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que

industria»; lo qual era cierto segun los informes le habian dado en la misma tierra del Darien y en las otras por donde habian transitado para venir á la Península.

y

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gran

ΕΙ canciller tomada la órden del rey dijo: Micer Bartolomé ; su Magestad manda que hableis; el licenciado Casas habló lo que sigue « Muy » alto y muy poderoso rey y señor. Yo soy de los >> mas antiguos que á las Indias pasaron; y há mu>>chos años que estoy alla; y he visto todo lo que >> ha pasado en ellas; y uno de los que han excedido, » ha sido mi mismo padre que ya no es vivo. >> Viendo esto, yo me moví, no porque fuese me»jor cristiano que otro, sino por una natural y » lastimosa compasion; y así vine á estos reynos » á darnoticía dello al rey catolico; hallé á su Alteza >> en Plasencía; oyóme con benignidad; remitiome » para poner remedio en Sevilla; murio en el ca» mino; y así ni mí suplicacion ni su real pro»posito tuvieron efecto. Despues de su muerte hice, >> relacion á los gobernadores que eran el cardenal » de España fray Francisco Ximenez, y el cardenal » de Tortosa; los cuales proveyeron muy bien todo lo » que convenía; y despues que V. M. vino, se lo he » dado á entender; y estuviera remediado si el gran » canciller no muriera en Zaragoza.

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Trabajo ahora de nuevo en lo mismo; y no >> faltan ministros del enemigo de toda virtud, y » bien, que mueren porque no se ponga remedio.

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mandarlo re

mayo

» Vá tanto á V. M. en entender esto y » mediar, que (dejado lo que toca á su real con>> ciencia) ninguno de los reynos que posehe, ní » todos juntos se igualan con la minima parte de » los Estados y bienes de todo aquel orbe y en >> avisar dello á V. M. sé que le hago de los »res servicios que hombre vasallo hizo á principe » ni señor del mundo; y no porque quiera merced << ni galardon alguno; porque no lo hago por servir » á V. M. salva la fidelidad que como súbdito debo, » si no pensase y creyese de hacer en ello á Dios >> gran sacrificio pero es Dios tan celoso y granjero » de su honor, como á el se deba solo, el honor » y gloria de toda criatura, que no puedo dar un » paso en estos negocios, que por solo él tomé >> acuestas de mis hombros, que de allí no se causen »y procedan inestimables bienes y servicios de » V. M. y para ratificacion de lo que he referido,

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digo y afirmo que renuncio cualquier merced y galardon temporal que me quiera y pueda hacer : » y si en algun tiempo, yo (u otro por mi), mer»ced alguna quisiere, yo séa tenido por falso Ꭹ . engañador de mi rey y señor.

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» Allende desto, señor muy poderoso, aquellas » gentes de aquel mundo nuevo (que está lleno y yerbe) son capacísimas de la fe cristiana; y á toda >> virtud y buenas costumbres por razon y doctrina >> trahibles : y de su natura son libres, y tienen sus » reyes y señores naturales que gobiernan sus po

»licias. Y á lo que dijo el reverendo obispo que » son siervos á natura digo que parece decirlo por » lo que el filósofo dice en el principio de su » Politica (de cuya intencion á lo que el reverendo » obispo dice, hay tanta diferencia como del cielo » á la tierra): y aunque fuese así como el reve>> rendo obispo lo afirma, el filósofo era gentil, y >> está ardiendo en los infiernos; por lo que tanto » se ha de usar de su doctrina, cuanto con nuestra » santa fé y costumbres de la religion cristiana » convinicre.

>> Nuestra religion cristiana es igual y se adapta » á todas las naciones del mundo; y á todas igual>> mente recive; y á ninguna quita su libertad ni » sus señores; ni mete de bajo de servidumbre só >> color y achaques de que son siervos á natura como >> el reverendo obispo parece que significa. Y por » tanto de V. R. M. será proprio en el principio » de su reinado poner en ello remedio ».

Se mandó luego al fraile Francisco hablar, y el manifestó los malos tratamientos que se daban á los Indios, por lo que debia temerse gran calamidad si el rey no lo remediaba. En fin dijo el gran canciller al almirante don Diego Colon que dijera lo que se le ofreciese y el expuso ser ciertisimo quanto los religiosos y otros habian contado sobre la mala gobernacion de las Indias y sobre los peligros de perderse todo si no se ponia remedio. Añadío que ninguno quedaría peor que él en otro caso, pues no tenía

para mantener su casa mas que las rentas de Amé rica; de donde habia venido á Europa unicamente por hacer entender estas verdades que tanto interesaban al Estado.

El obispo del Darien quiso hablar otra vez; se le dijo que lo hiciese por escrito; y presentó dos memoriales, uno contra don Pedro Arias Davila gobernador del Darien ; otro proponiendo lo que le parecio conveniente para remediar los daños de la TierraFirme; particularmente que se tratase bien á los In'dios. Preguntado sobre la propuesta del licenciado Casas, respondió que le parecía digna de ser admitida. Sin embargo el rey salió de Barcelona para celebrar las Cortes de la Coruña sin haber resuelto definitivamente nada (1).

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Fue don Bartolomé á la Coruña en prosecucion del negocio; y despues de muchas y grandes controversias se resolvió aprobar la empresa, concediendo á la disposicion del empresario para el objeto indicado doscientas y sesenta leguas de costa de Tierra-Firme desde la provincía de Pária hasta la de Santa Marta. Se firmaron los despachos en 19 de mayo de 1520 y Casas marchó á Sevilla para preparar embarcacion y labradores con dineros que le prestaron en aquella ciudad que por entonces era lo que ahora Cadiz. (2).

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(1) Herrera: dec. 2, lib. 6, cap .2, 3, 4 y 5,

(2) Herrera: dec. 2, lib. 9, cap. 8.

4

Pasó cuarta vez al América en el citado año 1520 : aportó á la isla de san Juan de Puerto Rico, y tuvo allí el disgusto de hallar obstáculos inopinados provenientes de la perfidia de un Español nombrado Alonso de Ojeda, persona distinta del capitan conquistador del mismo nombre, tal vez hijo ó sobrino. Habiendo ido este á la isla de Cubagua, y allí á Cumaná para la pesca de perlas, engañó á dos Caciques, y algunos otros Indios, convidándolos á comer en su embarcacion, y los transportó para venderlos por esclavos; se sublevaron de sus resultas contra los Españoles, los habitantes de Cumaná, Cariati, Neverí, Unarí, Tajeres, Chiribichi, Maracana, y otros; derrivaron el convento de Chiribichí, mataron â un fraile, y no se libraron sino por casualidad los otros que pudieron huir hasta la mar donde una pequeña embarcacion los salvó. Las autoridades constituidas de la isla de Santo-Domingo, particularmente el almirante que ya estaba de regreso y la real Audiencia acordaron enviar un egército mandado por el capitan Gonzalo de Ocampo para sojuzgar á los sublevados. Este suceso trastornó los planes de Bartolomé Las Casas pues habia puesto su confianza en los religiosos dominicos y franciscos de los conventos de Santa-Fe, y Chiribichí, los cuales ya no existian.

Sin embargo, queriendo cumplír sus promesas, mostró sus provisiones reales al citado capitan Ocampo, pidiéndole que desistiera de su campaña por diri

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