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sucedió en el mando su tio D. Francisco Espoz y Mina, que, como he dicho, venció á los generales franceses mas conocidos en cuarenta y tres acciones de guerra, les tomó varias plazas, y llegó hasta imponer la contribucion de cien onzas de oro mensualmente á la aduana francesa de Irun, para atender á sus tropas que logró organizar.

1810

á 1814.

Don Francisco Javier Mina permaneció durante la guerra, en su prision de Vicennes, y en ella se dedicó al estudio de las matemáticas y de la ciencia militar á que se sentia inclinado, bajo la direccion del general Laborie, aprovechándose de la biblioteca que habia en el mismo castillo.

Celebrada la paz, Mina quedó libre y pasó á Madrid; pero disgustado con el régimen absoluto establecido por Fernando VII, rehusó admitir el mando que le ofreció el ministro Lardizabal en uno de los cuerpos que estaban destidos para marchar á Méjico. Deseando el restablecimiento de la constitucion sancionada por las córtes de Cádiz y el derrocamiento del absolutismo, volvió á.Navarra, en donde poniéndose de acuerdo con su tio Espoz, que era tambien de ideas liberales, proyectaron formar una revolucion para hacerse dueños de Pamplona, y llamando á la ciudad á todos los amantes de la libertad, obligar al monarca á restablecer la constitucion; pero habiendo fracasado el plan, tio y sobrino se vieron precisados á huir á Francia para salvarse. D. Francisco Javier Mina pasó poco despues à Londres, donde el gobierno inglés le asignó una pension considerable, y muy pronto se relacionó en aquella capital con diversas personas muy dis

1814

tinguidas de la sociedad. Tambien conoció à 1816. y trató al general norte-americano Scott, que residia entonces en Londres y que, transcurridos treinta años, estaba destinado á llevar la guerra mas injusta á la nacion mejicana. El pensamiento de Mina se fijó en combatir por la independencia de Méjico para vengarse del rey Fernando por haber destruido la constitucion hecha por las córtes de Cádiz. Conocidos los designios que abrigaba, pronto encontró favorecedores la idea en algunos comerciantes ingleses, que por miras interesadas, por sus especulaciones mercantiles, deseaban fomentar la independencia de Nueva-España. Pronto, en consecuencia, estrecharon amistad con Mina y le proporcionaron buque, armas, víveres y algun dinero para que pusiese en planta su proyecto. Mina tomó informes Ꭹ noticias de algunos mejicanos que se hallaban en Londres, respecto á la expedicion que proyectaba, los cuales animados del deseo de la independencia de la patria, y teniendo una idea muy errónea del estado que guardaba el país del cual hacia muchos años que estaban ausentes, le pintaron la empresa como sumamente fácil y gloriosa, resultando de ella la terminacion del régimen absoluto en España impuesto por Fernando á los que le habian elevado al trono y el vuelo de las ideas liberales en la América. El Dr. D. Servando Teresa de Mier, de quien tengo hecha ya mencion en anteriores páginas de esta obra, autor de la «Historia de la revolucion de Nueva España,» que falto de recursos de toda clase vivia en Londres de lo que le facilitaban sus campatriotas mejicanos, se unió á Mina para acompañarle en la ex

pedicion. Otros treinta oficiales españoles é italianos, de los que habian emigrado á Inglaterra por sus ideas liberales, y dos ingleses, se adhirieron al proyecto de Mina; y éste considerando que le seria fácil hacerse de soldados en cualquier punto de la Nueva-España en que desembarcase, salió de Inglaterra en el mes de Mayo de 1816 en un buque que fletó, contento de llevar una valiente y entendida oficialidad, que es el todo en los ejércitos. Aunque el primer plan del atrevido jefe de la expedicion fué ir direc-. tamente á desembarcar en las costas mejicanas, las noticias que despues recibió de los reveses sufridos por las armas independientes en aquella época, le hicieron cambiar de intento, y se dirigió á los Estados-Unidos.

1816.

Desde

que los Minas lograron evadirse de Mayo á Agosto. España, fracasado su plan de revolucion, sospechó el gobierno español que el intento de ellos era pasar á alguno de los puertos de América; y anhelando su aprehension, circuló órdenes á los comandantes de éstos, desde 7 de Octubre de 1814, para que se les redujese á prision inmediatamente que llegasen, y les remitiesen á España á disposicion del rey. D. José de Quevedo, gobernador de Veracruz, recibió la expresada prevencion que se le hizo directamente por el ministro Lardizabal, pues el gobierno trató de evitar así que fuese interceptada la comunicacion si se la comunicaba por medio del virey, puesto que eran varias las partidas independientes que estaban situadas en el camino de Méjico á Veracruz. Quevedo dió aviso al virey Calleja el 31 de Diciembre del mismo año de 1814, de la prevencion que habia recibido, y Calleja encargó la vigilancia á todos los jefes de la cos

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