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al oidor y al religioso, mandó publicar á sus oidos con voz de pregonero la guerra contra Hernan Cortés á sangre y fuego, declarándole por traidor al rey, señalando talla para quien le prendiese ó matase y dando las órdenes para que se previniese la marcha del ejército.

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No pudo ni debió aquel ministro sufrir ó tolerar semejante desacato, ni dejar de ocurrir al remedio con su autoridad. Mandó que cesasen los pregones : hízole notificar « que no se moviese de Zempoala pena de la vida, ni usase de aquellas armas sin acuerdo y » parecer de todo el ejército : » ordenó á los capitanes y soldados que no le obedeciesen, y duró en sus protestas y requerimientos con tanta resolucion, que Narbaez, ciego ya de cólera y perdido el respeto á su persona y representacion, le hizo prender ignominiosamente, y dispuso que le llevasen luego á la isla de Cuba en uno de sus bajeles de cuya ejecucion volvió escandalizado el padre fray Bartolomé de Olmedo sin otra respuesta; y lo quedaron tanto sus mismos capitanes y soldados, que los de mayor discurso viendo prender á un ministro de aquella suposicion, se hallaron obligados á mirar con alguna cautela por el servicio del rey; y los de menos punto con bastante materia para la murmuracion y el desafecto á su capitan; mejorándose con este atrevimiento de Narbaez la causa de Cortés en la inclinacion de los soldados, y sirviéndole como diligencias suyas los mismos desaciertos de su enemigo.

CAPITULO VII.

Persevera Motezuma en su buen ánimo para con los españoles de Cortés, y se tiene por improbable la mudanza que atribuyen algunos á diligencias de Narbaez: resuelve Cortés su jornada, y la ejecuta dejando en Méjico parte de su gente.

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Asientan algunos de nuestros escritores, que Pánfilo de Narbaez introdujo pláticas de grande intimidad y confidencia con Motezuma : que iban y venian correos de Méjico á Zempoala, por cuyo medio le dió á entender que traia comision de su rey para castigar los desafueros y exorbitancias de Cortés : que no solo él, sino todos los que seguian sus banderas andaban foragidos y fuera de obediencia; y que habiendo sabido la opresion en que se hallaba su persona, taria luego de marchar con su ejército para dejarle restituido en su libertad, y en pacífica posesion de sus dominios; con otras imposturas de semejante malignidad. A cuyas esperanzas dicen no solo que asintió Motezuma, pero que llegó á entenderse con él, y le hizo grandes presentes, recatándose de Cortés, y deseando romper su prision con ocultas diligencias. No sabemos como pudieron llegar á sus oidos estas sugestiones; porque Narbaez no tuvo intérpretes con que darse á entender á los indios, ni pudo introducir por su medio con el lenguage de las señas tan concertada negociacion. De

sus españoles solo vinieron á Méjico el licenciado Guevara con los demas que remitió Sandoval, y estos no hablaron reservadamente á Motezuma; ni cuando se diera en Cortés semejante descuido, pudieran hacer este razonamiento sin valerse de Aguilar y doña Marina: caso incompatible con lo que se refiere de su fidelidad. Débese creer que los indios zempoales conocieron de los semblantes y señas esteriores la enemistad y oposicion de aquellos dos ejércitos, cuya noticia dieron á Motezuma sus confidentes ó ministros : porque no es dudable que la tuvo antes que se la participase Cortés ; pero de lo mismo que obró en esta ocasion se arguye que tenia el ánimo seguro, y sin alguna preocupacion de siniestros informes (1).

(1) Los argumentos que hace Solís para probar que no mediaron inteligencias entre Motezuma y Pánfilo de Narvaez, no demuestran suficientemente que no existiesen aquellas. Lisongeado el príncipe con la oferta que Narvaez le hacia de su próxima libertad y de ver desembarazada de españoles su tierra, difícilmente podia haber resistido al deseo de concertar los médios de ver realizada su esperanza. Ni se debe suponer tampoco tal escasez de lenguas ó intérpretes que Narvaez careciese absolutamente de ellos; siendo mas ajustado á razon el dar por supuesto que habiéndose de entender en negocio tan árduo con los naturales del pais para interesarlos en su partido, forzosamente habia de procurarse ese medio único de comunicacion para las negociaciones. Solís no debia ignorar tampoco que á Cortés se le desertaron tres soldados que se fueron con Narvaez, los cuales sirvieron efectivamente de intérpretes, segun lo asegura Bernal Diaz en el capítulo 110 de su historia. Por último las palabras de Cortés á Cárlos V, dichas con el fin de buscar en ellas pretestos para nuevos procedimientos contra Motezuma, no dejan duda de que este tuvo alguna secreta comunicacion con Narvaez, aun cuándo por su timidez se suponga no haber sido ni muy declarada ni haber omitido tampoco el riguroso sigilo. He aqui como se espresa Cortés : « E tambien me dijo, como habia hallado con >> el dicho Narvaez á un señor natural de esta tierra, vasallo del dicho Motezuma : y >> que le tenia por gobernador suyo en toda su tierra de los puertos hácia la costa de >> la Mar: y que supo que al dicho Narvaez le habia hablado de parte del dicho >> Motezuma, y dádole ciertas joyas de oro y el dicho Narvaez le habia dado tam» bien á él ciertas cosillas y que supo que habia despachado de allí ciertos men»sajeros para el dicho Motezuma, y enviado á le decir, que él le soltaria, y que » venía á prenderme á mí y á todos los de mi compañía, é irse luego, y dejar la » tierra: y que él no queria oro, sino preso yo, y los que conmigo estaban, vol» verse, y dejar la tierra, y sus naturales de ella en su libertad ..... Y prosigue diciendo luego: «y no queriendo yo, ni los de mi compañía tenerle por capitau, y >> justicia en nombre de dicho Diego Velazquez, venir contra nosotros, y tomar>> nos por guerra : y que para ello estaba confederado con los naturales de la tierra, >> en especial con el dicho Motezuma, por sus mensageros y como yo viese tan >> manifiesto el daño, y deservicio, que a vuestra Magestad de lo susodicho se » podia seguir, etc. »

El lector juzgará del valor que debe darse á los hechos indicados en esa narracion de Cortés al lado de las observaciones de Solís. Herrera, á quien este sigue con mas fidelidad que á ningun otro historiador de América, se estiende á dar largos pormenores de la empresa de Narvaez y de su inteligencia con Motezuma : y hablando de la notificacion que el clérigo Guevara hizo á Sandoval para que entregara á Narvaez la fortaleza de Vera-Cruz, dice que fue acompañado de seis españoles y algunos indios venidos de Cuba, lo mismo que refiere Bernal Diaz del Castillo de quien aquel lo tomó. Este dato indica tambien que entre esos indios habria alguno de las costas del continente que conociese el dialecto de los mejicanos, poco diferente del de las demas provincias, y bastante conocido ademas por el vasallage que

No se niega que hizo algunos presentes de consideracion á Narbaez; pero tampoco se colige de ellos que hubiese correspondencia entre los dos; porque aquellos príncipes solian usar este género de agasajo con los estrangeros que arribaban á sus costas, como se hizo con el ejército de Cortés, á quien pudo encubrir sin artificio esta demostracion, por ser materia sin novedad, ó por hacer menos caso de sus dádivas. Pero es de reparar que hasta en ellas mismas, fuesen ocultas ó ignoradas, hubo requisitos ó circunstancias casuales que aprovecharon al crédito de Cortés; porque al recibirlas descubrió Narvaez mas complacencia ó mas aplicacion que fuera conveniente. Mandábalas guardar con demasiada cuenta y razon, sin dar alguna seña de su liberalidad á los que mas favorecia; y los soldados, que no conocen su avaricia cuando culpan la de sus capitanes, empezaron á desanimarse con este desengaño de sus esperanzas; y poniendo el propio interés entre las causas de la guerra, ó daban la razon á Cortés, ó se la quitaban al menos generoso.

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Volvió finalmente de su jornada fray Bartolomé de Olmedo, y Hernan Cortés halló en su relacion lo mismo que recelaba de Narbaez sintió el desprecio de sus proposiciones, menos por sí que por su razon, conoció en la prision del oidor cuán lejos estaba de atender al servicio del rey quien traia tan desenfrenada la osadia : oyó sin enojo, á lo menos esterior, las injurias y denuestos con que maltraba sus ausencias, y ponderan justamente los autores, que llegando á su noticia por diversas partes el menosprecio con que hablaba de su persona, las indecencias de su estilo, y cuanto le repetia el oprobio de traidor, no se le oyó jamas una palabra descompuesta, ni dejar de llamar á Pánfilo de Narbaez por su nombre : ¡rara constancia ó predominio sobre sus pasiones, y digno siempre de envidia un corazon donde caben los agravios sin estorbar el sufrimiento!

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Consolóle mucho con la noticia que le dió fray Bartolomé de Olmedo de la buena disposicion que habia reconocido en la gente de Narbaez, por la mayor parte deseosa de la paz, ó con poco afecto á sus dictámenes; y no desconfió de hacerle la guerra, traerle al ajustamiento que deseaba, con la fuerza, ó con la flojedad de sus mismos soldados. Comunicó uno y otro á sus capitanes, y considerados los inconvenientes que por todas partes ocurrian, se tuvo por el menor ó el menos aventurado salir á la campaña con el mayor número de gente que fuese posible, procurar incorporarse con los indios que se habian prevenido en Tlascala y Chinantla, y marchar unidos la vuelta de Zempoala; con presupuesto de hacer alto en algun lugar amigo, para volver á introducir desde mas cerca

rendian á Motezuma : lo cual corrobora el juicio que antes hemos formado acerca de la indispensable necesidad que tuvo Narvaez de proveerse de algun intérprete para entablar comunicaciones con los habitantes del pais por donde habia de penetrar.

las pláticas de la paz; logrando la ventaja de capitular con las armas en la mano, y la conveniencia de asistir en paraje donde se pudiese recoger la gente de Narbaez, que se determinase á dejar su partido. Publicóse luego entre los soldados esta resolucion, y se recibió con notable aplauso y alegría. No ignoraban la desigualdad incomparable del ejército contrario; pero estuvieron á vista del peligro tan lejos del temor, que los de menos obligaciones hicieron pretension de salir á la empresa, y fue necesario que trabajasen el ruego y la autoridad, cuando llegó el caso de nombrar á los que se dejaron en Méjico: tanto se fiaban los unos en la prudencia, los otros en el valor, y los mas en la fortuna de su capitan, que así llamaban aquella repeticion estraordinaria de sucesos favorables con que solia conseguir cuanto intentaba propiedad que puede mucho en el ánimo de los soldados; y pudiera mas, si supieran retribuirá su autor estos efectos inopinados que se llaman felicidades, porque vienen de causa no entendida.

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Pasó luego Hernan Cortés al cuarto de Motezuma, prevenido ya de varios pretestos, para darle cuenta de su viage, sin descubrirle su cuidado; pero él le obligó á tomar nueva senda en su discurso, dando principio á la conversacion. Recibióle diciendo : « que habia reparado en que andaba cuidadoso; y sentia que le hubiese reca>>tado la ocasion, cuando por diferentes partes le avisaban que » venia de mal ánimo contra él y contra los suyos, aquel capitan de su nacion que residia en Zempoala; y que no estrañaba tanto que >> fuesen enemigos por alguna querella particular, como que siendo » vasallos de un rey, acaudillasen dos ejércitos de contraria faccion, >> en los cuales era preciso que por lo menos el uno anduviese fuera » de su obediencia. » Esta noticia no esperada en Motezuma, y esta reconvencion que tenia fuerza de argumento, pudieran embarazar á Cortés; y no dejaron de turbarle interiormente pero con aquella prontitud natural que le sacaba de semejantes aprietos, le respondió sin detenerse : « que los que habian observado la mala voluntad de » aquella gente, y las amenazas imprudentes de su caudillo, le avisaban la verdad; y él venia con ánimo de comunicársela, no ha>>biendo podido cumplir antes con esta obligacion, porque acababa » de llegar el padre fray Bartolomé de Olmedo con el primer aviso de semejante novedad. Que aquel capitan de su nacion, aunque tan arrojado en las demostraciones de su enojo, no se debia mirar como inobediente, sino como engañado en el servicio de su rey; porque venia despachado con voces de substituto y » lugar-teniente de un gobernador poco advertido, que por residir » en provincia muy distante no sabia las últimas resoluciones de la corte, y estaba persuadido á que le tocaba por su puesto la fun»cion de aquella embajada. Pero que todo el aparato de tan frívola pretension se desvaneceria fácilmente, sin mas diligencia que >> manifestarle sus despachos, en cuya virtud se hallaba con plena jurisdiccion para que le obedeciesen todos los capitanes y sol

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» dados que se dejasen ver en aquellas costas y antes que pasase » á mayor empeño su ceguedad, habia resuelto marchar á Zempoala » con parte de su gente, para disponer que se volviesen á em» barcar aquellos españoles, y darles á entender que ya debian » respetar los pueblos del imperio mejicano, como admitidos á la proteccion de su rey; lo cual ejecutaria luego: siendo el principal » motivo de abreviar su jornada la justa consideracion de no permitir que se acercasen á su corte, por componerse aquel ejército » de gente menos atenta, y menos corregida que fuera razon, para » fiarse de su vecindad, sin riesgo de que pudiesen ocasionar al» guna turbacion entre sus vasallos. »

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Así procuró interesarle como pudo en su resolucion; y Motezuma, que sabia ya las vejaciones de que se quejaban los zempoales, alabó su atencion, teniendo por conveniente que se procurase apartar de su corte aquellos soldados de tan violento proceder; pero le pareció temeridad que habiéndose ya declarado por sus enemigos, y hallándose con fuerzas tan superiores á las suyas, se aventurase á la contingencia de que no le atendiesen ó le atropellasen. Ofrecióle formar ejército que le guardase las espaldas, cuyos cabos irian á su órden, y la llevarian de obedecerle y respetarle como á su misma persona : punto que procuró esforzar con diferentes instancias, en que se dejaba conocer el afecto sin alguna mezcla de afectacion pero Hernan Cortés agradeció la oferta, y se defendió de admitirla; porque á la verdad fiaba poco de los mejicanos, y no quiso incurrir en el desacierto de admitir armas auxiliares que le pudiesen dominar: como quien sabia cuánto embaraza en las facciones de la guerra tener á un tiempo empeñada la frente, y el lado receloso.

Suavizados en esta forma los motivos de su viage, dió todo el cuidado á las demas prevenciones, con ánimo de volver á sus inteligencias antes que se moviese Narbaez. Resolvió dejar en Méjico hasta ochenta españoles á cargo de Pedro de Alvarado, que pareció á todos mas á propósito, porque tenia el afecto de Motezuma; y sobre ser capitan de valor y entendimiento, le ayudaban mucho la cortesanía y el despejo natural, para no ceder á las dificultades y pedir al ingenio lo que faltase á las fuerzas. Encargóle que procurase mantener á Motezuma en aquella especie de libertad que le hacia desconocer su prision; resistiendo cuanto fuese posible que se estrechase á pláticas secretas con los mejicanos: dejó á su cargo el tesoro del rey y de los particulares, y sobre todo le advirtió «< cuánto importaba conservar aquel pie de su ejército en la corte, y aquel príncipe á su devocion: » presupuestos á que debia encaminar sus operaciones con igual vigilancia, por consistir en ellos la comun seguridad.

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A los soldados ordenó « que obedeciesen á su capitan, que sir» viesen y respetasen con mayor solicitud y rendimiento á Mote» zuma, que corriesen de buena conformidad con su familia y

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