde emplee este afecto de amor, porque si no lo hay, causa tristeza y melancolía; pero mira que ha de ser con la cautela y prevencion dicha, porque el demasiado amor es muy peligroso y acarrea muchas muertes, como está dicho; y así toma este aviso de mí (que es semejante á uno de los tres dichos de Chilon lacedemonio, los cuales están escritos con letras de oro en la insula Délfos), y es : «No amarás ni descarás nada demasiadamente.» Las cosas que incitan y mueven el amor en el hombre, y son amables, son éstas sapiencia, semejanza, la eutropelia (que es buena conversacion), música. Estas cosas hacen muy amable al hombre, y mucho más mueven el amor en el cremento del celebro que no en el decremento; quiero decir, en el tiempo de la salud que no en el tiempo de la enfermedad. Este amor y amistad tienen muchos animales unos con otros, como la tienen el ave trochilos con el crocodilo, que ya dijimos. Y Plinio cuenta de un pece, llamado musculus, que tiene amistad con la ballena, y cuando con la gran pesadumbre de los sobrecejos se le atapan los ojos en la vejez, éste su amigo, nadando delante, como destron, la guia y libra de bajíos, no se encalle, y le suple la falta de los ojos. Cuenta el mismo Plinio que un animalejo terrestre, llamado nauplio, tiene amistad con un género de conchas que tienen semejanza de nao, porque tiene popa y proa, en la cual sube y cabalga el animalejo, y ella pone la parte vacua alta que haga vela, y los brazos del animal sirven de gobernarle, y así juntos navegan y pasean por el mar: éste se goza de ser llevado, y ésta se goza de ser regida.

Del elefante cuenta Plinio que tiene amor y amistad, por la gran memoria sensitiva que tiene, como el que amó á la vendedera que dijimos. Y dice de otro que tuvo grande amistad con Menandre, siracusano, en tanto que en estando ausente no queria comer bocado; y de otro que amó á una que vendia ungüentos, y la visitaba y hacia grandes caricias y blandicias, y guardaba el estipendio que el pueblo le daba, y se lo llevaba y echaba en la falda.

Tambien el amor para procrear á su especie y hijos da grande alegría y contento, y por eso salud, porque el amor del hombre se emplea naturalmente en su semejante. Este amor de los hijos es de la sensitiva, y es comun á todos los animales, y usan de extrañas astucias para conservar su generacion. Del ave del paraíso cuentan los naturales que cria sus hijos en el aire, porque no tiene piés, ni se los dió naturaleza, porque no los habia menester, como los peces; pero dióle en su lugar una cerda en el pecho, con la cual pocas veces se cuelga de un árbol; siempre vive en el aire y duerme, y en él cria sus hijos de esta manera: tiene el macho (¡ providente natura!) un hoyo en las espaldas, y allí pone los huevos la hembra, y cuando los ha puesto, se echa sobre ellos encima del macho, y así juntos y pegados se andan por el aire, hasta que salen los pollos, y salidos, el padre anda cargado con ellos, y la madre les trae su natural alimento hasta que son para volar. Otra ave ignota y sin nombre,

en

Scitia, siempre cria sus hijos en la piel de la liebre, colgada en los cogollos de los árboles, por más seguridad de los peligros que barrunta y teme con el amor de los hijos. Otras aves, cuando el nido es visto de algun hombre, mudan los huevos á otro lugar. Las picas (que son urracas) mudan sus huevos con admirable astucia: : porque los dedos de los piés no pueden abrazar el huevo, toman un palo pequeño y ponenlo sobre los huevos, y pégalos con la liga que de su vientre echa, y luego mete por debajo la cabeza por medio, haciendo igual peso en un lado y otro, y así los muda cuando le han mirado el nido. De las perdices, dice el mismo Plinio que si, estando en el nido, algun hombre va derecho hácia allá, con grande astucia se levanta y vuela, y se hace caediza junto á los piés del hombre, fingiéndose pesada ó deslomada; y cuando el hombre la va á tomar, da una corrida ó un pequeño vuelo, y torna á caer como si tuviera el ala quebrada, y torna á dar otra carrera, huyendo del hombre que va cerca tras ella, con esperanza, aquí la tomaré, allí la tomaré; y engañándolo á él y á su esperanza, lo lleva hasta que lo desvia á la parte contraria de donde estaba su nido, y entonces da un gran vuelo y vase. De un pescado, refiere san Ambrosio que en el peligro se traga sus hijos, y pasado el peligro, los vomita sanos y buenos.

TÍTULO XXVIII.

De la amistad y buena conversacion necesaria à la vida humana.

La amistad y buena conversacion es muy necesaria para la salud al hombre, porque el hombre es animal sociable, quiere y ama la conversacion de su semejante, en tanto que algunos llamaron á la buena conversacion quinto elemento con que vive el hombre; es necesario el hablar y conversar al ánima á sus tiempos, y entender en algo de pasatiempo, porque el alma empleada y atenta en algo aprovecha para la salud, y al contrario, estando queda y ociosa, como el agua encharcada, se podrece. Tambien por otra razon son necesarios los amigos, porque si el alma no tiene en qué emplear su amor natural, que brota para fuera, ni con qué llevar sus deseos y gran capacidad, la cual se llena con lo amado, luego se marchita y desmaya, y hace melancolía y tristeza, quedándose como vacía, y frustrado su apetito, deseo y accion natural.

El amigo es otro yo, y así como el ser es la mayor felicidad, y dejar de ser es la mayor miseria, así es gran felicidad ser hombre dos veces, teniendo amigo verdadero. Con el buen amigo los bienes comunicados crecen y se hacen mayores, y los males y congojas se alivian y hacen menores. El amigo procura las cosas del amigo como las suyas. Guarda el secreto, y con él han de ser comunes los secretos del alma, y tambien las riquezas corporales. Todo lo de los amigos ha de ser comun.

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