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muy real persona y muy poderoso estado de vuestra cesárea majestad conserve y aumente con acrecentamiento de muy mayores reinos y señoríos, como su real corazón desea.-De la ciudad de Cuyoacán, desta Nueva España del mar Océano, a 15 días de mayo de 1522 años.-Potentísimo Señor.-De vuestra cesárea majestad muy humilde siervo y vasallo, que los muy reales pies y manos de vuestra majestad besa.-HERNANDO CORTÉS.

Potentísimo Señor: A vuestra cesárea majestad hace relación Fernando Cortés, su capitán y justicia mayor en esta Nueva España del mar Océano, según aquí vuestra majestad podrá mandar ver, y porque los oficiales de vuestra católica majestad somos obligados a le dar cuenta del suceso y estado de las cosas destas partes, y en esta escritura va muy particularmente declarado, y aquéllo es la verdad y lo que nosotros podríamos escribir, no hay necesidad de más nos alargar, sino remitirnos a la relación del dicho capitán.

Invictísimo y muy católico Señor: Dios Nuestro Señor la vida y muy real persona y potentísimo estado de vuestra majestad conserve y aumente, con acrecentamiento de muchos más reinos y señoríos, como su real corazón desea.-De la ciudad de Cuyoacán, a 15 de mayo de 1522 años.-Potentísimo Señor.-De vuestra cesárea majestad muy humildes siervos y vasallos, que los muy reales pies y manos de vuestra majestad besan.-Julián Alderete.—Alonso de Grado.Bernardino Vázquez de Tapia.

CARTA CUARTA

15 Oct. 1524

QUE DON FERNANDO CORTÉS, GOBERNADOR Y CAPITÁN GENERAL, POR SU MAJESTAD, EN LA NUEVA ESPAÑA DEL MAR OCÉANO, ENVIÓ AL MUY ALTO Y MUY POTENTÍSIMO, INVICTÍSIMO SEÑOR DON CARLOS, EMPERADOR SIEMPRE AUGUSTO Y REY DE ESPAÑA, nuestro señOR

Muy alto, muy poderoso y excelentísimo Príncipe, muy católico, invictisimo Emperador, Rey y Señor: En la relación que envié a vuestra majestad con Juan de Ribera, de las cosas que en estas partes me habían sucedido después de la segunda que dellas a vuestra alteza envié, dije cómo por apaciguar y reducir al real servicio de vuestra majestad las provincias de Guatusco, Tustepeque y Guatasca y las otras a ellas comarcanas que son en la mar del Norte, que desde el alzamiento desta ciudad estaban rebeladas, había enviado al alguacil mayor con cierta gente, y lo que en su camino les había pasado, y cómo le había mandado que poblase en las dichas provincias y que pusiese nombre al pueblo la villa de Medellín; resta que vuestra alteza sepa cómo se pobló la dicha villa y se apaciguó toda aquella tierra y provincias y pacificó: le envié más gente, y le mandé que fuese la costa arriba hasta la provincia de Guazacualco, que está de a donde se pobló esta dicha villa cincuenta leguas, y desta ciudad ciento y veinte; porque cuando yo en esta ciudad estaba, siendo vivo Muteczuma, señor della, como siempre trabajé de saber todos los más secretos des

tas partes que me fué posible, para hacer dellos entera relación a vuestra majestad, había enviado a Diego de Ordás, que en esta corte de vuestra majestad reside, y los señores y naturales de la dicha provincia le habían recibido de muy buena voluntad, y se habían ofrecido por vasallos y súbditos de vuestra alteza, y tenía noticia cómo en un muy gran río que por la dicha provincia pasa y sale a la mar había muy buen puerto para navíos, porque el dicho Ordás y los que con él fueron lo habían rondado, y la tierra era muy aparejada para poblar en ella; y por la falta que en esta costa hay de puertos, deseaba hallar alguno que fuese bueno y poblar en él. E mandé al dicho alguacil mayor que antes que entrase en la provincia, desde la raya della enviase ciertos mensajeros, que yo le di, naturales desta ciudad, a les hacer saber cómo iba por mi mandado, y que supiesen dellos si tenían aquella voluntad al servicio de vuestra majestad y a nuestra amistad que antes habían mostrado y ofrecido; y que les hiciese saber cómo por las guerras que yo había tenido con el señor desta ciudad y sus tierras no los había enviado a visitar tanto tiempo había; pero que yo siempre los había tenido por amigos y vasallos de vuestra alteza, y como tales, creyesen hallarían en mí buena voluntad para cualquiera cosa que les cumpliese; y que para favorecerlos y ayudarlos en cualquiera necesidad que tuviesen enviaba allí aquella gente para que poblasen aquella provincia. El dicho alguacil mayor y gente fueron, y se hizo lo que yo le mandé, y no hallaron en ellos la voluntad que antes habían publicado; antes, la gente puesta a punto de guerra para no les consentir entrar en su tierra; y él tuvo tan buena orden, que con saltear una noche un pueblo, donde prendió una señora a quien todos en aquellas partes obedecian (1), se apaciguó, porque ella envió a llamar todos los señores y

(1) Señales claras de matriarcado.

les mandó que obedeciesen lo que se les quisiese mandar en nombre de vuestra majestad, porque ella así lo había de hacer; e así, llegaron hasta el dicho río, y a cuatro leguas de la boca dél, que sale a la mar, porque más cerca no se halló asiento, se pobló y fundó una villa, a la cual se puso nombre el Espíritu Santo, y allí residió el dicho alguacil mayor algunos días, hasta que se apaciguaron y trajeron al servicio de vuestra católica majestad otras muchas provincias comarcanas, que fueron la de Tabasco, que es en el río de la Victoria o de Grijalva, que dicen, y la de Chimaclán y Quechula y Quizaltepeque, y otras que por ser pequeñas no expreso; y los naturales dellas se depositaron y encomendaron a los vecinos de la dicha villa, y los han servido y sirven hasta ahora, aunque algunas dellas, digo la de Cimaclán, Tabasco y Quizaltepeque (1), se tornaron a rebelar; y habrá un mes que yo envié un capitán y gente desta ciudad a las reducir al servicio de vuestra majestad y castigar su rebelión, y hasta ahora no he sabido nuevas dél; creo, queriendo Nuestro Señor, que harán mucho, porque llevaron buen aderezo de artillería y munición, y ballesteros y gente de a caballo.

También, muy católico Señor, en la relación que el dicho Juan de Ribera llevó hice saber a vuestra cesárea y católica majestad cómo una gran provincia que se dice Mechuacán, que el señor della se llama Casulci, se había ofrecido por sus mensajeros, el dicho señor y naturales della, por súbditos y vasallos de vuestra cesárea majestad, y que habían traído cierto presente, el cual envié con los procuradores que desta Nueva España fueron a vuestra alteza; y porque la

(1) La noticia de la toma de México se extendió prestamente por el territorio azteca, cuyos jefes tribales se apresuraron a solicitar alianzas con el capitán casteHano. Cortés envió soldados suyos para explorar Michoacán por el afán que tenía de hallar un estrecho que facilitase el camino al Cathay. Alvarado y Sandoval recorrieron también los territorios zapotecas de Tuxtepec, el litoral del Golfo hasta Coatzacoalcos y las vecindades del Usumacinta (en el estado de Tabasco). Fundaron los exploradores la villa del Espíritu Santo.

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provincia y señorío de aquel señor Casulci, según tuve
relación de ciertos españoles que yo allá envié, era
grande y se habían visto muestras de haber en ella
mucha riqueza, y por ser tan cercana a esta gran ciu-
dad, después que me rehice de alguna más gente y
caballos envié un capitán con setenta de caballo y
docientos peones bien aderezados de sus armas y ar-
tillería, para que viesen toda la dicha provincia y se-
cretos della; y si tal fuese, que poblasen en la ciudad
principal, Huicicila; y idos, fueron bien recibidos del
señor y naturales de la dicha provincia y aposentados
en la dicha ciudad, y demás de proveerlos de lo que
tenían necesidad para su mantenimiento les dieron
hasta tres mil marcos de plata envuelta con cobre,
que sería media plata, y hasta cinco mil pesos de oro,
asimismo envuelto con plata, que no se le ha dado Tey,
y ropa de algodón y otras cosillas de las que ellos tie-
nen; lo cual, sacado el quinto de vuestra majestad, se
repartió por los españoles que a ella fueron; y como
a ellos no les satisficiese mucho la tierra para poblar,
mostraron para ello mala voluntad, y aun movieron al-
gunas cosillas, por donde algunos fueron castigados,
y por esto los mandé volver a los que volverse quisie-
ron, y a los demás mandé que fuesen con un capitán
a la mar del Sur, adonde yo tenía y tengo poblada
una villa que se dice Zacatula, que hay desde la dicha
ciudad de Huicicila cien leguas, y allí tengo en asti-
llero cuatro navíos para descubrir por aquella mar
todo lo que a mí fuere posible y Dios Nuestro Señor
fuere servido. E yendo este dicho capitán y gente a la
dicha ciudad de Zacatula, tuvieron noticia de una
provincia que se dice Colimán, que está apartada del
camino que habían de llevar, sobre la mano derecha,
que es al poniente, cincuenta leguas; y con la gente
que llevaba y con mucha de los amigos de aquella
provincia de Mechuacán, fué allá sin mi licencia, y en-
tró algunas jornadas, donde hubo con los naturales

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