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Hernán Cortés nació en Medellin (Badajoz) en 1485, y murió en Castilleja de la Cuesta (Sevilla) a 2 de diciembre de 1547.

A los catorce años fué enviado a la Universidad de Salamanca, y volvió dos años más tarde con éxito escaso en sus estudios, renunciando a ser letrado, como sus padres, Martin Cortés de Monroy y Catalina Pizarro Altamira, pretendieran. Su natural inclinación lo condujo a la carrera militar, y se habría embarcado en la expedición que Nicolás de Ovando, gobernador de la Isla Española, alistaba en Sevilla, si una caida-producida con ocasión de un incidente galante-no hubiera retenido a Cortés en cama a tiempo que la flota de Ovando aparejaba sin el futuro conquistador. Más tarde, en 1504, contando apenas diez y nueve años, se embarcó en una nao de Alonso Quintero, de Palos de Moguer, y llegó a las Indias occidentales. Se sabe estuvo, en 1511, en la conquista de Cuba por Diego Velázquez, y que llegó a ser su secretario, ganada la confianza del gobernador.

Tras la expedición al Yucatán por Juan de Grijalba, que dejara a causa de la parvedad de sus resultados-disgustado a Velázquez, envió éste a Hernán Cortés, no sin recelar en todo momento que se le alzase con la conquista. En 10 de febrero de 1519 se hizo a la vela Cortés para Yucatán, ya descubierto primero (en 1517) por Hernández de Córdoba y después (1518) por el precitado Juan de Grijalba.

Las cinco cartas de relación en el texto contenidas dan cuenta de la obra magna de la exploración y conquista de

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NOTA BIOGRÁFICA ACERCA de cortÉS

Méjico, que elevaron a Hernán Cortés al más alto rango entre los capitanes y políticos de su tiempo. El lector hallará en las cartas cumplidamente referido por el propio Cortés-con excepción de la primera, que se debe al regimiento de la Rica Villa de la Vera Cruz-cuanto aquí habríamos de resumir fragmentariamente.

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La rebeldía constante en que respecto de su gobernador, Velázquez, se mantuviera Cortés y el fino disimulo con que capitán extremeño procuraba justificar cuanto él afirmaba ser siempre en servicio del Emperador—sin que acertara a cohonestarlo con la realidad de los hechos-explica que hubiera de defenderse y gastar en ello lo mejor de sus brios-de enemigos tan poderosos como el propio Diego Velázquez, el obispo Fonseca, del Consejo de Indias, y el mismo Emperador Carlos I, que si lo encumbró en ocasiones, en otras no vaciló en residenciarlo y perseguirlo.

En mayo de 1528, el Consejo de Indias lo obligó a regresar a la Península. Desembarcó en Palos; de Palos fué a la Rábida; de aquí a Sevilla; estuvo nueve días de devoción en Guadalupe y llegó a Toledo con fastuoso acompañamiento de señores e indios mejicanos magníficamente ataviados. Recibiólo Carlos V en medio de la admiración universal y fué nombrado (6 de julio de 1529) marqués del Valle de Oaxaca en el momento de máximo favor de Carlos I.

Poco después-en 1530—volvió a Méjico, tan sólo con mando, bien que máximo, militar, pues en lo civil y judicial era la Real Audiencia de Méjico autoridad única, con quien hubo de luchar, sin doblegarla nunca.

No pudo entrar en Méjico y hubo de retirarse a Cuernavaca (Coadnavac), en donde, amargado, vivió atento al fomento de la agricultura y beneficio de sus minas de oro y de plata.

Fué gran empeño de su vida de hombre de acción explorar las costas de Méjico, con el intento de descubrir estrechos o

NOTA BIOGRÁFICA ACERCA DE CORTÉS

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pasos del Mar del Sur, y hasta 1539 se ve a Cortés haciendo tentativas por mano de amigos y de criados, con que se logró, entre otros interesantes resultados, el descubrimiento de la costa de California, por Francisco de Ulloa, no sin consumir Cortés en estos loables intentos parte grande de su fortuna. Fué lástima que ante las civilizaciones maya y azteca, con que se enfrontara, no sintiera la necesaria curiosidad inteligente ni cuidara algo más del amor de humanidad en el mismo siglo de Las Casas.

En 1541 regresó a España, y acompañó al Emperador en la infructuosa campaña de Argel.

En 2 de diciembre de 1547, un tanto retirado, murió Hernán Cortés en Castilleja de la Cuesta (Sevilla), a los sesenta y tres años de su edad. Su cuerpo fué trasladado al convento de San Francisco, en Tezcuco, y después a otro de la misma Orden, en Méjico.

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