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pios. Dan de ménos, dice, á lo bueno por ir en busca de lo mejor, y hacen lo mejor contrario de lo que es bueno.>>

Los consejos filosóficos de CODORNIU son tan oportunos como los de Ancillon y Leibnitz en materia de crítica alemana; como los de Francklin y Sterne, si buscamos los pensadores ingleses ó angloamericanos; como los de Raiberti y Silvio Pellico, si acudimos á los de Italia (1).

Mucho he leido acerca del egoismo, mucho y excelentemente escrito, y consideraciones muy filosóficas, descubriendo caractéres ya aquél de un hombre honrado, de noble corazon, de firme voluntad, pero que como otros muchos hombres queria amar, y que ciertamente no amaba, y que se veia acometido del pecado original del egoismo de que Richter nos habla en su Titan, no habiendo hallado en los mortales más que una diferencia sola: que unos son finos, razonables y tiernos, sin entusiasmo y sin pasion, y los otros son sensibles y entusiastas, pero sin delicadeza, y todos egoistas, si bien sus corazones tan pronto como están satisfechos se asemejan á la luna llena, que ocultan un poco ménos sus manchas; ya el de un hombre digno de estimacion, que así en la próspera como en la adversa fortuna no tenía más atencion que de sí, sin compartir con persona alguna sus alegrías ni sus sufrimientos, de que trata Goethe en su Hermann y Dorotea; ya Bersezio, diciéndonos que los egoistas tienen horror á las personas que lloran; ya Tommaso Vero, que no puede existir sociedad duradera entre hombres guiados por intereses egoistas, y que se parecen á dos cuerpos cargados de la misma electricidad, que mútuamente se rechazan; ya Callenga, que de todos los defectos humanos el más natural, el más comun y del que más tarde llegamos á conocer es el egoismo.

Por último, Francklin nos enseñará que pocas personas en los negocios públicos atienden al bien de su patria, y que muchas que lo traen efectivamente por sus hechos, no han sido directamente impulsados sino porque han visto que su interes particular dependia del triunfo del interes general; porque mientras que cada partido sigue un propósito para todos, cada individuo tiene por mira única su interes privado.

Pero de esto y muchísimo más, leido en filósofos moralistas, nacionales y extranjeros acerca del egoismo, nada es comparable en originalidad y mérito á los siguientes pensamientos de la más vivaz ironía:

Por esta nueva y bella voz egoismo entendemos la profesion que hacemos de no dar paso en toda nuestra vida que no lo dediquemos al interes y amor de nosotros mismos, sin que nos sea lícito sacrificar este interes de mí mismo al provecho comun ni de otro particular, por amigo y llegado que sea.

Los profesores del egoismo siempre vamos consiguientes andando por nuestro camino adelante, sin volver jamas atras y sin desvariar hácia esta mano ó á la otra. Si el bien público puede ser rodeado á nuestro provecho particular, damos mucha priesa por el bien público; mas si fuese contrario, secretamente hacemos por impedirlo, aunque manifestemos amarlo.

>Estos (nuestros principios) requieren que se sacrifiquen la amistad, la honra, la buena fe para con Dios y para con el Rey, y áun la religion á la comodidad propia ó al interes y amor de sí mismo.-¿Me tiene cuenta vender á mi amigo y abusar, para perderlo, de la confianza que me hizo? Pues no debo titubear. Al que más me diere debo entregarlo, aunque le pese. Ni esto es diverso de las palabras de seguridad y de afecto que le di. Yo á la verdad le queria muchísimo, y se lo diria mil veces con juramentos y la mano sobre el pecho. Mas ¿por qué no me entendió el simple, queriendo yo decir que le queria mucho para mis usos ó para servirme de él? Hallé comprador, y lo vendí como otro mueble ó como uno de los animales que yo apreciaba. Por el mismo principio vuelvo á su amistad, siempre que otra vez lo pueda hacer mio; y así andamos consiguientes de la amistad á la traicion, y de ésta á otra igual amistad.

>Del mismo modo jugamos con este dije que se llama honra. Cuanto es dable procuramos mantener este título de hombre de honor: pretendemos ser creidos sobre palabras de honor. Mi honradez es lo primero que pronuncio cuando hablo para engañar á alguno (2); y entre mentira

(1) De Sanctis decia que los estéticos poseen sólo tres ó cuatro fórmulas para analizar una obra maestra; miéntras el hombre del pueblo tiene las lágrimas: que ellos gravemente preguntan, si en tal escena es el objetivo lo que domina al sujetivo, ó lo plástico á lo pintoresco, lo

ideal á lo real, y que pensando en la idea pierden el sentimiento.

(2) Berkeley decia que ciertas personas se creen honradas porque jamas han robado: tambien es seguro que son honradas porque jamas han tenido la tentacion, Esto

y mentira, ó entre palabra y palabra resuena mi honra, mi estimacion, mi pudor. Mas despues de hecho el negocio no es ya el honor para mí sino una opinion, un capricho, una preocupacion gótica, que daña muchas veces á nuestro interes personal. Y entónces debo por mis leyes hollarle, y no creer en otra honra que en lograr buena ventura ó buena andanza en nuestras cosas» (1). Sobre el regicidio hay estas no ménos felizmente irónicas que verdaderas, ó mejor dicho, desengeniadas observaciones:

Las sentencias y dictámenes de los jurisconsultos se traen hácia este punto con más facilidad que se vuelve una hoja. Y así tengo por ridículas las cuestiones que se encienden sobre el regicidio y sobre los juramentos de fidelidad. Dos horas ántes de matar al rey don Pedro firmarian y gritarian todos sus letrados que el que intentase contra la vida ú obediencia de aquel príncipe seria un impio, sacrilego, hereje é incapaz de toda dignidad real y eclesiástica, y de allí á dos horas mata al rey don Pedro con traicion un hermano adulterino, y se apellida rey. ¿Qué dicen entonces los gravísimos togados y los venerandos teólogos? Que el regicida y el fratricida es santo y ungido de Dios, mientras no apareció otro nás atroz y fuerte que él. Tanto de esto le diceu al matador y usurpador, que se lo cree hasta la muerte, y sale de este mundo diciendo por su testamento: Otrosi, conociendo á nuestro Señor Dios el bien é la merced que se nos fizo en nos dar victoria contra don Pedro, QUE SE DECIA REY, nuestro enemigo, que fué vencido é muerto en la batalla de Montiel por los sus pecados é merecimientos, etc.

¡Mira con qué tranquilidad de conciencia mentia en el artículo de la muerte este rey de España!! Al miserable rey don Pedro, que habia heredado la corona de sus mayores, lo representa como un alzado con el reino. Dice: «Que fué muerto en la batalla de Montiel por sus pecados ó merecimientos, cuando lo fué por la traicion, ambicion y alevosía de su camarada Beltran, que hizo el oficio de Júdas, trayendo al rey don Pedro á la muerte despues de haber contratado con él sacarlo de Montiel libre.

Estos pecados y merecimientos de los regicidas no se habian lavado sino con la sangre del Rey, y con sólo esto quedaron tan puros, que sólo reconocian los pecados de don Pedro. ¡Tanto puede el quedar encima y el amor de sí mismo. Éste endulza los remordimientos de la conciencia; éste hace del delito merecimiento y del derecho tuerto; éste muda en un instante la virtud en vicio, y el vicio en virtud; éste puede todavía más: que aquello que es ahora verdad, de aquí á un instante sea mentira » (2).

Ciertamente nos parece, al leer este pasaje, que estamos examinando las leyes de la historia en el estudio de la humanidad; más claro, de la filosofia de la historia, que pocas veces se ha aplicado tan felizmente como en las observaciones que se han transcrito. Quedan inferiores á las de Vico, Hegel, Ballanche y Cousin en casos análogos. Mucha más certidumbre tienen que algunas de estos filósofos, en que hay tantas caprichosas é ideales.

Prosiguiendo el autor en tratar del regicidio, torna á hablar del egoismo, y exclama:

Dios no puede hacer estas mismas cosas; pero el amor propio ó el amor de sí mismo obra muy frecuentemente estos milagros. Ve aquí cómo no hay suplicaciones en los que se mueven en todo con este amor propio, y no adoran sino el egoismo; porque para esto no hay mentira ni verdad; una misma cosa puede ser y no ser: este principio es tenido por infalible..... La misma cosa es y no es, si es de conveniencia ó lo deja de ser.>

Basta con estos rasgos para adquirir algun conocimiento del espíritu filosófico de los españoles en ese siglo.

Despertóse el amor á los que en el XVI y XVII cultivaron las ciencias en nuestra patria. El doctor Martin Martinez reimprimió las obras de doña Oliva Sabuco; don Gregorio Mayans y Ciscar, las

que el mundo llama honor innato es solamente un estómago lleno. Lope de Vega ya habia dicho en una de sus comedias :

Quien no tiene que comer
Hurta en viendo la ocasion:
Quien tiene, pone en razon
Las horas en que ha de ser.

(1) El Bachiller Gil Porras.-Sus cinco cuadro históricos y morales de la España reformada, que compuso en

la isla de los genios en su viaje à Irlanda, enviado de
Carlos V. Contiene la doctrina arcana de los más profun-
dos hombres de Estado, y conduce mucho á la instruc-
cion pública. Los que hablan son Rodamonte y Calope. Es
una finísima sátira contra el Conde de Floridablanca,
sátira que corrió manuscrita, y que censura á veces
muy apasionadamente á este personaje. En otras se juzga
con alto y religioso criterio algunas de las acciones de
este ministro, y todo con gran novedad filosófica.
(2) Véase el opúsculo citado en la nota anterior,

de Juan Luis Vives (1); un impresor de Granada, el Exámen de ingenios de Huarte (2); don Juan Pablo Forner, entusiasta de las patrias glorias, y animado por la lectura del discurso que el abate Denina habia leido en la Academia de Ciencias de Berlin, respondiendo á la cuestion ¿qué se debe á España? escuchó su Oracion apologética, donde trata de algunos de nuestros filósofos; el abate Lampillas, respondiendo á Tiraboschi, tambien habló de los mismos en su Ensayo histórico apologélico de nuestra literatura; igualmente el abate Andres; en su libro del Origen, progresos y estado actual de toda la literatura.

Publicáronse muchos tratados originales, como Las investigaciones filosóficas sobre la belleza ideal, del jesuita don Estéban Arteaga; La educacion conforme á los principios de la religion cristiana y costumbres de la nacion española (Madrid, 1787); Dios y la naturaleza, por don Juan Francisco Castro (Madrid, 1780 y 1781); Principios del órden esencial de la naturaleza, establecidos por fundamentos y por prueba de la religion, por don Antonio Javier Perez y Lopez (Madrid, 1785); Avisos político-morales sobre puntos de agricultura y otros relativos al bien comun, por el doctor don Domingo Ramon Palomo y Torre (Madrid, 1795); Ensayo sobre la historia de la filosofia desde el principio del mundo hasta nuestros dias, por el doctor don Tomás Lapeña (Búrgos, 1808). En todos estos libros hay algunos excelentes pensamientos.

DON PABLO OLAVIDE, sujeto de peregrina historia, amigo del Conde de Aranda y de Voltaire, intendente que fué de las nuevas poblaciones de Sierra-Morena, y castigado por la Inquisicion en auto particular de fe por sus opiniones impías, huyó á Francia, donde publicó un opúsculo contra los frailes. Espantado con los horrores de la revolucion francesa, escribió un libro intitulado El Evangelio en triunfo, obra de un filósofo desengañado. Llamó en España extraordinariamente la atencion por ser de quien era: en poco tiempo se hicieron ocho ediciones. El Santo Oficio le levantó la condena: tornó á España y vivió retirado del mundo en Andalucía. La obra no es de gran mérito, ni por lo sublime de los pensamientos, ni por el estilo. Todavía ȧ ancianos oia yo decir en los primeros años de mi juventud que en los argumentos de la obra de OLAVIDE eran más fuertes los que referia de los impios que los que presentaba para combatirlos. Dudaban, pues, de la sinceridad con que el libro se habia escrito; pero creo que en esto habia antiguas prevenciones contra OLAVIDE. La verdad es que éste distaba mucho de ser un grande hombre. Ni como filósofo impío, ni como filósofo cristiano, pasaba de ser una medianía muy mediana. En cuanto á la sinceridad de su espíritu al escribir su libro del Evangelio en triunfo, no tengo la menor duda (3).

En 1795 salió á luz un librito Sobre el honor militar, causas de su origen, progresos y decadencia, por don CLEMENTE PEÑALOSA Y ZÚÑIGA, explanacion del que compuso Gines de Sepúlveda con el título de Concordia de la disciplina militar con la cristiana.

Creia PEÑALOSA que el Marco Aurelio, de Guevara, merece la atencion de los hombres sabios por sus máximas, fundadas en el honor y en la religion.

Discurre acerca del genio militar en esta forma:

Entre todas la más sublime es el genio militar. Llamo genio aquella aptitud que el hombre ha recibido de la naturaleza para hacer con facilidad y desembarazo ciertas cosas, que sin ella serian dificiles. Un militar nacido con el genio de su profesion, es un hombre cuya conformacion orgánica está tan bien dispuesta, que ni el valor, por sus demasiados ardores, altera la serenidad del espíritu, ni esta serenidad, aunque fria y reflexiva, disminuye el fuego del valor. Pero esta aptitud natural no es sola la cualidad esencial de un soldado; es necesario el talento, sin el cual degeneraria el valor en temeridad y la prudencia en timidez.

(1) Ménos sus Comentos de la Ciudad de Dios, de San Agustin, que escribió alternando con los de Erasmo. La Inquisicion, atendiendo á las doctrinas de éste, mandó tachar algunos pasajes de la edicion primitiva. En las obras filosóficas, como ántes he dicho, nada prohibió el Santo Oficio.

(2) Edicion de 1768. Cítala el señor Martinez en su curiosa y notable edicion moderna del Exámen de Ing nios.

(3) Tambien el padre José Francisco de Isla tocó nas cuestiones filosóficas, pero en estilo bufonesco de sus opúsculos se intitula Los Aldeanos críticos, ó las críticas sobre lo que se verá, dadas á luz por don Ro

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Entiendo por talento un juicio sano y penetrante, con una imaginacion pronta y emprendedora. El uso libre de estas dos facultades obra prodigios: por la primera, en medio de los peligros delibera el militar, advierte y toma su partido con la misma tranquilidad que si estuviese en su tienda; por la segunda, descubre á un golpe de ojo los movimientos y fines del enemigo, calcula las probabilidades y emprende con actividad. Una y otra dan en las grandes acciones aquella libertad de espiritu y de imaginacion que constituye el carácter de los héroes.

Querer ser un héroe militar sin este genio es lo mismo que ponerse á componer la Odisea sin el entusiasmo y vena de Homero. Este hombre imitaria la locura de aquel que atado de piés y manos se tirase á nadar. Tú, Hermildez, consuélate: has estudiado tu índole: has combinado tu genio con las obligaciones militares; y despues de pruebas poco equívocas te hallas apto, expedito y pronto para cumplirlas. ›

No creo que valgan más los pensamientos que acerca del genio con relacion á las letras y á las artes nos han dejado Douglas, Ferrold, Cereseto, Pananti, Tommaseo, Mamiani, Gall, Ancillon y Hegel.

PEÑALOSA trata de la pasion de gloria, y señala la diferencia del amor á la estimacion, á la reputacion y à la celebridad. Sobre este asunto ha consignado pensamientos que demuestran excelente juicio y acertada novedad:

El deseo de gloria que inflama tu pecho puede contribuir á tus mayores satisfacciones; mas si no sabes dirigirlo y moderarlo, nutrirás una pasion violenta, cuyas inquietudes serán tu desgracia. La gloria es como un resplandor vivo, que nace del fondo de la estimacion que nos tributan los demas: supone siempre acciones brillantes ó virtudes singulares. Algunas calidades de corazon dieron gloria á hechos del César; y la historia se la niega á los de Atila, porque no tuvo virtudes....

>Considera los nombres, estudia su propiedad, y distinguirás con pulso las ideas verdaderas. La estimacion es un juicio tranquilo y personal que recibimos de otros: la admiracion un movi miento rápido y á veces momentáneo, porque lo maravilloso deja de serlo por el hábito ó la reflexion; la celebridad es una reputacion más estimada ó extensa, y la gloria es la opinion unánime y sostenida por la admiracion perpétua, fundada sobre el concierto de cualidades excelentes ó extraordinarias. Esta gloria puede ser vana como la opinion que la produce.

»Como no quiero que te seduzcan el ejemplo, la edad, ó las inclinaciones del apetito, sabrás que hay dos falsas glorias: la una está fundada sobre lo maravilloso falso, porque muchas veces celebramos con admiracion las acciones de otros que merecian vituperio, porque nos engaña la adulacion ó la ignorancia. Así honramos lo que debiéramos aborrecer. La otra está fundada sobre lo maravilloso real, pero funesto y miserable.

La gloria nacida de la admiracion funesta es más durable que la primera. Como se propaga con impresiones fuertes y con acciones que perjudican al género humano, son necesarios siglos para olvidarlas.>

Otro tanto pudiera decirse acerca del mérito de estos pensamientos, que lo que expresa al trasladar los anteriores.

Tal vez el autor, al querer buscar la perfeccion del militar, asienta ideas que no tienen exactitud: tal es la de que el amor á los placeres hace cobardes y tímidos. Si PEÑALOSA trató de inculcar la templanza en el ánimo de los que á la milicia se dedican, debió valerse de otros argumentos y cjemplos. Así dice:

Cuando Catilina se enriquecia por rapiñas, y César pervertia la hermosura de Servilia, la avaricia del uno y la torpeza del otro enflaquecieron su esfuerzo militar. Empleaban en el ejercicio de esta pasion dominante toda la fuerza de su corazon ; y el tiempo, cuya mano lo dulcifica todo, no pudo domar su carácter, ni dirigirlos á hechos excelentes. >

César y Catilina, sin embargo de la disipacion de sus costumbres, jamas perdieron el esfuerzo militar. Soy de la opinion de Richter, de que nunca se batieron mejor las legiones romanas que cuando estaban compuestas de hombres vendidos, de ladrones y de libertos, y de que por el incendiario é insignificante Catilina, muchos ciudadanos tan corrompidos en las costumbres como él pelearon y murieron hasta el último, pues no hubo tras la victoria del Senado, más prisioneros que los esclavos (1).

(1) El padre Codorniu habia ya dado á luz un libro semejante, con el título del Soldado cristiano.

Otro de los españoles de que debe conservarse la memoria es el jeronimiano FRAY FERNANDO DE CEBALLOS, autor de La falsa filosofia, crimen de Estado, obra en que su autor se propuso combatir entre los errores de la impiedad, los abusos del poder civil contra el eclesiástico. En los primeros tomos el PADRE CEBALLOS obtuvo el aplauso de los ministros y de sus adictos; pero desde el cuarto en adelante desapareció el encanto, comprendieron el pensamiento y vedaron la obra. Todavía el PADRE CEBALLOS, anciano ya, pasó á Lisboa, y publicó en esa ciudad el sétimo volúmen, hecho que indignó á los adversarios. Mandóse formar proceso; pero terminó con la muerte del escritor, ocurrida en 1802 (1). Su obra es á veces elocuente y siempre acertada.

El PADRE FRANCISCO ALVARADO, de la órden de Santo Domingo, escribió un libro con el titulo de Cartas á Aristóteles, en que pugna contra el eclecticismo, sosteniendo las doctrinas escolásticas. Las cartas críticas que dió á luz con el nombre de El filósofo rancio, en oposicion á las doctrinas de las Córtes de Cádiz, le dieron gran fama. En sus obras hay mucho ingenio, gran juicio, si bien los chistes que introduce en sus Cartas no concuerdan bien con los asuntos graves de que trata. Sin duda escribió en esta forma para cautivar la atencion del público (2).

La filosofía de la incredulidad, que tantos sectarios contaba en Francia, tuvo en España un propagador: éste fué don José Marchena. Mas para juzgar á este hombre debo traer á la memoria la noticia de algunos españoles que abandonaron el catolicismo, recuerdo muy conveniente, porque en ellos descubro una igualdad de carácter (3).

Juan de Valdés, tan favorecido de Cárlos V, aprendió en las obras de Lutero, de Bucero y de los anabaptistas sus diversas doctrinas y se dedicó á adquirir en Nápoles prosélitos.

Pero aunque pugnó por ser libre pensador, sin embargo, segun confesion de Bayle (4), no combatió á la Iglesia sino sólo en algunos puntos, y con respecto á la doctrina de la Trinidad, no estaba conforme con los protestantes ni con los católicos. Y esto ¿qué prueba? que su educacion, que sus estudios y que sus sentimientos, por más que las corrientes del siglo lo impulsasen por un mal entendido amor propio ó anhelo de igualarse á los que tenía por sabios, y contemplaba aplaudidos en Alemania, al protestantismo, la fe de sus mayores áun combatia en su alma y lo hacia vacilar. No sin razon el excelentísimo señor Marqués de Pidal dudaba que hubiese sido protestante Juan de Valdés, sino más bien un filósofo que en las cuestiones entre católicos y reformadores queria pensar y pensaba libremente.

Otro semejante fué Miguel Servet, que murió en las llamas perseguido por Calvino. Fué antitrinitario, es verdad; era panteista y luchaba contra el panteismo; aceptaba el símbolo de Nicea. Combatia la Trinidad y reconocia á Cristo. La religion cristiana, en que se habia educado predominaba en su alma, y en medio de los extravíos de su inteligencia no podia borrar completamen

(1) El folleto del Bachiller Gil Porras pone en boca del Conde de Floridablanca estas palabras: «Es el escritor más taimado y más maligno que pudiéramos tener en contra. Él nos conoce à fondo, descubre en medio de la plaza nuestras más secretas intenciones, nuestros proyectos, y nos retrata al natural haciendo del bobo y que habla á otros sujetos y á otro propósito. Acudimos tarde á tapar esta boca y romper esta pluma, que tiene ya en su defensa el crédito público; y nosotros mismos lo elogiábamos furiosamente á los principios. Pero esto provino de que no lo entendimos y creimos que era de otra bandera amiga, ó á lo menos neutral; pero ¡ah, maldito! que este disimulo lo mantuvo solamente en los primeros tomos, hasta que bien introducido en medio de nosotros, nos volvió el costado desde el cuarto tomo, y nos ha estado batiendo en ruina. No aprovecha decirle que sus dos primeros tomos son impertinentes; porque ahora caemos en la cuenta de cuán conducente le era entrarse á una obra tan maligna por unos tratados indiferentes, que tan léjos nos parecian llevarle de dar sobre nosotros. Pero al fin, ya no hay más medio que esparcir por todas partes verederos y corte-calles que vayan desacreditando esta obra y á su autor llamándole ignorante, orgulloso, calumniador, irónico, que mata alabando, y por los de su órden hacer que se le incomode y aceche en todo lugar, que no se le admita en cosa de honor, que se le cojan las

cartas y escritos que se puedan enviárnoslos, como hicieron sus hermanos de Guadalupe, el Escorial y Talavera, para ver si lo podemos..... perder con algun color.

(2) Nadie extrañe que no hable de diferentes cuestiones filosóficas sustentadas en este y en los anteriores siglos por determinadas escuelas universitarias de España; asuntos tratados con gran prolijidad y sin importancia alguna para mi objeto; asuntos todos de mucha sutileza de ingenio, pero frívolos para un bosquejo de la parte más digna de ser conocida de la historia de la filosofía en nuestra patria.

(3) Hay un filósofo español impío, pero de ménos fama y mucho menos mérito que Marchena. Llamábase don Andres María Santa Cruz, natural de Guadalajara. Fué maestro de los hijos de un príncipe aleman, y en 1790 pasó á París cuando se fundó la sociedad de los teofilántropos (amadores del hombre como Dios). Santa Cruz se inscribió en ella y escribió un libro intitulado Le culte de l'humanité (Año 5) para explicar sus doctrinas. Es una compilacion de los pensamientos de los filósofos impios, con la novedad única de querer que se entendiese lo ininteligible, que era la religion de los teofilantropos. Quizá si conociese algun otro escrito suyo, pudiese aplicarle la teoría que pongo en el texto.

(4) Dictionnaire historique et critiqus.

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