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ADVERTENCIAS ACERCA DE ESTA EDICIÓN

Las llamadas Cartas de RELACIÓN DE Hernán CoRTÉS se hallan en un Códice de la Biblioteca Imperial de Viena.

La primera, de mano de Cortés (junio-julio 1519), no se ha hallado, y se reemplaza con la relación enviada al Emperador por la Justicia y regimiento de la Villa Rica de la Veracruz (10 de julio de 1519), que se encuentra con las del Códice supradicho.

La Carta segunda de relación fué impresa en Zaragoza en 1524. González de BARCIA-en sus Historiadores primitivos de las Indias occidentales, 1749-y Lorenzana (F. A.)-en su Historia de Nueva España escrita por su esclarecido conquistador, Hernán Cortés, 1770-reprodujeron la primera, segunda y tercera de las Relaciones.

Don Pascual de Gayangos reprodujo, con otras, las cinco cartas de relación-ahora por nosotros editadas-bajo el título de Cartas y relaciones de Hernán Cortés al Emperador Carlos V, colegidas e ilustradas por D. PASCUAL de Gayangos, impreso en París en 1866, en un volumen de 572 páginas.

En 1868 se publicó por el propio Gayangos, en la colección de la Hakluyt Society, la quinta Relación, con el título de The Fifth Letter of Hernan Cortes to the Emperor Charles V, y en un volumen de xv+156 páginas con un índice.

Hemos tenido a la vista las diferentes ediciones citadas, para corrección del texto de la nuestra, que en gran parte sigue el de Gayangos.

Singularmente, en la ortografía de los nombres propios es gran

de la diferencia en las diversas ediciones. La capital de Méjico, por ejemplo, se ha escrito Temistlitán, Temixtitán y Temixtlitán, cuando es Tenuxtitlán o Tenochtitlán (por sonar en mejicano la o como la u). Guatusco es Guatuxco, Tustepeque es Tuxtepeque, Guatasca, Guaxaca, etc. Se han corregido debidamente aquellos nombres de que, según la edición de Gayangos, era lícito tener seguridad.

Las notas sin advertencia en contrario, en que se intenta reconstruir la geografía y etnología de Méjico al tiempo de su conquista por Cortés, así como los mapas de diversos itinerarios, son de J. Dantín Cereceda. Se ha ilustrado esta edición con algunas reproducciones de ciertas pictografías del llamado lienzo de Tlaxcala.

CARTA PRIMERA

ENVIADA A LA REINA DOÑA JUANA Y AL EMPERADOR CARLOS V, SU HIJO, POR LA JUSTICIA Y REGIMIENTO DE LA RICA VILLA DE LA Veracruz, a 10 DE JULIO DE 1519

Muy altos y muy poderosos excelentísimos príncipes, muy católicos y muy grandes reyes y señores: Bien creemos que vuestras majestades, por letras de Diego Velázquez, teniente de almirante en la isla Fernandina, habrán sido informados de una tierra nueva que puede haber dos años poco más o menos que en estas partes fué descubierta, que al principio fué intitulada por nombre Cozumel, y después la nombraron Yucatán, sin ser lo uno ni lo otro, como por esta nuestra relación vuestras reales altezas podrán ver; porque las relaciones que hasta ahora a vuestras majestades desta tierra se han hecho, así de la manera y riquezas della como de la forma en que fué descubierta, y otras cosas que della se han dicho, no son ni han podido ser ciertas, porque nadie hasta ahora las ha sabido, como será esta que nosotros a vuestras reales altezas enviamos; y trataremos aquí desde el principio que fué descubierta esta tierra hasta el estado en que al presente está, por que vuestras majestades sepan la tierra que es, la gente que la posee y la manera de su vivir, y el rito y ceremonias, seta o ley que tienen, y el fruto que en ellas vuestras reales altezas podrán hacer y della

HERNÁN CORTES: CARTAS.-T. I

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podrán recibir, y de quién en ella vuestras majestades han sido servidos; por que en todo vuestras reales altezas puedan hacer lo que más servido serán. Y la cierta y muy verdadera relación es en esta manera:

Puede haber dos años, poco más o menos, muy esclarecidos príncipes, que en la ciudad de Santiago, que es en la isla Fernandina, donde nosotros hemos sido vecinos en los pueblos della, se juntaron tres vecinos de la dicha isla, y el uno de los cuales se dice Francisco Fernández de Córdoba (1), y el otro Lope Ochoa de Caicedo, y el otro Cristóbal Morante; y como es costumbre en estas islas que en nombre de vuestras majestades están pobladas de españoles de ir por indios a las islas que no están pobladas de españoles, para se servir dellos, enviaron los susodichos dos navíos y un bergantín para que de las islas dichas trujesen indios a la dicha isla Fernandina para se servir dellos, y creemos, porque aun no lo sabemos de cierto, que el dicho Diego Velázquez, teniente de almirante, tenía la cuarta parte de la dicha armada; y el uno de los dichos armadores fué por capitán de la armada, llamado Francisco Fernández de Córdoba, y llevó por piloto a un Antón de Alaminos, vecino de la villa de Palos, y a este Antón Alaminos trujimos nosotros ahora también por piloto; lo enviamos a vuestras reales altezas, para que dél vuestras majestades puedan ser informados. Y siguiendo su viaje, fueron a dar a dicha tierra, intitulada de Yucatán, a la punta della (2), que estará sesenta o setenta leguas de la dicha isla Fernandina, desta tierra de la rica tierra de la Vera

(1) Refiere Bernal Díaz del Castillo, en su Verdadera historia de la conquista de Nueva España, que en 8 de febrero de 1517 salieron de la Habana y se hicieron a la vola en el puerto de Jaruco, y en 4 de marzo del mismo año trataron por primera vez españoles de la expedición de Fernández de Córdoba con indios del Yucatán, que habían descubierto, y en cuya Punta Catoche habían surgido.

(2) Llamaron a este cabo Punta de Cotoche o de Catoche porque, según Díaz del Castillo, un cacique no hacía sino decir; Con escotoch, con escotoch, que quiere decir: Andad acá a mis casas».

cruz, donde nosotros, en nombre de vuestras reales altezas, estamos; en la cual saltó en un pueblo que se dice Campoche, donde al señor dél pusieron por nombre Lázaro (1), y allí le dieron dos mazorcas con una tela de oro; y porque los naturales de la dicha tierra no los consintieron estar en el pueblo y tierra, se partieron de allá y se fueron la costa abajo hasta diez leguas, donde tornó a saltar en tierra junto a otro pueblo que se llama Machocobón, y el señor dél Champoto, y allí fueron bien recibidos de los naturales de la tierra; mas no los consintieron entrar en sus pueblos, y aquella noche durmieron los españoles fuera de las naos, en tierra. Y viendo esto los naturales de aquella tierra, pelearon otro día por la mañana con ellos, en tal manera, que murieron veinte y seis españoles y fueron heridos todos los otros; y finalmente, viendo el capitán Francisco Fernández de Córdoba esto, escapó con los que le quedaban con acogerse a las naos.

Viendo, pues, el dicho capitán cómo le habían muerto más de la cuarta parte de su gente, y que todos los que le quedaban estaban heridos, y que él mismo tenía treinta y tantas heridas, y que estaba cuasi muerto, que no pensaría escaparse, volvió con los dichos navíos y gente a la isla Fernandina, donde hicieron saber al dicho Diego Velázquez cómo habían hallado una tierra muy rica de oro, porque a todos los naturales della lo habían visto traer puesto, ya dellos en las narices, ya dellos en las orejas y en otras partes, y que en la dicha tierra había edificios de cal y canto y mucha cantidad de otras cosas que de la dicha tierra publicaron, de mucha administración y riquezas, y dijeronle que si él podía enviase navíos a rescatar oro, que habría mucha cantidad dello.

Sabido esto por el dicho Diego Velázquez, movido

(1) La tierra descubierta fué Campeche, y por saltar en tierra un domingo de Lázaro llamaron así al señor de ella.

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