Imatges de pàgina
PDF
EPUB

1

Los canonistas no hicieron esta última limitacion y seria grande inconsecuencia restringir tanto aquella doctrina, pues la blasfemia no es tan grande crimen como la idolatría, y si confiesa que por aquella puede hacerse guerra cuando causa escándalo á los cristianos, fuerza será confesar que con superior causa se podrá pelear para destruir el vicio mayor.

Objecion octava. El señor obispo niega que los Indios de América sean bárbaros porque tienen ciudades y policía.

Pero santo Tomas de Aquino dice que son bárbaraş aquellas gentes que mantienen costumbres viciosas opuestas á las leyes de la naturaleza con publicidad y generalidad, sin oposicion legal, ni de otra clase; lo cual se verifica en los Indios. Un cronista que ha estado en América mucho tiempo y ha viajado cho por la Tierra-Firme dice (libro tercero capitulo sexto de su cronica) que los Indios son de poca capacidad y de pravas costumbres; y esto confronta con que refieren muchos Españoles que vienen de allá. Objecion nona. Dice tambien el señor obispo que guerra produce odios los cuales son obstáculos conformarse con la religion de los que la hacen; á lo cual se aumenta el mal egemplo de las perversas costumbres de los soldados; pues ellas solas bastan para que se forme concepto equivocado acerca de la religion cristiana, como ha sucedido.

lo

la

para

Pero ya hemos dicho que la guerra no es para convertir sino para sujetar. Cuando los Indios esten sujetos oirán á los predicadores, notarán la con

ducta de los hombres virtuosos, escucharán la verdadera doctrina cristiana; y reconocerán que la religion es santa, buena, pacífica, y exenta de los vicios que antes hubiesen visto en los militares. San Augustin decia en la citada carta 48 hablando de los Gentiles. « Si á los infieles se infundiese terror y no » se les enseñase la verdad, la dominacion pareceria >> inicua si se les hiciera entender la doctrina, sin » darles miedo, la costumbre antigua de pensar de >> otro modo mui diferente les endureceria su alma, seria mucho mas dificil darles deseo activo eficaz procurar su salvacion eterna. » El enfermo frenético aborrece al médico, y el muchacho de la escuela toma odio al maestro; pero ni aquel deja de curar, ni este de enseñar; y llega tiempo en que se lo agradecen, como dice S. Augustin.

>> y

» de

Objecion décima. El señor obispo afirma que los infieles no pueden ser justamente compelidos á oir la predicacion del evangelio.

Pero esta doctrina es incierta. El papa tiene derecho de nombrar predicadores y destinarlos á todo el mundo este derecho seria nulo si Jesu-Cristo no hubiese concedido á los apóstoles y por consiguiente

al

papa el poder necesario para su egercicio, y no es de creer que nuestro divino maestro dejase de autorizar á sus comisionados para todo cuanto pueda proporcionar el cumplimiento de su comision, como dijo bien santo Tomas de Aquino.

Objecion undécima. El señor obispo dice que

la

guerra no se debe hacer por solo el fin de librar de la muerte á las víctimas inocentes de los sacrificios humanos, porque la guerra es un mal mucho mayor en que perecen muchas mas gentes, tanto de las inocentes como de las nocentes.

Pero en esta parte hay muchas equivocaciones. Casi todos los Españoles que vienen de América dicen que en la Nueva-España se sacrificaban cada año mas de veinte mil personas á los ídolos : este número (multiplicado por treinta años que hace se conquistó) asciende á seiscientos mil hombres conservados; y según la opinion comun, no muriéron veinte mil Indios en la conquista de toda la NuevaEspaña. Mucho mayor mal que puede ser una guerra, es dar lugar á que mueran sin bautismo tantas personas cuyas almas serian salvas si le hubiesen recibido; pues san Augustin dice (1) que la muerte de una persona sin bautismo es mayor mal que la de

muchas bautizadas.

.

No hace bien el señor obispo en citar á los Romanos; pues Plinio, Plutarco y otros hablan de los sacrificios de víctimas humanas como de abominaciones inexcusables. En la ciudad en que se verifican nadie puede llamarse inocente, porque todos contribuyen á que es opuesto á la razon natural. Por el contrario los males de una guerra no deben imputarse al príncipe si ella fuera justa, porque no aprueba los vicios

lo

(1) Epist. 75.

ni sus resultas, ántes previendo estas, los prohibe. Si no es obedecido', no es culpa suya.

Ménos razon tiene aun el señor obispo en excusar la idolatría de los Indios como lo hace aquí en este libro, y lo habia hecho ya en otro intitulado Corfesonario, pues no hay ni puede haber excusa justa de la idolatría, segun escribia san Pablo á los Romanos, y el aprobar un crimen es pecado mas grave que la accion misma criminal.

Es tambien error citar el egemplo de Abrahan para excusar á los Indios en su costumbre de víctimas humanas, pues Dios no consintió, ántes impidió la egecucion.

Lo es igualmente defender que los que oyen la predicacion del evangelio y de la observancia de las leyes naturales, no estan obligados á creer; pues Jesu-Cristo dijo que aquel que no creyese, seria condenado.

Objecion duodécima. El señor obispo añade que la práctica de hacer á los Indios guerra para sujetarlos y despues predicarles el evangelio, es contra la intencion del papa Alejandro sexto como consta de la declaracion del sumo pontífice Paulo tercero.

Pero esto no es así. La intencion de Alejandro fué cumplida por los reyes Fernando é Isabel. Aquel sucesor de san Pedro vivió mas de diez años despues de la conquista hecha en virtud de su bula y jamas se quejó de la desobediencia ni reprobó la conducia de los Reyes, ántes bien la elogió muchas veces ya

directa ya indirectamente, concediendo muchas otras bulas relativas al nuevo mundo en materias espirituales y eclesiásticas.

Paulo tercero hizo lo mismo : y la bula que da ocasion al señor obispo para citarla en este caso, no prueba su intento; pues únicamente se reduce á que, noticioso de que los soldados conquistadores trataban mal á los Indios reputándolos bestias, y esclavizándolos sin licencia del Rey, reprobó esa conducta y mandó que se les tratase con humanidad, pues eran hombres y criaturas racionales.

Desde la primera conquista hasta nuestros dias todos los sumos pontífices romanos han sabido (sin poderlo ignorar) que los Reyes han hecho todas por un mismo rumbo, esto es, no comenzando por la predicacion, sino por la sujecion. Sin embargo ningun papa lo ha reprobado, y todos han librado bulas elogiando el zelo de nuestros Reyes cuando han creado varios obispados, y otros establecimientos eclesiásticos y favorables á la religion.

La razon está en favor de la práctica. Si la predicacion precediese á la sujecion, esta seria injusta en el caso de que los Indios hubiesen creido ya el evangelio, y , y abrazado la religion católica; pues faltaba causa para sujetarlos: pero precediendo la sujecion, interviene la justicia de saber que se asegura la facilidad de predicar, la esperanza de que se aprecie la predicacion, y la certeza de que no habrá retroceso ni apostasía.

« AnteriorContinua »