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ordenes que había dejado don Bartolomé. Los religiosos descubrieron la conjuracion tres dias antes de la catástrofe, y quisieron retirarse con los otros Españoles en una embarcacion que por acaso llegó allí y recorria la costa rescatando perlas, oro, y'esclavos; pero el gefe marítimo no quiso recivirlos en su buque; por lo que no quedó que no quedó mas arbitrio mas arbitrio que preparar la defensa como mejor pudieran en la pequeña fortaleza recien fabricada: probaron la polvora, y la encontraron húmeda en el día siguiente la tendiéron al sol para secarla; y en ese mismo tiempo concurrío una multitud de Indios; pusiéron fuego á la casa por diferentes partes; mataron á fray Dionisio religioso lego, hiriéron mortalmente á Francisco Soto que murió á los tres días; y hubiesen matado á los demas, si mientras los Indios quemaban la casa creyendo que todos los Españoles estaban dentro de ella, no hubiesen ido ácia la costa, en la cual viéron un buque surto en el golfo de las salinas de la punta de Araya distante dos leguas, y corrieron hasta que se refugiaron en él.

Entretanto don Bartolomé de las Casas sufria otra calamidad diferente. Habiendo salido de Cumaná para la Isla española, y llegado á ella, el piloto que gobernaba su buque no conocío bien la costa en que se hallaba, y creyendo ser la de la isla de San-Iuan de Puerto-Rico, fue ochenta leguas mas allá del puerto de Santo-Domingo hasta el de Taguimo, donde tuvo que detenerse por espacio de dos meses,

forcejeando siempre contra las corrientes que son allí sumamente fuertes; de lo que resultó haber tenido por menos trabajoso rodear mas de quatrocientas leguas, caminando de Cartagena, Santa-Marta, Nombre-de-Dios, y la Habana, que navegar directamente á Santo-Domingo.

Cuando el buque llegó á la isla de Cuba, determinó don Bartolomé retirarse á nueve leguas de tierra en el pueblo de La-Yaguana para descansar y meditar con sosiego lo que le conviniese practicar. Mientras tanto llegáron á la isla española los religiosos y gentes de la villa de Toledo y aun los de la isla de Cubagua, contra los cuales se propagó despues la guerra de los Indios por sujestion de algunos que habian sido ántes maltratados en otras ocasiones; y como en la Española nada se sabia relativo á don Barto-, lomé de las Casas, nacio el rumor de que los Indios le habían quitado la vida; y llegó á los oidos del mismo Casas cuando el caminaba ya con otros castellanos para Santo-Domingo. Fenecido su viage dió cuenta de todo lo sucedido en la parte concerniente á su persona. El almirante, la real Audiencia, y la Consulta enviáron nueva expedicion para castigar y sujetar á los Indios y repoblar la costa y la isla ; pero por lo respectivo á la comision de Casas no resolviéron nada sin embargo de las instancias que don Bartolomé hizo por espacio de muchos meses.

En circunstancias tan críticas, y falto de medios para subsistir, no encontró consuelo en otras perso

nas que en los religiosos domínicos; con cuya ocasion fray Domingo de Betanzos prior de aquel convento le persuadió que profesase aquel mismo instituto para trabajar en la conversion de los Indios como los otros religiosos; y asi se verificó. Herrera lo cuenta entre los sucesos del año 1521 cuando Casas tenia edad de 47 años. Pero el dominicano Remesal escritor casi coetanco, é individuo del mismo orden dijo que Casas no profesó hasta el año 1523. Gonzalo Fernandez de Oviedo , y Francisco Lopez de Gómara habláron de Casas y de su conducta en la empresa con muchas equivocaciones (1).

Pero ¿como podria tacharse de justicia la conducta de un hombre á quien sobrevienen obstáculos imprevistos, e invencibles despues de haber empren dido la ejecucion de su proyecto? No es culpa suya la desercion de los doscientos labradores; ni la desobediencia de los Españoles habitantes de la isla de Cubagua. La conducta de estos y la perfidia de Alonso de Ojeda irritaron la colera y los deseos de venganza en los Indios el castigo y la nueva sujecion por Gonzalo de Ocampo no podia dejar en los ánimos de los Indios de la costa de la Tierra-Firme de Cumaná sino resentimientos. Todo esto produjo una desconfianza que no habia entrado en el plan de Casas. El remedio era la dulzura

(1) Herrera: dec. 3, lib. 2, cap 3, 4 y 5.

y la

fidelidad en el trato por espacio de mucho tiempo juntamente con la precaucion para un caso de alboroto, Francisco de Soto destruyó esta precaucion, destinando contra las ordenes de Casas los buques al rescate de oro, esclavos, y perlas. Los Indios vieron la ocasion de vengarse cuando la ofensa estaba todavía reciente, y la curacion no habia casi comenzado. Yo no descubro en esta desgracia una culpa, ni aun ligereza de juicio concerniente á la empresa.

El nuevo religioso fray Bartolomé de las Casas, constituido en la edad de cerca de cincuenta años, lleno de meritos, de ciencia eclesiástica y civil, y de los conocimientos practicos adquiridos en cua tro viages al Nuevo-Mundo, tres regresos al antiguo, muchos en lo interior de España que atravesó varias veces de oriente á poniente y de sud á norte, podia mui bien haber aprovechado su nueva situacion para tener en el resto de su vida una tranquilidad completa sin otras fatigas que las de predicar cuando sus prelados se lo mandasen, pero él habia adoptado por hijos espirituales á los Indios y su amor no le permitia mirar con indiferencia las injustas opresiones con que se les mortificaba. Jamas se creyó dispensado de interceder por ellos de continuar sus declamaciones contra los que iny troducian el evangelio por medio de una guerra. Entonces escribió en latin una obra intitulada De único vocationis modo en que procuró persuadir á

y

los cortesanos de la península, y á los magistrados de América que solo debia buscarse la conversion de los Indios por medio de una predicacion pacífica, y aislada sin soldados ni guerra.

Habiendose creado una silla episcopal en Nicaragua, y nombradose por primer obispo á don Diego Alvarez de Osório á quien se concedio titulo de protector de los Indios en 1527, quiso este buen prelado tener á su lado á fray Bartolomé por su principal cooperador en el ministerio episcopal. El religioso aceptó con licencia y aun mandato de su prelado (prior de la isla española de Santo-Domingo ); y juntamente con otros fundó en Nicaragna un convento de su orden, cuyos individuos sirvieron infinito para la propagacion del evangelio en aquella provincia, y para la diminucion de vejaciones con que los infelices Indios solian ser mortificados (1).

Desde allí fue á predícar en la provincia de Guatemala donde convirtió y bautizó inumerables Indios, y despues pasó con otros religiosos dominicos á la de Vera-Paz donde hicieron otro tanto logrando, que los habitantes de 48 leguas en largura y 27 de anchura se sometiesen voluntariamente al rey de Castilla sin que hubiesen entrado conquistadores algunos; egemplo que despues citó el mismo Casas al Consejo de Indias año 1550, en las disputas con

(1) Herrera: dec. 4, lib. 1, cap. 9.

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