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en los ranchos de Santa Ana, junto à la hacienda de Tecachi. Sin detenerse se dirigieron al punto indicado, y en él fueron recibidos por D. Ramon Sesma, que se hallaba allí con cincuenta hombres. Guerrero que estaba en otro punto inmediato, llegó al siguiente dia, y al saber la prision de Morelos sintió un profundo pesar. No habia recibido la órden que el caudillo del Sur habia enviado para que acudiese al Mescala apoyándole en el paso de este rio, como es de creerse no la recibieron tampoco TeD. Ramon Sesma, y por lo mismo el plan de Morelos no pudo realizarse. Guerrero se mostró altamente obsequioso con los individuos que formaban los tres poderes, y les ofreció escoltarles hasta Tehuacan, que era el término del viaje. Con efecto, pronto se pusieron en marcha con una fuerte escolta á cuya cabeza iba D. Ramon Sesma. Antes de llegar á la ciudad, el congreso procedió á nombrar un individuo que reemplazase á Morelos en el poder ejecutivo, y la eleccion recayó en el diputado D. Ignacio Alas. Hecho el nombramiento, el congreso, gobierno y tribunal de justicia continuaron su marcha, y al anochecer del dia 16 de Noviembre llegaron á Tehuacan, donde fueron recibidos con salvas de artillería, repiques de campanas, cohetes voladores y todas las consideraciones debidas á las primeras autoridades. Cuando éstas llegaron, mandaba en la ciudad y en los pueblos inmediatos de Teotitlan, y Tepeji de la Seda, el coronel D. Manuel de Mier y Terán, hombre de verdadero mérito, de cuya capacidad, recto juicio y saber me he ocupado ya varias veces en las páginas que van escritas de esta obra. No obstante la corta extension y escasos recursos del departamento

que ocupaba, Terán habia logrado con su buen tino y don de gobierno, arreglar la hacienda de una manera admirable, introduciendo economías bien entendidas, que dieron por resultado que pudiese mantener un batallon llamado de Hidalgo, perfectamente vestido, armado y atendido; un escuadron de caballería que contaba con una fuerza de doscientos hombres instruidos en el manejo de las armas; sesenta soldados de artillería distribuidos en la ciudad y en el Cerro Colorado; una maestranza bien organizada, y abundancia de municiones así para cañon como para fusil. La instruccion que habia dado á su tropa y la excelente disciplina que habia introducido en ella, le habia puesto en estado, no solo de aparecer fuerte estando á la defensiva, sino de salir á atacar á las fuerzas realistas cuando se le presentaba una ocasion favorable.

1815. Noviembre.

La llegada del gobierno y congreso á Tehuacan con las tropas que les acompañaron,

tenia que ser origen de grandes aflicciones para el coronel D. Manuel de Mier y Terán, que á fuerza de economías habia mantenido la gente que tenia bajo su mando. Los tres poderes supremos no contaban con mas medios de subsistencia que los que les proporcionaba el terreno que pisaban, pues nadie, ni aun los jefes que manifestaban obedecerles, contribuian con la mas leve suma para sus gastos, y por lo mismo iban á ser para Terán, que solo contaba con las escasas rentas del territorio de Tehuacan, una carga onerosa. Sin embargo, procuró asistirles como correspondia al distinguido puesto que ocupaban, y manifestó profunda pena por la prision de Morelos, aunque D. Lúcas Alaman asienta «que no faltan motivos

para creer que no le causó mucho pesar.» Ignoro el fundamento que el respetable historiador mencionado tendria para esa suposicion; pero como no manifiesta en qué basa su creencia, creo que la justicia dicta que no acojamos una inculpacion ofensiva que solo descansa en conjeturas. D. Manuel de Mier y Terán poseia cualidades muy distinguidas, y no debemos suponer que abrigase el bastardo sentimiento de alegrarse de la prision de uno de los caudillos mas valientes de la causa que él defendła, porque esto equivaldria á decir que se complació en su muerte, puesto que era sabido que á la captura seguiria el fusilamiento. Las suposiciones y el «se decia,» no deben ser, en mi concepto, acogidas por ningun historiador. Esas frases pueden tener cabida en el periodismo y la novela, aunque aun de esas producciones seria muy conveniente verlas desterradas; pero de ninguna manera deberian aparecer en la historia. Esta solo debe descansar en pruebas cuando se trata de la honra ó del buen nombre de un individuo.

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El dia siguiente de la llegada á Tehuacan del congre

gobierno y tribunal de justicia, dirigieron juntos. estos tres poderes, como ya tengo dicho en el tomo anterior, una comunicacion al virey Calleja, redactada en tér– minos amenazadores por D. Cárlos María Bustamante, intimándole que no quitase la vida á Morelos. El virey no contestó á ella, y ya hemos visto algo de lo que escribió al ministro de la guerra al enviar á Madrid ese documento. En la misma comunicacion le decia, que las amenazas y el tono atrevido con que le reclamaban que se guardase de condenar á muerte al caudillo del Sur, «no me han impedido

TOMO X.

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que aplique à Morelos el castigo que merecia. Suplico á V. E. refleje sobre sus palabras, que le pintarán el carácter de estos rebeldes, la alta opinion que tienen de sí mismos, la determinacion en que se hallan, y las esperanzas que abrigan.»

Si las instrucciones dadas por el virey Calleja se hubiesen cumplido por todos con exactitud, es de creerse que los poderes supremos y la fuerza que les acompañó, no hubieran podido reunirse en Tehuacan. Esto se desprende de las palabras que en la referida comunicacion dirige, en otro párrafo, al expresado ministro de la guerra, inculpando al general del ejército del Sur y gobernador de Puebla, Moreno Diaz, de no haberse arreglado á sus órdenes; «pues si lo hubiera hecho,» dice, «habria impedido que los rebeldes se hallasen hoy reunidos en Tehuacan, ó si los hubiera estrechado, habria inutilizado sus planes. >>

1815.

«Reducido el número de diputados que Noviembre. componian el congreso á solo cuatro, que lo eran D. José Severo Castañeda, Ruiz de Castañeda, Don A. Sesma, á quien para distinguirlo de su hijo D. Ramon llamaban Sesma el viejo, y Gonzalez, pues Alas habia pasado al poder ejecutivo; (1) Bustamante, aunque se hallaba en Tehuacan, habia concluido los dos años de su diputacion, y los demás desertaron ó se quedaron con licencia en Michoacan, previendo sin duda el funesto

(1) Todo lo que va entre comillas, así«

») sin citar autor, está tomado al pié de la letra, como ya tengo repetido, de la Historia de Méjico» escrita por el historiador mejicano D. Lúcas Alaman.

resultado de la caminata que se iba á emprender: se resolvió proceder á la eleccion de tres suplentes, la que recayó en D. Juan José del Corral, D. Benito Rocha, y el presbítero D. Juan Antonio Gutierrez de Terán, cura de un pueblo del Sur. Cualquiera que fuese el mérito de estos individuos, su eleccion no podia ser menos oportuna, en el estado de descontento que comenzaba á notarse ya con Terán, pues el primero, mandaba contra él la gente de Victoria, cuando fué derrotado en el paso de la barranca de Jamapa, (1) y con el segundo habia tenido contestaciones desagradables cuando éste era comandante de Oajaca. Fueron tambien nombrados dos ministros del tribunal supremo de justicia, D. Nicolás Bravo y D. Cárlos Bustamante, repitiéndose en cuanto al primero el desacierto cometido respecto á Morelos, á quien se le separó del servicio activo de la campaña cuando mas útil hubiera podido ser en ella, y ahora á Bravo, al cual Morelos en sus calificaciones habia dado el prez del valor, se le reducia á mandar correr traslados y sentenciar pleitos. El congreso acordó el 1.° de Diciembre trasladarse al pueblo de Coxcatlan, para proceder con mayor libertad, y creyéndose en riesgo de ser sorprendido en él por las tropas de Oajaca, se retiró á la hacienda de San Francisco, inmediata al de Apaxtla, distante tres ó cuatro leguas de Tehuacan, y allí continuó sus sesiones. ocupándose de diversas materias de poco interés. Antes de salir el congreso de Tehuacan, acordaron los tres poderes reunidos,

Llegó á aquella ciudad, el 3 de Noviembre y salió á recibir al congreso hasta la hacienda de Cipiapa.

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