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La primera señal de buen juicio en los más es la memoria.
Grandes espíritus, si están ociosos, en maldad se ocupan.
No hay edad tan larga à que no falte saber.
Muchas veces por mentir se gana autoridad.
El mayor de los males es la condicion maliciosa.
Mudables son las esperanzas de los afligidos.
Libre es la aficion y no conoce señor.

Todo malo es ignorante.

Mucho siente de sí el que con ninguno se compara.
No desean sanar los enfermos de amor.

No hay fingimiento al morir.

Razon es que calle quien no ha de ser creido.

Témese de decir lo que con dificultad se ha de creer.

No moran juntos hambre y vergüenza.

La más cruel de las muertes es la que el pueblo da.
La ciencia se puede fingir, pero no la elocuencia.

Con quien la razon no puede, puede el miedo.

El que á los ignorantes se muestra sabio, á los sabios parece ignorante. ¿Qué no crió libre la naturaleza?

Lo que nunca se puede acabar de saber es tambien necesario que se sepa.

Torpeza es perder la esperanza de lo que es posible alcanzar.

Damos por hecho lo que mucho deseamos.

San Isidoro, arzobispo de Sevilla, perteneció á aquel ramo de sabios que ilustraron la monarquía visigoda, como San Leandro, San Julian, San Eugenio, San Ildefonso, San Félix y otros. Floreció á los fines del siglo vi y principios del vii.

Resumió en várias de sus obras lo más selecto de la filosoffa griega y latina, en consonancia con el cristianismo, y todo de una manera sumamente clara y con superior criterio; entre ellas la más célebre es la intitulada Etimologías. El octavo concilio toledano lo llamó Ecclesiæ Catholicæ novissimum decus..... et in sæculorum fine doctissimus.

Como una muestra de la excelencia de sus doctrinas, merecen citarse las sentencias que siguen: Incierta es la amistad en la próspera fortuna. No se sabe si se ama á la felicidad ó á la persona. ¿A qué adiniras, hombre, la altura de las estrellas y la profundidad de los mares? penetra en el abismo de tu alma y admírate si puedes.

El que corrige al delincuente con ánimo soberbio ó odioso, no lo enmienda, sino lo hiere. El príncipe justo quiere á veces dispensar los errores de los malos, no porque consienta su iniquidad, sino porque aguarda el tiempo oportuno de su correccion, cuando convenga enmendar sus vicios ó castigarlos.

Lo que de bueno hicieres con discrecion, eso es virtud; lo que sin discrecion practicares, vicio es. La virtud indiscreta, por vicio se considera.

La discrecion es provida en juzgar las causas de las cosas y razon moderadora de las humanas inteligencias.

Se ha de preferir en la leccion, no las palabras, sino la verdad. Frecuentemente se halla la sencillez vendida y la falsedad compuesta.

El buen doctor (ó prelado) es el que con humildad guarda la disciplina, y por la disciplina no incurre en la soberbia.

Cuando alguno está constituido en superior lugar se halla en igual peligro, y cuando se encuentra en más elevado y espléndido honor, si delinque, es más pecador, más grande.

El primer estudio de la ciencia es buscar á Dios.

El colmo de la mayor culpa es saber uno lo que debe saber y no querer seguir lo que sabe. La penitencia tiene el nombre de pena. La penitencia no se ha de hacer por medio de las palabras, sino por medio de obras.

Siempre en la vida del hombre se ha de buscar el fin, porque Dios no mira cuáles fuimos ántes, sino cuáles estamos cerca de nuestras postrimerías.

Quien ama las heces del mundo, quiera ó no quiera, ha de sucumbir á la pena del miedo y del dolor.

Al leer estos pensamientos, fuerza es convenir en que san Isidoro, ya se mire como conservador de las ciencias y como crítico sagaz que sabía elegir para mejor enseñar, prestó á la humanidad un servicio importante. No sé en cuál escritor español he leido un juicio de santo Tomas de Aquino, que decia estas ó parecidas palabras: A ninguno han canonizado por ajenas obras, y si la doctrina de santo Tomas fué toda de los santos padres, si no dijo cosa propiamente suya, ¿qué maravilla pudo haber en su doctrina? ¿Es milagro, es portento acaso, valerse de los ajenos escritos? No es milagro, no, pero sí prodigio hacer de uno propio todo lo ajeno excelente sin hurtar cosa alguna á nadie. Santo Tomas hizo propia la doctrina de los santos padres, sin violencia de ningun género. ¿Y cómo fué esto? Lo explicaré por medio de este ejemplo: Sapientia ædificat sibi domum, Una casa labró para sí la Sabiduría. El texto sagrado no designa más materiales que siete columnas, Exadit columnas septem. Estas columnas fueron cortadas para perfeccion del edificio; faltaba poner cada una en su lugar correspondiente, es decir, ordenarlas. Esto hizo el Doctor Angélico. Dispuso con tan admirable arte, que es método para todos cuantos deseen entrar en la casa de la Sabiduría. Con lo mismo que los padres y los doctores dijeron, fabricó la casa de su doctrina celestial; pero la obra, ¡oh! la obra se debe toda á tan sabio artífice. Los padres lo dijeron ántes, pero santo Tomas de Aquino lo hizo despues todo. Con los materiales se erige el edificio, pero al maestro, á su criterio, á su ciencia, á su buen gusto se debe toda la disposicion, magnificencia y hermosura. >

Otro tanto se puede decir de san Isidoro en la mayor parte de sus obras filosóficas. Eligió de filósofos paganos y de padres de la Iglesia lo mejor, y formó un cuerpo de doctrina filosófica y de ciencia, no sólo estimado en España, sino en la córte de Carlo Magno. El filósofo Flavio Alvino Alcuino, maestro de este famoso monarca, ordenó unos extractos de las Etimologias para enseñanza.

Si examinamos las diversas colecciones de sentencias de filósofos y teólogos que se han publicado desde el siglo xvi hasta la edad presente, en todas hallarémos muchas de san Isidoro, elocuente testimonio del aprecio con que en las modernas edades se han visto y se ven sus obras, y que la veneracion de su siglo tiene más fundamentos que el afecto de los contemporáneos.

La victoriosa invasion de los árabes en España abrió en la historia un período de guerras, que duraron siete siglos, entre la cruz y la media luna.

Córdoba y Sevilla fueron los centros de la civilizacion en nuestra península; allí las ciencias eran cultivadas con gran empeño por los judíos, y especialmente los árabes, no sin que tambien muchos cristianos viniesen de distintas naciones de Europa á aprender filosofia.

El hombre más notable que hubo en esta época fué Averroes, por unos llamado Aben-Rasciad, y por otros Abulvalid-Mohamad-Ben-Ahmad-Ebn-Roschd, natural de Córdoba, doctísimo en filosofia, jurisprudencia y medicina; gran comentador del Estagirita, por lo cual mereció el renombre de Alma de Aristóteles.

Cuéntase como indubitable que era tan generoso para con sus contrarios, que decia: «Debe el hombre ser benéfico con los que le son hostiles, no con los amigos; con éstos no hace otra cosa que seguir las corrientes de su inclinacion, con aquéllos ejerce una virtud altisima. Distribuyo mis bienes en la misma manera que mis padres los adquirieron ; entrego á la virtud lo que de la virtud tomaron; la tolerancia con que trato á mis adversarios no por eso me arrebatará á mis amigos verdaderos, y puede conquistarme el afecto de los que sin razon me odian,»

Escribió muchos tratados de lógica, de metafísica, de fisica, de ética, de astronomía, de política, de retórica, de teología y de medicina.

Entusiasta admirador de Aristóteles, fué en su siglo y en los inmediatamente posteriores quien más contribuyó á la veneracion de Europa en todas las escuelas.

Creia en la posibilidad de la union del alma con la Divinidad en este mundo, y tambien que habia un alma universal, de que la nuestra era parte pequeña, pero eterna, inmortal y divina, con un espíritu sensitivo y perecedero.

Los animales estaban, para Averroes, dotados de una potencia estimativa, que ciegamente los llevaba á lo útil, en tanto que el hombre conocía lo útil por la razon.

El célebre filósofo español Juan Luis Vives creia que Averroes mal podia haber comentado bien á Aristóteles, cuando no conocia el texto griego sino por malas y muy incorrectas traducciones, y no traducciones latinas siquiera, sino árabes. Agregábase á esto ser, segun Vives, el talento de Averroes muy mediano.

Y ¿cómo adquirió tal fama en las escuelas? Porque Averroes, á lo que aparece, era más sutil é ingenioso que profundo, y supo dar á sus escritos una forma singularmente atractiva para aquellos tiempos. Ese dón de deslumbrar con cierto modo agradable de poner en órden los pensamientos, ha hecho que aparezcan para su siglo eminentes muchos hombres que de otra manera jamas hubieran podido distinguirse. Así las medianias se engrandecen en ocasiones á los ojos de los contemporáneos. Pasa la edad de la veneracion, y la medianía, despojada de la imaginaria y caprichosa grandeza, queda en medianía.

Averroes, en medio de todo, sufrió graves contradicciones en su siglo. Es cierto que el califa Almanzor, de Marruecos, le entregó el gobierno de sus estados y dióle la comision de organizar los tribunales y corregir las leyes; pero tambien que sus émulos se conjuraron contra él, acusándolo de mal mahometano. Sus doctrinas filosóficas, llevando por guía las de Aristóteles, no se avenian bien con las del islamismo.

Desposeido de cargos, honras y riquezas, vióse Averroes perseguido é insultado, y en la precision de tener que estar todos los viernes en las puertas de una mezquita con la cabeza descubierta, para experimentar los ultrajes del pueblo por sus impiedades.

Señas dió de arrepentimiento; pasó á Fez, de Fez á Córdoba; y más tarde Almanzor, persuadido de las quejas que el pueblo tenía contra la ignorancia, injusticias y violencias del sucesor de Averroes en el gobierno de Mauritania, y convencido por la opinion de algunos sabios que Averroes verdaderamente se habia arrepentido de algunas doctrinas contrarias á la ley de Mahoma, lo restituyó en sus cargos.

Averroes murió en Marruecos el año de 1225 (1).

Contra el aplauso general y la admiracion con que se miraban los libros y las doctrinas de Averroes, se levantó la inteligencia y actividad de un español, que consideraba un mal para la fe cristiana la propagacion de tantos errores. Ese hombre era RAIMUNDO LULIO.

Fué RAIMUNDO LULIO hijo de Ramon Lull, caballero insigne, esposo de una señora de la estirpe de los condes de Eril, que vivian en Mallorca. Entró en palacio como paje del rey don Jaime I, alcanzando el cargo de senescal y mayordomo. Ni seguia las ciencias ni las virtudes; las diversiones, y aun los vicios, eran sus ocupaciones. Tal vez se ocupaba en escribir tiernas trovas de amor ó licenciosas.

Sacarlo de sus errores procuraron sus padres con casarlo con Catalina de Lasbot, dama en quien competian lo noble del linaje con la riqueza.

Hubo en ella RAIMUNDO LULIO dos hijos, pero ni las altas cualidades de su esposa ni el amor de éstos lograron desviarlo de la pasion que desde ántes de su matrimonio tenía con una señora casada igualmente y de quien anhelaba verse favorecido. Para mostrar lo invencible y vehemente de su amor, se cuenta que en un dia festivo, estando la señora de sus pensamientos en la iglesia á los divinos oficios, RAIMUNDO LULIO OSó entrar á caballo en el templo, para ponerse así en presencia de su amada. Avergonzado de su loca accion y del escándalo, así como de verse reprendido por todos, no dejaba por eso de seguir en su temeraria porfia para conquistar el afecto de aquella señora, la cual, con permiso de su esposo y en el deseo de que hubiesen fin aquellos devaneos, tan en daño de su tranquilidad como peligrosos á su reputacion, dió á RAIMUNDO una cita para su propia casa. Acudió el enamorado con la alegría de quien cree llegar al término de sus esperanzas. Ella lo recibió dulcemente; alentáronse más los deseos del galan, y entonces ella descubriendo su pecho y presentando á los ojos de RAIMUNDO LULIO el cáncer que lo devoraba, le dijo: Contempla, RAIMUNDO, lo que amas, desiste del afecto con que me idolatras. Pon todo ese cariño en objeto digno de la adoracion de todos. Ama á Jesucristo. Si tantas muestras de amor hubieses hecho por él, cual las hiciste por mí, ya hubieras merecido el reino de los cielos.> Horrorizóse del cáncer, quedó conmovido ante las voces de aquella señora tan infeliz como bella y virtuosa, y se acogió al retiro de su casa vertiendo lágrimas de arrepentimiento. Quiso dejar y dejó la córte, dió, con permiso de su mujer é hijos, su hacienda á los menesterosos, y dedicóse á emplear en servicio de Dios cuanto le durase la vida.

Pasó á París en edad de cuarenta años, donde aprendió gramática, y para adquirir el conoci

(1) En el siglo x florecieron tambien Maimonide's (Moyses ben Mayemon), judío muy celebrado, autor del libro Gula de los extraviados, y Salomon Ben Gabirol

(Avicebron), que escribió el libro llamado Fons vitæ por unos, y por otros Librum singularem de verbo Dei agente omnia.

miento de la lengua árabe compró un esclavo africano, en cuyo trato logró su designio. Refiérese que entendiendo este esclavo que el anhelo de su señor por aprender la lengua arábiga se dirigia á la predicacion de la doctrina de Cristo entre los moros, determinó darle muerte, lo que intentó con un cuchillo. Pero si bien hirió á RAIMUNDO gravemente, no consiguió su objeto. Los vecinos, avisados por el estruendo y las voces del que intentaba matar y del que persistia en' oponer su natural resistencia, se apoderaron del esclavo y lo pusieron en manos de la justicia, el cual, en la des esperacion de haberse frustrado su propósito y temeroso de los horrores del 'suplicio, quiso con breve muerte, por medio de un lazo al cuello, castigar su desventura.

Tornó RAIMUNDO á su patria, y en una ermita situada en la cumbre de la montaña de Rauda se dedicó al estudio y á la penitencia por medio de solitaria vida; de aquella ermita pasaba á la de Algayde á proseguir en sus contemplaciones científicas y divinas. Allí, segun la tradicion, concibió el pensamiento de un Arte general para todas las ciencias. Y porque se atribuyó á inspiraciones celestiales, los seguidores de sus doctrinas dieron á RAIMUNDO LULIO el renombre de Doctor iluminado.

En el deseo de comunicar la ciencia que en la soledad habia creado, pasó á Mallorca y empezó á enseñarla. No alcanzó por el momento ser entendido de la mayor parte de sus discípulos. La novedad y lo complicado de sus abstracciones eran muy dificiles para los entendimientos de sus contemporáneos, y sus compatricios imaginaban que RAIMUNDO LULIO habia perdido la razon á fuerza de estudios y de oraciones. Si le preguntaban ¿Dónde vas? respondia ‹Al amor.» ¿Quién es tu padre? El amor. El amor, solia decir, es un árbol de dulces frutos y con hojas y flores de afliccion y de trabajos. >

Nuevamente volvió á su soledad, consideró que su Arte para ser entendido habia menester un comento, y allí lo compuso.

Trasladóse á Roma, habló al papa Clemente V y á los más doctos cardenales; dió á examinar su doctrina, y Su Santidad le ordenó trasladarse á Francia para que la universidad de la Sorbona examinase su Arte. Cuarenta doctores y licenciados oyeron su doctrina y le dieron la más cumplida aprobacion.

El sutil Escoto estaba entonces en París. RAIMUNDO LULIO llegó á la puerta del aula en la que el sabio leia. Reparó Escoto en aquel ermitaño, que unas veces hacia señales de aprobacion y otras de desconformidad con las doetrinas que escuchaba, y le preguntó: ¿Qué parte de la oracion es Señor (Dominus). Respondió RAIMUNDO LULIO: «El Señor no es parte, es todo. Y de aquí tomó fundamento para disertar larga y doctamente, con admiracion de Escoto y demas que lo oian. Mucho le favoreció este sabio; alcanzó para él licencia de leer públicamente su arte; dióle reputacion en Francia con el aprecio y los loores de su talento prodigioso. Los cartujos hospedaron á RAIMUNDO y le confiaron sus estudiantes.

De París se trasladó á Montpellier, ciudad donde compuso muchos de sus libros; de Montpellier pasó á Génova, donde tradujo á la lengua arábiga su Arte; tornó á Roma, presentó al Sumo Pontífice escritos de universidades y sabios en aprobacion de su doctrina.

Alentado por el aplauso de los unos y por la esperanza de lograr sus designios, solicitó del Papa que en todas las provincias se fundasen colegios para enseñar las ciencias y la lengua arábiga, á fin de que sus discípulos pasasen á tierras de infieles á la predicacion de la fe.

Viajó por Armenia y Chipre para alentar al pensamiento de la conquista de la Tierra Santa, predicó en Egipto y Túnez, consiguiendo la conversion de algunos, no sin haber experimentado los rigores de los enemigos de Cristo, que lo persiguieron.

De Túnez pasó á Nápoles, de Nápoles á Génova, de aquí á Mallorca, de Mallorca á París; tornó á su patria, volvió á Chipre y á Génova, despues á Roma y á Francia, enseñando por do quiera sus doctrinas y promoviendo la expedicion á Jerusalen y la defensa de los griegos, amenazados del poderío de los árabes.

Convencido que nada podia alcanzar, por las discordias mutuas de los príncipes cristianos, pasó á África á combatir el mahometismo por medio de la predicacion. Bona, los Gelves, Túnez, Bugía fueron teatro de su enseñanza é intrepidez, así como de sus sufrimientos constantes y persecuciones por amor de Cristo.

Pasó á Génova, donde recibió el hábito de hermano en la tercera órden de san Francisco. Continuó en sus peregrinaciones por diversas ciudades cristianas, hasta tornar á la de París, en donde prosiguió leyendo su Arte y escribiendo libros en latin, lemosin y árabe, para com

batir las doctrinas mahometanas y las de Averroes, que entonces estaban muy en estima. De Viena, adonde acudió al capítulo general de la órden de san Francisco, regresó á su ermita, donde vivió en el retiro tres años; de allí, inflamado más y más del vehementísimo deseo de abolir el mahometismo, pasó á Egipto, Armenia, Siria, Grecia, Polonia é Inglaterra; visitó las córtes de los reyes de España, siempre con el estímulo de persuadir á todos á la gran empresa objeto de sus afanes. De Mallorca volvió á Túnez y á Bugía, donde comenzó sus predicaciones. Pero renovada la persecucion y el ódio contra RAIMUNDO LULIO, fué encerrado en una mazmorra y oprimido con cadenas, de donde salió para morir apedreado.

Unos mercaderes genoveses pudieron tomar su cadáver, y lo llevaron á Mallorca.

El inquisidor Eymerich era adversario decidido de las doctrinas de RAIMUNDO LULIO, con especialidad, segun se cree, del libro de La Filosofia del amor, á más de otras obras. No sólo supuso en ellas proposiciones heréticas, sino que fingió una bula de Gregorio XI para recoger y examinar sus libros. Apremió con censuras para que los entregasen aquellos que los ocultaban con cariñoso cuidado.

Los parientes de LULIO se opusieron á esta guerra á su memoria y escritos, y apelaron al rey don Juan de Aragon. Examináronse éstos, y en Mayo de 1385 se pronunció sentencia favorable. El mismo rey don Juan, con consejo de la Inquisicion, ordenó que Eymerich fuese castigado con el destierro. Eymerich fué citado para ante la córte pontificia, donde se declaró ser falsa la bula. En los tiempos del pontifice Paulo IV se pusieron en los índices las obras de LULIO como prohibidas, por olvido de estos sucesos, hasta que en el Concilio de Trento se revisó el asunto y se dió por aprobada la doctrina del filósofo y teólogo español.

Grandes semejanzas hay en el designio de RAIMUNDO LULIO y el que tuvo en el siglo xv en Italia el autor del Triunfo de la Cruz, de La Verdad de la Fe, de La Sencillez cristiana y de La Exposicion del Miserere, de fray Jerónimo de Ferrara, conocido por Savonarola.

Uno y otro anhelaron apartar de entre los cristianos toda doctrina gentilica, y abolir el estudio de las obras de Aristóteles.

La constancia del uno y del otro fué grande. Las obras de ambos se vieron condenadas, y luégo restituidas á su crédito. ¡ Dos defensores de la pureza de la religion en las costumbres, en las ciencias y en las artes, infamados como herejes! Y sin embargo, RAIMUNDO LULIO tuvo la satisfaccion de morir á manos de infieles por ódio á Jesucristo, en tanto que el infeliz Savonarola pereció en el suplicio por manos de católicos. La Santa Sede fué, como siempre, justa con la ciencia y las virtudes de ambos; su memoria fué rehabilitada contra el ódio y la envidia.

RAIMUNDO LULIO es celebrado en la historia de la filosofía, y con razon. Entre el portentoso número de obras que se deben á su talento, se halla el Gran Arte ó Arte Magno, ingeniosísimo sistema que por medio de fórmulas abstractas, combinadas sutilmente, se dirige á la adquisicion de la ciencia universal.

Compárase el libro Opus Magnus, de Bacon, con el Arte Magno, de RAIMUNDO LULIO, en cuanto al atrevimiento y á ser la misma audacia llevada á la especulacion y á la experiencia.

Muratori decia que el Arte de LULIO no era otra cosa que una buena lógica, y con respecto á su autor, no dudó en calificarlo de hombre adornado verdaderamente de fervorosa piedad y de ingenio portentoso, si bien propuso su Arte con un poco de fanatismo.

Se ha llamado al Arte de RAIMUNDO Cáos científico y Ciencia universal, porque sus principios son universalísimos para todas las artes y ciencias; porque por medio de reglas infalibles desciende y se puede descender hasta lo más pequeño y oculto de aquéllas.

El célebre cardenal Jimenez de Cisneros consideraba los escritos de LULIO utilísimos.

La idea de RAIMUNDO fué combatir á los aristotélicos-averroistas, que sostenian ser sus doctrinas verdaderas en cuanto á la filosofía, y falsas en cuanto à la teología.

RAIMUNDO LULIO opinaba que no puede existir verdad filosófica que sea adversa á la teológica; que todo lo conocible es Dios y la criatura; que de Dios, como sumo é infinito sér, procede otro sér, y que el sér de la criatura se asemeja al sér divino, y que estando en Dios, como está toda perfeccion, sus criaturas deben tener igualdad con él en lo infinito y alcanzar una semejanza de sus perfecciones.

En todas las criaturas hay una escala de mayor y menor perfeccion. Lo imperfecto se encuentra sometido á lo perfecto, lo perfecto atrae á lo imperfecto, y esta atraccion anima á todas las criaturas.

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