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cuales dijo traia de presente á Cortés para que en el viage cuidasen de su regalo y el de sus campañeros, por ser diestras en acomodar al apetito la variedad de sus manjares, y en hacer el pan de maiz, cuya fábrica era desde su principio ministerio de mugeres.

Molian estas el grano entre dos piedras, al modo de las que nos dió á conocer el uso del chocolate: y hecho harina lo reducian á masa, sin necesitar de levadura, y lo tendian ó amoldaban sobre unos instrumentos como torteras de barro, de que se valian para darle en el fuego la última sazon: siendo este el pan, de cuya abundancia proveyó Dios aquel nuevo mundo para suplir la falta del trigo, y un género de mantenimiento agradable al paladar sin ofensa del estómago. Venia con estas mugeres una india principal de buen talle y mas que ordinaria hermosura, que recibió despues con el bautismo el nombre de Marina, y fue tan necesaria en la conquista como veremos en su lugar.

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Apartóse Hernan Cortés con el cacique y con los principales de su séquito, y les hizo un razonamiento con la voz de su intérprete, dándoles á entender: «< como era vasallo y ministro de un poderoso » monarca, y que su intento era hacerlos felices poniéndolos en la obediencia de su príncipe; reducirlos á la verdadera religion, y » destruir los errores de su idolatria. Esforzó estas dos proposiciones con su natural elocuencia y con su autoridad, de modo que los indios quedaron persuadidos, ó por lo menos inclinados á la razon. Su respuesta fue « que tendrian á gran conveniencia suya el » obedecer á un monarca, cuyo poder y grandeza se dejaba conocer » en el valor de tales vasallos. » Pero en el punto de la religion anduvieron mas detenidos.

Hacíales fuerza el ver deshecho su ejército por tan pocos españoles, para dudar si estaban asistidos de algun Dios superior á los suyos; pero no se resolvian á confesarlo, ni en admitir entonces la duda hicieron poco por la verdad.

Instaban los pilotos en que se abreviase la partida, porque segun sus observaciones, se aventuraba la armada en la detencion. Y aunque Hernan Cortés sentia el apartarse de aquella gente hasta dejarla mejor instruida, se halló obligado á tratar del viage. Y por venir cerca el Domingo de Ramos, señaló este dia para la embarcacion, disponiendo que se celebrase primero su festividad, segun el rito de la iglesia, observantísimo siempre en estas piedades religiosas; para cuyo efecto se fabricó un altar en el campo, y se cubrió de una enramada en forma de capilla: rústico, pero decente edificio, que tuvo la felicidad de segundo templo en Nueva España; y al mismo tiempo se iban embarcando bastimentos, y caminando en las demas prevenciones del viage. Ayudaban á todo los indios con oficiosa actividad, y el cacique asistia á Cortés con sus capitanes; durando todos en su veneracion, y convidando siempre con su obediencia de cuya ocasion se valieron algunas veces el padre fray Bartolomé de Olmedo y el licenciado Juan Diaz, para intentar

reducirlos al camino de la verdad, prosiguiendo los buenos principios que dió Cortés á esta plática, y aprovechándose de los deseos de acertar que manifestaron en su respuesta: pero solo se encontraba en ellos una docilidad de rendidos, mas inclinada á recibir otro Dios, que á dejar alguno de los suyos. Oian con agrado, y deseaban al parecer hacerse capaces de lo que oian; pero apenas se hallaba la razon admitida de la voluntad, cuando volvia arrojada del entendimiento. Lo mas que pudieron conseguir entonces los dos sacerdotes fue dejarlos bien dispuestos, y conocer que pedia mas tiempo la obra de habilitar su rudeza, para entenderse mejor con su ceguedad. El domingo por la mañana acudieron innumerables indios de toda aquella comarca á ver la fiesta de los cristianos, y hecha la bendicion de los ramos con la solemnidad que se acostumbra, se distribuyeron entre los soldados, y se ordenó la procesion, á que asistieron todos con igual modestia y devocion: digno espectáculo de mejor concurso, y que tendria algo de mayor realce á vista de aquella infidelidad, como sobresale ó resalta la luz en la oposicion de las sombras pero no dejó de influir algun género de edificacion en los mismos infieles, pues decian á voces, segun lo refirió despues Aguilar: << gran Dios debe de ser este á quien se rinden tanto » unos hombres tan valerosos. » Erraban el motivo, y sentian la verdad.

Acabada la misa, se despidió Cortés del cacique y de todos los indios principales; y volviendo á renovar la paz con mayores ofertas y demostraciones de amistad, ejecutó su embarcacion, dejando aquella gente, en cuanto al rey, mas obediente que sujeta; y en cuanto a la religion, con aquella parte de salud, que consiste en desear ó no resistir el remedio.

CAPITULO XXI.

Prosigue Hernan Cortés su viage: llegan los bajeles á San Juan de Ulúa: salta la gente en tierra, y reciben embajada de los gobernadores de Motezuma : dáse noticia de quién era doña Marina.

El lunes siguiente al Domingo de Ramos se hicieron á la vela nuestros españoles; y siguiendo la costa con las proas al Poniente, dieron vista á la provincia de Guazacoalco, y reconocieron, sin detenerse en el rio de Banderas, la isla de Sacrificios y los demas parages que descubrió y desamparó Juan de Grijalva, cuyos sucesos iban refiriendo con presuncion de noticiosos los soldados que le acompañaron; y Cortés aprendiendo en la infelicidad de aquella jornada lo que debia enmendar en la suya, con aquel género de prudencia que se aprovecha del error ageno. Llegaron finalmente á San Juan de Ulúa el Jueves Santo á medio dia: y apenas aferraron las naves entre la isla y la tierra buscando el resguardo de los nortes, cuando vieron salir de la costa mas vecina dos canoas grandes que en

aquella tierra se llamaban piraguas, y en ellas algunos indios que se fueron acercando con poco recelo á la armada, y daban á entender con esta seguridad y con algunos ademanes, que venian de paz y con necesidad de ser oidos.

Puestos á poca distancia de la capitana empezaron á hablar en otro idioma diferente, que no entendió Gerónimo de Aguilar; y fue grande la confusion en que se halló Hernan Cortés, sintiendo como estorbo capital de sus intentos el hallarse sin intérprete cuando mas le habia menester : pero no tardó el cielo en socorrer esta necesidad (grande artífice de traer como casuales las obras de su providencia). Hallábase cerca de los dos aquella india que llamaremos ya doña Marina, y conociendo en los semblantes de entrambos lo que discurrian ó lo que ignoraban, dijo en lengua de Yucatan á Gerónimo de Aguilar, que aquellos indios hablaban la mejicana, y pedian audiencia al capitan de parte del gobernador de aquella provincia. Mandó con esta noticia Hernan Cortés que subiesen á su navío, y cobrándose del cuidado antecedente volvió el corazon á Dios, conociendo que venia de su mano la felicidad de hallarse ya con instrumento, tan fuera de su esperanza, para darse á entender en aquella tierra tan deseada.

Era doña Marina, segun Bernal Diaz del Castillo, hija de un cacique de Guazacoalco, una de las provincias sujetas al rey de Méjico, que partia sus términos con la de Tabasco; y por ciertos accidentes de su fortuna, que refieren con variedad los autores, fue transportada en sus primeros años á Xicalango, plaza fuerte que se conservaba entonces en los confines de Yucatan, con presidio mejicano. Aquí se crió pobremente, desmentida en paños vulgares su nobleza, hasta que declinando mas su fortuna vino á ser, por venta ó por despojo de guerra, esclava del cacique de Tabasco, cuya liberalidad la puso en el dominio de Cortés. Hablábase en Guazacoalco y en Xicalango el idioma general de Méjico, y en Tabasco el de Yucatan, que sabia Gerónimo de Aguilar; con que se hallaba doña Marina capaz de ambas lenguas, y decia á los indios en la mejicana lo que Aguilar á ella en la de Yucatan, durando Hernan Cortés en este rodeo de hablar con dos intérpretes hasta que dona Marina aprendió la castellana, en que tardó pocos dias, porque tenia rara viveza de espíritu y algunos dotes naturales que acordaban la calidad de su nacimiento. Antonio de Herrera dice que fue natural de Xalisco, trayéndola desde muy lejos á Tabasco, pues está Xalisco sobre el otro mar, en lo último de la Nueva Galicia. Pudo hallarlo así en Francisco Lopez de Gomara; pero no sabemos por qué se aparta en esto y en otras noticias mas substanciales de Bernal Diaz del Castillo, cuya obra manuscrita tuvo á la mano, pues le sigue y le cita en muchas partes de su historia. Fue siempre doña Marina fidelísima intérprete de Hernan Cortés, y él la estrechó en esta confidencia por términos menos decentes que debiera, pucs tuvo en ella un hijo que se llamó don Martin Cortés, y se puso el

hábito de Santiago, calificando la nobleza de su madre: reprensible medio de asegurarla en su fidelidad, que dicen algunos tuvo parte de política; pero nosotros creeríamos antes que fue desacierto de una pasion mal corregida, y que no es nuevo en el mundo el llamarse razon de estado la flaqueza de la razon.

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Lo que dijeron aquellos indios cuando llegaron á la presencia de Cortés fue : « que Pilpatoe y Teutile, gobernador el uno, y el otro capitan general de aquella provincia por el grande emperador » Motezuma, los enviaban á saber del capitan de aquella armada » con qué intento habia surgido en sus costas, y á ofrecerle el » socorro y la asistencia de que necesitase para continuar su viage. Hernan Cortés los agasajó mucho, dióles algunas bujerías, hizo que los regalasen con manjares y vino de Castilla; y teniéndolos antes obligados que atentos les respondió: « que su venida era á tratar >> sin género de hostilidad, materias muy importantes á su príncipe » y á toda su monarquía; para cuyo efecto se veria con sus gober» nadores, y esperaba hallar en ellos la buena acogida que el año >> antes esperimentaron los de su nacion. » Y tomando algunas noticias por mayor de la grandeza de Motezuma, de sus riquezas y forma de gobierno, los despidió contentos y asegurados.

El dia siguiente Viernes Santo por la mañana, desembarcaron todos en la playa mas vecina, y mandó Cortés que se sacasen á tierra los caballos y la artillería, y que los soldados repartidos en tropas hiciesen fagina sin descuidarse con las avenidas, y fabricasen número suficiente de barracas en que defenderse del sol, que ardia con bastante fuerza. Plantóse la artillería en parte que mandase la campaña, y tardaron poco en hallarse todos debajo de cubierto, porque acudieron al trabajo muchos indios que envió Teutile con bastimentos y órden para que ayudasen en aquella obra; los cuales fueron de grande alivio, porque traian sus instrumentos de pedernal con que cortaban las estacas, y fijándolas en tierra, entretegian con ellas ramos y hojas de palma, formando las paredes y el techo con presteza y facilidad: maestros en este género de arquitectura que usaban en muchas partes para sus habitaciones; y menos bárbaros en medir sus edificios con la necesidad de la naturaleza que los que fabrican grandes palacios para que viva estrechamente su vanidad. Traian tambien algunas mantas de algodon que acomodaron sobre las barracas principales para que estuviesen mas defendidas del sol; y en la mejor de ellas ordenó Hernan Cortés que se levantase un altar, sobre cuyos adornos se colocó una imágen de nuestra Señora, y se puso una cruz grande á la entrada prevencion para celebrar la Pascua, y primera atencion de Cortés en que andaba siempre su cuidado compitiendo con el de los sacerdotes. Bernal Diaz del Castillo asienta que se dijo misa en este altar el mismo dia de la desembarcacion : no creemos que el padre fray Bartolomé de Olmedo y el licenciado Juan Diaz ignorasen que no se podia decir en Viernes Santo. Fíase muchas veces

de su memoria con sobrada celeridad; pero mas se debe estrañar que le siga, ó casi le traslade en esto Antonio de Herrera: seria en ambos inadvertencia, cuyo reparo nos obliga menos á la correccion agena que á temer, para nuestra enseñanza, las facilidades de la pluma.

Súpose de aquellos indios que el general Teutile se hallaba con número considerable de gente militar, y andaba introduciendo con las armas el dominio de Motezuma en unos lugares recien conquistados de aquel parage, cuyo gobierno político estaba á cargo de Pilpatoe; y la demostracion de enviar bastimentos, y aquellos paisanos que ayudasen en la obra de las barracas, tuvo, segun lo que se pudo colegir, algo de artificio, porque se hallaban asombrados y recelosos de haber entendido el suceso de Tabasco, cuya noticia se habia divulgado ya por todo el contorno; y considerándose con menores fuerzas, se valieron de aquellos presentes y socorros para obligar á los que no podian resistir: diligencias del temor que suele hacer liberales á los que no se atreven á ser enemigos.

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