Imatges de pàgina
PDF
EPUB

que se debia obrar segun el estado en que se hallaban. Consideróse en esta junta la dificultad de pasar adelante y la incertidumbre de la vuelta : que una de las naves venia maltratada y necesitaba de repararse que los bastimentos empezaban á padecer corrupcion: que la gente venia desabrida y fatigada; y que el intento de poblar tenia contra sí la instruccion de Diego Velazquez, y la poca seguridad de poderlo conseguir sin el socorro que habian pedido y últimamente se resolvió, sin controversia, que se tomase la vuelta de Cuba, para rehacerse de los medios con que se debia emprender tercera vez aquella grande faccion que dejaban imperfecta. Ejecutóse luego esta resolucion, y volviendo las naves á desandar los rumbos que habian traido, y á reconocer otros parajes de la misma costa con poca detencion y alguna utilidad en los rescates, arribaron ultimamente al puerto de Santiago de Cuba en quince de noviembre de mil y quinientos y diez y ocho.

Habia llegado pocos dias antes al mismo puerto Pedro de Alvarado, y fue muy bien recibido del gobernador Diego Velasquez, que celebró con increible alborozo la noticia de aquellas grandes tierras que se habian descubierto; y sobre todo los quince mil pesos de oro que apoyaban su relacion sin necesitar de su encarecimiento.

Miraba el gobernador aquellas riquezas, y no acertando á creer á sus ojos, volvia á socorrerse de los oidos, preguntando segunda y tercera vez á Pedro de Alvarado lo que le habia referido, y hallando novedad en lo mismo que acababa de oir, como el músico que se deleita en las cláusulas repetidas. No tardó mucho este alborozo en descubrir sus quilates, mezclándose con el desabrimiento; porque luego empezó á sentir con impaciencia que Juan de Grijalva no hubiese fundado alguna poblacion en aquellas tierras donde le hicieron buena acogida: y aunque Pedro de Alvarado intentaba disculparle, fue de los que sintieron que se debia poblar en el rio de Banderas; y siempre se dice flojamente lo que se procura esforzar contra el propio dictámen. Acusábale Diego Velazquez de poco resuelto; y enojándose con su eleccion, confesaba la culpa de haberle enviado, proponiendo encargar aquella faccion á persona de mayor actividad, sin reparar en el desaire de su pariente, á quien debia aquella misma felicidad que ponderaba; pero lo primero que hace la fortuna en los ambiciosos, es cautivar la razon para que no se ponga de parte del agradecimiento. Ya nada le hacia fuerza, sino el conseguir apriesa y á cualquiera costa toda la prosperidad que se prometia de aquel descubrimiento, elevando á grandes cosas la imaginacion, y llegando con las esperanzas adonde antes no llegaba con los deseos.

Trató luego de prevenir los medios para la nueva conquista, acreditándola con el nombre de Nueva España, que daba grande recomendacion y sonido á la empresa. Comunicó su resolucion á los religiosos de San Gerónimo, que residian en la isla de Santo Domingo, con palabras que se inclinaban mas á pedir aprobacion que licencia;

y envió persona á la córte con larga relacion y encarecidas señas de lo descubierto, y un memorial en que no iban oscurecidos de mal ponderados sus servicios; por cuya recompensa pedia algunas mercedes, y el título de adelantado de las tierras que conquistase (1).

Ya tenia comprados algunos bajeles y empezado el apresto de nueva armada, cuando llegó Juan de Grijalva, y le halló tan irritado como pudiera esperarle agradecido. Reprendióle con aspereza y publicidad, y él desayudaba con su modestia sus disculpas, aunque le puso delante de los ojos su misma instruccion, en que le ordenaba que no se detuviese á poblar; pero estaba ya tan fuera de los términos razonables con la novedad de sus pensamientos, que confesaba la órden, y trataba como delito la obediencia.

CAPITULO IX.

Dificultades que se ofrecieron en la eleccion de cabo para la nueva armada; y quién era Hernan Cortés, que últimamente la llevó á su cargo.

Pero conociendo entonces Diego Velazquez cuanto importa la celeridad en las resoluciones, y que si se deja perder el tiempo suele desazonarse la ocasion, ordenó luego que se diese carena á los cuatro bajeles que sirvieron en la jornada de Grijalva; con los cuales, y con los que se habian comprado, se juntaron diez de ochenta hasta cien toneladas: y caminando al mismo paso en el cuidado de armarlos, pertrecharlos y bastecerlos, se halló brevemente indeciso y receloso en la dificultad de nombrar cabo que los gobernase. Era su intento buscar persona tan resuelta que supiese desembarazarse de las dificultades, y tomar partido con los accidentes; pero tan apagada, que no supiese dar unos celos, ni tener otra ambicion que de la gloria agena. La cual, en su modo de discurrir, era lo mismo que buscar un hombre de mucho corazon y de poco espíritu; pero no siendo fáciles de juntar estos estremios, tardó la resolucion algunos dias. La gente se inclinaba á Juan de Grijalva, y la voz comun suele hacer justicia en sus elecciones, porque le asistian sus buenas partes, lo que habia trabajado en aquel descubrimiento, y la noticia con que se hallaba de la navegacion y de la tierra.

Salieron á la pretension Antonio y Bernardino Velazquez, parientes mas cercanos del gobernador, Baltasar Bermudez, Vasco Porcallo, y otros caballeros que habia en aquella isla capaces de aspirar á mayores empleos; y cada uno discurria en este como si estuviera sola su razon que ordinariamente quien dilata la provision de los

(1) Velazquez tuvo maña para arrancar á Cárlos V, una capitulacion fecha en Barcelona á 13 de noviembre de 1518, por la cual se le nombraba Adelantado y Capitan por el Rey, de todo lo hasta entonces descubierto y que en adelante se descubriese á costa suya; concediéndole ademas varias mercedes y privilegios. (Coleccion de documentos inéditos de los señores Navarrete, Salvá, y Baranda.)

cargos, convida pretendientes, y parece que trata de atesorar quejosos.

Pero Diego Velazquez duraba en su irresolucion, hallando en unos que temer, y en otros que desear; hasta que aconsejándose con Amador de Lariz, contador del rey, y con Andrés de Duero, su secretario, que eran toda su confianza, y conocian su condicion, le propusieron á Hernan Cortés, grande amigo de los dos, alabándole con moderacion por no hacer sospechoso el consejo y dando á entender que hablaban por el acierto de el acierto de la eleccion mas que por la conveniencia de su amigo. Fue bien oida la proposicion, y ellos se contentaron con verle inclinado, dándole tiempo para que lo meditase y volviese persuadido á la plática, ó mejor dispuesto para dejarse persuadir.

Pero antes que pasemos adelante, será bien que digamos quién era Hernan Cortés, y por cuantos rodeos vino á ser de su valor y de su entendimiento aquella grande obra de la conquista de Nueva España, que puso en sus manos la felicidad de su destino : llamamos destino, hablando cristianamente, aquella soberana y altísima disposicion de la primera causa que deja obrar á las segundas, como dependientes suyas y medianeras de la natureleza, en órden á que suceda con la eleccion del hombre, lo que permite ó lo que ordena Dios. Nació en Medellin, villa de Estremadura, hijo de Martin Cortés de Monroy y doña Catalina Pizarro Altamirano, cuyos apellidos no solo dicen, sino encarecen lo ilustre de su sangre. Dióse á las letras en su primera edad, y cursó en Salamanca dos años, que le bastaron para conocer que iba contra su natural, y que no convenia con la viveza de su espíritu aquella diligencia perezosa de los estudios. Volvió á su casa resuelto á seguir la guerra; y sus padres le encaminaron á la de Italia, que entonces era la de mas pundonor, por estar calificada con el nombre del Gran Capitan; pero al tiempo de embarcarse le sobrevino una enfermedad que le duró muchos dias, de cuyo accidente resultó el hallarse obligado á mudar de intento aunque no de profesion. Inclinóse á pasar á las Indias, que como entonces duraba su conquista, se apetecian con el valor mas que con la codicia. Ejecutó su pasage con gusto de sus padres el año de mil quinientos y cuatro, y llevó cartas de recomendacion para don Nicolás de Obando, comendador mayor de la órden de Alcántara, que era su deudo y gobernaba en esta sazon la isla de Santo Domingo. Luego que llegó á ella y se dió á conocer, halló grande agasajo y estimacion en todos, y tan agradable acogida en el gobernador, que le admitió desde luego entre los suyos, y ofreció cuidar de sus aumentos con particular aplicacion. Pero no bastaron estos favores para divertir su inclinacion, porque se hallaba tan violento en la ociosidad de aquella isla, ya pacificada y poseida sin contradiccion de sus naturales, que pidió licencia para empezar á servir en la de Cuba, donde se traian por entonces las armas en las manos y haciendo este viage con beneplácito de su pariente, trató

de acreditar en las ocasiones de aquella guerra su valor y su obediencia, que son los primeros rudimentos de esta facultad. Consiguió brevemente la opinion de valeroso, y tardó poco mas en darse á conocer su entendimiento; porque sabiendo adelantarse entre los solsabia tambien dificultar y resolver entre los capitanes.

[ocr errors]

Era mozo de gentil presencia y agradable rostro (1); y sobre estas recomendaciones comunes de la naturaleza, tenia otras de su propio natural que le hacian amable porque hablaba bien de los ausentes: era festivo y discreto en las conversaciones, y partia con sus compañeros cuanto adquiria con tal generosidad, que sabia ganar amigos sin buscar agradecidos. Casó en aquella isla con dona Catalina Suarez Pacheco, doncella noble y recatada; sobre cuyo galanteo tuvo muchos embarazos, en que se mezcló Diego Velazquez, y le tuvo preso hasta que ajustado el casamiento fue su padrino, y quedaron tan amigos que se trataban con familiaridad; y le dió brevemente repartimiento de indios y la vara de alcalde en la misma villa de Santiago ocupacion que servian entonces las personas de mas cuenta, y que solia andar entre los conquistadores mas calificados.

En este parage se hallaba Hernan Cortés, cuando Amador de Lariz y Andres de Duero le propusieron para la conquista de Nueva España; y fue con tanta destreza, que cuando volvieron á verse con Diego Velazquez, prevenidos de nuevas razones para esforzar su intento, le hallaron declarado por Hernan Cortés, y tan discursivo en las conveniencias de fiarle aquella empresa, que se les convirtió en lisonja la persuasion que llevaban meditada, y trataron solo de obligarle con asentir á lo mismo que deseaban. Discurrióse en la convenencia de que se hiciese luego el nombramiento para desarmar de una vez á los pretendientes; y no se descuidó Andres de Duero en pasar por diligencia de su profesion la brevedad del despacho, cuya sustancia fue «< que Diego Velazquez, como gobernador de la isla de Cuba, y promovedor de los descubrimientos de Yucatan y Nueva » España, nombraba á Hernan Cortés por capitan general de la ar» mada, y tierras descubiertas y que se descubriesen, » con todas aquellas estensiones de jurisdiccion, y cláusulas honoríficas que la amistad del secretario puede ingerir, como primores de la formalidad.

[ocr errors]

(1) Segun Bernal Diaz del Castillo: « Fue de buena estatura y cuerpo, y bien proporcionado, y membrudo, y la color de la cara tiraba algo á cenicienta, é no muy alegre; y si tuviera el rostro mas largo mejor le pareciera : los ojos en el mirar amorosos, y por otra graves: las barbas tenia algo prietas, y pocas y ralas, y el cabello que en aquel tiempo se usaba, era de la misma manera que las barbas, y tenia el pecho alto, y la espada de buena manera, y era cenceño, y de poca barriga, y algo estevado, y las piernas y los múslos bien sacados, y era buen ginete, y diestro de todas armas, ansi á pie como á caballo, y sabia muy bien menearlas, y sobre todo corazon, y ánimo, que es lo que hace al caso. >>

CAPITULO X.

Tratan los émulos de Cortés vivamente de descomponerle con Diego Velazquez : no lo consiguen, y sale con la armada del puerto de Santiago.

:

Aceptó Cortés el nuevo cargo con todo rendimiento y estimacion, agradeciendo entonces la confianza que se hacia de su persona, con las mismas veras que sintió despues la desconfianza. Publicóse la resolucion, y fue bien recibida entre los que deseaban el acierto; pero murmurada de los que deseaban el cargo: entre los cuales sacaron la cara con mayor osadía los parientes de Diego Velazquez, que hicieron grandes esfuerzos para desconfiarle de Hernan Cortés. Decíanle « que fiaba mucho de un hombre poco arraigado en su >> obligacion que si volvia los ojos á su modo de obrar y discurrir, » le hallaria de ánimo poco seguro, porque no solian andar juntas su » intencion y sus palabras: que su agrado y liberalidad tenian » mucho de astucia, y le hacian sospechoso á los que no se go» biernan por las apariencias de la virtud; porque cuidaba dema» siadamente de ganar voluntades; y los amigos cuando son muchos » suelen abultar como parciales: que se acordase de que le tuvo » preso y disgustado, y que pocas veces salen buenos los confidentes » que se hacen de los quejosos; porque en las heridas del ánimo quedan cicatrices como en las demas, y suelen estas acordar la « ofensa cuando se mira como posible la venganza. » A que anadian otras razones de mas ruido que sustancia, sin acertar con el camino de la sinceridad, porque querian parecer celosos para disimular que lo estaban.

>>

Cuentan que saliendo un dia á pasearse Diego Valazquez con Hernan Cortés y con sus parientes y amigos, le dijo un loco gracioso, de cuyos delirios gustaba : « buena la has hecho, amigo » Diego: presto será menester otra armada para salir á caza de » Cortés. » Y hay quien lo refiera como vaticinio, ponderando lo que suelen acertar los locos, y la impresion que hizo esta profecía (asi se resuelven á llamarla) en el ánimo de Diego Velazquez. Dejemos á los filósofos el discurrir sobre si cabe el acierto de las cosas futuras entre los errores de la imaginacion, ó si es posible á la destemplanza del juicio el encontrar con la adivinacion : que ellos gastarán el ingenio en fingir habilidades á la melancolía, y nosotros creeremos que lo dijo el loco porque le impusieron en ello los émulos de Cortés; y que andaba pobre de medios la malicia, cuando se llegaba á socorrer de la locura.

Pero Diego Velazquez mantuvo á rostro firme su resolucion, y Hernan Cortés trató de ganar el tiempo en sus prevenciones. Fue la primera arbolar su estandarte, poniendo en él por empresa la señal de la cruz con una letra latina, cuya version era: sigamos la cruz, que en esta señal venceremos. Dejóse ver con galas de

« AnteriorContinua »