Discursos leídos ante la Real academia española en la recepción pública

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Passatges populars

Pàgina 30 - Heureux qui près de toi pour toi seule soupire, Qui jouit du plaisir de t'entendre parler, Qui te voit quelquefois doucement lui sourire ! Les Dieux dans son bonheur peuvent-ils l'égaler ? Je sens de veine en veine une subtile flamme Courir par tout mon corps, sitôt que je te vois.
Pàgina 34 - ¿Qué es del monstruo, decid, inmundo y feo que abortó el dios del mal y que insolente sobre el despedazado Capitolio a devorar el mundo impunemente osó fundar su abominable solio?
Pàgina 45 - África, allí España. El soberano vuelo de la atrevida fantasía para abarcarla se cansaba en vano; la tierra sus mineros le rendía, sus perlas y coral el Océano, y donde quier que revolver sus olas él intentase, a quebrantar su furia siempre encontraba costas españolas.
Pàgina 46 - ¡Guerra, nombre tremendo, ahora sublime, Único asilo y sacrosanto escudo Al ímpetu sañudo Del fiero Atila que a occidente oprime!
Pàgina 46 - Betis ved del Tercer Fernando alzarse airada la augusta sombra; su divina frente mostrar Gonzalo en la imperial Granada; blandir el Cid su centelleante espada, y allá sobre los altos Pirineos, del hijo de Jimena animarse los miembros giganteos...
Pàgina 46 - No ha sido en el gran día el altar de la patria alzado en vano por vuestra mano fuerte. Juradlo, ella os lo manda: ¡Antes la muerte que consentir jamás ningún tirano!
Pàgina 20 - Africa esclava, el Bátavo industrioso al hierro dado y devorante fuego. De vuestro orgullo, en su insolencia ciego, ¿quién salvarse logró? Ni al Indio pudo guardar un Ponto inmenso, borrascoso, de sus sencillos lares...
Pàgina 12 - La augusta religion de mis abuelos, Sus costumbres , su hablar, sus santas leyes Tienen aquí un altar que en ningún tiempo Profanado será.
Pàgina 45 - ¿Qué era, decidme, la nación que un día reina del mundo proclamó el destino, la que a todas las zonas extendía su cetro de oro y su blasón divino?
Pàgina 32 - Sus hijos á su seno Sin susto de perderlos estrecharon, Y desde entonces la doncella hermosa No tembló que estragase este veneno Su tez de nieve y su color de rosa.

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